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Brasil o cómo colapsa una democracia moderna

Brasil o cómo colapsa una democracia moderna


martes, 08 de enero de 2019
5:18:24 p.m.
 

El 1º de abril de 1964. Los tanques entran a Río de Janeiro por la mañana, algunos procedentes del estado vecino de Minas Gerais, otros desde São Paulo. La capital de Brasil es desde hace unos años Brasilia, la nueva ciudad planificada del interior del país, pero Río sigue siendo el centro efectivo del poder y, en algún lugar de la ciudad, el presidente João Goulart trata de aferrarse a ese poder. 

Goulart, un político de izquierdas que se convirtió en presidente en 1961, llevaba unos días pegado al teléfono hablando con un oficial militar, el general Amaury Kruel. El general esperaba evitar la caída del gobierno de Brasil pidiendo a Jango, como se conocía a Goulart en Brasil, que despidiera a importante oficiales de izquierda e instituyera una serie de reformas que agradarían tanto a los militares como al grupo centrista del Congreso que se oponía al giro de Goulart hacia la izquierda. 

Pero Goulart se negó. Y los militares se alzaron. 

A la mañana siguiente, Goulart ya había huido a Porto Alegre. Unos días después, estaba en Uruguay. La democracia de Brasil se había derrumbado. 

Cinco décadas después, la tarde del 28 de octubre de 2018, miembros de las fuerzas armadas de Brasil volvían a marchar por las calles de Río. Los jeeps verdes del ejército pitaban y daban fogonazos con las luces; los soldados, subidos encima, ondeaban banderas brasileñas mientras las masas celebraban su llegada. 

Esta vez, en cambio, las fuerzas armadas no salían a las calles para derrocar a un presidente, sino para alabarlo. Jair Bolsonaro, congresista federal y ex capitán de la armada, acababa de ganar las elecciones para convertirse en el 38º presidente de Brasil. 

Bolsonaro, cuya presidencia ha comenzado con una ceremonia inaugural el día de Año Nuevo en Brasilia, ha alabado en numerosas ocasiones la dictadura militar de Brasil, que finalizó en 1985 dando paso a una nueva democracia. La llegada al poder de Bolsonaro comparte muchas semejanzas con el régimen militar: Bolsonaro se ha aprovechado del descontento y el hastío generalizados hacia un establishment político incompetente y corrupto, de la ferviente oposición a un partido de izquierdas que llevaba más de una década en el poder, de una crisis económica de la que Brasil apenas empieza a salir, y del incremento de los delitos con violencia. 

Y aunque él achaca su auge a una revolución "populista", su base de votantes es más bien similar a la que antaño apoyó a los capitanes golpistas: altas élites financieras, sectores de la población dispuestos a vender los derechos y la vida de los pobres y marginados por su propia seguridad y prosperidad económica, y partidos y políticos tradicionales que en su momento se cruzaron de brazos y ahora se niegan a reconocer su propio papel en la creación del monstruo. 

 

Como entonces hicieron las fuerzas armadas, Bolsonaro ha amenazado a sus oponentes políticos de izquierdas con violencia y cárcel. Ha prometido llevar a cabo una "limpieza [política] nunca antes vista en Brasil", y ha amenazado a los medios que informen desfavorablemente sobre él. Su vicepresidente es un antiguo general del ejército que, en una entrevista con la edición brasileña del HuffPost, no descartó una vuelta al régimen militar y propuso que la nueva administración reescriba la Constitución del país.

Este fenómeno no es exclusivamente brasileño. Países de todo el mundo, desde Hungría a Turquía, pasando por Filipinas, se han encomendado a líderes ruidosos que prometen renovaciones instantáneas y soluciones milagrosas bajo la bandera de un "populismo" nativista de derechas. Y aunque a los medios les encanta la palabra populista, los votantes de base que apoyan a estos candidatos suelen ser las grandes élites de la nación.

Cada cita electoral se ha convertido, de algún modo, en un referéndum sobre el estado de la democracia global en su conjunto. Y cada victoria de una figura antidemocrática de derechas va allanando el camino a un candidato similar para las elecciones de otro país.

No obstante, de todo este grupo, Bolsonaro parece ser la mayor amenaza para una democracia importante. La de Brasil es la cuarta mayor del mundo, y la mayor en Latinoamérica por población. Si muere, esta vez no será a manos de las fuerzas armadas. Será ella misma la que dé el paso.

"Ha habido muy, muy pocos golpes militares en Latinoamérica en los últimos 35 años", explica Steven Levitsky, científico político de la Universidad de Harvard y autor de How Democracies Die. "Por ello, al mismo tiempo que veo complicado el aumento de apoyo público a un golpe militar, veo mucho más probable que la democracia brasileña muera a manos de un líder electo".

Brasil está a punto de demostrar al mundo cómo una democracia moderna se resquebraja.

’La democracia no ha cumplido’ 

Todavía era temprano para tomarme una cerveza cuando me crucé con el primer vendedor de cervejas heladas por la Avenida Paulista de São Paulo en un día de verano brasileño a finales de noviembre.

Esta calle, que divide uno de los barrios más ricos de la ciudad, estaba cerrada por ser día festivo, los escaparates anunciaban descuentos por el Black Friday, y un árbol de Navidad gigante en uno de los centros comerciales anunciaba que las navidades estaban a la vuelta de la esquina. Tanto locales como turistas echaban un vistazo a los puestos de artesanías, y por los altavoces se oía música pop para las personas que hacían yoga en la calle.

Aparte de los esporádicos grafitis políticos en farolas o en la acera, apenas había signos de que a lo largo de 2018 los brasileños habían llenado la Avenida Paulista en repetidas ocasiones para manifestarse a favor o en contra de Bolsonaro.

Fue ahí, en julio, donde la gente de São Paulo llevó a cabo la mayor protesta de mujeres en la historia de Brasil, que animaban a votar por otro candidato, teniendo en cuenta el historial de declaraciones racistas, sexistas y homófobas de Bolsonaro. "Ele Nāo", gritaban. "Él no".

Fue ahí también donde los partidarios de Bolsonaro se manifestaron a mediados de octubre para impulsarle hacia una mayoría que se le había escapado de las manos en la primera vuelta electoral. Durante esa manifestación, Bolsonaro, que había sido apuñalado en un acto de campaña en septiembre, comunicó a las masas por teléfono móvil que, como presidente, perseguiría la financiación a los grupos y medios en defensa de los derechos humanos. Prometió dar dos opciones a su oponente —el ex alcalde de São Paulo Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT), de izquierdas— y a los principales activistas de izquierdas: "O dejarlo o entrar en la cárcel".

Era finales de noviembre y "todo parece normal", me dijo un amigo, "hasta que ves las noticias".

En Brasil, el poder siempre ha estado concentrado en la élite blanca y pudiente; las tasas de alfabetismo y educación siguen siendo bajas, especialmente entre los pobres; las fuerzas policiales, supermilitarizadas y mal entrenadas, siguen matando a grandes cantidades de ciudadanos pobres (sobre todo negros); y la vuelta a la democracia ha estado marcada por un década de inestabilidad económica e hiperinflación que ha perpetuado las desigualdades sociales, raciales y salariales.

Aun así, Brasil se ha presentado en las últimas décadas como un ejemplo brillante de aquello a lo que la democracia latinoamericana podría aspirar algún día. El expresidente Fernando Henrique Cardoso estabilizó la economía a principios de los 2000, luego el presidente de izquierdas Luiz Inácio Lula da Silva, un agitador de clase trabajadora, ejerció el cargo durante un periodo de rápido crecimiento que hizo que la economía de Brasil superara el ritmo de las de Francia y Reino Unido.

Según datos del gobierno de da Silva, los programas de bienestar social ayudaron a unos 30 millones de brasileños a salir de la pobreza, las acciones políticas incrementaron el acceso a la educación, la salud y el empleo de negros, mujeres, pobres e indígenas. Los delitos violentos bajaron a niveles mínimos. Cuando da Silva dejó el Gobierno en 2010, su índice de aprobación se acercaba al 90%. Parecía que, por fin, Brasil funcionaba.

¿Funcionaba? En 2010, Tiririca, un payaso brasileño, anunció que se presentaba al Congreso por São Paulo y lanzó una campaña en la que parodiaba el sistema político brasileño. "Pior do que está não fica, vote no Tiririca", decía, o: "Como la cosa no puede empeorar, vote a Tiririca". El cómico satirizó la corrupción endémica en la política brasileña, prometiendo que él "enriquecería a todas las familias brasileñas, especialmente a la mía".

Luego ganó, y esa victoria, en retrospectiva, podría ser la señal de un descontento acechante que pronto explotaría Bolsonaro.

Brasil ya era uno de los países más desiguales en cuestión de distribución salarial y, aunque los pobres se beneficiaron indudablemente de las políticas del Partido de los Trabajadores —entre ellas, un aumento del salario mínimo—, la gran mayoría de los logros económicos conseguidos por da Silva fueron a parar al 1% de la población más rica de Brasil. Así que, aunque la nueva clase media-baja ganó más de lo que nunca tuvo, los obscenos niveles de desigualdad económica en Brasil posiblemente llegaron incluso a crecer durante los años buenos. Los delitos violentos se habían reducido, pero no a niveles propios de una democracia desarrollada: incluso antes de la crisis económica, Brasil tenía a más de una docena de las 50 ciudades más violentas del planeta.

Y las cosas empeoraron: la economía se derrumbó en 2013, dejando sin trabajo a millones de personas, y llevando de vuelta a la pobreza a otros tantos millones. En 2014, una investigación de lavado de dinero pasó a convertirse en la mayor investigación sobre corrupción política del mundo. La operación Lava Jato (lavado de coches) ha implicado a cientos de políticos, entre ellos da Silva y el presidente saliente Michel Temer, del centrista Movimiento Democrático Brasileño. Los delitos con violencia se han disparado: ha habido más de 60.000 homicidios cada año en los dos últimos. La presidenta Dilma Rousseff, sucesora de da Silva nombrada por él mismo, fue destituida en 2016. Da Silva fue condenado por lavado de dinero en 2017 y encarcelado en 2018; Temer se ha librado por poco de ir a juicio por acusaciones de sobornos.

En comparación con sus homólogos del resto de Latinoamérica, los brasileños siempre han demostrado un nivel bajo de apoyo a la democracia. Ese apoyo se ha debilitado aún más durante las crisis: en 2017, sólo el 32% de los brasileños respondió positivamente cuando el Latinobarómetro, que lleva a cabo sondeos en la región, les preguntó si estaban de acuerdo en que "la democracia puede tener problemas, pero es el mejor sistema de gobierno". Ninguna nación latinoamericana más mostró tan poco apoyo a la democracia, mientras que otros sondeos desvelaron que casi dos tercios de los brasileños habían perdido su fe en los partidos políticos, en la presidencia y en el Congreso. Más de la mitad de los brasileños dice que apoyaría un estilo de gobierno más autoritario si "solucionara problemas".

"Si preguntas a la gente de la calle si les preocupa lo que Bolsonaro puede significar para la democracia, no es que estén particularmente inquietos", afirma Oliver Stuenkel, experto en ciencias políticas de la Fundación Getúlio Vargas de São Paulo.

"La democracia no ha cumplido con lo que muchos esperábamos", dice.

Gran parte de la culpa por el clamor popular que ha aupado a Bolsonaro ha recaído sobre el Partido de los Trabajadores (PT). Y una buena parte de ese criticismo es legítimo: da Silva y el PT llegaron al poder por algo parecido a una esperanza revolucionaria, por la creencia de "que podrían usar su poder en Brasil para beneficiar a los pobres, sin dañar a (de hecho, con ayuda de) los ricos", como escribió en 2016 el ensayista británico Perry Anderson.

Cuando Rousseff fue destituida en 2016, para alegría sobre todo de millones de brasileños de clase media y alta que marcharon en las calles pidiendo su salida, el partido ya había adoptado una política de austeridad económica y se había metido en ese tipo de corrupción que alienó a muchos de sus simpatizantes de clase obrera.

Además de su habitual base de élites, la contrarrevolución en Brasil podría contar ahora con ganar algo de apoyo de los votantes naturales del PT. Bolsonaro atrajo apoyos de todo el espectro político y social, incluso de los votantes pobres y negros, algunos de los cuales se verían afectados por sus políticas más represivas. Los sondeos antes de las elecciones daban la victoria a Bolsonaro por delante de Haddad entre los votantes negros y mestizos y entre las mujeres ―y también se llevó una parte sorprendentemente amplia de los votos de los brasileños LGBTQ― pese a su racismo, a su sexismo y a su homofobia.

"Aunque fuera racista, seguiría votando por él", comentó al HuffPost Brasil antes de las elecciones Marcelo Amador Pereira, un hombre negro que vive en São Paulo y perdió su trabajo durante el Gobierno de Rousseff. "Porque él va en contra del PT, y no aceptaré de ningún modo lo que el PT hizo a Brasil".

El fracaso de la élite, y la aquiescencia

 

Pero hay un problema si se explica el auge de Bolsonaro simplemente como una revuelta populista, ya que su principal fuente de apoyos no viene precisamente de los pobres y las clases trabajadoras que antes apoyaban con devoción al Partido de los Trabajadores, sino de las mismas élites contra las que el propio Bolsonaro se manfiestó, que no han asumido en absoluto la responsabilidad de crear las circunstancias propicias que hicieron posible su ascenso.

La salud de una democracia depende del apoyo mutuo a una serie de reglas básicas, pero después de las elecciones de 2014, el establishment brasileño de centroderecha empezó a ignorar este antiguo consenso. El Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) cuestionó los resultados de la ajustada reelección de Rousseff, dando oxígeno a las teorías de la conspiración de algunos sectores en redes que decían que la presidenta del Partido de los Trabajadores se había beneficiado de un fraude electoral.

Dos años después, los partidos centristas trataron de destituirla a través de un impeachment que parecía, más que una forma de responsabilizar a Rousseff, una oportunidad para el establishment brasileño de hacerse con el poder a través de una cruzada bastante loca que en las urnas no podrían ganar, y una oportunidad para protegerse del escrutinio público y judicial mientras tanto. Para otros derechistas, entre ellos Bolsonaro, era simplemente una oportunidad de librar a Brasil de un Gobierno de izquierdas que, según ellos, había programado una guerra contra "Dios, la familia y el pueblo brasileño".


La operación Lava Jato se vio desde el principio como un avance positivo para la democracia brasileña, como un esfuerzo para eliminar del sistema político la corrupción que campa a sus anchas. Pero ahora resulta innegable, incluso para los defensores de la investigación, que también tuvo un papel a la hora de debilitar la democracia en vez de fortalecerla.

"Uno de los resultados no deseados del caso Lava Jato, de esta confrontación a la corrupción, es una polarización extrema del debate público en Brasil", sostiene Bruno Brandão, director de Transparencia Internacional en Brasil. "También desacreditó al sistema y a la clase política. Y, aún más preocupante, desacreditó al propio sistema democrático".

La polarización no es sólo consecuencia de la investigación sobre corrupción; tanto a izquierdas como a derechas, los partidos con políticos implicados llevan años tratando de desautorizar la investigación. Temer trató continuamente de frenarla; el Congreso intentó parar una nueva legislación anticorrupción en mitad de la noche; da Silva y el PT la tacharon de intento de la élite por destruir a la izquierda, lo cual no es completamente cierto, dado que un buen número de políticos de otros partidos también fueron a la cárcel por este caso.

Pero los propios investigadores también contribuyeron a socavar la credibilidad de su causa y, por extensión, de la democracia. El juez Sergio Moro, que encabezó la investigación Lava Jato, fue responsable de la condena de da Silva, que iba liderando los sondeos presidenciales antes de que se le impidiera presentarse por el caso de corrupción.

Moro se considera desde hace años apolítico, pero su persecución de da Silva adquirió un cariz de fanatismo. La condena fue criticada por descuidada y legalmente cuestionable por expertos legales brasileños, y el momento en el que Moro reveló ciertos datos —llamadas telefónicas pinchadas entre Rousseff y da Silva, publicadas en 2016 en mitad de su impeachment; testimonios de acusación a da Silva, Haddad y al PT por trapicheos, desvelados la víspera de las elecciones— da indicios de que el juez inclinó la balanza de la investigación y, quizás, de las elecciones. (En noviembre, Moro aceptó el puesto de ministro de Justicia con Bolsonaro.)

En los dos últimos años, los observadores políticos han asegurado no sólo que Bolsonaro no ganaría, sino que no podía ganar. Cuando no lo ignoraban directamente, lo trataban como una atracción de feria.

Mientras tanto, las élites y los medios brasileños subestimaron la fuerza del auge anti-establishment que estaba teniendo lugar, o la dinámica que empezaba a supurar. En los dos últimos años, varios observadores y periodistas políticos brasileños me garantizaron no sólo que Bolsonaro no ganaría, sino que no podía. Cuando no lo ignoraban directamente, lo trataban como una atracción de feria; estaban seguros de que sus peores y más provocativas declaraciones serían suficientes para convencer a los brasileños de que era demasiado radical y reaccionario.

Bajo la superficie, Bolsonaro y sus simpatizantes se aprovecharon de las redes sociales, ampliando su mensaje a través de Facebook, Twitter y WhatsApp ―la red social más popular en Brasil―, explotando la existente desconfianza de los principales medios de Brasil y la utilidad de esas redes sociales para difundir noticias sin base y fabricadas de la nada.

Los miembros de la élite mediática y política estaban seguros de que, con da Silva y el PT aparentemente desacreditados, surgiría una figura del establishment moderada, de centroizquierda o centroderecha. Pero los brasileños dejaron claro su hartazgo del establishment centrista: mientras que el PT ganó más escaños que ningún otro partido en las elecciones al Congreso, el centroderecha se llevó un chasco en la primera vuelta de la votación. El cinismo, la corrupción y la defensa de políticas económicas impopulares con Temer habían dejado un vacío en la derecha, y entonces vino Bolsonaro a llenar ese vacío.

Bolsonaro hizo uso de la corrupción como una porra contra el PT desde el principio, convirtiendo sus vínculos con Lava Jato en un ataque sin cuartel contra su legitimidad y su derecho a existir. La izquierda, según sugería Bolsonaro en su web, quería "importar ideologías que destruyen nuestra identidad" como brasileños. Con esto apelaba a los movimientos evangélicos y conservadores (cada vez mayores), así como a segmentos de las clases medias que se oponían al liberalismo social de la izquierda, y que influyeron (para mal) en el esfuerzo por avanzar en los derechos civiles de brasileños pobres, LGBTQ y negros.

Que Bolsonaro había adoptado una postura anticorrupción meramente como una táctica de campaña —como hizo Trump— era evidente antes incluso de que llegara al poder. El hijo de Bolsonaro, Flávio, ya está siendo cuestionado por un posible caso de corrupción y pese a prometer que entre sus ministros no habría ningún condenado por corrupción, Bolsonaro ha nombrado al menos a siete personas que han estado o están implicadas en estos escándalos, según The Intercept. Entre ellos, su jefe de gabinete y ministro de finanzas, Paulo Guedes, un economista educado en la Universidad de Chicago defensor del mercado libre, cuyos vínculos con Bolsonaro durante la campaña dieron a las élites empresarias las garantías que necesitaban para adular a ese supuesto "populista".

Como en el caso de Trump, el ataque de Bolsonaro a la corrupción iba más allá de la hipocresía. Era un llamamiento a la raza superior o Herrenvolk —ventajas para la clase dominante, con prohibición o marginación del resto— y la oratoria demagógica sobre corrupción se adaptó a otros temas más amplios, como la contaminación de la identidad brasileña por las clases más bajas del país.

A lo largo de la historia, como escribió Hannah Arendt, los totalitaristas han dependido de una coalición entre la élite y la muchedumbre. En Brasil, como en el resto del mundo, el auge de un nuevo autoritarismo requería el consentimiento de una clase aristocrática reticente a aceptar la culpa de cualquiera de los males sistémicos a los que se enfrentaba el país. Y aunque la mayoría de los medios fueron generosos con la atención que prestaron a la gente normal que apoyaba a Bolsonaro, resulta más significativo el hecho de que sus niveles de apoyo aumenten a medida que se sube la escalera de ingresos, gracias a las élites que comparten con él su rechazo a la izquierda y que han apoyado de buen grado a un fascista con tal de frustrarla.

En cualquier caso, los peores males que Bolsonaro puede infligir estarán reservados para la población más vulnerable de Brasil. Las élites, como siempre, están exentas del dolor que pueden causar.

’Bolsonaro puede hacer cosas que Trump no puede’

Si te parece que todo esto se parece sorprendentemente a lo que ocurrió en Estados Unidos, no es casualidad. Para su ascenso al poder, Bolsonaro se ha fijado en la subida de Trump, cuya victoria se construyó sobre años de erosión democrática.

Trump también fue, simplemente, un síntoma de una enfermedad mayor, producto de la menguante fe de los americanos en sus instituciones democráticas. Y Bolsonaro adoptó muchas de las estrategias de Trump: él también incitó a la violencia contra los críticos, apeló a miedos nativistas y racistas y sugirió que si perdía, sería por culpa de los chanchullos de sus rivales políticos. También pidió la encarcelación no sólo de su oponente, sino de activistas que trabajaban en la izquierda. Apuntó a la sociedad civil, sugiriendo que las organizaciones no gubernamentales y grupos de derechos humanos deberían ser suprimidos. Prometió dar incluso más manga ancha a las fuerzas policiales para matar con más libertad y tachó a los medios de agentes de las fake news que se dedican a proteger al establishment corrupto.

La campaña de Bolsonaro, como la de Trump, se basó en lanzar ideas cada vez más absurdas y antidemocráticas, a menudo filtradas a través de su hijo Flávio, un congresista que actuó de facto como el gurú en redes sociales de Bolsonaro. Flávio y el candidato a vicepresidente, el general Antonio Hamilton Mourão, aludieron a ideas a cuál más radical —como, por ejemplo, cerrar el Congreso si era necesario—, que iban seguidas de una suavización por parte de Bolsonaro padre si un periodista le preguntaba por las mismas o si generaban demasiado escrutinio.

Esta estrategia, deliberadamente o no, tiene el efecto de hacer que Bolsonaro parezca más moderado de lo que lo es, desplazando los temas importantes por los que está siendo evaluado. Un Bolsonaro que hace todo salvo cerrar el Congreso, reescribir la Constitución o restablecer el régimen militar empieza a parecer un demócrata comprometido.

Para su ascenso al poder, Bolsonaro se ha fijado en la subida de Trump, cuya victoria se construyó sobre años de erosión democrática.

 Pero hay una diferencia clave entre Bolsonaro y Trump, y es que la peor versión del primero tendrá efectos mucho más dañinos sobre la democracia brasileña en comparación con lo que Trump ha hecho, o podría hacer, en Estados Unidos.

"Bolsonaro puede hacer cosas en Brasil, potencialmente, que Trump no puede", asegura Levitsky, "porque las instituciones brasileñas no son ni de lejos tan fuertes como las de Estados Unidos".

Los nombramientos de ministros de Bolsonaro incluyen a más ex oficiales militares que cualquier otro gobierno civil desde el final de la dictadura. Ha nombrado a ministros que usan la misma retórica paranoide y "antiglobalista" que se hizo habitual desde los primeros días del Gobierno de Trump.

Bolsonaro y su ministro de Educación, Ricardo Vélez Rodríguez, apoyan el movimiento Escolas sem Partido (Escuelas sin partido), un método antiguo radical para evitar que las escuelas públicas y universidades "adoctrinen" a estudiantes con ideologías políticas de izquierdas. Unos días después de las elecciones se informó de que algunas universidades habían sufrido redadas para sacar todos los libros sobre fascismo, y de que los profesores y otros académicos que se habían opuesto al nuevo presidente y lo habían descrito como fascista estaban siendo acosados.

Bolsonaro también ha enviado señales de que seguirá con sus amenazas de incautar tierras indígenas para abrirlas a intereses mineros y agrarios; ha dihco que Brasil debería "integrar" a sus tribus indígenas —incluso a las que viven en reservas protegidas y a los pueblos aislados— en la sociedad brasileña en contra de su voluntad.

Incluso en el mejor de los casos, el Brasil de Bolsonaro se convertirá en un lugar todavía menos democrático para quienes sufren más violencia y opresión.

Es posible que Bolsonaro gobierne como un verdadero autócrata, que podría aprovecharse de cualquier pequeña crisis para consolidar el poder y apartar la democracia en un solo acto. Podría cerrar el Congreso; podría criminalizar al Partido de los Trabajadores y a otros partidos y movimientos de izquierdas; podría criminalizar a los que disienten, a los que protestan y a la prensa libre.

Lo más probable es que gobierne de una forma similar a Trump, atacando a la prensa, a los oponentes políticos y a las instituciones democráticas con una descarga constante de criticismo que erosione aún más la credibilidad de sus simpatizantes y del público en general, y que tenga un efecto escalofriante sobre la oposición legítima. Bolsonaro se refiere a casi toda la izquierda política como "comunismo", y ha dicho que su movimiento pretende impedir que las "ideologías extranjeras" se abran paso en Brasil. Más que una dictadura pura y dura, el régimen de Bolsonaro podría llegar a parecerse a la purga anti-izquierdas más fea de la historia estadounidense.

"Suena a macartismo", comenta Alexandre Padilha, miembro de alto rango del Partido de los Trabajadores que trabajó para el Gobierno de da Silva. Bolsonaro "odia todo lo que es izquierda en Brasil, y cree que, básicamente, debería ser eliminado".

La derecha utiliza estos miedos y la retórica que les ha inspirado como una fuente de humor. El día antes de la investidura, Carlos Bolsonaro ―concejal de Río e hijo del presidente― publicó en Twitter un vídeo de su padre celebrando los asesinatos policiales y llamando "maricas" a sus oponentes.

"La izquierda está llorando", dijo con sorna.

En los Estados Unidos, los continuos ataques de Trump han tenido efectos negativos en cómo los estadounidenses ven sus decisiones, la prensa y otras instituciones democráticas, y su retórica ha envalentonado a racistas y ultranacionalistas blancos y ha contribuido de forma potencial al aumento de los delitos violentos contra minorías raciales, étnicas y religiosas.

La violencia política ya es sorprendentemente común en Brasil: en 2018, la edil de Río de Janeiro Marielle Franco fue asesinada cuando salía de un acto político, y 28 candidatos fueron asesinados sólo durante el periodo electoral de 2016. La insistencia de Bolsonaro en que sus partidararios ataquen a los políticos del PT podría tener consecuencias mortales.

Su gente ya ha pillado la idea: en los días antes de las elecciones, los votantes de Bolsonaro destruyeron con orgullo homenajes a Marielle Franco en Río y en los mítines del entonces candidato empezaron a surgir símbolos del ultranacionalismo americano, entre ellos la bandera de Kekistan, el país mítico creado y adorado por los tipos de la alt-right en foros de internet. La noche de las elecciones, sus seguidores ondearon banderitas para conmemorar al ex coronel del ejército que llevó a cabo el programa de tortura de la dictadura militar.

Los brasileños LGBTQ, que ya sufren altos índices de violencia, también temen que la oposición agresiva de Bolsonaro a sus derechos dé a sus simpatizantes licencia para aumentar aún más los ataques contra ellos. La retórica de Bolsonaro sobre la policía y la seguridad pública ya ha envalentonado a algunos de los oficiales más estrictos de las fuerzas policiales de Brasil, según cuentan los locales.

En São Paulo, un joven escritor negro que vive en una favela a las afueras de la ciudad me dijo que había sido detenido por la Policía cinco veces en las tres primeras semanas después de las elecciones, normalmente cuando volvía del trabajo a su casa, por su barrio. En Río, el mes pasado circularon vídeos de dos hombres tumbados en la calle, muertos a disparos, antes de que los agentes de Policía que los habían matado tiraran sus cuerpos a la parte trasera de una camioneta. La Policía de Brasil mató a más de 4200 personas el año pasado y sólo en el estado de Río fueron responsables de uno de cada cinco homicidios. Es probable que Bolsonaro haga a las fuerzas policiales incluso más mortíferas.

En esto, tendrá aliados tanto dentro como fuera de la política. Los brasileños apoyan abrumadoramente la acción agresiva de la Policía y, en medio de una epidemia de crímenes violentos, cada vez más políticos adoptan también estas posturas radicales. Wilson Witzel, próximo gobernador de Río de Janeiro, ha dicho que el estado "cavará tumbas" para los cadáveres de los presuntos delincuentes que mate la Policía. El recién elegido gobernador de São Paulo, João Doria, un político que se unió a Bolsonaro durante la campaña, ha adoptado una retórica similar en lo que se refiere a proteger a los agentes acusados de asesinato.

Las instituciones brasileñas pueden proteger su democracia como conjunto. Pero incluso en el mejor de los casos, el Brasil de Bolsonaro se convertirá casi seguro en un lugar todavía menos democrático para quienes sufren más violencia y opresión, ya sea por parte del estado o no.

Un modelo del ’iliberalismo más atroz’

  

"¿De dónde eres?", me preguntó una mujer en São Paulo cuando el ascensor de nuestro hotel llegó a la segunda planta.

Cuando le respondí que vivía en Washington, D.C., sonrió y se giró hacia su hijo. En portugués, le dijo que era del mismo sitio que Trump.

"Todo el mundo de aquí quiere irse allí", comentó. "Todos dicen cosas malas de él, pero todo el mundo quiere irse allí".

Para muchos brasileños que apoyan a Bolsonaro, el caos que ha sembrado Trump y las amenazas que plantea a los principios de la democracia de Estados Unidos no son nada de lo que preocuparse. Al fin y al cabo, la economía de Estados Unidos va bien y Trump es, según ellos, responsable de esto. Es un outsider que entró en escena para agitar el sistema, pero el establishment todavía no ha aprendido a lidiar con él.

Últimamente han ido apareciendo otras figuras similares a Bolsonaro. En Uruguay ya hay un candidato presidencial advenedizo que se presenta como la versión de Bolsonaro en su país; en Argentina, que se enfrenta a los mismos problemas económicos y de corrupción que asolan Brasil, pronto podrían surgir candidatos parecidos.

"La derecha política no lo ha hecho bien en Latinoamérica en las últimas décadas", opina Levitsky. "Así que los políticos de derecha están buscando una nueva fórmula, y puede que esta sea la fórmula, la del iliberalismo más atroz. Si aparentemente resulta exitosa, se reproducirá una y otra vez".

Bolsonaro no es el primer político autoritario de derechas que pone en riesgo una nación democrática. Y tampoco será el último.

"Tenemos a Bolsonaro porque tenemos a Trump", señala Stuenkel. "No habríamos visto la misma dinámica aquí si en Estados Unidos no hubiera ocurrido lo que ocurrió en 2016. Creo que ha inspirado a mucha gente que básicamente ha aprendido de Trump".

"Y, del mismo modo", prosigue, "creo que los países vecinos de Latinoamérica también aprenderán de Bolsonaro".

Nota: Este artículo fue escrito por Travis Waldron, y publicado originalmente en el HuffPost EE.UU., y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano/ Diego Iraheta, del HuffPost Brasil, ha colaborado en este reportaje.

 

 

Europa prohibirá el uso de productos desechables a partir de 2021

Europa prohibirá el uso de productos desechables a partir de 2021

 

jueves, 29 de noviembre de 2018
6:19:27 a.m. 

El Parlamento Europeo (PE) aprobó por 571 votos a favor, 53 en contra y 34 abstenciones la prohibición del uso de productos desechables a partir de 2021 como cubiertos, hisopos de algodón, platos, absorbentes, mezcladores de bebidas y globos. 

La obligación de los productores de cubrir los gastos generados por la contaminación se incluye también en la propuesta, enmarcada en la estrategia europea sobre los plásticos, la cual es parte, a su vez, de la transición hacia una economía más circular. 

La decisión parlamentaria reforzó la propuesta de la Comisión Europea (CE) y amplió la lista de los artículos prohibidos, con diferentes fechas para alcanzar los objetivos. 

Entre ellos están los oxobiodegradables y los contenedores de comida rápida, los desechos de tabaco, en particular los filtros para cigarrillos que contengan plástico y los avíos de pesca, perdidos o abandonados. 

La iniciativa prevé, entre otros aspectos, reducir en un 25 por ciento para 2025 los artículos plásticos para los cuales no existen alternativas en estos momentos como los contenedores para alimentos y vasos, así como dictó la obligación de reciclar el 90 por ciento de las botellas fabricadas con ese material vendidas en el mercado para igual fecha. 

Del mismo modo, los países miembros de la Unión Europea (UE) tendrán que diseñar planes nacionales para incentivar el uso de productos reutilizables y reciclables. 

 

Según la CE, más del 80 por ciento de la basura marina está compuesta por material plástico, en tanto los productos incluidos en la disposición aprobada por el PE constituyen el 70 por ciento de los desechos que llegan al mar. 

La resolución del legislativo regional servirá de base para las negociaciones con la CE, una vez el Consejo Europeo adopte una posición común de las naciones miembros del organismo de integración, lo cual se espera se produzca antes de las elecciones europeas de mayo del próximo año. 

La estrategia sobre los plásticos prevé transformar diseño, producción, uso y reciclaje de los artículos elaborados con ese material, a favor de otros más sostenibles y rentables, al tiempo que menos nocivos para el medio ambiente. 

Asimismo, se propone contribuir “forma tangible a la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible de 2030 y los objetivos del Acuerdo de París sobre el cambio climático”. 

Un paso importante en la lucha contra la contaminación 

Para la mayor asociación ambientalista de Italia, Legambiente, la resolución del PE representa un avance respecto a la propuesta de la CE y envió “un fuerte mensaje a los gobiernos nacionales” por su significado como “un paso importante en la lucha contra la contaminación”. 

Los gobiernos, reiteró, deben mostrar la misma determinación para lograr un acuerdo ambicioso entre el Consejo y el Parlamento, e Italia en particular deberá desempeñar un papel de liderazgo al reiterar la importancia de los bioplásticos en el desarrollo de la economía circular, incluidos los residuos orgánicos y la cadena de suministro de compostaje. 

Recordó en tal sentido, que este país fue el primero en la UE en dictar normas que prohíben el uso de hisopos de algodón y microplásticos en cosméticos.  


Recientemente, el ministro italiano de Medio Ambiente, Sergio Costa, anunció que a partir del primero de enero de 2019 esa disposición obligará a comercializar únicamente bastoncillos de algodón hechos de material biodegradable y compostable.  

¿Nos convertiremos en un planeta de plástico? 

Previo a la aprobación de esa norma, Legambiente demostró a través de una investigación realizada el año pasado en 46 playas, la presencia de prácticamente dos bastoncillos de algodón utilizados para limpiar los oídos, por cada paso en la costa. 

La causa de ese fenómeno es el hábito incorrecto de echar por el inodoro objetos no biodegradables, la mala purificación y la imposibilidad de captura por parte de los sistemas de filtración, expuso Legambiente. 


Cada año, señala el informe de la CE, a los océanos van a parar hasta 12, 7 millones de toneladas de desechos, el 49 por ciento de ellos artículos plásticos de un solo uso y el 27 por ciento avíos de pescas, también de material plástico. 

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) la contaminación por plásticos está presente en todas partes y "asciende por la cadena alimentaria gasta llega a nuestra mesa". 

En 1950, con una población de dos mil 500 millones de habitantes, el mundo produjo 1,5 millones de toneladas de plástico; el pasado año, con una población de más de siete mil millones, se produjeron 300 millones de toneladas, con graves consecuencias para las plantas y los animales marinos. 

De manera particular la representación italiana del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), a propósito de su campaña GenerAzioneMare realizada este año, en algunas de las playas más bellas de Italia existe una “invasión silenciosa de plásticos”, material que representa el 95 por ciento de la basura acumulada en el mar Mediterráneo. 

Ellos, según explicaron, “tienen la primacía increíble de resistencia en el ambiente marino: una bolsa plástica permanece en el mar 20 años, un vaso hasta 50 y un hilo de pescar hasta 600 años”, con las nefastas consecuencias que eso representa para la fauna marina. 

Los mayores responsables 

En la víspera de la aprobación de la iniciativa del PE, Greenpeace interncional publicó un informe en el cual apunta a las grandes multinacionales productoras de alimentos y bebidas, como las fuerzas predominantes detrás "de la grave crisis ambiental de la contaminación plástica". 


Coca-Cola, Colgate-Palmolive, Danone, Johnson y Johnson, Kraft Heinz, Mars, Nestlé, Mondelez, PepsiCo, Procter & Gamble y Unilever, son señaladas como responsables en el documento “La crisis de la comodidad. Las corporaciones detrás de la marea de contaminación por plástico”. 

La asociación ambientalista para un futuro verde y de paz, denunció de igual modo cómo esas corporaciones “están negadas a compartir sus planes o compromisos específicos para reducir los niveles de artículos plásticos de un solo uso que producen”. 

“Esta falta del nivel más básico de transparencia, socava la credibilidad de cualquiera de sus compromisos”, destaca el ente ambientalista y tilda de “publicidad engañosa” el que algunas empresas declaren como “reutilizable” algunos de sus envoltorios y no “de un solo uso” si contienen más de una ración. 

Apuntó, además, que las soluciones proyectadas por esas entidades se basan en el reciclaje el cual resulta “insuficiente para abordar la crisis de la contaminación por plásticos” 

Para Greenpeace, en los países desarrollados la tasa de reutilización de ese material a partir de su recogida por separado en los hogares apenas alcanza el 50 por ciento y es mínima la cantidad que se recicla. 

La organización ambientalista insta a empresas, gobiernos y sociedad civil a apoyar la transición hacia un futuro sin plásticos, mediante la puesta en marcha de medidas inmediatas que faciliten una transformación total para salir de los actuales sistemas de envasado de un solo uso. 

Razones para alarmarse 

Los daños al medioambiente, a la salud de los animales y de los seres humanos es cada vez más motivo de investigaciones que con frecuencia lanzan alamas. 


Tal es el caso de un estudio publicado por Frontiers in Marine Science realizado en 233 restos extraídos del sistema digestivo de siete especies diferentes de peces mesopelágicos de aguas profundas capturados en el Atlántico noroccidental , correspondientes a los grupos de pelágicos más abundante en los océanos. 

Los expertos encontraron microplásticos en el estómago de casi tres de cada cuatro de esos peces, nivel considerado uno de los más altos a escala global. 

Al mismo tiempo, un estudio de la Universidad Médica de Viena y la Agencia de Medio Ambiente en Austria, reveló la presencia de un promedio de 20 partículas de nueve tipos de plásticos diferentes, de entre 50 y 500 micrómetros, por cada 10 gramos de heces de ocho personas de Finlandia, Italia, Japón, los Países Bajos, Polonia, Rusia, Gran Bretaña y Austria. 

Las sustancias más encontradas por la pesquisa, cuyos resultados fueron presentados por su autor, Phillip Schwabl, en la 26 semana de la Unión Europea de Gastroenterología realizada en Viena, fueron el polipropileno y el tereftalato de polietileno. 

El investigador alertó el riesgo que representa para la salud la ingestión de sustancias plásticas, especialmente para quienes padecen trastornos gastrointestinales y destacó que el estudio comprobó la hipótesis sobre, como “las partículas microplásticas llegan a nuestro intestino”. 

Hasta ahora, detalló Schwabl, los estudios en animales han encontrado en el intestino las más altas concentraciones de partículas microplásticas, pero las más pequeñas son capaces de ingresar al torrente sanguíneo, al sistema linfático e incluso pueden llegar al hígado. 

La primera evidencia de su presencia en humanos, alertó el experto, demuestra la necesidad de más estudios para conocer lo que ello significa para la salud humana. 

Otras investigaciones indican que en 2050 habrá más plásticos que peces en los océanos, a lo cual contribuirá la UE con 500 mil toneladas de ese material vertidos a los mares y océanos cada año, por las más diversas formas y vías. 


Este año, el Día Mundial el Medioambiente, organizado por el Pnuma, dedicó la jornada al tema Sin contaminación por plástico y a hacer consciencia de cuánto cada individuo puede hacer para cambiar nocivos hábitos que reduzcan la creciente contaminación de plásticos en la naturaleza, la vida silvestre y que amenaza la salud animal y humana. 

“Rechaza el plástico descartable. Si no puedes reusarlo, rehúsalo. Juntos podemos trazar el camino hacia un planeta más limpio y verde”, fue el mensaje del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en el Día Mundial del Medio Ambiente este año. 

(Fuente: PL/Silvia Martínez/BBC) 

 

Teresita Fernández, música y poesía por todas partes

 

domingo, 26 de agosto de 2018
6:16:25 p.m.
 

Legendaria compositora e intérprete —insigne trovadora— Teresita Fernández* acumuló una prolífica obra autoral en el terreno de la canción. Sus piezas antológicas para niños y adultos, junto a la musicalización de los versos de José Martí, la sitúan en los más altos peldaños de la historia de la música cubana. (Vídeo: En 1994, Teresita Fernández, durante unrecital improvisado en Casa de Las Américas, grabado por Luis Pescetti.)

Personalidad dotada de una exquisita sensibilidad, disimulada por un temperamento enérgico; orgullosamente cubana; sincera e inclaudicable en la defensa de sus criterios, Teresita conquistó la admiración de quienes la conocieron y disfrutaron de sus canciones. 

Fue un privilegio para el colega Ángel Félix Ferrera sostener un encuentro con ella ante los micrófonos de Habana Radio, donde le contó, por ejemplo, aspectos relevantes de su vida y trayectoria de eterna creadora. 

A continuación reproducimos íntegramente la entrevista, publicada en dos partes en la web de HR los días 31 de octubre de 2017 y 7 de noviembre de 2017. 

 “Nací el 20 de diciembre de 1930 en el seno de una familia muy prestigiosa de Santa Clara. La academia de música de mi madre, nombrada Santa Cecilia, está incluida en la historia de la música en Cuba. Ella era una formidable pianista y profesora de música de la Escuela Normal de Maestros. La labor pedagógica la asumió, quizás, por necesidad, porque ella hubiera querido ser concertista. Uno de sus sueños frustrados era hacer con sus hijos una especie de compañía para presentarse por el mundo. No obstante, las circunstancias, el matrimonio y el cuidado de los niños no se lo permitieron. Mi hermano mayor fue fundador del Teatro Lírico de la provincia de Holguín. El segundo en edad cantaba en los coros de las iglesias, y el más pequeño se decidió por la pintura. Todos crecimos en aquella academia, donde se reunían en las noches los músicos de la banda municipal y muchos integrantes de los coros. Era, por otra parte, la época dorada del tango; y mi infancia transcurrió escuchando a los grandes intérpretes de la música porteña. Mi madre era valenciana y la criaron en México, y mi padre era asturiano; es decir, que la panorámica musical que escuchaba en mi hogar era extremadamente variada. Lo que te quiero decir es que, como músico, la más mala de mi casa fui yo”. 

Privilegiada con el don de la oratoria y de un fino humor, Teresita argumentó al respecto: 

“Imagínate, mi madre quería que yo fuera profesora de música, como ella. Y yo sólo terminé el piano de “mentirita”, porque terminé el quinto año y, después preparé el sexto y el séptimo con una amiga mía, me examiné y me dieron el título. Entonces le dije a mi mamá: «Bueno, mira, aquí tienes el título de maestra, de pedagoga, de música… Ya soy lo que tú querías; ahora déjame ser lo que yo quiero ser». Y yo tenía tanto amor por la poesía y por las letras que tenía un conflicto entre estas y la música. No definía cuál de estas manifestaciones me gustaba más; y la única forma de arreglar ese entuerto era ser trovadora. Y así fue como me uní a un trovador popular amigo de mi familia en la ciudad de Santa Clara, Benito Vargas, que era tabaquero por el día y trovador nocturno dando serenatas. Le pedí que fuera mi maestro, y me enseñó los acordes que todavía utilizo y que no me preocupé jamás en saber cómo se llaman. Únicamente quería poder acompañarme con la guitarra para expresar los sentimientos que deseaba convertir en canciones”. 

Me contaba Teresita en aquel encuentro ante los micrófonos que ahora comparto en la web, que su vocación por el magisterio también era muy fuerte —pensaba en nuestro Mendive, en Tagore, en Gabriela Mistral; y siguió pensando hasta el último aliento que la docencia es la más importante de las profesiones. Por tanto, decidió simultanear las labores de maestra y trovadora. 

“Soy simplemente una maestra que canta. Si pudiera definirme, diría que soy juglar, como aquellas personas nómadas, pobres y libres que andaban por el mundo cantando lo que querían cantar”.

 

Teresita Fernández también me relató cómo fue su llegada a La Habana y su vínculo, sin tener apenas nociones de política, a las actividades revolucionarias contra la dictadura batistiana. 

“A una amiga que vivía en Guantánamo y militaba, como yo, en la Juventud Católica, le mataron a un hermano durante las llamadas «pascuas sangrientas» desatadas por la tiranía. Me enteré y le escribí manifestándole que si me necesitaba podía contar conmigo. Ella, que estaba involucrada con sus hermanos en la lucha del movimiento 26 de julio, me respondió afirmativamente y viajó a Santa Clara para escapar a la persecución de las fuerzas represivas. Cuando mi mamá se enteró quedó aterrada, pensando que a mí también podrían asesinarme. De todas formas, como nosotros siempre fuimos de firme raíz católica, le recordé que Cristo había sentenciado: «Bienaventurados los que sufren persecución por causa de la justicia». Y le comenté que la justicia, en este caso, estaba de parte de quienes combatían al tirano. Vine entonces con ellos para La Habana y residimos clandestinamente en varias direcciones de la ciudad. Un día me fui para la sede de la emisora CMQ a buscar a las integrantes del dúo de las Hermanas Martí, y ellas nos ayudaron a sacar hacia Venezuela a uno de los hermanos de mi amiga. Así fue como me involucré con los revolucionarios. Mi amistad con las hermanas Martí continuó, y fueron ellas quienes, más tarde, me llevaron a conocer a Bola de Nieve para que me escuchara cantar”. 

Y de su encuentro con el gran músico, compositor y cantante Ignacio Villa, Bola de Nieve, Teresita Fernández me refirió interesantes anécdotas que les invito a conocer en una próxima incursión “del éter a la web”. Hasta entonces.

 

Un acontecimiento que impulsó definitivamente su carrera artística fue un encuentro fortuito con el pianista, compositor y singular cantante Ignacio Villa, reconocido universalmente como Bola de Nieve. 

“Fueron las Hermanas Martí quienes me llevaron al poblado de Guanabacoa a conocer a Bola de Nieve, interesadas en que ese gran artista me escuchara cantar Ay, Mamá Inés/ Ay, Mamá Inés/ Todos los negros/ Tomamos café. 

“Pero me gustaría remontarme a mi infancia, cuando tuve conciencia de la existencia de ese músico excepcional. Era la época en que Ernesto Lecuona organizaba giras por diferentes ciudades cubanas, entre ellas Santa Clara. Bola, a quien me familia admiraba extraordinariamente, era pianista de ese colectivo artístico, y allí —muy pequeña aún— por primera vez lo vi actuar. Te imaginarás la emoción, años después, cuando me presenté ante él. Me parece estarlo viendo con una bata de casa roja, que le quedaba lindísima. Me escuchó con muchísima atención y amabilidad, y poco tiempo después me envió un telegrama a Santa Clara invitándome a trabajar con él en el Elegante Restaurant Monseigneur, de La Habana… Por cierto, recuerdo que llegué a la capital sin mi maleta, que habían bajado del ómnibus en Matanzas sin yo saberlo. Por suerte, una señora me regaló un pullover y una saya negra, y con ese vestuario comencé a trabajar en ese selecto establecimiento. Viene ahora a mi memoria que algunas personas decían que me quería parecer a Eddit Piaf, y lo cierto es que aquella era la única ropa que tenía. Recuerdo también que me puse una sencilla cadenita de plata que también me habían regalado. En la puerta del establecimiento, Bola me estaba esperando, me quitó la cadena y me dijo: «Usted no necesita más adorno que la canción». Así era ese hombre extraordinario”. 

Mientras conversábamos, observaba en la mirada de Teresita Fernández una extraña e intensa luz, reveladora de los sentimientos que la embargaban al evocar a Bola de Nieve. 

“Me contaban los trabajadores de la cocina del restaurant que cuando yo cantaba él entraba a ese recinto y golpeaba la pared con su puño. Se emocionaba tanto cuando yo daba aquellas notas altas, que se recostaba mirando a la pared y le daba esos toquecitos. Imagínate, para mí todas esas cosas son consagraciones. Por tanto, estaré agradecida eternamente a esa persona inolvidable que todo el mundo admira: Bola de Nieve”. 

 

En la trayectoria creativa de Teresita Fernández sobresalen las canciones dirigidas a los niños. Ella sentía especial cariño hacia esas obras que han trascendido a varias generaciones de cubanos y latinoamericanos. 

Me duele que vean el trabajo con los niños como un arte menor, cuando en realidad es un arte de futuro. Mis canciones son sencillas porque hablan de animalitos, pero las melodías tienen toda la complejidad de la música que escuché en mi casa. Tengo algunas obras que llamo cancioncitas, por su brevedad. Otras pudieran denominarse como canciones de amor. Musicalicé, además, cerca de treinta rondas de Gabriela Mistral, así como muchos poemas de Martí, de Federico García Lorca, de Cintio Vitier y Fina García Marruz. Y, además, he compuesto piezas de contenido social. Algo que me satisface mucho es haber llevado a la música, junto a la Orquesta Sinfónica Nacional, los poemas del Ismaelillo, de nuestro José Martí. Ese es el mejor de mis trabajos. Con Martí y con Gabriela Mistral me di cuenta de que, poniéndole música, logro acercar la poesía a infinidad de personas”. 

Y concluyó nuestra entrevista a Teresita Fernández con una aseveración magistral de esta mujer, sensible y enérgica en similares dosis, acerca del fabuloso poder de la música y la poesía. 

“La música y la poesía están en todas partes, en el mar, los árboles, el viento… La definición que más me gusta es la de Walt Witman, cuando dice que somos cronistas de los siglos. Yo sólo he hecho la croniquita de mi propio viaje. Hay quien sale a cazar música y poesía con jaula de oro, y lo logra. Esos son los grandes intelectuales. Yo salí con mi jaulita de sencillas maderas y logré cazar sólo un tomeguín, que también tiene para mí un inmenso valor.  Cuando oigo a niños, padres y abuelos cantando “Mi gatico vinagrito” siento un orgullo enorme de haber servido a varias generaciones de seres humanos. Y si tuviera que empezar de nuevo, cantando sólo para los niños, lo haría con el mayor placer del mundo”. 

“Yo le puse vinagrito /Por estar feo y flaquito/ Pero tanto lo cuidé/ Que parece Vinagrito/Un gatico de papel./Miau, miau, miau miau…/Con cascabel. 

Gracias, Teresita, por tus enseñanzas y tu aliento imperecedero. 

Gracias, por enriquecernos espiritualmente y hacernos mejores seres humanos. 

* Teresita Fernández falleció en la Habana, a los 82 años de edad, el 11 de noviembre de 2012. Nació en la central provincia de Santa Clara, el 20 de diciembre de 1930. Trovadora, cantautora, guitarrista y compositora. Graduada como maestra normalista y Doctora en Pedagogía. Miembro de Honor de la Asociación de Pedagogos de Cuba (APC) y de Unión Nacional de Escritores y Artistas Cubanos (UNEAC) 

 

Guille Vilar, un hombre sensible y de principios

Guille Vilar, un hombre sensible y de principios

 

martes, 21 de agosto de 2018
5:36:00 a.m.

La sonrisa dispuesta es la mejor armadura del Guille Vilar. Aunque los hombres buenos no necesitan otra armadura que el cariño y la bondad que emanan. Su sencillez, perspicacia, y arraigo al terruño que lo vio nacer el 8 de enero de 1951 (La Habana, Cuba) se dejó ver en el diálogo que sostuvo hace unos días con la periodista Magda Resik, en el espacio Encuentro Con del Pabellón Cuba. 

“El Guille de muchas maneras no ha podido envejecer”, dijo Resik aludiendo a lo que es una realidad: el influjo de Vilar en los más jóvenes, “que reconocen en él al eterno maestro”. 

La también Directora de Comunicación de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana recordó cuando, en 2016, presidió el jurado que le entregó el Premio Nacional de Periodismo Cultural “José Antonio Fernández De Castro”. 


“En ese entorno conversábamos de que los aportes de Guille al desarrollo de la cultura cubana contemporánea, especialmente a la apreciación de la música y de las artes en general, es muy fuerte y contante, perseverante. Para nosotros era como un premio que tenía que haberse entregado hace mucho tiempo. Y felizmente le fue concedido”. 

Pero, ¿cómo empezó todo? ¿Qué hizo despertar en él esa sensibilidad propia de su personalidad? 

Según cuenta Vilar, su familia fue bastante normal. Su padre ingeniero y su madre ama de casa. “Cuando dije que iba a estudiar Letras en la Universidad de La Habana, Historia del Arte, el viejo no entendió nada porque pensaba que iba a ser médico, ingeniero, no sé qué. Al final lo aceptaron pero no entendían que esa podía ser la forma para ganarme la vida”. 

“Las raíces de esta sensibilidad parten del acercamiento al abuelo paterno, quien todos los domingos cuando íbamos a su casa, después de almuerzo, ponía un disco de los Matamoros. Y yo, un adolescente absoluto, con 12 o 13 años, me acercaba y me sentaba al lado de él a escucharlos”. Fallido guitarrista, asegura que estudiar Historia del Arte selló su vinculación. 

Controvertidos Beatles 

“El tema de Los Beatles fue un poco controvertido en nuestro país. Sin embargo tú lo has cultivado bajo todas las circunstancias”, comentó Magda Resik a su invitado. 

“He dicho en alguna que otra entrevista que a veces siento cuando camino, que por donde yo paso, todo está bien, y tras de mí se caen las columnas y se abre el piso, pero no me doy cuenta porque voy para adelante”, reconoció Vilar. 

“No puedo negar la experiencia que tuvo cada cual en esa época, pero yo cuento la mía (…) Y pienso en Chile, y en la Argentina de la dictadura, y realmente si allí, joven, te cogían con un casete de Silvio Rodríguez, te la pelaban, ya eras comunista. Y aquí no fue el caso. 

“Cuando nosotros hablábamos sobre la voz de Paul McCartney, nuestros padres estaban ocupados con la Crisis de Octubre, con la lucha contra bandidos (…) Los Beatles lamentablemente surgieron en una época en crisis en Cuba, y para el pueblo adulto que estaba en otra cosa, ellos no eran ingleses, ni eran un fenómeno cultural como ahora son; eran unos peludos cuando se usaba el pelo corto, con pantalones apretados cuando se usaban los anchos con tachones, y cantaban en el idioma del enemigo”. 

La radio primero, la televisión después 


Cuando me gradué de la escuela de Letras me llevaron a Radio Progreso. Trabajar allí, en el año 76, no era lo que un graduado de Historia del Arte quería hacer. Lo que tenía swing era el ICAIC, Bellas Artes, Ministerio de Cultura, lugares establecidos. Radio Progreso por aquella época era una emisora chea, pero a la semana de estar allí me di cuenta que era donde mejor podía estar porque había mucha hierba por podar. Yo llegué como jardinero. De asesor de novelas me fui a la Dirección de Música. 

(…) Tuve el privilegio de que cuando llegué a ese Departamento, por esas casualidades que tiene la vida, nos reunimos Jorge Gómez, Adolfo Portales, Alberto Falla, Guillermo Rodriguez Rivera, y empezamos a taladrar en el muro de la mediocridad, de la censura, de no poner a Elton John porque usaba aretes. Cosas así que no tenían un fundamento cultural real. Fue así que surgió “Encuentro con la música”, con el programa “Perspectiva”, que hacía Gómez. 

De allí pasé al encanto de hacer radio en vivo, Juventud 2000. Me fui dando cuenta de dónde estaba parado, porque era un programa con fama de comercial. Recuerdo que lo mejorcito que se ponía era Luis Miguel. Y entonces, entre col y col, fui insertando a Silvio (Rodríguez), Buena Fe, Aceituna sin Hueso. 

Un medio esencialmente cultural 

—La televisión es para ti un medio a estudiar, y con el cual convives diariamente. Ahora surgen otro tipo de medios, pero muchos dicen que sigue teniendo una altísima representatividad en la población. ¿Cuál son los mayores disgustos que tienes con la televisión que tenemos? 

—(…) La televisión en Cuba sigue siendo el medio. Siempre he tenido la claridad de que la palabra principal es la opción. Tiene que haber una tendencia en la que cada cual tenga su pedacito, su momento para disfrutar. Creo que los que están al frente de la televisión deben de tener eso en cuenta. 

—¿Estás queriendo decir que la televisión es un medio cultural?

—Debe ser un medio esencialmente cultural. 

—¿Aún cuando hable de política? 

—Allí es cuando más lo debe ser. Una política agradable, atractiva, comunicativa. 

—La bondad, la nobleza, la entrega a los otros, la solidaridad, son términos que tú aprecias y practicas. En general cuando se le pregunta a las personas por ti, una de las expresiones más frecuentes es: “Es un hombre muy bueno”. ¿Qué piensas al respecto? 

—Me alegra mucho cuando la gente se acerca y me agradece por mi trabajo, me reconoce (…) Cuando tú eres receptor de esas expresiones ¿cómo rayos no vas a ser bueno? 

“Pensamos que el término Patria es algo complejo, que solamente hablan los jefes y los intelectuales de gran prestigio, y ya Cintio Vitier, en una entrevista que le hicieron para Juventud Rebelde (pdf), dice que puede ser algo mínimo y algo máximo; desde el sabor del dulce de guayaba hasta el combate de las Guásimas, de Maceo. 


“Yo no fui rojo nunca, porque es imposible ’que uno sea’. Desde que estaba gateando ya era revolucionario. Tuve una familia que muchos de ellos estaban en Miami, pero mis padres no. Ante cada oportunidad de irme, cada proposición, pudo más mi cariño por la vieja, y la fidelidad a personas, no la de amistad solamente sino la de principios. Y es algo que puede definirme, soy un ’principio’ caminando. 

“Tengo un amigo que se fue y actualmente tiene y cría caballos de raza. Me alegro mucho que le vaya bien. Yo, si lo vemos desde el punto de vista material, me jugué una carta al quedarme aquí porque no tengo carro, ni casa salvo la de mis padres, pero sí tengo todo el aprecio de un pueblo y eso no tiene comparación con los caballos de raza que tiene él”. 

(Fuente: HR)

Las relaciones entre Estados Unidos y Cuba en la hora actual de Nuestra América

Las relaciones entre Estados Unidos y Cuba en la hora actual de Nuestra América

 

martes, 17 de abril de 2018
7:11:50 a.m.

Intervención en el Panel ¿Qué se juega en Nuestra América?, de la Cumbre de los Pueblos, el 11 de abril de 2018. 

Por Enrique Ubieta Gómez

Permítaseme establecer y argumentar dos premisas para el tema que abordaré. La primera es histórica: el proceso de consolidación de la nación en el archipiélago cubano —que transcurre en el fragor de dos guerras por la independencia en los últimos treinta años del siglo XIX— coincide con el nacimiento del imperialismo como forma superior del capitalismo, a solo noventa millas de sus costas.

Así lo definirá Lenin ya entrado el siglo XX, pero José Martí, cuya meta inicial era la independencia de Cuba, requisito indispensable para fundar una república que no copiara, como indicó en repetidas ocasiones, ni el modelo liberal caudillista de América Latina, ni el norteamericano, escribió: “Las leyes americanas han dado al Norte alto grado de prosperidad, y lo han elevado también al más alto grado de corrupción.

Lo han metalificado para hacerlo próspero. ¡Maldita sea la prosperidad a tanta costa!”. Se me dirá, con razón, que Martí tenía 18 años cuando escribió esas palabras. Sin embargo, en el último documento de su vida, la carta inconclusa a su amigo mexicano Manuel Mercado escrita pocos días antes de su muerte en combate, reiteraba, con mayor énfasis aún, que su verdadera misión era “impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso”.

La segunda premisa es conceptual: todo el discurso en torno a la diferente comprensión y aplicación de la democracia, de lo que la izquierda jacobina llamó “derechos humanos” y la aristocracia burguesa ya establecida retomó en sus formas externas de manera oportunista para enfrentar la posibilidad de su derrocamiento, encubre burdos intereses reproductivos del Capital.

No existe un diferendo de concepciones en torno a los derechos humanos entre Cuba y los Estados Unidos —aunque existan profundas diferencias teóricas y prácticas entre los sistemas de uno y otro país—, existe un conflicto de intereses en torno a los recursos naturales de Cuba y a su lugar en el orden internacional capitalista. 

Esto es aplicable al resto de los países latinoamericanos. El gobierno estadounidense no es enemigo del saudita, por ejemplo —no lo fue de ninguna de las dictaduras latinoamericanas del siglo pasado, ni de los gobiernos actuales que han accedido al poder por evidentes y documentados fraudes o por golpes de estado judiciales—, no le reprocha más que en instantes de retórica sus fragrantes atropellos a la dignidad humana; los unen intereses del gran capital. Para esos intereses no existen fronteras culturales ni diferendos conceptuales.


Cabe pues afirmar que el conflicto entre Cuba y los Estados Unidos —como el que tuvo con la Guatemala de Arbenz, el México de Lázaro Cárdenas, el Chile de Allende, y más recientemente, con algunos presidentes o candidatos que podrían ganar las elecciones en países como Brasil, Argentina o México, o tiene con la Bolivia de Evo o la heroica Venezuela de Chávez y Maduro— encuentra su origen no en la adopción del socialismo, sino en el carácter imperialista del vecino del Norte.

Recuerdo que en su discurso en La Habana, el presidente Obama intentaba desvirtuar ese dato esencial: “El pueblo no tiene que ser definido como opositor a los Estados Unidos, o viceversa”, decía. El antimperialismo enarbolado por el gobierno y el pueblo cubanos nunca ha sido ni es antiestadounidense; la frase “Cuba sí, yanquis no”, no se refiere como saben ellos al pueblo de esa nación.

Pero no hay confusión, sino ocultamiento de la esencia histórica del conflicto. Un conflicto que puede seguirse como una constante histórica desde el siglo XIX hasta el siglo XXI. ¿Por qué se intensifica y se hace abiertamente antagónico a partir del triunfo de la Revolución de 1959? La respuesta es sencilla: la Revolución deshace los amarres neocoloniales que sujetaban a la República desde su constitución en 1902. Y el socialismo es un impedimento para su reconquista.

¿Cómo explicar entonces el cambio de política efectuado por la administración de Obama hacia Cuba, si el imperialismo no abandonaba con ella el interés en subvertir su régimen, y Cuba no abdicaba de sus principios ni de sus metas históricas? Hay dos razones de base que fundamentan la tercera, que es la que reconocen los partidarios de ese “cambio” de política: en primer lugar, el apoyo mayoritario del pueblo de Cuba a su Revolución y el efecto contraproducente —como factor de cohesión política— que el bloqueo económico, comercial y financiero produce en él, y en segundo lugar, el sentimiento mayoritario de simpatía hacia la Revolución cubana por parte de los pueblos latinoamericanos, y la comprensión de que tal política resultaba absurda y dañina para la soberanía regional, por parte de muchos de sus gobiernos. 

La tercera razón, resultado de aquellas, la diré en palabras del propio Obama: “Lo que estaba haciendo Estados Unidos —dijo en La Habana— no funcionaba”. ¿En qué sentido? Obviamente, no funcionaba para derrocar al Gobierno cubano, revertir el sistema que impide la reconquista mercantil de su territorio y restablecer los lazos de dependencia.

Era, es, un acto de fuerza que los pone en ridículo y los aísla. Ese reconocimiento fue en sí mismo una victoria del pueblo cubano, de su capacidad de resistencia, y de los pueblos latinoamericanos. Los que sintieron que ese paso liberaba a Cuba de su “enemigo histórico”, desenfocaban el concepto de enemigo; como ya dije, este no era un país, no existen per se vecinos “malvados”, como en los cuentos infantiles; era, es, un sistema: el imperialismo.

Barack Obama, hombre inteligente, y yo diría que valiente en la toma de decisiones arriesgadas a favor de los intereses imperialistas, insistía en que debíamos olvidar la historia. Bastó que llegara al gobierno el representante de otro segmento de la élite de poder de aquel país, para que la historia revelara su protagonismo en la política exterior imperialista.

La puesta en escena de situaciones falsas pero verosímiles, un recurso que en el pasado “justificó” la adopción de acciones o medidas premeditadas, vuelve a ser utilizada con renovado cinismo. Si la oscura voladura del acorazado Maine en el puerto de La Habana, ocurrida en 1898, dio pie a la intervención de los Estados Unidos en la guerra de los cubanos por su independencia —primera acción bélica imperialista de la Humanidad— y a la mediatización de esta con la ocupación del territorio insular, los llamados “ataques sónicos” (hoy calificados con más prudencia de “ataques de salud”, ya que no existen efectos sónicos que produzcan la diversidad no comprobada de síntomas que se alega), han servido para enrarecer nuevamente las relaciones con Cuba y para retomar la fracasada política de fuerza.

Si el anterior secretario de estado de Trump admitió con una prepotente franqueza que la Doctrina Monroe mantiene su vigencia —una Doctrina que todo respetable libro de historia califica de injerencista, a la que nunca habían renunciado, pero de la que no se hablaba o de la que se distanciaban en sus discursos, por simple sentido común—, es decir, en términos afines a esta Cumbre, que las Américas (en plural) son para América (en singular), nombre que los estadounidenses acapararon para sí, es que la historia mantiene sus nexos con el presente, y repite sus trucos y sus trampas, porque lo que no se ha ido, lo que no es pasado, compañeras y compañeros, es el imperialismo.


Con el pueblo y con el gobierno de los Estados Unidos, la Revolución cubana siempre estuvo y estará dispuesta a dialogar; no existe tema sobre el que no pueda intercambiar criterios e incluso, llegar a acuerdos, desde el respeto absoluto a nuestra soberanía y a nuestra decisión irrenunciable de construir una sociedad socialista, según ha sido consensuada con el pueblo en documentos y leyes. Pero al imperialismo, compañeras y compañeros, “ni un tantico así”, como decía el Che Guevara.

La administración de Obama avanzó un trecho importante, aunque no definitivo, y esos pasos demostraron también la voluntad y la capacidad políticas del gobierno cubano:

1.  Se restablecieron las relaciones diplomáticas y se reabrieron las embajadas en ambos países;

2. Como factor previo, se tomó la decisión política de liberar a los tres prisioneros que faltaban de los Cinco antiterroristas que permanecían en cárceles estadounidense.

3.  Se realizaron varios encuentros cumbres y conversaciones telefónicas entre los presidentes de los dos países.

4.  Se excluyó a Cuba de la espuria lista de “países patrocinadores del terrorismo”, cuya sola confección es una insultante atribución que se arroga cada año el imperialismo, por encima de toda institucionalidad multilateral.

5.  Se derogó la llamada política de “pies secos, pies mojados”, que estimulaba la salida ilegal hacia los Estados Unidos de ciudadanos cubanos, con la lamentable muerte de muchos de ellos en las aguas que separan a nuestros territorios o víctimas de la trata de personas, y se adoptó un nuevo acuerdo migratorio.

6.  Se firmaron 22 acuerdos bilaterales.

7.  Se incrementaron los viajes de estadounidenses a Cuba y de cubanos a los Estados Unidos, como resultado de la flexibilización de los requisitos que estos necesitaban por parte de sus gobiernos. La política de influencia “pueblo a pueblo”, tributaba también a favor de la imagen de Cuba, en un contexto caracterizado por la sistemática demonización de la sociedad cubana.

8.  En su Directiva Presidencial, el presidente Obama reconocía la legitimidad del gobierno revolucionario como interlocutor y declaraba de manera formal que el bloqueo debía ser eliminado.

Ahora bien, es preciso insistir en que el bloqueo a Cuba se mantuvo, y que pese a la retórica de su no conveniencia o funcionalidad para nuestro país, se intensificó con respecto a la hermana República Bolivariana de Venezuela, a la que incluso se llegó a calificar como “amenaza para la seguridad nacional”, irónicamente, del país que nos amenaza. (No se olvide que durante la administración de Obama se produjeron los golpes de estado en Honduras y en Paraguay, en este caso, de corte judicial, como el que se le aplicaría años después a Dilma en Brasil). 

Ni siquiera se discutió el más antiguo e irrenunciable de los reclamos cubanos: la devolución del territorio usurpado en Guantánamo, donde se halla la Base Naval de aquel país, uno de los trofeos de guerra derivados de la “desinteresada” intervención imperialista de 1898 en la guerra cubana por su independencia. Quiero enfatizar que Cuba no reclama solo el desmantelamiento de esa Base militar que ha sido usada como centro de detención y tortura, reclama la devolución del territorio ilegalmente ocupado.

Se mantuvo el financiamiento federal a las estaciones de radio y televisión que llevan con evidente intención provocadora el nombre de Martí, creadas con fines injerencistas y subversivos y en general, el objetivo estratégico de destruir la Revolución, mediante innumerables programas federales que podían ejecutarse de manera directa o a través de Organizaciones supuestamente No Gubernamentales, y de terceros países.

Estamos sin embargo dispuestos a echar la pelea en el terreno de la cultura, de las ideas, a sabiendas de que toda guerra “de baja intensidad”, si encuentra la oportunidad, se calienta: es una guerra de ideas, pero no porque se intente convencer al enemigo (la política contrarrevolucionaria no aspira a la verdad, sino a la toma del poder), la guerra es al interior de nuestra conciencia para no dejarnos confundir, y para ello hay que movilizar, hay que debatir, hay que seducir, siempre con la verdad a cuestas. 

La administración de Trump —dicho sea de paso, otros aspirantes republicanos, como Marco Rubio, Ted Cruz o Jeb Bush, no hubieran sido menos hostiles—, ha endurecido el bloqueo y la persecución financiera. La situación política que encontró en América Latina era diferente a la que halló Obama y las fuerzas que representa son adictas a —y rentistas de—, la violencia. 

Su propósito es barrer con las fuerzas progresistas y de izquierda en el continente. Hace apenas unos días aprobó un presupuesto de 28 millones de dólares para la subversión, de ellos 13 millones para Radio y TV Martí. Muchos de los “activistas” de la contrarrevolución cubana que hoy pretenden asistir a este evento como miembros de una “sociedad civil” defensora de los intereses del imperialismo en su país de origen, viven de ese presupuesto y de otros no tan públicos, lo que los convierte en mercenarios. Se ha restringido nuevamente el contacto entre nuestros pueblos.

El affaire del “Maine postmoderno” que son los llamados “ataques sónicos” ha derivado en una advertencia gubernamental a los ciudadanos estadounidenses de que Cuba es un destino peligroso —siendo, como es, uno de los países más seguros de nuestro continente—, lo que desde luego desestimula a los posibles visitantes. Hoy los cubanos que deseen visitar los Estados Unidos tienen que trasladarse a países vecinos para solicitar la visa.

La actual administración ha elaborado una lista arbitraria de 179 entidades cubanas que no pueden comerciar con sus similares estadounidenses, y los turistas que desembarcan de los cruceros en el puerto de La Habana reciben el listado en mano: así se les ve en las calles de la capital confrontando el nombre de cada establecimiento para saber si pueden o no almorzar o tomarse una cerveza en él.


La retórica de Trump es ofensiva y francamente hostil. El sector de poder que la respalda, junto con el lobby sionista, el de los anticubanos de origen cubano, y el fundamentalismo cristiano al que se aferran los ciudadanos blancos, rurales, de bajo nivel cultural, más pobres que sus padres, que culpan de su situación a la globalización y a la llegada de inmigrantes, personas que nunca han viajado, o solo al Medio Oriente como soldados, y creen por ello que viven en el mejor país del mundo, pueden conducir a la actual administración a una escalada de consecuencias imprevisibles.

No obstante, sabemos que al interior de aquel país existen fuerzas que se oponen a la reversión total de la política de Obama. No se han cerrado aún las embajadas ni se han repudiado los más de veinte acuerdos concertados con la administración anterior, aunque la representación estadunidense, privada de personal, no pueda cumplir siquiera sus funciones consulares y los acuerdos esperen aún por una implementación consecuente.

Los contactos oficiales para asuntos concretos continúan y aunque ha disminuido el flujo de viajeros, ese canal no ha sido cerrado. La reciente designación de dos viejos enemigos de América Latina, en especial de Cuba y Venezuela, al frente de la secretaría de Estado y del Consejo Nacional de Seguridad, enciende un bombillo rojo.

Cuba, sin embargo, espera con paciencia. El juego de las amenazas es viejo y nunca surtió efecto. Los revolucionarios cubanos, —sépanlo bien—, de todas las generaciones, llevamos el apellido Castro. En sus últimas palabras pronunciadas ante el VII Congreso del Partido, Fidel dijo: “A nuestros hermanos de América Latina y del mundo, debemos trasmitirles que Cuba vencerá”

Cuba sabe que no es una isla. Ya no existen islas en el mundo. El revolucionario que se interese solo por su país, traiciona a su país. La bofetada que recibe un país hermano, la recibimos todos; lo que consintamos para otros, nos será impuesto: no hay salvación en solitario. La victoria, hoy, jamás será bilateral. Sea el poder blando o el fuerte, o la combinación de ambos (con más énfasis en un aspecto o en otro, lo que significativamente equipara a Obama y a Trump, y los coloca en una línea de continuidad), es necesario que confiemos, que creamos en el poder del pueblo, en la victoria sobre el imperialismo.

Si creemos que ya no es posible, que hay que ir por lo poco, ya fuimos vencidos. Nunca tuvieron más vigencia las palabras de José Martí: “Es la hora del recuento y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes”

(Tomado del periódico Granma)

Tránsito: accidentes masivos ocurridos en Cuba en lo que va de 2018

Tránsito: accidentes masivos ocurridos en Cuba en lo que va de 2018

 

miércoles, 04 de abril de 2018
10:42:40p.m.

En un total de 14 accidentes reportados por los medios de prensa nacionales y provinciales el número de víctimas fatales hasta la fecha asciende a 20, y el de lesionados a 248. Las provincias donde han ocurrido son: Villa Clara (4) , Sancti Spíritus (4),  Santiago de Cuba (2), Ciego de Ávila (1), Las Tunas (1) y Granma (1). Por tipo, los vehículos implicados son: camiones (10), la mayoría transportando pasajeros, autos ligeros (4), ómnibus 3; un tractor, y un tren descarrilado, en el que solo se reportaron daños materiales.

Durante el pasado año, ocurrieron en Cuba 36 accidentes con consecuencias masivas. 25 accidentes, 34 muertes y 158 lesionados menos que en 2016.

Lo más triste. en los últimos cinco años, de acuerdo con cifras oficiales, 265 niñas y niños, no llegaron a cumplir 15 años de edad por verse involucrados en accidentes del tránsito.

En igual período las pérdidas económicas estimadas por accidentes de tránsito, sitúan a Cuba entre el 1 y el 5% del PIB, que ascienden a $ 2 500 millones de pesos, tomando como base el 1%.

Entre las principales causas de de estos accidentes se encuentran el exceso de velocidad; la transportación de un número de pasajeros superior al autorizado; la conducción de largos trayectos con un solo chofer, incumpliendo los horarios de descanso; o la circulación con desperfectos técnicos o modificaciones estructurales, que comprometen la seguridad y constituyen un factor de riesgo potencial.

A continuación ofrecemos detalles sobre los accidentes ocurridos en la referida etapa, o sea, desde enero hasta el día de hoy, 4 de abril de 2018.

ENERO: 

1. El jueves 12 de enero Accidente de tránsito en Sancti Spíritus deja saldo preliminar de un fallecido y 14 lesionados (+fotos) Ocurrió en la carretera que une Sancti Spíritus con el poblado de Guasimal, cuando un camión de la empresa de Acopio se volcó en la curva conocida como El Fiel, aproximadamente a un kilómetro del entronque de Paredes. Los lesionados, 11 adultos y tres niños.

FEBRERO: 

2. El jueves 1 de febrero un Descarrilamiento provoca daños en estación ferroviaria de Sancti Spíritus (+fotos y video) Ocurrió en áreas de la estación de Colón, Sancti Spíritus, provocado por un chucho de cambio en posición inadecuada. Afortunadamente, el suceso no generó mayores consecuencias).


3. El martes 13 de febrero seis personas perdieron la vida durante un accidente de tránsito ocurrido en el kilómetro 268 de la Autopista Nacional.  (A  tres kilómetros de la Carretera a Manicaragua en Villa Clara) El hecho ocurrió al colisionar un auto marca Citroën particular del territorio de Camagüey, con un camión que transportaba un contenedor de 46 pies. Video: https://youtu.be/ItZydFe9f40 

 

4. El jueves 15 de febrero  Accidente en carretera de la Gran Piedra, Santiago de Cuba, deja 20 heridosEl vehículo transportaba a periodistas, atletas y funcionarios del INDER que venían de participar en el del V Clásico Ciclístico Baracoa-La Habana. Vídeo: https://youtu.be/0J7h9IkY7

 

5. Ese mismo jueves 15 de febrero Treinta y cinco lesionados por accidente en Ciego de Ávila. 35 lesionados, sin peligro para la vida, fue el saldo del accidente, acontecido esta madrugada, cuando un ómnibus de la Empresa de Ómnibus Nacionales, que cubría la ruta Santiago de Cuba-Habana, se volcó al salirse de la vía, justo en el kilómetro 484 de la Carretera Central, cerca de El Centro de Gaspar, provincia de Ciego de Ávila.

6. El viernes 16 de febrero Triple colisión en Villa Clara provoca 12 heridos. Un triple impacto entre un camión arenero de diez ruedas, un camión V8 y un tractor. Ocurrió en las primeras en el Km 2 de la carretera a Santa Clara, en la zona conocida como La Paloma. Decenas de heridos.


7. El domingo 18 de febrero: Accidente en Palma Soriano provoca la muerte de tres personas. Tres personas murieron y 21 resultaron heridas a causa de un accidente ocurrido la víspera, al volcarse un camión B-8 de Servicios Comunales entre las ciudades orientales de Santiago de Cuba y Palma Soriano. 

8. El  viernes 23 de febrero otro accidente ocurrido en el kilómetro 284 de la Carretera Central, en el poblado de Esperanza, municipio de Ranchuelo, dejó cuatro lesionados y cobró la vida de dos personas. 

  

MARZO: 

9. Sábado 17 de marzo Cuatro fallecidos en lamentable accidente del tránsito en Villa Clara. Ocurrió a las 5:36 p.m. en el kilómetro 317 de la Carretera Central, a la entrada del puente sobre el río «Minerva», que sirve de límite entre los municipios de Santa Clara y Placetas. (No hubo sobrevivientes)


10. Lunes 19 marzo: Accidente del tránsito en Sancti Spíritus provoca un fallecido y casi una treintena de lesionados (+fotos) El hecho ocurrió al impactarse un camión y una guagua en los predios del Hospital Psiquiátrico Provincial, en las cercanías de Cabaiguán. El fallecido se nombra Carlos Portales, el chofer del camión. 

11. Lunes 19 de marzo: Accidente masivo en La Palma, Pinar del Río, deja un muerto y 22 heridos. Ocurrió a las 17:00 hora, al volcarse un camión de matrícula B080683, perteneciente a la Empresa agropecuaria de ese territorio, en el lugar conocido como Loma “La Guarnición” en el trayecto del poblado de La Palma a San Andrés.

 

12. Lunes 19 de marzo: Un fallecido y 34 lesionados por accidente masivo en oriente cubano.  Ocurrió  en el tramo final de la carretera sobre la loma de La Herradura, en la localidad costera de Pilón, provincia de Granma.

 

13. Lunes 19 marzo: Accidente en Sancti Spíritus provoca un muerto y 27 heridos.  Un fallecido y 27 lesionados es el saldo del accidente. Ocurrió en las primeras horas de la mañana en la Carretera Central, específicamente frente al Hospital Psiquiátrico Provincial, en las cercanías de la ciudad de Cabaiguán.

 

 

ABRIL: 

14. El martes 3 de abril. Accidente de tránsito masivo en Las Tunas, 31 lesionados El siniestro se produjo al impactar dos camiones; uno particular, perteneciente a Camagüey que cubría la ruta entre ese territorio y esta ciudad y otro de la Empresa TabaCuba, que había salido desde Sancti Spíritus con destino a Santiago de Cuba.

Nota: Todos los accidentes fueron reportados por la prensa nacional. Las siguientes estadísticas están basadas en dichos reportes.

TOTAL DE SUCESOS EN LO QUE VA DE  2018:  14

Muertos: 20 Lesionados: 248

ACCIDENTES POR PROVINCIA:

Pinar del Río: 1
Villa Clara: 4
S. Spíritus: 4
Ciego de Ávila: 1
Las Tunas: 1
Granma: 1
Santiago de Cuba: 2

TIPO DE VEHÍCULOS IMPLICADOS: 

Camiones: 10
Autos ligeros: 4
Ómnibus: 3
Tractor: 1
Trenes: 1
 

 

 

 

 

 

ALBA-TCP: Venezuela tiene derecho a participar en la VIII Cumbre de las Américas

ALBA-TCP: Venezuela tiene derecho a participar en la VIII Cumbre de las Américas

 

martes, 06 de marzo de 2018
3:43:13 p.m.
 

La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) respaldó hoy el derecho de Venezuela a participar en la VIII Cumbre de las Américas, prevista para abril próximo en Lima, Perú. 

La declaración final de la XV Cumbre del ALBA-TCP, celebrada este lunes en el Palacio de Miraflores (sede del Gobierno), en Caracas, rechazó la exclusión de esta nación sudamericana y su presidente, Nicolás Maduro, de la reunión de alto nivel a efectuarse en la capital peruana. 

El secretario general de este bloque de integración, David Choquehuanca, expresó durante la lectura del texto conclusivo que la Cumbre de las Américas debe ser un punto de encuentro para los Estados del continente, donde todos puedan debatir y alcanzar consensos con respeto a la diversidad de ideas políticas. 


En tal sentido, precisó que el ALBA-TCP emprenderá las gestiones diplomáticas y políticas necesarias para garantizar la participación de Venezuela en la cita internaciones americanas. 

El organismo multilateral expresó además su desacuerdo con la declaración del denominado Grupo de Lima, integrado por países latinoamericanos que apoyan las acciones injerencistas de Estados Unidos contra Caracas, por representar una intromisión en los asuntos internos de un país soberano. 

Exhortó a la comunidad internacional a abstenerse de ejercer coerción de cualquier tipo en contra de la independencia política y la integridad territorial de Venezuela, por considerar a tales acciones incompatibles con los principios del derecho internacional y con la Proclama de América Latina y el Caribe como zona de paz. 

Denunció los intentos de Washington de retomar el mecanismo de dominación regional que representa la Doctrina Monroe, así como la amenaza militar y los llamados a un golpe de Estado contra el gobierno legítimo de Venezuela. 

La declaración final de la XV Cumbre del ALBA-TCP reconoció el derecho de los venezolanos a celebrar y participar en las elecciones presidenciales, de consejos legislativos estaduales y municipales, previstos para el 20 de mayo. 

El documento respaldó el reclamo de la comunidad internacional para el levantamiento definitivo del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de Estados Unidos durante más de medio siglo contra Cuba. 

Asimismo, reafirmó los postulados de la proclama de América Latina y el Caribe como zona de paz, abogó por la solución pacífica de las controversias y por el respeto a la libre determinación y la soberanía de los pueblos. 

Reiteró la necesidad de avanzar en la construcción de un nuevo orden internacional, justo e inclusivo, en contraposición a las tendencias hegemónicas promovidas por los ejes imperiales de poder. 

Discurso Discurso pronunciado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba: “No tienen porvenir nuestros pueblos sin la unidad, sin la integración” (+Video) 


Compañero Nicolás Maduro Moros, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela; Estimados Jefes de Estado y de Gobierno; Estimados Jefes de delegaciones e invitados: 

Este 5 de marzo, día en que conmemoramos el quinto aniversario de la partida física del Presidente Hugo Chávez Frías, fundador junto a Fidel del ALBA, mis primeras palabras van dirigidas a reafirmar nuestro homenaje a su obra y a su ejemplo y la invariable lealtad a su legado. 

Hoy, el ALBA tiene como tarea estratégica e impostergable la defensa mancomunada de la República Bolivariana de Venezuela. 

La amenaza militar, la hostilidad y la agresión económica del imperialismo estadounidense contra Venezuela; la acometida neoliberal para revertir las conquistas sociales; la injerencia contra la soberanía de gobiernos progresistas, los intentos de desmontar los progresos en la integración de la América Latina y el Caribe, desestabilizan la región y plantean peligros a la paz y seguridad regionales. 

Estados Unidos, desde 1999 cuando el Comandante Hugo Chávez llegó a la Presidencia, y aun más cuando lo hizo el compañero Nicolás Maduro, ha recurrido a métodos propios de la guerra no convencional, con el propósito de doblegar a este país, dueño de inmensas riquezas codiciadas por el imperialismo. El presidente Donald Trump acaba de renovar la orden ejecutiva que declara a Venezuela una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos. 

Las amenazas contra la paz y la estabilidad en Venezuela representan también una amenaza a la estabilidad y la paz regionales. 


Algunos parecen haber olvidado las lecciones del pasado, los crueles años de las dictaduras militares, del impacto del neoliberalismo, que intentan reinstaurar las nefastas consecuencias que tuvieron para nuestra región las políticas de chantaje, humillación y aislamiento que, como entonces, tienen en Estados Unidos a su principal articulador. 

Nos anuncian abiertamente la plena vigencia y relevancia de la Doctrina Monroe que proclama la supeditación colonial a los gobiernos y las corporaciones de Washington y que, como advirtiera Bolívar, plagó de dolor y miseria a Nuestra América en nombre de la libertad. 

Vuelven a subestimar a nuestros pueblos. 

Proclamamos el invariable respaldo a la Revolución Bolivariana y la unión cívico-militar de su pueblo, conducida por su presidente, compañero Nicolás Maduro Moros. 

Condenamos las medidas coercitivas unilaterales y la injerencia externa contra el proceso bolivariano y chavista que amenazan la paz y el diálogo entre venezolanos, con propósitos desestabilizadores, y generan penurias a su población. 

Cese la agresión económica contra Venezuela para que su pueblo pueda disfrutar los derechos conquistados por su Revolución. 

Rechazamos la exclusión del presidente Nicolás Maduro de la VIII Cumbre de las Américas. Esta ilegal decisión es inaceptable e injerencista, a la vez que retrotrae el hemisferio a etapas que parecían superadas. 

Las exclusiones no contribuyen en lo absoluto a la paz, al diálogo ni al entendimiento hemisférico. 

Es inadmisible que un grupo de países, sin derecho ni mandato, pretenda hablar por la región y sirva de instrumento para la agresión a un miembro de la familia latinoamericana y caribeña, utilizando como pretexto una supuesta ruptura del orden democrático, precisamente en un país que ha desarrollado más de veinte procesos electorales y convocado ahora elecciones presidencia-les, tal como se le reclamaba antes, incluso mediante métodos violentos. 

¿Por qué no se denuncian los golpes de Estado encubiertos, las masacres, las desapariciones forzosas que sufren pueblos de la región? 

No le reconocemos tampoco a la desprestigiada Organización de Estados Americanos autoridad moral alguna para dar lecciones de democracia, gobernabilidad o constitucionalidad. 

Se violan los postulados de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, firmada por los Jefes de Estado y Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, en la II Cumbre de la CELAC, en La Habana, y se evade el estricto cumplimiento de la obligación de no intervenir, directa o indirectamente, en los asuntos internos de cualquier otro Estado y observar los principios de soberanía nacional, la igualdad de derechos y la libre determinación de los pueblos. 

La única solución a los problemas de los venezolanos está en manos de los propios venezolanos. 

Estimados compañeros: 

Hablo en nombre de nuestra Revolución y de nuestro pueblo, como lo hará mañana desde esta posición cualquier otro patriota cubano que siempre sabrá, como lo creyó Fidel, que “no tienen porvenir nuestros pueblos sin la unidad, sin la integración”. 

Bolívar y Martí, Fidel y Chávez nos legaron enseñanzas invaluables, entre ellas la lealtad a los principios. Sus lecciones nos muestran el rumbo a seguir en esta hora decisiva de la Patria Grande, que nos reclama unidos para forjar juntos nuestra segunda y definitiva independencia. 

Muchas gracias (Aplausos). 

(Fuente: Cubadebate/Granma)

 

 

 

Cultura de armas y violencia en Estados Unidos. El eterno debate

Cultura de armas y violencia en Estados Unidos. El eterno debate

 

viernes, 02 de marzo de 2018
7:33:52 a.m.

Es tristemente habitual encontrar en los medios de comunicación sucesos de violencia relacionados con la posesión de armas de fuego en los Estados Unidos de América. No en vano, se estima que cada año 30.000 personas pierden la vida en suicidios, homicidios y accidentes con este tipo de armas, una cifra que se multiplicaría exponencialmente si tuviésemos en cuenta a las miles de personas que resultan heridas o son intimidadas.

Estas dramáticas consecuencias criminológicas no hacen sino alimentar un debate que se remonta a los primeros días de la nación estadounidense y que en la actualidad consigue polarizar como ningún otro asunto a la opinión pública norteamericana.

Y es que la cuestión las armas en Estados Unidos ha dividido tradicionalmente a la sociedad en dos bandos irreconciliables, los partidarios al control de las armas y los partidarios a los derechos de posesión de armas, cuya politización y capacidad de presión han acrecentado la magnitud del debate hasta convertirlo en una de las más controvertidas cuestiones de estado y de las que más pasiones sigue levantando en la actualidad.


Los orígenes: del mito a la cultura de las armas

Para intentar responder a la pregunta de por qué en Estados Unidos todavía existe un debate que sería impensable en cualquier otro país occidental es conveniente retroceder la mirada unos cuantos siglos para descubrir que en este país la posesión de armas ocupa un lugar privilegiado en la mitología patriótica desde antes de la existencia misma de la nación.

El uso y pertenencia de armas de fuego ya se convirtió en algo habitual desde la llegada de los primeros colonos ingleses, que solían agruparse en milicias para preservar el orden y protegerse de los ataques de los nativos americanos, una práctica que con el tiempo acabó instaurando una cultura de autodefensa aún latente en nuestros días.

A estas milicias ciudadanas armadas posteriormente se les atribuiría un papel muy destacado en la victoria en la Guerra de Independencia, de modo que en el ideario patriótico estadounidense la posesión y el empleo de armas, junto con las virtudes innatas del pueblo norteamericano, resultó esencial para derrotar a uno de los ejércitos más poderosos del mundo —el británico— y por tanto en la consecución de la épica independencia de las trece colonias. El mito de las armas seguiría cobrando mayor vigor durante los primeros años de vida de los Estados Unidos de América, cuando se confiaba la seguridad y el orden de la nación en la propia iniciativa popular a nivel local ante la falta de recursos para mantener un ejército regular.

Así, la tenencia personal de armas de fuego quedaría vinculada al nacimiento, a la lucha por la supervivencia y también a la expansión de la nación, dado que en las zonas fronterizas solía haber una gran presencia de ciudadanos armados para defenderse de posibles emboscadas de los indígenas –algo que estuvo avalado por el gobierno–, y además, buena parte de la expansión hacia el oeste del continente sólo se hizo posible a través de las armas.

Como consecuencia, las armas proliferaron rápidamente desde los primeros días de vida del país. Los ciudadanos siguieron formando milicias y patrullas de autodefensa en aras de garantizar su seguridad, especialmente en las vastas zonas rurales. Las armas también se hicieron habituales para asegurar el dominio del hombre blanco sobre los nativos americanos, los afroamericanos y los mestizos, resultando tristemente eficaces para el sometimiento de los esclavos y, junto a ello, a la normalización de la tenencia de armas contribuyó sobremanera la popular práctica de la caza por todo el país, desde entonces asociada a la virilidad y al patriotismo.

Otras razones tenían que ver con el recelo del ciudadano norteamericano a las nuevas instituciones federales, toda vez que en aquella época no se veía con buenos ojos la delegación en el Estado del monopolio de la fuerza legítima, dado que podría haber significado el desmantelamiento de las milicias y la consiguiente sensación de indefensión del pueblo norteamericano ante un hipotético abuso de poder por parte del gobierno federal o del ejército.

Se pensaba —y aún hay quien piensa— que un pueblo desarmado aumentaría las probabilidades de que el gobierno ejerciera una tiranía o de que el ejército pudiera arruinar el proyecto democrático de nación federal alzándose en armas para conseguir el poder, del mismo modo que una América sin armas quedaría vulnerable ante una invasión extranjera o un intento de genocidio, por muy descabellado que nos pueda parecer. 

 

Han pasado muchos años, pero en multitud de hogares estadounidenses la tenencia de armas —sea para autodefensa o fines recreativos— ha continuado siendo una tradición de padres a hijos y un distintivo de patriotismo. Es este vínculo emocional que ha mantenido el americano con las armas, junto con el desarrollo de una colosal industria armamentística y la exaltación del mito de las armas en la propia historia, la literatura, el cine o el folclore popular han acabado forjando una cultura de armas que no encuentra parangón alguno en el mundo occidental de nuestros días y que ha conservado una gigantesca influencia en la vida política del país.

La raíz del debate: la Segunda Enmienda y la legislación existente 

Ese cierto misticismo que envolvió a la tenencia personal de armas desde los primeros compases de la futura potencia norteamericana contribuyó a que el derecho a poseer armas quedase desde muy pronto recogido en la Carta Magna, a través de la Segunda Enmienda a la Constitución, de 1791.

En ella, que ha permanecido invariable con el paso del tiempo y ha acabado convirtiéndose en el origen del debate en torno a las armas, se recoge lo siguiente: “Siendo necesaria una milicia bien regulada para la seguridad de un Estado libre, el derecho del Pueblo a poseer y portar armas no será infringido”. Más de dos siglos después este texto sigue suscitando un intenso debate sobre su correcta interpretación en el que ni historiadores, ni juristas ni por supuesto los activistas pro- y anti-armas logran ponerse de acuerdo.

Básicamente existen dos interpretaciones principales, y una tercera a caballo entre las dos.

La primera de ellas sostiene que la Segunda Enmienda buscaba proteger el derecho de los estados para mantener a las milicias ciudadanas, mientras que una segunda interpretación entiende que lo que se protege es el derecho del individuo a poseer armas independientemente del servicio prestado en las milicias. La tercera interpretación combina las anteriores asegurando que se protegían los derechos individuales de posesión de armas, los cuales estaban intrínsecamente ligados a la responsabilidad colectiva de la defensa y seguridad común.

Con todo, la ambigua Segunda Enmienda marcaría el cauce por el que debían discurrir las futuras leyes que regulasen la tenencia de armas, aunque éstas tardarían en llegar. Sólo bien entrado el siglo XX comenzarían a gestarse leyes verdaderamente significativas a nivel federal en materia de posesión y venta de armas. Curiosamente aquellas más importantes se han hecho efectivas en oleadas —años 30, finales de los 60, en los 90…— y han servido como respuesta del gobierno a prolongados brotes de criminalidad que contaron con el aliciente de conseguir alarmar a la opinión pública. De hecho, muchas de estas leyes fueron redactadas años antes a su aprobación permaneciendo a la espera de unas condiciones políticas adecuadas que garantizaran el menor coste político posible dada la controversia que suelen generar.

Como la Constitución es poco menos que sagrada y el simple hecho de pensar en modificar la Segunda Enmienda puede llegar a ser un tabú, los gobiernos que han optado por una regulación más estricta se han limitado a tomar medidas encaminadas a conseguir que las armas no caigan en las manos inadecuadas. Desde que en 1919 el gobierno federal por vez primera aprobara grabar un diez por ciento la venta de armas para recaudar fondos tras la Gran Guerra, estas han sido las principales leyes en materia de uso personal y venta de armas:

  

Del anterior cuadro se deduce que en efecto ha sido el Partido Demócrata el más proclive a aprobar leyes restrictivas en torno al uso de armas y que históricamente el partido republicano, respaldado por la Segunda Enmienda, ha sido más benévolo con los dueños de las armas y la industria armamentística, y viceversa.

Puede llamar la atención que durante la administración Obama no se hayan aprobado leyes verdaderamente significativas —hasta la fecha— para el control de armas, algo debido en buena medida al bloqueo ejercido por el Congreso en los últimos años y que ha llevado al presidente a calificar el asunto de la regulación de armas como la mayor frustración de su presidencia.

En lo que a legislación a nivel estatal se refiere, casi todos los estados (cuarenta y cuatro) recogen explícitamente el derecho de portar armas en sus constituciones. De ellos pueden diferenciarse algunos estados más liberales con aquellos que conservan una regulación más estricta, como suelen ser California, Nueva Jersey, Massachusetts, Nueva York, Connecticut, Hawái, Rhode Island, Michigan o Illinois. Sólo doce estados requieren licencia para comprar armas cortas, y algunos más lo hacen cuando se trata de armas de asalto. Tan solo cuatro exigen que las armas cortas sean registradas (Hawái, Distrito de Columbia, Nueva York y California) y casi una decena de estados han prohibido explícitamente el registro de este tipo de armas. Sólo seis no permiten llevar armas en público y la inmensa mayoría de los estados que lo hacen ni siquiera requieren una licencia para ello.

 Como resultado, según fuentes estatales, en alrededor del 35% de los hogares estadounidenses hay al menos un arma y cerca de un cuarto de la población adulta posee una. En otras estimaciones el número es más elevado, dado que hay un gran número de armas en uso que nunca han sido registradas.

Sea como fuere, se estima que como mínimo más de sesenta millones de ciudadanos estadounidenses posee al menos un arma, la mayoría de ellos para fines recreativos —principalmente la caza y los deportes de tiro, considerados parte del patrimonio cultural del país—, seguidos por aquellos que las tienen para fines autodefensivos. La gran mayoría además son hombres, y aquellos de mediana edad son más propensos a poseer armas que los jóvenes por debajo de treinta años. En términos de raza hay bastantes más blancos que negros con armas, y éstas son el doble de comunes en las zonas rurales que en las urbanas. Las clases medias y altas suelen ser más propensas a tener armas, y la orientación política también parece influir: los seguidores del partido republicano tienen dos veces más probabilidades de tener armas que aquellos del demócrata.


¿Quién está a favor y quién en contra de las armas?

El movimiento por los derechos de las armas: la NRA y el temido "gun lobby" 

Está compuesto por centenares de organizaciones que buscan promover una imagen positiva de las armas en la vida pública y prevenir, aminorar o eliminar restricciones sobre el uso o la tenencia de las mismas. Entre ellas encontramos think tanks y académicos pro-armas, organizaciones de entrenamiento con armas, asociaciones de deportes de tiro, las propias tiendas de armas, productores y distribuidores, activistas independientes, comités de acción política y organizaciones a nivel nacional y estatal cuyos socios tienen como objetivo movilizar a los ciudadanos y hacer política en apoyo a las armas. Sin lugar a dudas, la más prominente de estas últimas es la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), fundada en 1871 y que cuenta con más de cuatro millones de afiliados y un presupuesto de alrededor de 250 millones de dólares.

La NRA se compone de distintas filiales con diferentes objetivos, entre las que destaca el Instituto para la Acción Legislativa, que es aquella con causa política que defiende los derechos de las armas –el “lobby” de la organización–; una fundación benéfica que promueve programas de educación para el empleo seguro de armas y subsidia a organizaciones afines menores; y un comité de acción política mediante el cual destina dinero a diferentes campañas electorales, respaldando u oponiéndose a determinados candidatos. Entre las misiones principales de la NRA destacan la protección y defensa de la Constitución; promover la seguridad pública, el orden, la ley y la defensa nacional; entrenar a las agencias de orden público; entrenar a civiles en la destreza de armas; fomentar y promover los deportes de tiro; y promover la seguridad en las cacerías.

La relevancia de la Asociación Nacional del Rifle es tal que se la considera uno de los grupos de presión más influyentes del país y la pieza clave del famoso “gun lobby”. Su éxito y amplio apoyo social se basa en su gran organización a nivel local, estatal y federal, el compromiso de sus miembros y los incentivos que reciben, y qué duda cabe, en sus conexiones con el Congreso y la industria armamentística. De hecho, se considera que la NRA ha actuado de modeladora de políticas concernientes a las armas, ejerciendo todo su poder de presión tanto para bloquear propuestas de medidas restrictivas como para hacer que se promulguen leyes que suavicen aquellas ya vigentes y levantar restricciones.


Solo en los últimos lustros podemos encontrar numerosos ejemplos de ello a nivel federal, como la ley de 2005 que prácticamente dotaba de inmunidad a la industria armamentística o el levantamiento de la prohibición de llevar armas cargadas en parques nacionales en 2009. De ahí a que hay quien considere que la NRA no sufre un revés político verdaderamente significante desde la primera legislatura de la administración Clinton.


El movimiento por el control de armas

También lo componen multitud de organizaciones a lo largo y ancho del país, estén dedicadas exclusivamente a abogar por el control de las armas o siendo este aspecto sólo una parte de su cometido. Sin embargo, en comparación con sus opositores han estado tradicionalmente muy por debajo en cuanto a recursos, poder, influencia y organización. Tampoco han contado con una base social tan amplia, comprometida y motivada, lo que saca a relucir una antigua paradoja dentro de este grupo: según las encuestas la mayoría de los americanos están a favor de leyes más estrictas respecto a las armas, pero no se han movilizado de manera tan notoria para conseguir ese objetivo.


Las iniciativas ciudadanas que han tenido un mayor éxito y respaldo social han sido aquellas que vinieron tras un incremento prolongado de la violencia en el país o de algunos sucesos que se saldaron con múltiples víctimas y provocaron la indignación y condena de la opinión pública.

Se explica así la aparición a mediados de los setenta de las primeras organizaciones destacables tras la ola de violencia que sacudió el país a comienzos de la década: el Consejo Nacional para el Control de Armas, que hoy tiene el nombre de Campaña Brady para Prevenir la Violencia Armada, y la Coalición Nacional para Prohibir Armas, llamada actualmente Coalición para Prevenir la Violencia Armada. En las décadas posteriores la indignación popular ante el incremento de la criminalidad desembocó en la creación de decenas de organizaciones a favor del control de armas y con multitud de actos de repulsa a la violencia armada como la Marcha del Millón de Madres en Washington, D.C., en el año 2000.

Es precisamente en este tipo de coyunturas —y de manera especial tras tiroteos masivos—, junto con los periodos de campaña electoral, cuando más se hacen notar los partidarios del control de armas, algo en lo que también están en desventaja con respecto a sus adversarios, mucho más constantes y activos. 

La asimetría en cuanto a recursos e influencia entre los grupos de presión de uno y otro bando hace previsible cualquier tipo de dificultad a la que pueda enfrentarse un gobierno —a nivel local, estatal, o federal— que quiera adoptar medidas a favor de la regulación de las armas de fuego. 

Y por encima de todo, una premisa seguirá prevaleciendo: la posesión de armas es un derecho constitucional desde hace más de 200 años, y derogarlo o restringirlo sería considerado por muchos como un atentado contra las libertades individuales de los ciudadanos norteamericanos. 

Es por ello que, ante esta tesitura, dar con la tecla mágica que garantice un control de armas tan efectivo como para lograr una reducción sustancial de los índices de criminalidad se antoje una empresa tan complicada en este país, de modo que el debate de las armas no solo seguirá abierto, sino que continuará recrudeciéndose en el futuro. 

(Fuente: EOM/Pablo Moral) 

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