Blogia
LA TECLA CON CAFÉ

Café Cubano

La Habana… Y Eusebio prisionero de sus muros para siempre

La Habana… Y Eusebio prisionero de sus muros para siempre


martes, 16 de noviembre de 2021
3:41:06 pm

 

“Quise encerrar a La Habana Vieja en las paredes pétreas de un museo, pero ella me hizo prisionero de sus muros para siempre”.

Eusebio Leal Spengler 


Este lunes, vísperas del 502 aniversario de la Villa de San Cristóbal de La Habana, el querido Historiador de la Ciudad volvió de la paz eterna  para andar y desandar sus habaneras calles, saludando a todos, con ese gesto de la mano al aire, tan común y cercano, atrapado ahora en el escultórico bronce del cubano José Villa Soberón. 

Y sin duda, las mejores palabras para evocarlo en una tarja, colocada justo sobre un banco donde Eusebio, el incondicional enamorado y defensor a ultranza de la capital cubana, solía sentarse para amainar la fatiga tras ese andar La Habana que le exigió un proyecto al cual se aferró hasta los últimos días de su existencia. 

  

Ambos recordatorios, colocados en el otrora Palacio de los Capitanes Generales, sede de la Oficina del Historiador por muchos años, fueron develados por el Presidente de la República y Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.

Esa estatua a tamaño natural es la que “hemos soñado para Leal, para perpetuar su legado, para que las nuevas generaciones tengan ese emblema en bronce”, dijo Magda Resik, directora de Comunicación de la Oficina del Historiador (OHCH), durante la ceremonia que dio inicio al tradicional onomástico de la capital cubana. 

Con posterioridad los presentes se dirigieron a El Templete, lugar donde el 16 de noviembre de 1519 se efectuaron la primera misa y el primer cabildo de la Villa. En el lugar, el Presidente, acompañado de su esposa y las máximas autoridades provinciales, dio las tres vueltas a la ceiba, antiquísima costumbre en torno al árbol símbolo de la urbe. 

 

A Eusebio desde la fidelidad y el respeto

En las palabras centrales, el Dr. Félix Julio Alfonso, calificó a Eusebio como una criatura singular, “donde se daban cita, en amoroso haz, el hombre práctico, el soñador, el admirador de la belleza, el político, el historiador, el orador sublime, el protector del patrimonio, el romántico, el mecenas, el patriota, el fundador, el constructor, el arquitecto, el artista y el filántropo”. 

Afirmó el Historiador, que a Eusebio le quedaba mucho por hacer y “su ejemplo de consagración a la obra de restaurar La Habana Vieja, debía constituir motivo de inspiración para quienes tenemos la dicha y el compromiso de continuar, desde la fidelidad y el respeto, aquella colosal faena…” 

“Eusebio, discípulo aventajado del comandante Fidel Castro, a quien tanto admiró y cuya amistad fue esencial a lo largo de su vida, también militaba en el bando de los apurados y los inconformes. Era de los que pensaban que un minuto perdido en actos que no fueran creadores era un agravio, y que cada fundación era un suceso de felicidad y de amor”, aseveró el también Decano del Colegio Universitario San Gerónimo. 

El mejor de todos los homenajes, el más entrañable para honrar su memoria —dijo—: “es el de hacer cada día lo que corresponde a sus colaboradores, cada uno en su puesto, llevando adelante esa utopía benefactora que es la salvaguarda y gestión del Centro Histórico de La Habana”. 

 

Para Alfonso, La Habana llega a su 502 aniversario inmersa en una verdadera fiesta de pueblo, con sus plazas, parques, avenidas, escuelas, universidades y fábricas abiertas, vencedora de la terrible pandemia que azota al mundo, gracias a la eficaz y perseverante gestión del Gobierno y el Partido, la resiliencia de la sociedad y el talento y el heroísmo de nuestros médicos y científicos (…) 

“Tenemos pues, muchas razones en este aniversario para seguir siendo, como reza el lema, Leales a Leal, que es lo mismo que decir leales a Cuba, a la patria amada que nos contempla orgullosa, a su noble y valeroso pueblo, a la generación histórica que hizo la Revolución, a los héroes y mártires de nuestra historia. 

“Y también a esa ciudad misteriosa, espléndida, maravillosa, alegre y revolucionaria; por cuyas plazas y calles anduvo un intrépido caminante durante más de medio siglo, con zapatos que fueron gastados por el tiempo, y que como invoca la hermosa lápida que se ha develado en el patio umbroso del antiguo Palacio, trató de apresarla entre las paredes de un museo, y terminó siendo prisionero de la magia de sus muros para siempre”, concluyó. 

(Fuente: HabanaRadio/Cubadebate/Yoel Lugones Vázquez/ Alexis Rodríguez)

Tony Ávila, los Pañuelos Rojos y la Casa Cuba

Tony Ávila, los Pañuelos Rojos y la Casa Cuba

 

domingo, 14 de noviembre de 2021 
9:34:22 pm 

Este domingo el trovador Tony Ávila cantó para los jóvenes de los Pañuelos Rojos, que durante el fin de semana han protagonizado una sentada antimperialista en el Parque Central de La Habana. Al concierto del popular artista asistió el primer secretario del Comité Central del Partido y presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez. 

En un comunicado los participantes mostraron  su desacuerdo con las prácticas de guerra no convencional ejecutadas contra la paz en Cuba, y rechazaron el bloqueo yanqui y todas las medidas coercitivas y unilaterales que padece la isla por parte de los Estados Unidos, y que impiden a los cubanos impulsar con mayor ahínco el bienestar general.

Según declaraciones de Tony Ávila a Cubadebate, este fue un concierto más por Cuba, por la paz de este país, por la dignidad de todos los cubanos, “con el deseo más profundo de que todo se resuelva y que la paz, el entendimiento, la comprensión y la estabilidad sean las que reinen”. 

El cantautor cubano aseguró que se ve el esfuerzo que hace el gobierno para sacar al país de esta difícil situación que atraviesa. “Lo que más falta le hace a Cuba es que la cultura acompañe a los cubanos a echar pa’ lante con el esfuerzo nuestro”. 

Añadió que hay principios que no son negociables: la Patria, la bandera, la historia, el presente y el futuro del país. “Que todo lo que se ponga sobre la mesa y sea para que Cuba cambie y ceda, no va”. 

La casa de todos que es  la casa-nación, la casa Cuba

  


Entre los temas más populares interpretados por Tony estuvo Mi casa.cu, una alegoría a los debates que desde hace años tienen lugar en la sociedad cubana, y cuando allá por la primera década del 2000 sus amigos le llamaban la canción de los Lineamientos, en alusión al proceso de actualización del modelo económico y debates previos al VI Congreso del PCC.

En su momento la escritora Laidi Fernández de Juan apuntó: “Mi casa.cu sentó las bases de expresión de esa generación de cubanos y cubanas que reconoce la necesidad de cambios sociales que no dañen la estructura sobre la cual se han erigido múltiples conquistas”.


En Mi casa.cu el autor e intérprete de temas como Científicamente negro, La vida tiene sus cosas, Tiene que haber de to y el El fruto, da fe de la Cuba que sueña y canta Tony Ávila. “Una Cuba mejor, pero que no pierda su esencia porque entonces seríamos cualquier lugar del mundo. Sueño con un país que cambie lo mal hecho, que lo erradique ya, que abra todas las puertas necesarias y vaya adelante. Nos lo merecemos”.

En definitiva, una canción que a pesar del tiempo no ha perdido vigencia dada la necesidad de continuar reparando y actualizando esa casa de todos que es  la casa-nación. La casa Cuba, esa Cuba mejor que sigue soñando y cantando Tony Ávila. Y como él bien ha dicho sin perder su esencia “porque entonces seríamos cualquier lugar del mundo. Sueño con un país que cambie lo mal hecho, que lo erradique ya, que abra todas las puertas necesarias y vaya adelante”.

Nos lo merecemos.

(Fuente: Cubadebate)


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Más de un millón de alumnos en las aulas cubanas este mes

Más de un millón de alumnos en las aulas cubanas este mes

 

domingo, 14 de noviembre de 2021 
6:39:23 am 

Este lunes 8 de noviembre, 612 807 alumnos de sexto a onceno grado retomaron el curso; mientras, de prescolar a quinto grado de primaria, 718 415 niños lo harán a partir del siguiente lunes, 15 de noviembre. 

Más de un millón de estudiantes cubanos volverán a las aulas en la primera mitad de noviembre, teniendo en cuenta que el avance de la inmunización contra la COVID-19 ya cubre el 80 % del universo vacunable en ese segmento poblacional.

Luego de un año sin recibir clases de forma presencial, 612 807 estudiantes de sexto a onceno grados retomaron el curso este 8 de noviembre; mientras 718 415 niños de prescolar a quinto grado de primaria lo harán a partir del día 15.

De acuerdo con la situación epidemiológica, se aprobó que en el caso de las provincias Las Tunas el curso inicie el día 11; mientras que Sancti Spíritus, Pinar del Río y el municipio de Santa Cruz del Sur, de Camagüey, comenzarán el jueves 18. 

A inicios de octubre, un total de 84 585 estudiantes de duodécimo grado, tercer y cuarto años de las escuelas pedagógicas y tercer año de la enseñanza técnica y profesional reanudaron las actividades docentes presenciales, manteniéndose  el rigor en las instituciones educacionales y el cumplimiento de las medidas higiénico-sanitarias.

No obstante de las 847 instituciones que debían iniciar, más de cien no pudieron hacerlo por funcionar aún como centros de aislamiento u hospitales, lo que obligó a buscar alternativas en otros planteles.

Para reiniciar el curso escolar, se contó con la cobertura docente adecuada —97,8 % de los docentes necesarios frente al aula—, y se preparó el claustro para enfrentar los retos sicológicos y pedagógicos derivados del escenario pos-COVID-19.

 

Además, se trabaja aceleradamente en la rehabilitación y mantenimiento de residencias estudiantiles y escuelas que, empleadas en función de la pandemia, sufrieron deterioro.

No puede quedar un solo estudiante que no tenga las facilidades para incorporarse al curso escolar mientras esta situación se mantenga, por tanto, se han creado condiciones en otras instituciones que tienen residencias para que ellos puedan asistir, mientras se libera su centro, argumentó Velázquez Cobiella.

Detalló que son 6 048 estudiantes en centros internos y allí también existe la obligación de velar por el distanciamiento en residencias, comedores, recesos y el cumplimiento estricto de todas las medidas de bioseguridad.

Transformaciones en el uniforme escolar


Como parte de los aseguramientos del curso 2021-2022, se ha financiado prioritariamente la compra del tejido para confeccionar el uniforme escolar, según los nuevos diseños, aunque no existe ninguna decisión que prohíba al niño ir a la escuela con el otro uniforme, incluso si se trata de un alumno que inicia enseñanza, pues coexistirán los diferentes tipos de prendas y colores, ya que el cambio no es inmediato, sino un proceso paulatino.

Las principales transformaciones del uniforme escolar radican en la eliminación de los tirantes y el doble tachón de la espalda en la saya, en el caso de la primaria; en tanto para la secundaria básica se sustituye el color amarillo en ambas prendas inferiores, las cuales ahora serán azules, al igual que en la enseñanza preuniversitaria.

(Fuentes: Granma/JR/Mined)

 

 

 

 

 

 

Líderes religiosos instan al presidente norteamericano a poner fin al embargo contra el pueblo de Cuba

Líderes religiosos instan al presidente norteamericano a poner fin al embargo contra el pueblo de Cuba


sábado, 23 de octubre de 2021 
12:04:39 am
 

En una carta enviada el 15 de octubre al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, los líderes del Consejo Mundial de Iglesias, ACT Alianza, el Consejo de Iglesias de Cuba y otros grupos religiosos instaron a poner fin a los casi 60 años de embargo contra el pueblo cubano, que se enfrenta a una situación humanitaria atroz.

“El gobierno de Obama, con su apoyo, trató de replantear la política y facilitar un nuevo compromiso con Cuba, relajando las sanciones, permitiendo los vuelos directos entre los dos países, y aliviando las restricciones para los ciudadanos estadounidenses que viajan y hacen negocios en Cuba”, dice la carta, que añade que el expresidente Trump hizo retroceder esta estrategia, lo que tuvo graves repercusiones económicas para el pueblo cubano.

“El impacto de la pandemia de la COVID-19 ha exacerbado aún más los problemas en Cuba”, prosigue la carta. “Le pedimos que tome una decisión contundente y ponga fin al embargo contra el pueblo cubano”.

La carta también reconoce las importantes presiones y obstáculos políticos que se oponen a esta línea de actuación.

“No vemos pruebas públicas consistentes para creer que Cuba tenga la voluntad, los medios y la capacidad de patrocinar el terrorismo mundial”, afirma la carta. “Creemos firmemente que hay otras maneras de relacionarse con las autoridades cubanas para debatir y superar los desacuerdos en relación con los diferentes asuntos y legados, sin que ello afecte a las personas que quieren vivir con dignidad humana”. 

Carta completa (En inglés)

President Joseph R. Biden
President of the United States of America
1600 Pennsylvania Avenue NW
Washington, DC 20500

15 October 2021
Re: Cuba Sanctions
Dear Mr President,

We write to intercede on behalf of the Cuban people, who are facing an appalling humanitarian situation. After nearly sixty years of embargo against their country, the question that must be asked is whether this continuing embargo is worthwhile at all.

The Obama administration, with your support, sought to rethink the policy and pursue re-engagement with Cuba, by relaxing sanctions, allowing direct flights between the two countries, and easing restrictions on US citizens traveling to and doing business in Cuba. Former President Donald Trump reversed President Obama’s strategy. He placed Cuba back on the US list of state sponsors of international terrorism, cut off travel between Cuba and the US, and barred US citizens and residents from sending remittances to their relatives in Cuba, cutting off a major economic lifeline for many Cubans. The impact of the COVID-19 pandemic has further exacerbated the problems in Cuba.

Mr. President, there is a time to tear down and a time to build. There is a time to love and a time to hate, a time for war and a time for peace. We ask you to take a bold choice and end the embargo against the Cuban people. We are aware that there are very significant political pressures and obstacles to this course of action.

Nevertheless, impelled by Christian faith and compassion, we implore you to take action to ease the burden of the Cuban people, including by:

1. Removing Cuba from the list of countries sponsoring terrorism. We do not see real public evidence to believe that Cuba has the will, means and capacity to sponsor global terrorism.

2. Suspending again the application of Title III of the Helms-Burton Act, which was suspended for a long period and was reactivated by former President Donald Trump on 2 May 2019.

3. Reinstalling the “people-to-people” travel category for educational exchange, utilizing this general license to maintain a full-time schedule of educational and cultural exchange activities intended to enhance contact with the Cuban people.

4. Eliminating the cruise travel ban and reinstalling regular airline flights to all Cuban cities.

5. Suspending the State Department’s Cuba Prohibited Accommodations List, allowing US citizens to use the hotels and rental houses they want.

6. Eliminating the cap of USD 1,000 per quarter for family remittances that one remitter can send per quarter to one Cuban national.

7. Reactivating non-family remittances from third countries through Western Union and companies like Fincimex and AIS.

8. Suspending the List of Restricted Entities and Sub-entities Associated with Cuba.

9. Reactivating the US Embassy in Havana, including its consular services.

10. Suspending visa application requirements from third countries and granting annual visas under immigration agreements.

11. Reactivating scientific exchanges in biotechnology, health, and other areas of science.

We strongly believe that there are other ways to engage with the Cuban authorities to discuss and overcome disagreements on issues and legacies, without affecting the people who want to live in human dignity. We appeal to you to consider their plight, and to work to overcome the political obstacles to solidarity and justice.

Yours in Christ,

Rev. Prof. Dr. Ioan Sauca
Acting General Secretary
World Council of Churches

Mr. Rudelmar Bueno de Faria
General Secretary (CEO)
ACT Alliance

Rev. Jim Winkler
President and General Secretary
National Council of Churches of Christ USA

Rev. Philip Vinod Peacock
Acting General Secretary
World Communion of Reformed Churches

Bishop Ivan M. Abrahams
General Secretary
World Methodist Council

Council of Churches of Cuba
General Secretary
Rev. Joel Ortega Dopico

Ms. Josianne Gauthier
Secretary General
CIDSE

(Fuente: oikoumene.org)

 

 

 

 

La Cuba indoblegable de Céspedes

La Cuba indoblegable de Céspedes


domingo, 10 de octubre de 2021 
9:36:02 am  

Parecía que la fuerza explosiva de un volcán se encerraba en su cuerpo. A primera vista, impresionaba su impronta. Su mediana estatura se agigantaba en la fuerza de sus palabras y la resolución de sus actos. Desbordaba pasión y optimismo.

Era combinación perfecta de decisión y temeridad; la expresión suprema de una musa inquieta y marmórea que convirtió en poesía su más grande sueño: la Revolución. A su amigo José Fornaris, había escrito en 1852: 

Todo en mi era fuego, era viveza,/ todo era inquietud y movimiento:/ me gustaba del monte la aspereza,/ y del mar el rugido turbulento;/ yo aspiraba a vencer por la victoria,/ era la lucha para mí la gloria.

Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo, abogado, periodista y poeta, excelente jinete y esgrimista, tenía en el culto a la patria, la razón de su vida. Para 1842 ya era un hombre de mundo.

Había estudiado en España y visitado Francia, Italia, Alemania y Turquía. En ese fecundo peregrinar, cultivó su intelecto y forjó una sólida cultura. Dondequiera que fue, llevó consigo el amor profundo a la tierra que lo vio nacer. En Barcelona, retó a duelo a un oficial español que ofendió a Cuba y los cubanos. La bala de aquel rozó las sienes de Céspedes. La del bayamés, más certera, abatió al adversario. A su regreso a la isla, el gobierno español no tardó en identificarlo como enemigo político.

Entre 1851 y 1852, sufrió prisiones y destierros en Bayamo y Manzanillo. En 1855, por sus ideas emancipadoras, guardó peculiar prisión a bordo del vetusto buque de guerra Soberano, veterano de la batalla de Trafalgar, anclado desde 1854 en el puerto de Santiago de Cuba. Allí compartió cautiverio con Joaquín Márquez, compañero de Bolívar y comandante de los ejércitos independentistas.

En la voz del protagonista de la epopeya bolivariana, escuchó Céspedes aquella prédica revolucionaria, con la que se identificó totalmente. El peligroso maestro fue expulsado a Venezuela. A Céspedes, se le impuso los límites de la ciudad de Santiago de Cuba como prisión. Llevaría en lo adelante las ideas del libertador como guía de su pensamiento político. Años después, en plena guerra, escribiría:

“Venezuela, que abrió a la América Española el camino de la Independencia y lo recorrió gloriosamente hasta cerrar su marcha en Ayacucho, es nuestra ilustre maestra de libertad, el dechado de dignidad y heroísmo y perseverancia que tenemos incesantemente a la vista de los cubanos. Bolívar es aún el astro esplendoroso que refleja sus sobrenaturales resplandores en el horizonte de la libertad americana como iluminándonos la áspera vía de la regeneración. Guiados por su benéfico influjo, estamos seguros de que alcanzaremos felizmente el término.”

El más bolivariano de los libertadores cubanos de la Guerra Grande, fue la bujía inspiradora del movimiento redentor. Cuando muchos se detenían a meditar ante las dificultades, convocó al embate. Para dar el ejemplo, el 10 de octubre de 1868, al grito de Independencia o Muerte, desafió al entonces poderoso imperio colonial español y liberó a sus esclavos, convirtiéndolos en ciudadanos u hombres libres.

Como profeta del destino futuro de la Patria que comenzaba a forjar, advertía en el Manifiesto que ese día enviaba a sus compatriotas y a todas las naciones: “…Cuba aspira a ser una nación grande y civilizada para tender un brazo amigo y un corazón fraternal a todos los demás pueblos…”

Su impronta marcó el principio de la guerra. Su impactante personalidad sirvió de imán para nuclear en torno suyo a una heterogénea masa de terratenientes, intelectuales, campesinos, esclavos, ex oficiales de las reservas dominicanas, españoles, y pueblo en general. Pronto su nombre cruzó las fronteras de la isla, y el mundo identificó en él, al Libertador de Cuba.

Para expandir el resplandor de la luz de la Revolución, incendió Bayamo convirtiéndola en santuario de la Patria. Combatiendo a España y a sus adversarios políticos, sostuvo la llama redentora hasta abril de 1869, cuando fue electo, en la Asamblea de Guáimaro, Presidente de la República de Cuba en Armas. Como visionario estratega, desplegó la guerra al campo de la diplomacia y a través de representaciones oficiales o comisiones especiales, llevó la causa de Cuba al debate político latinoamericano.

Varias naciones reconocieron la beligerancia de las armas cubanas. Los presidentes se carteaban con Céspedes transmitiéndole confianza y solidaridad. Venezuela y Colombia organizaron expediciones armadas, tres y una, respectivamente, y en su pasión latinoamericanista, se rodeó de una escolta venezolana, nombró a dos jóvenes de aquel país sus ayudantes, y al general José Miguel Barreto, ministro de la Guerra.

Para exaltar el espíritu de lucha y el carácter irreconciliable de la guerra contra España, el 10 de abril de 1870, se dirigió a los camagüeyanos en una encendida proclama en la que invocó a Bolívar:

“En el corazón de cada cubano deben estar escritas aquellas terribles palabras que en situación análoga pronunció el inmortal Simón Bolívar: “Mayor es el odio que nos ha inspirado la Península que el mar que nos separa de ella, y menos difícil sería unir los dos continentes que conciliar el espíritu de ambos países.”

 

La política de Estados Unidos hacia Cuba, le resultó turbia. En julio de 1870 escribiría a José M. Mestre, representante de la Revolución en New York:

“[…] Por lo que respecta a los Estados Unidos tal vez esté equivocado, pero en mi concepto su gobierno a lo que aspira es a apoderarse de Cuba sin complicaciones peligrosas para su nación […] este es el secreto de su política y mucho me temo que cuanto haga o proponga, sea para entretenernos y que no acudamos en busca de otros amigos más eficaces o desinteresados […]”.

Desengañado, y convencido a fuerza de golpes demoledores y ultrajes, de las verdaderas intensiones del vecino del norte, el 30 de noviembre de 1872 escribiría:

“[…] No era posible que por más tiempo soportásemos el desprecio con que nos trata el gobierno de los Estados Unidos, desprecio que iba en aumento mientras más sufridos nos mostrábamos nosotros. Bastante tiempo hemos hecho el papel del pordiosero a quien se niega repetidamente la limosna y en cuyos hocicos por último se cierra con insolencia la puerta.[…] no por débiles y desgraciados debemos dejar de tener dignidad.”

El 27 de septiembre de 1873, sus enemigos políticos lo deponen. Fue el principio del fin de la Guerra Grande, y la chispa que llevó al Zanjón. En lo adelante nada sería igual. La solidaridad internacional decayó ante la imagen de una revolución fragmentada y dividida por inescrupulosas ambiciones. Surgirían los movimientos sediciosos, cantonales, y se acentuaría el regionalismo y el caudillismo. Se fragmentaría irremediablemente la unidad.

El día de su deposición, su fiel subordinado, coronel José de Jesús Pérez, le pidió autorización para cargar contra quienes lo destituían. Se opuso resueltamente. Por él, no se derramaría jamás sangre entre cubanos. Más digno que nunca, demostrando su inigualable grandeza, aceptó disciplinadamente la decisión de sus enemigos políticos:

“…Como antes, como ahora y como siempre, estoy consagrado a la causa de la Libertad e Independencia de Cuba. Prestaré con todo corazón mi débil apoyo a cualquier gobierno legítimo…”

Una vez más, demostraba su grandeza aquel hombre derecho. Los cubanos todos recordaban la firmeza de su respuesta al capitán general Antonio Fernández Caballero de Rodas, cuando en mayo de 1870 le ofreció el perdón de la vida de su joven hijo Oscar, prisionero de España, a cambio de abandonar la revolución: “Oscar no es mi único hijo, lo son todos los cubanos que mueren por las libertades patrias.” En la soledad de su pensamiento lloró, en la pérdida de su hijo, el martirologio de todas las familias cubanas.

El 10 de octubre de 1888, en ocasión del vigésimo aniversario del alzamiento glorioso, José Martí escribió en Nueva York para El Avisador Cubano:

“De Céspedes el ímpetu, y de Agramonte la virtud. El uno es como el volcán, que viene, tremendo e imperfecto, de las entrañas de la tierra; y el otro es como el espacio azul que lo corona. De Céspedes el arrebato, y de Agramonte la purificación. El uno desafía con autoridad como de rey; y con fuerza como de la luz, el otro vence.”

Fue un irrefrenable quijote, arrebatado de amor, y desbordante dignidad. Fue un hombre solar.

A él, como a Fidel, rindió culto y fidelidad eterna Eusebio Leal, emulo de espíritu, ideas y acción, del hombre que encendiera la llama que hoy ilumina la forja de una nación soberana, independiente y profundamente antimperialista.

La Cuba indoblegable de Céspedes y del pueblo humilde y resuelto que lo acompañó en la gran aventura de la independencia, vive orgullosa de su pasado de gloria y su presente de lucha, resistencia y victoria.

(Fuente: Habana Radio/Historiador de La Habana)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Polvo del Sahara y azufre de volcán español llegan a Cuba

Polvo del Sahara y azufre de volcán español llegan a Cuba


miércoles, 06 de octubre de 2021
4:33:35 am 

Una nube de polvo del Sahara africano, mezclada con azufre procedente de la erupción volcánica en las españolas islas Canarias, comenzó a cubrir Cuba y buena parte del Caribe, territorio azotado también por la enfermedad del nuevo coronavirus (COVID-19).

 El arribo a la zona de las nubes de polvo desértico es un fenómeno que se repite cada año por esta fecha, aunque ahora se combinó con partículas de las cenizas originadas por el estallido del volcán de Cumbre Vieja, en la localidad canaria de La Palma.


La combinación ha generado preocupación entre los cubanos, quienes además desde marzo del año pasado viven bajo el impacto de la pandemia del nuevo coronavirus, que ha causado hasta el momento 900.512 contagios y 7.663 decesos.

La llegada de esa nube al Caribe es un proceso normal, que se repite cada año. Si esa nube llegara y no estuviera vinculada con las cenizas, con el polvo, con los gases que libera el volcán, era algo que pasaba sin problema ninguno, sin que nadie se preocupara.


La temporada de polvo comienza en marzo y termina en octubre, cuando empiezan a llegar las últimas nubes impulsadas por regla general por los vientos alisios.

No hay peligro más allá del habitual incremento de las afecciones respiratorias. La concentración de dióxido de azufre generada por la ceniza volcánica se mantiene en alturas superiores al kilómetro y medio.

Las personas se pueden proteger de manera correcta con el habitual uso de mascarillas, práctica obligatoria en Cuba desde el inicio de la pandemia en marzo de 2020. El uso de mascarillas ayuda a evitar la inhalación de esas partículas, lo que constituye una defensa adicional para las personas vulnerables.

No hay peligro alguno. El impacto mayor será sobre los alérgicos, y se descarta una relación directa con un eventual aumento de los enfermos de la COVID-19.

El Polvo del Sahara


Nacidas en las tormentas de arena del Sahara africano, esas nubes ascienden entre cinco y siete kilómetros, y recorren largas distancias impulsadas por los alisios que en esta época del año las arrastran hasta esta zona geográfica.

A partir de la década de 1970 hubo un incremento de las tormentas de arena y por ende de las nubes de polvo, debido a la sequía crónica que comenzó a padecer la parte norte de África, lo que incrementó la cantidad de polvo que llega al Caribe.

La influencia de esas nubes, que no dejan pasar la radiación solar, obstaculiza la formación de ciclones tropicales, inhibe la lluvia, acrecienta la sensación de calor e incrementa la sequía.

La sensación de calor se acrecienta, pues las partículas que conforman esas nubes actúan como dispersores de los rayos de luz solar, que se diseminan en todas direcciones, lo que los expertos llaman radiación difusa.

Esas nubles contienen varios minerales, además de virus, bacterias, hongos, ácaros patógenos, estafilococos y contaminantes orgánicos, partículas muy finas con un diámetro de micrón imposibles de ver a simple vista, pero que perfectamente pueden inhalar los seres humanos y los animales.

(Fuente: Xinhua)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El gremio periodístico no despide a Borrego, lo eterniza

El gremio periodístico no despide a Borrego, lo eterniza

martes, 05 de octubre de 2021
5:19:19 am

El también director del periódico Escambray batalló por subsistir ayudado por el colectivo médico de la sala de terapia intensiva del hospital general Camilo Cienfuegos, pero en medio de la contienda, en la que se aferró a la vida por varios días, la muerte injusta y alevosa ganó, de forma pírrica, la batalla.

Quienes lo conocieron, mejor dicho lo conocimos, apreciamos su estatura periodística y humana, mostrada sin egoísmos ni falsa modestia en el quehacer de la prensa desde que en 1988 llegó, recién graduado de Licenciatura de Periodismo, a la emisora provincial Radio Sancti Spíritus, y que luego en 1990 consolidó su hacendosa labor en Escambray, donde transitó de editor hasta director del órgano por más de 20 años.

Su empinado cuerpo no se verá recorrer los espacios de la redacción de Escambray, pero sus buenas acciones y sabiduría quedarán para las presentes y futuras generaciones de periodistas, a quienes seguirá alentado con sus sanos consejos.

Esa, su mirada a veces pícara y en otras ocasiones compasiva, proseguirá alentando a los que tuvieron la oportunidad de ser sus subordinados, sus compañeros, sus amigos de risas y disparates en el mejor sentido de este último vocablo.

Sin proponérselo llegó a ser diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular durante varias legislaturas, en las que, también, aportó humildemente sus conocimientos políticos, culturales y de ser humano revolucionario.

Ahora, en el descanso sereno que merece, seguirá dando lecciones de avezado periodista y, escribiendo derecho, como siempre lo hizo, lo mismo una información, que una entrevista, un comentario o cualquier otro género porque fue un periodista todoterreno.

En este aciago día, el gremio de la pluma, de las ideas y de la escritura, en Sancti Spíritus y en Cuba, no despidió a Borrego, lo eternizó y lo tendrá presente en cada acción, en cada nota periodística, porque él, con su frente martiana, se ha hecho omnipresente en este batallar de la comunicación social.

Juan Antonio Borrego: la decencia como estilo


Por Jesús Arencibia Lorenzo

Más de una vez se lo dije, disfrazando de jocosidad la admiración: «Usted es el mejor directivo de la prensa estatal cubana». Él esbozaba una sonrisa, lanzaba un chiste o sugería otro asunto sin darse la menor importancia.

El elogio no era un simple cumplido. Partía de la experiencia de palpar in situ, en varios momentos en que pude convivir con su colectivo, cómo un periódico de provincia puede llegar a ser una familia donde el decoro y el talento se premien y prevalezca entre todos, por encima de miedos y presiones circundantes, el afán de contar la realidad con alma y espuelas: ese supremo mandato para un periodista.

Vestido de manga larga, con la camisa abotonada hasta el primer ojal, como lo recuerda su amigo Fulgueiras —otro fuera de serie—, Juan Antonio Borrego era un gentleman de las redacciones en Cuba, un cronista y reportero sagaz que, aun sentado en un cargo de dirección por casi un cuarto de siglo, jamás dejó de escribir y conmoverse con la gente de a pie. 

Dentro de un sistema mediático castrado casi desde su origen por las encomiendas políticas que debió asumir, Borrego logró elevar a Escambray y a su equipo de reporteros hasta convertirlos en una rara joya. Sin derribar los muros más gruesos a los que ha debido enfrentarse la prensa de la Isla, el semanario de Sancti Spiritus corrió sistemáticamente los límites que le imponían, jugó con estrategia las mejores cartas del oficio, y logró así, con paso firme y estable, acercarse al encargo de conciencia crítica de la sociedad como ningún otro medio estatal lo ha hecho en el país.


«A veces hay que hacer concesiones», confesó a una de sus pupilas, hoy multipremiada cronista. Y uno puede imaginarse cuánta habilidad de estratega necesitó este hombre para mantenerse como corresponsal del periódico Granma en su provincia por 29 años, ser diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular en varios periodos, complacer lo que desde el Olimpo burocrático podían esperar y exigir de su gestión; y, al mismo tiempo, no traicionar sus esencias, alentar al equipo que dirigía a ir por más, a desobedecer los cánones rígidos, a sorprender y sorprenderse con la vida que narraban.

Hombre culto y sensible hasta el detalle, entre sus máximas estaba que cada edición del periódico debía contener al menos alguna buena pieza de lectura, algún deleite para el intelecto y el corazón, no remachado por las maquinarias de la grisura.

«Yo he dirigido todos estos años por amistad», admitió en la citada entrevista. Y bastaba conversar en algún pasillo del semanario con sus subordinados para darse cuenta de que no mentía. Militante socialista y fidelista genuino, Borrego jamás siguió directivas con anteojeras de borrego. Antes bien, intentó sacarle jugo creativo hasta a los ladrillos que caían por la canaleta del dogma empoderado.

Siempre que coincidí con él me pareció alguien que callaba mucho más de lo que decía; que escuchaba mucho más de lo que dirigía, en una especie de extraña procesión donde la palabra sobraba, ante el empuje de los hechos. Así supongo lo entendían sus periodistas, a los que les bastaba una mirada para asumir las tareas, y tratar de llegar al periódico con algo de vida entre las manos.

A mi mente acuden aquellos reportajes que al inicio de la década de los 2000 el «monstruo» todoterreno de Enrique Ojito bordó en el rotativo para dar cuenta de «las deformaciones, los desvíos y la mala calidad en las obras constructivas que se levantaban en la provincia con el sello de la Batalla de Ideas», el megaplan político-social que en ese momento ejecutaba la nación a instancias del Máximo Líder. Posiblemente en cualquier otro medio cubano, dichos textos no habrían pasado de la intención del reportero. Pero allí estaba Juan Antonio para alentarlo y respaldarlo.

No puedo olvidar las crónicas que a veces como un flashazo de 20 o 30 líneas deliciosas, enviaba el corresponsal para las ortodoxas páginas de Granma. Como aquella en la que silueteaba la imagen de Cundío, el único azucarero cubano con 76 zafras a cuestas.

Algún día habrá que escribir en detalles cómo Borrego, con su fotógrafo Vicente Brito, inició la cobertura de la caída del avión ATR-72-212 de la compañía cubana Aero Caribbean, el 4 de noviembre de 2010, en la zona espirituana aledaña a Vanguardia y Mayábuna. Y cómo casi al unísono, en una sinergia eficiente y veloz —extraña en medios nacionales— todo el semanario se transformó en un «puesto de mando» (al decir de una de las reporteras) para contarle al mundo los pormenores de la tragedia.

Por eso y por muchas clases más que me impartió sin saberlo, una punzada extraña me atravesó el estómago cuando este lunes una querida profesora me llamó para anunciarme que Borrego había muerto. La trituradora COVID-19 no creyó en sus juveniles 56 años, en su figura atlética, en su don de gentes, ni en el dolor inmenso que dejaría entre tantísimos familiares de sangre o letra.

Una entrañable reportera del semanario, con más nudos que voz en la garganta, me contaba después de la infausta noticia una anécdota que retrata la escuela de disciplina y afecto que trazó su jefe y amigo. Resulta que su última visita al hospital coincidió en horario con el consejillo de redacción donde cada periodista lleva y defiende un tema para la edición semanal. Pensaba entonces pasar por el centro médico y volar después a Escambray.

Casi era la hora de ir a saber de Juan Antonio y ella no tenía tema para la reunión subsiguiente. Quería conocer de él, pero no podía quedar mal con la dinámica de trabajo que él mismo había fundado. Se exprimió las neuronas; llamó a tres o cuatro fuentes, anotó algunos datos y hasta que no tuvo un hilo noticioso en las manos, no salió de la casa. Cuando llegó al hospital, los rostros llorosos de los familiares y colegas que hacían guardia permanente afuera se lo dijeron todo.

—Pero yo tenía que llevar un tema. Borrego no me hubiese perdonado otra cosa.

(Fuentes:/Trabajadores/ ACN/La Joven Cuba)


 

 

 

 

 

 

 

Los Idus de marzo de Cintio Vitier


martes, 28 de septiembre de 2021 
6:35:21 am
 

PorFélix Julio Alfonso López

En marzo de 1974, el historiador Sergio Aguirre publicó en la revista Revolución y cultura, órgano del CNC, un artículo que pretendía establecer los derroteros por los que debían transitar los investigadores cubanos sobre el pasado.

El texto de marras se titula “La trampa que arde” y está datado en noviembre de 1973. Con lenguaje amenazador y didascálico al mismo tiempo, Aguirre intentó pautar el campo académico de los historiadores cubanos con una línea de pensamiento uniforme, que incluía no pocos extravíos, entre los cuales estaba el ataque directo a aquellos estudiosos considerados no marxistas, colocados bajo las más diversas etiquetas: positivistas, idealistas, católicos y liberales.

El antiguo historiador marxista se quejaba del “déficit cualitativo” que exhibía la producción historiográfica del momento, y la emprendía contra los que se ocupaban “de narrar con minucia los hechos históricos”, los que escribían “historia idealista”, los “católicos que han logrado convencerse a sí mismos de que no intentan dañar el proceso revolucionario y lo único que piden es una sencillez: decir lo que les dé la gana”, y los “liberales de combate que quieren lograr patente de circulación en una sociedad socialista”. Para el autor de las “Quince objeciones a Narciso López”, lo más importante para un historiador cubano revolucionario, independientemente de la cultura que poseyese o de su trabajo en archivos y bibliotecas, era “manejar los principios fundamentales del marxismo leninismo”.

A tales desmanes parece responder el prólogo de Manuel Moreno Fraginals a la edición definitiva de El Ingenio, fechado en febrero de 1974, (pero que no fue publicado hasta 1978) donde explica su método de trabajo: “Venimos sin interés polémico y sin presunciones de entregar una nueva y definitiva interpretación de la historia de Cuba (…) Hemos ido hacia una obra de investigación analítica y densa, porque creemos que la Revolución necesita estudios básicos, con firmeza en los métodos empleados y en las fuentes de documentación. Hasta aquí hemos llegado. Que se nos perdone si a veces ponemos demasiada pasión en nuestras frases. No nos avergonzamos de ello: la pasión es el más noble ingrediente de la historia”. Por ese acto inefable que Lezama Lima llamó “azar concurrente”, y seguramente sin saberlo ninguno de los dos, el prólogo de Cintio Vitier a su libro Ese sol del mundo moral, está fechado un mes más tarde, en marzo de 1974, y debe ser leído también como otra respuesta, inteligente y sutil, desde un interés y una sensibilidad diferente, a aquellos que pretendían empobrecer y desunir la cultura cubana con criterios intolerantes y dogmáticos.

Cintio no era un historiador profesional, ni tampoco pretendía con su obra establecer un canon historiográfico. Desde el inicio reconoce con honradez que en su ensayo no había “hecho trabajo de historiador en el sentido riguroso del término. Para ello hubiera tenido que investigar la relación de los sucesos éticos más relevantes de la historia cubana con las estructuras socioeconómicas y con el devenir político y cultural en todas sus manifestaciones” y añade con probidad: “Esta sería una tarea distinta, mucho más compleja y científica que no es la que corresponde a un poeta sencillamente enamorado de su patria.” Es pues, desde esa atalaya poética y patriótica, que emprende una búsqueda de las raíces morales de la nacionalidad cubana, o como prefiere llamar a esta indagación: “la captación de un proceso espiritual concreto: el de la progresiva concepción de la justicia, y las batallas por su realización, en la historia cubana”. No se trataba de una historia de las ideas en un sentido puro o abstracto, sino de explicar la manera en que las doctrinas de justicia social habían encarnado en actos liberadores, que redimían a los seres humanos y rescataban a un país de seculares dominaciones.

La osadía de este libro, en tanto proyecto intelectual emancipador, rebasaba la inopia mental de aquel momento. No resulta aventurado suponer que entre esos que Aguirre llama con ofensa “católicos que quieren decir lo que les dé la gana” estaba Cintio Vitier. Con la diferencia de que Cintio, que se declara con leve ironía en su prólogo “aspirante vitalicio a poeta y a cristiano”, hablaba con el corazón de un patriota y la lucidez de un intelectual honesto y martiano hasta los tuétanos. Era un compendio de ideas que desafiaban, desde una auténtica cultura humanista, la modorra y el maniqueísmo imperante, que comenzaba citando la Filosofía del derecho de Hegel, en una época donde citar a Marx era obligado artículo de fe, aunque Marx aparezca luego de manera diáfana en el texto, en fecundante diálogo martiano, y que en lugar de analizar los procesos económicos o sociopolíticos, apuntaba su brújula a una dimensión espiritual, como es el caso de la eticidad, todo lo cual resultaba transgresor y subversivo.

Lo terrible y paradójico al mismo tiempo de su censura, lo que impidió su publicación en aquel momento, es que el ensayo tomaba como guía de su meditación a la figura de José Martí, a quien declara ser “uno de aquellos hombres “acumulados y sumos”, como él llamó a otros, que llevan en sí la agónica rectoría moral de sus pueblos”. Y por si fuera poco, el discurso se concebía guiado por una reflexión de Fidel en el vigésimo aniversario del Moncada, el 26 de julio de 1973, donde afirmaba, refiriéndose a Martí: “En su prédica revolucionaria estaba el fundamento moral y la legitimidad histórica de nuestra acción armada. Por eso dijimos que él fue el autor intelectual del 26 de Julio.” A lo que acota Cintio: “Es ese “fundamento moral”, con sus antecedentes premartianos y sus vicisitudes hasta nuestros días, lo que va a constituir el centro y el norte de nuestra pesquisa”. Y ya casi al final destaca el carácter de la Historia me absolverá “como una pieza ética de primera magnitud”. Se trataba, en suma, de una obra plena de espiritualidad cristiana, martiana y fidelista.

La frase que da título al libro, es un fragmento de aquel apotegma de Luz y Caballero en que decía: “Antes quisiera, no digo yo que se desplomaran las instituciones de los hombres —reyes y emperadores—, los astros mismos del firmamento, que ver caer del pecho humano el sentimiento de justicia, ese sol del mundo moral”. Después de Martí, Luz es el otro gran adalid intelectual que guía las reflexiones de Cintio, y que resume la evolución del pensamiento cubano desde su tío el presbítero Caballero, pasando por Varela, Saco y Delmonte, hasta llegar al maestro de El Salvador, de quien afirma:

Saco fue hombre de una sola pieza. Varela, aficionado al violín en su juventud y fundador de la Sociedad Filarmónica de La Habana, mucho más sensible y dinámico, fue capaz de evolucionar de la filosofía ecléctica o “electiva” a la prédica revolucionaria y después a la espiritualidad evangélica más fina. De los tres principales discípulos del padre Agustín, José de la Luz y Caballero, sobrino suyo, fue el más complejo y el preferido por Martí, que recibió su legado espiritual desde el tránsito a la adolescencia, en el colegio de Rafael María de Mendive, discípulo de Luz.

La trama discursiva del ensayo sigue la cronología del devenir cubano, desde aquel mestizo Miguel Velázquez, que proclamó a su patria en el siglo XVI “triste tierra tiranizada y de señorío”, hasta la revolución de Fidel Castro, trazando con frases fervorosas, imágenes deslumbrantes y pluma ensayística, los avatares ideológicos, filosóficos y estéticos que conllevaron al surgimiento de una conciencia nacional, los procesos revolucionarios que consolidaron la nacionalidad y propiciaron el surgimiento de la república y aquellos que combatieron contra el modelo neocolonial impuesto en 1902. Es una lección de historia escrita desde la pasión del poeta, la honestidad cristiana y el conocimiento cabal de las grandes tradiciones de la historiografía y el pensamiento cubano, aspecto este último que tuvo en su padre Don Medardo, a uno de sus más autorizados estudiosos.

Una de las líneas maestras en este ensayo es su explicación ecuménica y fraterna del acontecer de la cultura cubana. A diferencia de los exaltados y vociferantes apologistas del dogmatismo, en el discurso de Cintio predomina la visión culta, el acento humanista y la erudición serena. Como ejemplo de que un conservador católico y un revolucionario de izquierda formaban parte de la misma tradición cultural, Cintio refiere la fiel amistad que unió a José María Chacón y Calvo con Pablo de la Torriente Brau, de cuya casa en Madrid partió a luchar por la República española. Cita con absoluta naturalidad y pondera los estudios sobre Martí de intelectuales ideológicamente diversos, como son los casos de Juan Marinello, Jorge Mañach, Emilio Roig y Medardo Vitier y también los de Carlos Rafael Rodríguez sobre Luz, Chacón y Calvo sobre Heredia, Antonio Hernández Travieso sobre Varela y Roberto Agramonte sobre José Agustín Caballero. Con el mismo acierto reverencia la monumental obra etnográfica de Fernando Ortiz y añade que en ese campo también se distinguió Lydia Cabrera con El Monte y La sociedad secreta Abakuá. 

A diferencia de los alabarderos del sectarismo, en Cintio no hay descalificación ni ofensa contra los creadores que practicaban la ideología marxista. Sobre la poesía social de Nicolás Guillén, cuyo ejemplo capital lo es sin dudas su Elegía a Jesús Menéndez, reproducida extensamente en sus páginas, afirma Cintio con honda emoción: “La justicia y la poesía, hermanadas desde Heredia, fundidas en Martí, volvían a combatir juntas en poemas como éste, vivo mural trágico donde, sobre la vindicativa etopeya del “Capitán del Odio” y las cotizaciones manchadas de sangre de Wall Street, se eleva el tallado elogio de Jesús, “negro y fino prócer, como un bastón de ébano”. Más adelante, resuelve con prestancia la sospecha de los intelectuales comunistas contra los poetas católicos de la revista Orígenes, cuando dice: “Con el tiempo se haría ostensible que Orígenes no era enemigo de La Gaceta del Caribe, sino que el enemigo de ambos era la frustración de la república y la traición de los gobernantes”. 

Una de las páginas más conmovedoras de este libro, es aquella en que describe, con trazos breves y precisos, el devenir de la poesía cubana desde Heredia hasta la generación de Orígenes, y fertiliza como la emoción patria, de manera evidente o subterránea, es la imagen que guía siempre el misterio de sus versos. Me permito citarla in extenso:

Heredia había iniciado la conciencia poética de la patria, la libertad y la justicia. Plácido apresó la bondad en límpidos giros; Manzano, el esclavo, en la sombra estoica. José Jacinto Milanés, al descubrir la pureza, descubrió el escrúpulo, pasión del alma. Poetas del alma fueron Zenea y Luisa Pérez. Casal tocó el fondo metafísico de la desolación colonial cubana. En Martí lo íntimo y lo revolucionario se integraron en una sola agonía de signo redentor. Frustrada la república, Poveda y Boti buscaron refugio en la palabra, mientras Acosta se acercaba, en La zafra (1926), al lugar del crimen: los cañaverales, “el coloso norteamericano”. Martínez Villena rompía el hechizo, reasumiendo la ética martiana, pero al caer con la vanguardia de su generación dejaba al país entregado a la farsa y a su contrapartida el “choteo”, musas tristes de Tallet. Una nueva ética social, campesina y proletaria, que se anunciaba en Navarro Luna y en Pedroso, halló su formulación más plena en Guillén y su interiorización más fina en Mirta Aguirre. Otros líricos del “alma trémula y sola” proseguían su monólogo: Dulce María Loynaz, Brull, Ballagas, Florit, el aislado Samuel Feijóo, maestro de los coloquios del alma con la naturaleza y con los pobres, explorador de la sabiduría guajira. Vestido de memoria o de misterio, el “imposible” a la vez íntimo y nacional, histórico y trascendente, se apoderaba de los poetas de Orígenes.

Es notable también su reflexión en torno a tópicos de gran sensibilidad humana, como es su mención al testamento político del líder estudiantil José Antonio Echeverría, joven de profunda fe católica, y los intentos torpes de algunos extremistas de ocultar esa creencia tras el triunfo de la Revolución, suprimiendo unas líneas donde aludía al favor de Dios “para lograr el imperio de la justicia en nuestra patria”. Sobre este pasaje, Cintio le cede la palabra a la severa crítica de Fidel a quienes pretendían, con esas mutilaciones, entronizar una versión falaz y perversa del análisis de los sujetos y procesos históricos.

Para el poeta, el triunfo de la Revolución el 1 de enero de 1959, no solamente desquició el antiguo régimen de dominación neocolonial, sino que también aquel día la patria “que estaba en los textos, en los atisbos de los poetas, en la pasión de los fundadores, súbitamente encarnó con una hermosura terrible, avasalladora”. Aquella jornada épica es narrada como el advenimiento de una epifanía:

Y entonces llegó, con el día glorioso, con el primero de enero en que un rayo de justicia cayó sobre todos para desnudarnos, para poner a cada uno en su exacto sitio moral, la confrontación de los fragmentos de la realidad, que andaba rota y dispersa, a más de deshonrada: por lo tanto absurda, o enloquecida, o yerta. En un pestañear se rehízo la verdad, que estaba deshecha, en agonía o sepultada. La verdad, la realidad poética, la sobreabundancia del ethos desbordando las pesadillas de las puertas del infierno.

Pese a todo, se trataba de un proceso preñado de conflictos y sobresaltos, no solamente para las clases dominantes/dominadas, despojadas de sus privilegios y que abandonaron en masa el país, sino también para los hombres y mujeres de carne y hueso, trabajadores manuales o intelectuales que debían construir la nueva sociedad, al mismo tiempo que se transformaban a sí mismos. Por eso afirma con íntima vivencia:

Las hazañas y los logros de la Revolución, con sus dificultades, errores, problemas e insuficiencias, no tienen nunca un carácter estático; son otros tantos pasos dialécticos hacia el cumplimiento colectivo de un bien que en cierto modo impulsa y guía, a la vez que pone el sello de autenticidad a cada uno de esos pasos. La vivencia de la Revolución año tras año, día tras día, no iba a ser idéntica a la vivencia del triunfo de la Revolución en enero de 1959. Conflictos, perplejidades y desgarramientos serían el precio obligado para algunos. Pero de aquella primera vivencia había algo que se mantenía indestructible, vivo al fondo de todos los sucesos. Ese algo era, es, la raíz ética: raíz, como la propia palabra lo indica, no prescriptiva o normativa sino sustentadora y nutridora, nutrida ella misma de los jugos primigenios, de la tierra original del hombre, del acumulado humus de la patria.

Las páginas finales del libro nos llevan al 26 de julio de 1959, y la llegada de miles de campesinos a la ciudad con “la mano armada pero sin ira”, para conmemorar la fecha del Moncada. Aquella visión de los que llama con emoción “los sacros campesinos, el ejército más hermoso del mundo”, representaba para el poeta la imagen de una fecundación histórica: “para encarnar la palabra en la tierra, lo invisible en lo visible, la poesía en la historia”. Pero también era el comienzo de “otros combates”, en cuyo devenir era fundamental el hecho de que existía la Revolución misma, en tanto “raíz, coherencia, identidad”.

Vetada su publicación en Cuba por las sinrazones de la rigidez y la intolerancia, el libro apareció en México, por la Editorial Siglo XXI en 1975, en su colección de Teoría. No fue el único texto suyo que encontró espacio en dicha casa editora, fundada y dirigida por el argentino mexicano Arnaldo Orfila Reynal, pues su primera narración de ficción De Peña Pobre: memoria y novela, vio la luz en México en 1978 y dos años más tarde en La Habana, por la Editorial Letras Cubanas. En el caso de Ese sol del mudo moral la espera fue más larga, exactamente veinte años, aunque como me recuerda el fraterno Norberto Codina, al constituirse en 1986 el Consejo Editorial de Ediciones Unión, con Ambrosio Fornet al frente, este propuso publicar entre sus primeros títulos Ese sol del mundo moral, cuestión que se vio dilatada por otros avatares, incluyendo la llegada del llamado “periodo especial”. Finalmente, superados los agravios y desvaríos ideológicos de lo que algunos llaman “quinquenio” y otros “decenio” gris, el libro fue publicado en su patria en 1995, el lugar al que pertenecía por derecho propio y a cuyo pueblo estaba destinado.

Por esos secretos del hado, llegó cuando más necesario nos era, entre las turbulencias de la grave crisis económica de los años 90, y abrigo la íntima certeza de que su presencia en las librerías y bibliotecas nos ayudó también a resistir, en aquello que era su esencia, es decir, mantener viva la idea de libertad y soberanía, frente a los terribles desafíos internos y externos que retaban por aquellos años a la Revolución, no muy diferentes a los que seguimos confrontando ahora. Por eso me gusta pensar en Ese sol del mundo moral como un libro que renace siempre, que es capaz de derrotar imposibles históricos, como tanto le gustaba conjeturar a Lezama, y que expresa como pocos, en un lenguaje ameno, cordial y profundo, la verdadera naturaleza de las luchas y sacrificios del pueblo cubano, en aras de realizar aquel supremo ideal martiano: “conquistar toda la justicia”.

(Fuente: HR)