La Habana Y Eusebio prisionero de sus muros para siempre
martes, 16 de noviembre de 2021
3:41:06 pm
“Quise encerrar a La Habana Vieja en las paredes pétreas de un museo, pero ella me hizo prisionero de sus muros para siempre”.
Eusebio Leal Spengler
Este lunes, vísperas del 502 aniversario de la Villa de San Cristóbal de La Habana, el querido Historiador de la Ciudad volvió de la paz eterna para andar y desandar sus habaneras calles, saludando a todos, con ese gesto de la mano al aire, tan común y cercano, atrapado ahora en el escultórico bronce del cubano José Villa Soberón.
Y sin duda, las mejores palabras para evocarlo en una tarja, colocada justo sobre un banco donde Eusebio, el incondicional enamorado y defensor a ultranza de la capital cubana, solía sentarse para amainar la fatiga tras ese andar La Habana que le exigió un proyecto al cual se aferró hasta los últimos días de su existencia.
Ambos recordatorios, colocados en el otrora Palacio de los Capitanes Generales, sede de la Oficina del Historiador por muchos años, fueron develados por el Presidente de la República y Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
Esa estatua a tamaño natural es la que “hemos soñado para Leal, para perpetuar su legado, para que las nuevas generaciones tengan ese emblema en bronce”, dijo Magda Resik, directora de Comunicación de la Oficina del Historiador (OHCH), durante la ceremonia que dio inicio al tradicional onomástico de la capital cubana.
Con posterioridad los presentes se dirigieron a El Templete, lugar donde el 16 de noviembre de 1519 se efectuaron la primera misa y el primer cabildo de la Villa. En el lugar, el Presidente, acompañado de su esposa y las máximas autoridades provinciales, dio las tres vueltas a la ceiba, antiquísima costumbre en torno al árbol símbolo de la urbe.
A Eusebio desde la fidelidad y el respeto
En las palabras centrales, el Dr. Félix Julio Alfonso, calificó a Eusebio como una criatura singular, “donde se daban cita, en amoroso haz, el hombre práctico, el soñador, el admirador de la belleza, el político, el historiador, el orador sublime, el protector del patrimonio, el romántico, el mecenas, el patriota, el fundador, el constructor, el arquitecto, el artista y el filántropo”.
Afirmó el Historiador, que a Eusebio le quedaba mucho por hacer y “su ejemplo de consagración a la obra de restaurar La Habana Vieja, debía constituir motivo de inspiración para quienes tenemos la dicha y el compromiso de continuar, desde la fidelidad y el respeto, aquella colosal faena…”
“Eusebio, discípulo aventajado del comandante Fidel Castro, a quien tanto admiró y cuya amistad fue esencial a lo largo de su vida, también militaba en el bando de los apurados y los inconformes. Era de los que pensaban que un minuto perdido en actos que no fueran creadores era un agravio, y que cada fundación era un suceso de felicidad y de amor”, aseveró el también Decano del Colegio Universitario San Gerónimo.
El mejor de todos los homenajes, el más entrañable para honrar su memoria —dijo—: “es el de hacer cada día lo que corresponde a sus colaboradores, cada uno en su puesto, llevando adelante esa utopía benefactora que es la salvaguarda y gestión del Centro Histórico de La Habana”.
Para Alfonso, La Habana llega a su 502 aniversario inmersa en una verdadera fiesta de pueblo, con sus plazas, parques, avenidas, escuelas, universidades y fábricas abiertas, vencedora de la terrible pandemia que azota al mundo, gracias a la eficaz y perseverante gestión del Gobierno y el Partido, la resiliencia de la sociedad y el talento y el heroísmo de nuestros médicos y científicos (…)
“Tenemos pues, muchas razones en este aniversario para seguir siendo, como reza el lema, Leales a Leal, que es lo mismo que decir leales a Cuba, a la patria amada que nos contempla orgullosa, a su noble y valeroso pueblo, a la generación histórica que hizo la Revolución, a los héroes y mártires de nuestra historia.
“Y también a esa ciudad misteriosa, espléndida, maravillosa, alegre y revolucionaria; por cuyas plazas y calles anduvo un intrépido caminante durante más de medio siglo, con zapatos que fueron gastados por el tiempo, y que como invoca la hermosa lápida que se ha develado en el patio umbroso del antiguo Palacio, trató de apresarla entre las paredes de un museo, y terminó siendo prisionero de la magia de sus muros para siempre”, concluyó.
(Fuente: HabanaRadio/Cubadebate/Yoel Lugones Vázquez/ Alexis Rodríguez)
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