Blogia
LA TECLA CON CAFÉ

Cronicafeando

Las luces verde olivo del triunfo

Las luces verde olivo del triunfo

 

 

Lecciones bolivianas para América Latina

Lecciones bolivianas para América Latina


lunes, 14 de diciembre de 2020
7:49:50 am

En esta América Latina tensionada, Bolivia nuevamente se convirtió en el epicentro en este ya casi agotado 2020, sobre todo porque nos dejó varias lecciones imprescindibles para tener en cuenta en el año venidero. 

Cada vez resta menos para que termine el año 2020, un año que ha tenido de todo: desde la pandemia Covid-19 hasta la muerte de Maradona. En este tiempo, Chile aprobó un plebiscito para enterrar definitivamente la constitución pinochetista; Trump perdió las elecciones desconociendo los resultados; Maduro sigue firme y Guaidó se quedó en eso, en seguir siendo Guaidó, sin más pena ni gloria que una autoproclamación sin efectos; en Perú modificaron el Congreso y luego el presidente, hasta dos veces, sin necesidad de acudir a las urnas; en Ecuador cambiaron varias veces de vicepresidente; se consolidó el eje progresista Argentina-México con dos presidentes muy protagónicos en lo geopolítico, Alberto Fernández y Andrés Manuel López Obrador, cada cual a su manera. 

 

En esta América Latina tensionada, Bolivia nuevamente se convirtió en el epicentro en este 2020, sobre todo porque nos dejó varias lecciones imprescindibles para tener en cuenta en los meses venideros. 

Primero, no se consigue tan fácilmente la desaparición de una identidad política arraigada en la ciudadanía, ni con un golpe de Estado, ni con proscripciones, ni con persecución.

Segundo, el neoliberalismo demuestra una vez más su incapacidad para consolidar democracias, gestionar la economía (en lo macro y en lo micro), administrar el Estado, garantizar estabilidad institucional, proporcionar seguridad jurídica. 

Tercero, las convicciones son rentables electoralmente a pesar de lo que digan muchos manuales ortodoxos de comunicación política. Un corpus ideológico, bien traducido en propuestas cabales, cuando sintonizan con los sentidos comunes tiene alta probabilidad de tener mayorías. 

Cuarto, gobernar desgasta mucho y limita la posibilidad de reciclar la épica, el relato, la narrativa, los horizontes. En el caso del MAS (Movimiento al Socialismo), en este corto periodo de tiempo afuera de la gestión gubernamental, se regeneraron dinámicas que habían quedado relativamente oxidadas algún tiempo atrás.  

Quinto, la derecha no siempre está unida, ni es tan monolítica ni homogénea como se presupone. Pasó en Bolivia y ha pasado en muchos otros países de América Latina. Existen muchos más matices en el universo conservador del que nos imaginamos (visiones regionales, intereses económicos, vínculos internacionales, etc.)

 

Sexto, los grandes medios de comunicación se han convertido en objetos de consumo masivo, de entretenimiento, pero no constituyen ninguna fuente de credibilidad. Si hiciéramos un ejercicio de correlación estadística simple entre cantidad de portadas y titulares en contra de Evo y Arce en Bolivia, o de Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, e intención de voto, nos encontraríamos una relación inversa. 

Séptimo, las redes sociales importan, pero resulta importante dimensionarlas en su justa medida. El crecimiento de ese universo es evidente, pero no hay que confundir ese progreso con considerar que todo el mundo decide su voto según lo que lea en Twitter, Facebook o Instagram. Aún resta mucho por conocer cómo ellas transforman nuestras mentes, nuestros pensamientos y nuestras preferencias políticas y electorales.  

  

     

Octavo, y no por último menos importante: todos aquellos que pregonan que no hay relevo detrás de los liderazgos históricos de la izquierda latinoamericana vuelven a hacerse trampas al solitario. Lucho Arce y Alberto Fernández ya son presidentes. Hay muchas probabilidades que Andrés Arauz lo sea en Ecuador. Hay líderes como Daniel Jadue en Chile, Verónika Mendoza en Perú y Gustavo Petro en Colombia, que también tienen significativas opciones para ello. 

Son todos aprendizajes útiles para lo que se viene en nuestra América Latina en disputa.

(Fuente: carasycaretas.com.uy/ Alfredo Serrano Mancilla/Director Celag)

 

 

¿Por qué los soviéticos enviaron perros al espacio en lugar de monos?

¿Por qué los soviéticos enviaron perros al espacio en lugar de monos?

 

sábado, 12 de diciembre de 2020
07:36:44 am

Lo mismo con lo mismo, y Cuba en sus mismas

Lo mismo con lo mismo, y Cuba en sus mismas

 

sábado, 07 de noviembre de 2020
12:16:09 am
 

Por Mercedes Rodríguez García

Escribo de jueves para sábado, para la edición semanal de Vanguardia, apremiada por el cierre — y con la bola de cristal averiada—, por lo que no me da tiempo a conocer el conteo más actualizado de las enrevesadas elecciones presidenciales del martes 3 de noviembre en Estados Unidos, cuyas diferencias de votos entre Trump y Biden continuaban siendo mínimas en algunos de los estados clave que faltaban por decidir y que pudieran inclinar la balanza a uno u otro candidato.

A última hora de la tarde en que redacto la atención estaba enfocada en el recuento de votos en Nevada, Pensilvania, Carolina del Norte y Georgia, mientras que en Arizona, un estado en el que las proyecciones de algunos de los principales medios habían dado la victoria a Biden, las distancias entre ambos se han acortado.

Entonces, tal y como andaban las cosas, voy a arriesgarme y a asumir como real la autoproclamada victoria que —ante la vorágine de información sobre el escrutinio de los datos, cuando veía que perdía margen con su oponente—, se ha arrogado Donald Trump en cuatro estados clave —irresponsablemente, todavía sin datos definitivos— calificando el proceso de «fraude», pidiendo que se dejen de contar los votos —pura dinamita—, y  amenazando con acudir a la Corte Suprema «para ver qué ha pasado».

Sabe muy bien que lo que ha pedido y denunciado como engaño, precisamente en unos comicios en el que el sufragio por correo ha sido más numeroso que nunca debido a la pandemia, es para que las boletas sin contar aún no se tengan en cuenta. 

No es constitucional, pero quien se juega la reelección traza sus estrategias y escoge la táctica para que le funcionen very well, aún —como es su caso— de manera surrealista o rozando el absurdo, en un país donde todo puede ocurrir y nada asombra que ocurra. Tal es el caso de asentar que las presentes elecciones serán ilegítimas si no las gana él,  a mi juicio —y el de los expertos— el mensaje de campaña más resbaladizo lanzado por el republicano, o afirmar que los demócratas han contratado agentes norcoreanos y chinos para firmar sobres, lo que indica su ignorancia sobre la forma en que se rastrean y tabulan las papeletas. 

Mas, la postura de Trump me parece comprensible si se tiene en cuenta que en 2016 —sin los millones de contagiados ni miles de fallecidos por la Covid-19 en la gran nación— obtuvo resultados mucho mejores en el recuento de votos presenciales que con el voto por correo. Entonces, impedirlo incrementaría sus probabilidades de ser reelegido, ya que los votos suprimidos corresponderían en gran medida a los de sus detractores. 

¿Y si me equivoco al asumir como segura la autoproclamada victoria de Trump, y como ha vaticinado el profesor norteamericano Allan Lichtman, sucede que este año se acaba la era de Donald Trump y empieza la de Joe Biden…? Claro, vale. Puede suceder. 

Según Lichtman hay fallos en el sistema que le han hecho perder votos aTrump. Los republicanos, por ejemplo, no ganaron en 2018 las elecciones legislativas; la pandemia del coronavirus, ha cambiado todo en pocos meses y ha llevado EE.UU. a la recesión; la muerte de George Floyd a manos de la policía en Minneapolis y los graves episodios de violencia y conflictividad social que desató; el juicio político (impeachment) al que Trump se vio sometido en el Congreso, y el protagonismo en otros muchos escándalos, desde la supuesta trama rusa para influir en los comicios de 2016 hasta las acusaciones de nepotismo en la Casa Blanca. Lichtman cree también que Trump no ha sufrido grandes fracasos, pero tampoco ha cosechado ninguna victoria relevante. 

¡Qué Donald Trump no es un entusiasta de la verdad!, se sabe. Asimismo, que según un estudio realizado por The Washington Post, desde que llegara al cargo de su boca han salido 20.055 falacias. Que desde que entró a la Casa Blanca tras ganar las elecciones en 2016 no hay día en el que no sea el protagonista de algún titular escandaloso, de algún twiteo ofensivo, indecoroso o provocativo. Que un total de 11 mujeres le han denunciado por diversos tipos de acoso, y que sobre ellas ha dicho que puede «agarrarlas del coño» o «lo que sea», pero además que las besa en la boca sin pedirles permiso. Que se considera «inteligente» por su habilidad para no pagar impuestos durante casi dos décadas. Que ha sido capaz de burlarse de un periodista discapacitado en un acto de campaña… 

No obstante  Donald Trump es «un gran showman», y su figura solo genera simpatías en su base más fiel de votantes, y eso bien que lo ha sabido encauzar y explotar a su favor el rubio del gran tupé. 

¿Y Joe Biden? «Sucesor de Obama y su legado nada menos, ideológicamente —afirma Lichtman— es moderado y explota esa imagen de conciliador con la oposición, seguro debido a su carrera dilatada, de trato afable, con raíces obreras, la lucha contra el racismo es uno de sus puntos fuertes. Además, quiere acabar con los estigmas y se ha comprometido a aprobar un plan de lucha contra la pobreza. Gusta su discurso entre la media del electorado, pero él mismo es su peor enemigo: sus despistes, sus incoherencias, hacen saltar las alarmas». 

¿Biden ganador? Claro, vale. Puede suceder. Pero según Licthman sin perder de vista las circunstancias que pueden alterar su plan: el coronavirus, Rusia, Irán, los escándalos que en cada campaña se saca de la manga en el último minuto... Pese a ello, insiste en la fortaleza de sus conclusiones. Sólo puede fallar si los resultados se impugnan ante los tribunales —lo que estaría por ver—, o si la desmotivación y las dudas sobre las elecciones terminan por dar una baja participación, cosa que no ha sido así sino todo lo contrario. 

En definitiva, sea de nuevo Trump o por primera vez Biden, los cubanos  —como ha escrito el colega Aldo Musa en el sitio digital CubaSí—,  con Trump «ya sabemos lo que tenemos que enfrentar, y con el demócrata, la historia demuestra que no se puede ilusionar mucho con un mejor trato, aunque siempre habrá que tener un compás de espera».

 Cierto que con Donald Trump —pero desde la era Carter— los sectores de la extrema derecha cubanoamericana han tenido fuertes aliados dentro del equipo gubernamental norteamericano y contado con su complicidad para los planes de liquidar a la Revolución, a favor del más extenso e inhumano bloqueo conocido por la Humanidad, y hacer fracasar cualquier diálogo con posibilidad de entendimiento.

Con mandato de Clinton hubo momentos de entendimiento, principalmente en el flujo migratorio y en la solución de la denominada crisis de los balseros.

Posteriormente, con George Bush en el poder, las cosas fueron de mal en peor, hasta que en el segundo mandato de Barack Obama fue posible el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, el 17 de diciembre del 2014.  Fue entonces que por vez primera y única EE.UU. se abstuvo en la resolución presentada anualmente por Cuba en la ONU de condena al bloqueo.

El exvicepresidente bajo el mandato de Obama, refirió hace poco en Florida, reñido bastión electoral donde reside un sector importante de cubanos: «Necesitamos una nueva política hacia Cuba. El enfoque de este gobierno no está funcionando. Cuba no está más cerca de la libertad y la democracia hoy que hace cuatro años».

No hay por qué ilusionarse si ganase Biden, no se puede esperar que su política hacia Cuba sea de tan alto perfil como la de Obama en su segundo mandato. De entonces acá se ha hecho mucho daño y Biden no va a dar prioridad a Cuba en su política exterior.

La historia se ha encargado de ilustrar que tanto el Partido Republicano como el Partido Demócrata han mantenido y defienden las mismas concepciones estratégicas y doctrinales. Trump con un enfoque directamente confrontacional y agresivo; el de Biden, menos estridente, centrado en propuestas para empoderar a la clase media a través de mejoras en los programas de educación, inversión en instalaciones escolares, una reforma fiscal en favor de la clase media y garantías a la salud.

En resumen, y sin resultados finales en varios estados: con Trump de nuevo, más de lo mismo; con Biden, lo mismo con lo mismo, y por supuesto, Cuba, en sus mismas: mantener la independencia y soberanía que tanto le ha costado, pero siempre dispuesta a conversar civilizadamente y sobre la base del respeto mutuo y el Derecho internacional.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Dime Simone, ¿dónde queda el cielo, cómo es?

Dime Simone, ¿dónde queda el cielo, cómo es?


viernes, 30 de octubre de 2020
10:24:14 pm
 

Por Mercedes Rodríguez García 

Simone, una madre brasileña de 44 años, era una mujer de alegría y mucha fe. Lo que más le gustaba era rezar, pedir a Dios por todos. Antes de ir a trabajar, siempre pasaba por la iglesia para dar gracias por el día y por todas las mercedes otorgadas. Pedía a su Cristo salud, protección y paz… 

Simone Barreto Silva, fue atacada dentro de la iglesia, de donde salió herida y corrió para refugiarse en un café cercano… Pero ¡la mataron! Ni el Todopoderoso ni el asesino, sintieron compasión por la infeliz católica, una de las tres víctimas del ataque en la Basílica de Notre-Dame en Niza (Francia), ocurrido ayer jueves 29 de octubre. 

Simone falleció debido a las puñaladas recibidas. Dicen que un testigo la escuchó decir al morir: "Dile a mis hijos que los amo". Dicen también, que el homicida repetía “Allahu Akbar, Allahu Akbar” (Dios es grande). 

¡Pobre Simone! ¡Infeliz Simone! 

¡Ay, Simone, dime, cuán cierto puede ser eso de que estabas en el lugar equivocado, el día equivocado, a la hora equivocada. No, no, no. Déjame pensar que todo ocurrió porque Dios te necesitaba junto a él. Necesitaba una cristiana valiente, negra, nacionalizada francesa, licenciada en gastronomía y entendida en eso de cuidar de ancianos. 

¡Pobre Simone! ¡Infeliz Simone!

Nacida en Lobato, en el barrio de Salvador (Brasil), Simone emigró a Francia cuando era una adolescente.

La familia “está devastada”, dijo Rita de Cássia Barreto, prima de Simone. Y es, Rita, que ni Dios ni el terrorista pueden imaginarse el dolor que está experimentando la familia, los tres niños quedados sin su madre.

Es muy difícil, Rita. ¡Muy difícil!

Se ha cumplido lo escrito por Mateo: “Hágase tu voluntad, así en la tierra como en cielo”.

¿Y quien dijo que la basílica Notre-Dame, en pleno corazón de la Riviera Francesa, no está en la Tierra? Mas, el cielo, Simone, el cielo donde seguramente estás ahora: ¿Dónde queda? ¿Cómo es?

 

En contexto:

La Policía francesa anunció este viernes 30 de octubre la detención de un hombre por su presunta complicidad con el autor del atentado. "Un hombre de 47 años fue detenido en la noche de ayer. Es sospechoso de haber estado en contacto con el autor", indicó a la agencia EFE una fuente judicial.

El atacante, Brahim Aouissaoiu, se encuentra hospitalizado bajo custodia policial, después de ser herido de bala por los agentes. El hombre de 21 años llegó el pasado 20 de septiembre a la isla italiana de Lampedusa, procedente de Túnez.

La investigación se centra ahora en averiguar cómo llegó a Francia desde el puerto italiano de Bari y sus "eventuales complicidades", señaló el fiscal nacional antiterrorista, Jean-François Ricard, durante una declaración a la prensa la pasada noche. "En cuanto al autor, se encontraron un Corán y dos teléfonos. Cerca de allí, se descubrió el arma homicida, un cuchillo de 30 centímetros de tamaño con una hoja de 17 centímetros", informó el fiscal.

(Fuentes: ACI Prensa/ france24/AFP)

¿Trump o Bien?: Gane quien gane, formas distintas pero en esencia, lo mismo

¿Trump o Bien?: Gane quien gane, formas distintas pero en esencia, lo mismo

 

viernes, 30 de octubre de 2020
7:24:14 pm 

La política exterior estadounidense no cambiará mucho si Biden gana las presidenciales del próximo 3 de noviembre. O lo que es igual, si Joe Biden se convierte en el presidente 46 de Los Estados Unidos de América. 

Eso sí, cambiarán sobre todo las formas: Biden evitará entrar en guerras comerciales y tratará de reparar las alianzas y compromisos rotos por Trump.  Pero, en esencia, Estados Unidos va a seguir enfrentándose a China, retirando sus tropas del extranjero y preocupándose más de sus problemas internos. 

Las elecciones presidenciales en Estados Unidos prometen ser un punto de inflexión para el país en el ámbito nacional. Pero gane quien gane, la política exterior mantendrá las tendencias que empezaron con Obama y se pusieron de relieve con Trump. 

   

Estados Unidos seguirá priorizando sus problemas internos a las cuestiones internacionales y tratando de desviar sus recursos financieros, humanos y militares del extranjero a casa.

Estados Unidos y el orden internacional están en un momento de transición.

La Administración Trump ha provocado disrupciones en todos los frentes, y las presidenciales del martes 3 de noviembre podrían suponer un antes y un después para el país. Sin embargo, puede que estas elecciones no sean tan determinantes para la política exterior estadounidense como para el ámbito interno.

Mucho antes de la presidencia de Trump, el orden liberal internacional que EE.UU. había forjado y liderado tras la Segunda Guerra Mundial había empezado a quebrarse, siendo cada vez menos liberal, menos ordenado y menos estadounidense.

En ese contexto, la política exterior estadounidense tradicional ya no se ajustaba a la realidad mundial, ni tampoco a la interna del país. Trump puso de relieve esa tendencia, centrándose más en su electorado que en aventuras en el exterior.

Pero ese cambio de rumbo ya lo marcó Obama, y se mantendrá gane o no gane Biden las elecciones.

En contexto:

  • El presidente Donald Trump y el candidato demócrata Joe Biden visitaron esta semana la Florida, un estado clave donde ambas campañas esperan que el voto hispano incline la balanza hacia su lado este martes 3 de noviembre. 
  • Más de 80 millones de estadounidenses habían votado hasta jueves, según una encuesta de CNN con datos de funcionarios electorales en 50 estados y Washington.

Camino y corazón

Camino y corazón


miércoles, 28 de octubre de 2020
5:08:30 pm


Por Mercedes Rodríguez García

¿Quién es ese barbudo que la multitud aclama y Fidel le pregunta si va bien? ¿Quién es ese hombre inquieto de sombrero alón camagüeyano? ¿Quién es ese hombre cuyo encanto y expresividad permanecen vivos a través de los años? ¿Quién es ese hombre que perdura en el pueblo entre mil anécdotas y no menos historias? ¿Quién es ese Comandante que emociona y conmueve todavía al discursar los versos de Bonifacio Byrne: «Si deshecha en menudos pedazos / llega a ser mi bandera algún día / nuestros muertos alzando los brazos / la sabrán defender todavía?». ¿Quién es ese hombre, magnánimo jefe, haz de sencillez, victoria y gloria? ¿Quién es ese hombre que el Che aclamó Señor de la Vanguardia, el más brillante de todos los guerrilleros? ¿Quién es ese hombre franco, alegre, dispuesto a dar la vida; a pasar los peligros más grandes con naturalidad total y sencillez completa? ¿Quién es ese hombre para quien los trabajos y los sacrificios no culminaban el Primero de Enero, sino que comenzaban con el mismo triunfo de la Revolución? ¿Quién es ese hombre leal y convencido de que «este pueblo no se puede dividir»? ¿Quién es este hombre que hace llenar el mar de flores cada 28 de octubre, sin que ese día sea precisamente de dolor y de luto? 

De ese hombre no hay que escribir su nombre, que es Camilo. Camilo siempre en camino, entre la tierra y el cielo. Camilo, leyenda, verso, canción. Camilo, ¡tan despierto y tan crecido!, que ya es país, nación y patria. Camilo sin edad de muerto ni nacido. Camilo corazón. Camilo vivo.

Un reality show surrealista

 

sábado, 10 de octubre de 2020
9:58:09 pm 

Algunos expertos dicen que si Trump intentaba deliberadamente sabotear su propia campaña presidencial, difícilmente podría hacer un mejor trabajo que la semana pasada. 

Fue la semana en que los hombres con batas blancas finalmente vinieron por Donald Trump. Siete médicos con mascarillas surgieron del hospital militar Walter Reed en las afueras de Washington para intentar asegurarle a un mundo escéptico que su paciente más famoso estaba venciendo al coronavirus. 

Habían presionado al presidente de los Estados Unidos para que tomara medicamentos antivirales experimentales y le habían recetado un curso agresivo de esteroides que no estaba disponible para el paciente promedio. Pero no pudieron curar lo que muchos críticos consideran la patología principal de Trump: el narcisismo crónico. Tomó un vuelo triunfal en helicóptero de regreso a una Casa Blanca devastada por Covid-19, escenificó un tipo duro "El momento Mussolini" en su balcón y desató una guerra relámpago de tweets tan erráticos que sorprendieron incluso a los observadores de Trump curtidos por la batalla. 

Los médicos dijeron que sus signos vitales físicos estaban mejorando; Los encuestadores dijeron que sus signos vitales políticos se estaban estancando, con su rival, Joe Biden, liderando en 16 puntos porcentuales en una encuesta de CNN menos de un mes antes de las elecciones presidenciales. Algunos dijeron que, si Trump intentaba deliberadamente sabotear su propia campaña, difícilmente podría hacer un mejor trabajo que la semana pasada. 

 "Este @POTUS ha convertido su propio suicidio político en un reality show surrealista", tuiteó David Axelrod, ex estratega jefe de Barack Obama. 

Trump, de 74 años y clínicamente obeso, se despertó el sábado pasado en la suite presidencial del centro médico Walter Reed en Bethesda, Maryland, con sus seguidores acérrimos que agitaban la bandera en masa afuera. Había volado allí la noche anterior después de dar positivo por Covid-19, un virus que pasó meses minimizando tanto en palabras como en acciones, incluso cuando mató a más de 210,000 estadounidenses. 


Con la especulación global en un punto álgido, su equipo de médicos apareció en las escaleras del hospital para insistir en que su paciente estrella estaba mejorando. Pero, como médicos de spinning, tenían menos práctica. Sean Conley, el médico de la Casa Blanca, se negó repetidamente a decir cuándo el presidente recibió su última prueba negativa (la Casa Blanca aún se niega a revelar esto). 

También hizo esfuerzos insoportables para evitar responder directamente si Trump había recibido oxígeno suplementario. Veinticuatro horas después, parado en el mismo lugar, admitió que Trump lo había hecho. "No quería dar ninguna información que pudiera dirigir el curso de la enfermedad en otra dirección", explicó Conley vacilante. "Y al hacerlo, ya sabes, resultó que estábamos tratando de ocultar algo, que no era necesariamente cierto". 

Los otros tratamientos del presidente consistieron en un cóctel de anticuerpos experimentales, el medicamento antiviral remdesivir y, después de que su nivel de oxígeno en sangre descendiera dos veces repentinamente, dexametasona, un esteroide que generalmente solo se recomienda para los muy enfermos. El domingo por la noche, Trump, una ex estrella de reality shows, dio otra sorpresa, viajando en una limusina blindada afuera del hospital y saludando a sus seguidores. Los expertos advirtieron que estaba poniendo en peligro a su destacamento del Servicio Secreto en el vehículo hermético. Un médico de cabecera de Walter Reed calificó el truco de "locura". 

Para mayor consternación, Trump anunció a través de Twitter el lunes que regresaría a la Casa Blanca y el equipo médico dijo que respaldaba la decisión. Justo a tiempo para las noticias de la noche, el presidente voló a través de Washington hasta la Casa Blanca, subió una escalera hacia el balcón, hizo un doble pulgar hacia arriba y rápidamente se quitó la máscara. Continuó tuiteando videos de su regreso al atardecer acompañado de música heroica y comentarios en los que, respirando más profundamente de lo habitual, afirmó: “Nadie que sea un líder no haría lo que yo hice. Y sé que hay un riesgo, hay un peligro, pero está bien. Y ahora estoy mejor. ¡Quizás soy inmune! No lo sé. Pero no dejes que domine tus vidas. Sal ahí fuera. Ten cuidado. Tenemos las mejores medicinas del mundo ”. Fue lo contrario de lo que aconsejaría cualquier funcionario científico o de salud pública, ya que los EE. UU. Continúan informando más de 44,000 nuevas infecciones por Covid-19 cada día. 

De hecho, Trump entró en un edificio muy diferente de cuando lo dejó. El complejo de la Casa Blanca fue descrito como una "ciudad fantasma" con más de una docena de empleados, incluido el asesor principal Stephen Miller y la secretaria de prensa, Kayleigh McEnany, que dieron positivo. 

Rich Galen, un estratega republicano, dijo: “La noción de que la Casa Blanca sea la zona caliente del epicentro del mundo es increíble. En lo que respecta a Trump, sabemos esto de él: se puede decir, ¿cuántas personas han muerto por coronavirus? Bueno, si ninguno de sus nombres es Donald J. Trump, entonces la respuesta es ninguno". 


Se dijo que la moral en el estrecho ala oeste, donde durante meses se despreciaron las pautas de salud y se ridiculizó a quienes usaban máscaras, estaba desesperada, con especial frustración en el jefe de gabinete, Mark Meadows, por su incapacidad para controlar a Trump o comunicarse con él. personal sobre su seguridad personal. 

Chris Whipple, autor de The Gatekeepers: Cómo los jefes de personal de la Casa Blanca definen cada presidencia y The Spymasters: Cómo los directores de la CIA dan forma a la historia y el futuro, dijo: “Esta es la culminación de un jefe de personal de la Casa Blanca que ha estado desde el primer día. Ha sido una Casa Blanca disfuncional y rota desde el principio y ahora podemos ver que no hay fondo. 

“Es mucho peor de lo que pensamos y, francamente, es casi increíble ver a un jefe de gabinete de la Casa Blanca conspirar con el presidente en una negación total de la ciencia básica. Meadows ha abdicado de su responsabilidad desde el primer día de decirle al presidente la duraverdad”. 

Whipple agregó: “No pudo tener ningún protocolo en la Casa Blanca con el resultado de que el personal ahora está cayendo como moscas. Ningún jefe de gabinete competente de la Casa Blanca hubiera permitido jamás ese evento de cuerno de hojalata de Mussolini en el balcón de Truman o el paseo que lo precedió y que posiblemente puso en peligro la vida de sus agentes del Servicio Secreto. Así que creo que ha sido un desastre absoluto bajo el mando de Meadows". 

El martes, Trump volvió a frustrar las esperanzas de haber aprendido la lección, comparando Covid-19 con la gripe estacional, tal como lo hizo al comienzo de la pandemia. También sorprendió a los miembros de su propio partido republicano al interrumpir abruptamente las negociaciones con el Congreso para una nueva ronda de estímulos para la economía en crisis. hasta después de las elecciones. En cuestión de horas, revirtió parcialmente la decisión, sembrando aún más confusión. 

El miércoles, Conley dijo que Trump no había tenido fiebre durante más de cuatro días y no había tenido síntomas durante más de 24 horas. Pero los expertos médicos se preguntaron en voz alta si su tratamiento con esteroides podría estar provocando cambios de humor.  

El presidente regresó a trabajar en la Oficina Oval, rompiendo las reglas de aislamiento de su propia administración, y se desató con otra descarga de tweets y retweets: extravagantes, autocontradictorios, desquiciados. En otro video, afirmó que su infección por coronavirus era "una bendición de Dios". 


A la mañana siguiente, Trump dio su primera entrevista desde la hospitalización durante una hora frenética en el canal Fox Business. "Me siento bien", dijo despreocupadamente. "Realmente bueno. Pienso perfecto. Creo que estoy mejor hasta el punto en que me encantaría hacer un rally esta noche ". Añadió que es un "espécimen físico perfecto" y "extremadamente joven" y ya no "contagioso en absoluto". 

También dejó en claro que se negaría a participar en un debate virtual con Biden el 15 de octubre, aunque, según los informes, sus asistentes están tratando de cambiar de opinión, advirtiendo que se está quedando sin tiempo ya que las encuestas muestran que el exvicepresidente podría ganar un deslizamiento de tierra el 3 de noviembre. Los republicanos del Congreso a la reelección también temen fusión de un reactor. 

Mientras tanto, los demócratas anunciaron planes para establecer un panel para revisar la salud y la aptitud de Trump para el cargo, lo que plantea el espectro de su potencial destitución antes del día de la inauguración. Fue otra indicación de que, si bien Trump siempre ha sido un disruptor que se deleita provocando un flujo constante de conmoción e indignación, esta vez se siente diferente. 

Elaine Kamarck, asesora sénior de políticas en la Casa Blanca en la década de 1990, dijo: “Es más de lo mismo, pero está empeorando. No sé si es la enfermedad, la medicación o la realidad de que día a día se está retrasando más en esta carrera, pero es errático. 

“Mire lo que hizo, de repente, de la nada, diciendo que no vamos a negociar un paquete de estímulo. Luego, por la noche, obviamente la gente le había dicho, oye, esto es una locura, así que está bien, bueno, haremos facturas individuales, lo cual no está en las tarjetas". 

Kamarck, investigador principal del programa de estudios de gobernanza del thinktank de Brookings Institution en Washington, agregó: “Se está deteriorando. Su irracionalidad es más extrema. Su arrogancia: solo dijo que es un espécimen físico perfecto. ¿Qué hombre gordo de 74 años es un espécimen físico perfecto? Dáme un respiro. 

"Es un desastre. Está hecho un lío. No veo cómo se sale de eso".

(Fuente: theguardian.com/David Smith in Washington)