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LA TECLA CON CAFÉ

Murió Lucía Huergo, figura esencial de nuestra música

Murió Lucía Huergo, figura esencial de nuestra música


7:17:09 a.m.

Lucía, nacida en La Habana, el 17 de no­viembre de 1951,  fue una de esas artistas que siempre andaba  un paso por delante en el acontecer del circuito musical cubano.

Cuando me disponía a escribir este viernes sobre la presencia de varios grupos de categoría en  las Romerías de Mayo, llegó  la noticia del fallecimiento por un carcinoma de pulmón, a los 63 años,  de una figura esencial en la música cubana, la compositora, arreglista  e instrumentista Lucía Huergo, una de las más hábiles creadoras de la cultura so­nora insular en las últimas décadas.

Lucía, nacida en La Habana, el 17 de no­viembre de 1951,  fue una de esas artistas que siempre andaba  un paso por delante en el acontecer del circuito musical cuba­no. De hecho era en sí misma un ex­traor­dina­rio laboratorio creativo. Para comprobarlo solo había que verla poniendo sus ha­bili­dades al servicio de proyectos de primerísimo nivel en los que siempre de una manera u otra se percibía su contribución. Como botón de muestra se puede ci­tar su paso por las bandas Síntesis y Mez­cla.

Lucía llegó a Síntesis en la década de 1980 y tras su incorporación en la banda dirigi­da por Carlos Alfonso es­cribió varias de sus pá­ginas más memorables, algo plasmado en discos cimeros de la alineación co­mo Hilo directo (1986) y An­cestros (1987), en el que aparecen piezas anto­lógicas de su autoría co­mo Asoyín y Meregguo,  que  en­ri­que­cie­ron  radicalmente el discurso de la alineación, un cruce de caminos entre la tra­di­ción africana, el rock y elementos de la  elec­trónica.

La Huergo, que tocaba con soltura el  sa­xofón, la flauta, el clarinete, y el oboe, fue uno de esos espíritus libres que  encontró su independencia  emocional y su mejor refugio en el mundo de  las nuevas mezclas, en la experimentación  con sonidos de aquí y allá, en la música vitalista y con personali­dad propia. Tanto que siempre se alejaba del desierto de la soledad  colaborando con proyectos de amigos y con músicos con los que se identificaba y solicitaban sus servicios,  ya que, como se sabe, contar con ella en la retaguardia era una carta de triunfo. Así se le po­día encontrar colaborando con figuras como Teresita Fernández, Xiomara Lau­gart, Mi­riam Ramos, Liuba María He­via, Yu­sa,  Hei­di Igualada, Ireno García, en­tre mu­chos más.

Pero en su itinerario so­bre­sale particularmente su trabajo con  los trovadores Sa­ra Gon­­zález y Amaury Pérez, con quie­nes estableció un estrecho y fecundo intercambio creativo. Como los productores e ins­trumentistas de estirpe, dejaba escrito su se­llo  de una  forma irrefutable en cada grupo o proyecto en el que intervenía.  Al igual que en Síntesis, Lucía contribuyó notablemen­te al lenguaje sonoro de Mez­cla, la agrupación liderada por el guitarrista Pablo Me­néndez, con la que grabó  los discos Cantos (1992) y Fron­teras de sueños (1994) y enseñó su clase en eso de avecinar los ritmos afrocubanos, la música popular  y el rock, además le permitió sentar cátedra nuevamente en los terrenos del jazz,  una de sus grandes pasiones.

Arreglista, productora, compositora y mul­­tinstrumentista y experta en el trabajo con las nuevas tecnologías,  su obra  en solitario nun­­ca ocupó demasiado espacio en los me­dios nacionales.  De ahí que muchos solo la iden­­tifiquen acompañando en la aventura de la creación  a sus colegas de oficio.  Pero la Hu­e­r­go en solitario dio forma a varios discos construidos con una detallada arquitectura sonora que parece una obra de relojería, como Sinfonía Hemingway, Lu­cía y Zona azul, tres álbumes que resumen di­versas épocas de su vida personal y creativa y la re­velan como una artista  que nunca hizo pac­tos con las fórmulas sonoras más co­munes y con un mundo interior trascendente y lleno de enigmas por descifrar que encontraba su mejor manera de expresarse  a través de la música.

(Fuente: Cubadebate/ Michel Hernández)

 

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