Blogia
LA TECLA CON CAFÉ

Remedios, cuna de los grupos infantiles José Martí en Cuba

Remedios, cuna de los grupos infantiles José Martí en Cuba

 

1:44:08 p.m. 

Por Luis Machado Ordetx 

Un cubano-mexicano virtuoso, el abogado Juan Pérez de Abreu y de la Torre, desde San Juan de los Remedios, trazó una senda. A partir del sábado 16 de noviembre de 1929, en su residencia, marcada con el número 9 de la calle Carrillo, dejó constituido el primer grupo infantil José Martí, vía primigenia para inculcar el amor y difundir las prédicas del Apóstol y sus símbolos de virtud ciudadana.

La elevación de Martí a la categoría de «héroe adorado», en medio de una república que languideció con el pillaje de los primeros desgobiernos, no comenzó precisamente con la generación del 23, como aseguran algunos estudiosos. 

Una década antes el pensamiento revolucionario y antimperialista del Apóstol caló en los fundamentos teóricos de los nacionalistas de Cuba Contemporánea, o de los discursos  narrativos de José Antonio Ramos, o en el dominicano Max Henríquez Ureña y otros escritores de ese período. 

En la colección de ensayos Entreactos (1913), Ramos, el también dramaturgo advirtió que todos debíamos «preferir siempre lo nuestro y amar a Cuba y lo que a Cuba pueda convenirle por encima de todas las cosas». Era la invocación para sacudir el sentimiento dormido de la patria ante la irreparable pérdida de Martí, casi al principio de la Guerra Necesaria que preparó en 1895. 

Julio Antonio Mella, incluso, solicitó dar «un bofetón a tanto canalla, tanto mercachifle, tanto patriota, tanto adulón, tanto hipócrita (…) que escribe o habla sobre José Martí». La prédica la asumió la vanguardia política y estética de la revista de Avance (1927-1930), preparada para   reencontrar el camino del hombre nuevo que encarnó el Apóstol antes del fatídico desenlace del 19 de mayo en Dos Ríos. 

En jóvenes aptos a bregar por una «república con todos y por el bien de todos», esas ideas martianas son lícitas, pero en niños, ¿cómo prender la llama por una ética diferente? ante despotismo y la desolación de las tres primeras décadas, o el decurso de otras  siguientes del pasado siglo. 

Un cubano-mexicano virtuoso, el abogado Juan Pérez de Abreu y de la Torre, desde San Juan de los Remedios, trazó una impoluta senda.

A partir del sábado 16 de noviembre de 1929, en su residencia, en la casa número 9 de la calle Carrillo, dejó constituido el primer Grupo Infantil José Martí, vía primigenia para inculcar el amor y difundir las prédicas del Apóstol y sus símbolos de virtud ciudadana. 

Un testamento ológrafo, ubicado en el Museo Municipal de Historia Francisco Javier Balmaseda, en Remedios, da cuenta del valor y la irradiación del deber ciudadano, la generosidad y el civismo inculcados a los estudiantes-niños incorporados a esos Grupos Infantiles. 

La letra y tinta del texto no se corresponden con la firma final —¿Aracelia Isausari?—, pero es innegable la originalidad del pliego, tal vez escrito antes de 1956. Tiene un inestimable valor al mostrar el amor a la bandera, a los próceres de la Independencia, y la incitación por la Patria, acordes a los principios que trazó a los Grupos Infantiles el infatigable Pérez de Abreu, y otros animadores de su proyecto. 

Al cubano-mexicano lo acompañaron otros martianos de la localidad,   entre los que destacan los doctores Luis Ángel Gorordo Juliá  y Arturo Hernández Irarragorri, inspector jefe del distrito escolar de Remedios, así como Teodosio Montalván Fernández y Rafael Cabrera del Río. 

Ya Remedios tenía su plaza central nombrada Martí. También en uno de los frentes del paseo se enaltecía un busto dedicado al Apóstol. En lo adelante los niños propagarían a la patria y los ideales del «guerrero glorioso», como dice una de las estrofas del himno escrito en 1943 por Manuel Rodríguez Ponce, y música firmada por  Agustín Jiménez Crespo. 

El espíritu nacionalista de patria, como lo «mío primero», y la defensa contra cualquier intento de penetración extranjera, marcó la particularidad martiana de los seis grupos creados entre noviembre de 1929 y febrero del siguiente año en escuelas públicas, privadas, o en la Academia de Música de Remedios.

Fue la primera experiencia pedagógica de su tipo en Cuba, un estímulo que, inserto en la valoración de La Edad de Oro, se extendió luego a los cercanos territorios de Yaguajay, Caibarién, o Sagua la Grande. 

Marisela González Monserrat, directora del Museo, transcribe el documento: «entre las reuniones que el Dr. Pérez de Abreu y de la Torre celebraba está la Nochebuena Infantil Martiana, acto cultural que comenzaba […] el 27 de enero  […] dándole la bienvenida al siguiente día; […]  era una velada literaria, tomando participaciones los niños  y personalidades de la cultura cubana, así como grandes patriotas  […] No era solo un acto social, […]  sino de carácter literario […], elevando   […] el nivel pedagógico en esta ciudad». 

Al siguiente día se izaba la bandera  cubana a los acordes del himno nacional. Eran lanzados voladores, y había repiques de campana. Ante el busto de Martí, en el parque central, se depositaban ofrendas florales, y ocurrían desfiles estudiantiles, o populares, con bandas rítmicas de los planteles educacionales.

Después de 1933, consigna el documento, al ausentarse de Cuba  Pérez Abreu, decayeron las acciones pedagógicas de los Grupos Infantiles. La profesora Enriqueta Fraginals Fernández, seis años después, se hizo cargo de la labor  martiana y solicitó que tal propósito se extendiera a todas las escuelas públicas y privadas de Remedios. 

También exigió que se generalizaran por todo el país con el ánimo de colocar el pensamiento del Apóstol en el pedestal cimero de la patria. El proyecto-programa nacional se refrendó el 17 de  enero de 1940. 

En marzo de1946 la Junta Directiva de la Asociación de Antiguos Alumnos del Seminario Martiano, fundado en la Universidad de La Habana, por Gonzalo de Quesada y Miranda, aprobó la  difusión de los Grupos Infantiles Martianos. Aspiraban a  reafirmar en los niños las doctrinas del Apóstol, y socorrer a familias pobres y encumbrar la educación cívica, doctrinas antes expuestas por Pérez de Abreu en Remedios. 

Aquella idea de que el «Martianismo es acción en beneficio de la colectividad», tiene su origen en la antigua Octava Villa de Cuba, y fue Pérez de Abreu quien defendió, por medio de colectas colectivas, el socorro a los más pobres de la sociedad. Las acciones ocurrían en el advenimiento de cada 28 de enero, y también del 19 de mayo, fechas de recordación al Apóstol José Martí, el hombre ancho que abarcó con su pensamiento a toda nuestra América. 

Al ideario pedagógico de Pérez de Abreu, y de su amor a Cuba, se debe también el diálogo en Remedios con Federico García Lorca, cuando a finales de marzo de 1930 el poeta granadino visitó Caibarién. 

Pérez de Abreu es de espíritu emancipador, y de cultura. Dispuso llevar al pueblo la ilustración a través de la lectura diaria de libros: abogó por crear una biblioteca pública, propósito logrado en 1936. De igual modo contribuyó, con el coauspicio de la filial de la Institución Hispano Cubana de Cultura de Caibarién, en el nacimiento de la Escuela de Acción Artística, concepto  que prendió con la visita  del pintor español Gabriel García Maroto, radicado de manera itinerante entre enero y mayo 1931 en la Octava Villa de Cuba. Allí dio lecciones plásticas, de carácter gratuito, a niños pobres de esa localidad.

Las clases de dibujo, acuarela, grabado en madera, y reconstrucción de la realidad, impartidas por el pintor vanguardista, tenían por finalidad el desarrollo de la capacidad de observación de los niños y el amor a la naturaleza, como inculcó Martí. 

En Remedios, y luego en Ciudad México donde Pérez de Abreu colaboró en 1935 durante la gestación de similares Grupos Infantiles José Martí, habrá que prodigarle siempre un espacio de recordación, al mantener latiente la llama del «Guerrero Glorioso» —como dice uno de los versos del himno que entonaban los niños—, en la acción y el pensamiento de todos los cubanos. 

 

0 comentarios