Las lecturas que vendrán
6:50:25 a.m.
Rolando Pérez Betancourt
Impresionante multitud la de la Feria del Libro. En años no había visto nada semejante. Pero salí con libros.
Solo que al colocarlos en el librero, en la esquina donde reposan los adquiridos en la Feria anterior, ¡oh, trampa del tiempo, por qué quedan tantos por leer!
Es cierto que la sociedad moderna engatusa con las nuevas tecnologías y una película se guarda en un bolsillo y con un clic se abre una enciclopedia que nos pone a recorrer el mundo, pero el libro, además de llave del conocimiento, no ha perdido un ápice de esa magia inconmensurable que Cervantes puso en boca de Don Quijote: «Ahora digo que el que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho».
¿Qué hacer entonces con la conspiración del tiempo, la que roba páginas, capítulos, libros enteros?
La opresión no es nueva y ya hace años, indagando sobre las causas de esas horas perdidas, recurrí a una vieja lista de consejos encaminados a defender la lectura.
Consejos que inevitablemente merecieron algunas respuestas. He aquí la lista, que muy bien pudiera ser enriquecida por los lectores:
1.- Hable menos (aplicable también a los que provocan conversaciones interminables, insulsas, desesperantes, o llaman por teléfono a las diez de la noche —cuando se puede estar leyendo—, no para corroborar el nombre del director de Casablanca, ni la edad que tenía Ingrid Bergman cuando la filmó, sino para saber el apellido de un extra disfrazado de marroquí que ni siquiera pronunció un bocadillo ni en esa, ni en ninguna otra película).
2.- Lleve un libro siempre consigo (ofrece excelentes resultados... -hasta que alguien se acerca, baja la cabeza, mira la solapa y pregunta: ¿de qué trata?).
3.- Tenga siempre un libro junto a la cabecera de la cama y si no concilia el sueño, lea un poco (puede ser muy efectivo para dormir. Pero si el libro es de los que cogen por el cuello, es posible que agudice el insomnio. Además, hay algo de espurio en eso de recurrir a un libro para buscar el sueño. Me pasó con la novela de un conocido: ¡buenísima para dormirse!, pero después, ¿quién le sostenía la mirada al hablarle?).
4.- Despiértese quince minutos antes de lo normal todas las mañanas y lea algo (esto no se puede tomar en serio).
5.- Disponga de un libro cuando espere a la gente que no es puntual (no falla, conozco de personas que han elaborado una sólida cultura en esas esperas).
6.- Vaya al baño con un libro (no son pocos los que suscriben esta recomendación y hasta elaboran teorías acerca de un «aprovechamiento extra», pero puede causar tánganas hogareñas si hay alguien esperando detrás de la puerta).
7.- Nunca salga de viaje sin llevar un libro (y si va acompañado, lleve dos libros).
8.- Comparta la lectura de un mismo libro con su mujer y coméntenlo (y ya verá que usted será siempre el último en leerlo).
La lista de esos viejos consejos sigue con variantes parecidas, pero sería largo exponerla completa.
Como se verá, las justificaciones abundan en las respuestas. Siempre habrá justificaciones, buenas y malas, pero lo importante es buscar un tiempo inviolable para la lectura, aunque para ello no existan leyes.
(Fuente: Granma)
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