Punk en El Mejunje
Una colaboración de Héctor Darío Reyes
El Centro Cultural Mejunje entró en crisis la noche del martes cuando la joven agrupación «Krizis» llenó el patio de sonidos punketas taloneando a las bandas seguidoras del género «Limalla» y «Eskoria».
«Krizis» es una banda unida al movimiento punk y conectada también a esa moda de cambiar los caracteres de sus nombres buscando quizás unas apariencia radical y revolucionaria.
José Antonio (el Topo) Abreu, vocalista de «Krizis», en una de sus interpretaciones más sonadas.
Realmente «Krizis» no está en crisis; ni puso «el local» en tal estado. Lo cierto es que tocó bien para su cortísima edad que ya alberga cinco presentaciones entre Santa Clara y Sancti Spíritus. Antes se presentaron en el homenaje a William Fabián, que se realizó el 27 de marzo en la provincia vecina. El Bosque, el parque de Tristá y Central, y ahora el Mejunje, ya se suman a su palmarés musical de alaridos rockeros y brincos en la escena.
Con José Antonio (el Topo) Abreu en las voces, el bajo de Oscar Guadarrama, las cuerdas de Oscar Martínez con apoyo del Pucho, y los redoblantes de Cesar Rodríguez, este grupo se creó, se alzó y se presentó sin miramientos, sin miedos escénicos. Con mucha energía y la indiscutible personalidad del Topo, quien para ser medio metro de hombre, se alza en tamaño tras cada presentación.
Luego, en el orden de bateo por grupos, llegó Limalla, una banda espirituana que me recuerda mucho los inicios de «Eskoria», la banda insignia del punk santaclareño. Con Luis (Katao) Gonzáles en las voces, Yosmany (cabeza) Martín al bajo y las baquetas de Juan Luis Jiménez esta agrupación, para mi sorpresa, con temas muy conocido entre la afición local, entonaron con ciertos acentos ibéricos canciones propias como Lulú y Descansa en paz, este último un homenaje a la desaparición de William Fabián, al cual le pidieron prestado y cerraron con «la fiesta» en una versión muy a lo «Kataoiana».
La fiesta en realidad la cerró Eskoria, luciendo su repertorio con Yadira (Caneca-Jarra) Pérez, en la guitarra acompañante, Pablo (el Pollo) Riverón al bajo, y Saumel (el Saume) en la batería. Todos secundando los acordes y voz de Karell Fleites (el Friky).
Conciertos como estos son típicos de Santa Clara. Ya son parte de su acervo musical nocturno, de su propia idiosincrasia de Ciudad Metal. Cada acorde, cada redoble de drum, cada palabra englobadora de pelos largos, pantalones ajustados, tatuajes y rock’ n’ roll, son tan comunes en esta ciudad, como los pájaros que cada tarde la atraviesan en bandadas para dormir en los raquíticos árboles que custodian el Parque Leoncio Vidal.
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