Transplante de rostro: medio en serio, medio en broma.
Por Mercedes Rodríguez García.
Aunque abundan los que quieren cambiar su cara fea por una linda, —y otros a quienes no les vendría mal deshacerse de su cara dura y sonrisa hipócrita—, se trata ahora de un equipo médico de la Cleveland Clinic, en el estado de Ohio, que reconstruyó hace un par de semanas el rostro de una mujer con el de una donante fallecida.
La paciente, que permanece en el anonimato, padecía graves lesiones en la cara y carecía de nariz y paladar. Además, no podía comer ni respirar con normalidad ya que lo hacía a través de un orificio en la tráquea. Según versiones, la protagonista (la paciente) ha contado "lo feliz que se sintió cuando se tocó con las manos el rostro y sintió que tenía una nariz y una mandíbula". La enferma, que se recupera según lo previsto, sólo conserva sus propios párpados, frente y labio inferior.
Hace tres años tuvo lugar en Francia el primer transplante de rostro del mundo, practicado a Isabelle Dinoire, una mujer de 38 años.
No sé cómo podrán sentirse los transplantados con tanta parte de la cara de un fallecido, pero valdría la pena generalizar este tipo de cirugía reconstructiva, con carácter obligatorio para quienes a costa de su cara dura hacen y deshacen, y para otros especímenes de doble cara —fenómeno muy relacionado con la duplicidad moral— y que ojalá también pudiera transplantarse— aunque se que en estos tiempos no abundan los donantes.
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