El bloqueo no es un invento cubano
Por: Mercedes Rodríguez García
El tiempo corre de prisa, pero los hechos dejan cicatrices indelebles. Lo que ayer fue noticia, hoy, ante la proximidad de una nueva votación contra el bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos a Cuba en el seno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), adquiere relevancia. Lo ocurrido hace dos años a un niño cubano, dicho en boca de su profesor de Pintura, Jorge Jorge González, constituye una gran verdad.
EL 5 de junio de 2006 el acto de entrega de premios a los ganadores del XV Concurso Internacional Infantil sobre el Medio Ambiente, convocado por las Naciones Unidas, constituyó la noticia del día para las principales agencias internacionales de prensa.nEn horas de la tarde de aquel día las máximas autoridades del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), entregaron las placas metálicas acreditativas a los triunfadores del más importante certamen de su tipo en el mundo.
Desde temprano en la mañana el Palacio de las Naciones de Argel acogía la alegría de los triunfadores, entre estos, un cubano en representación de América Latina y el Caribe, quien asistió acompañado de su profesor de Dibujo.
Los triunfadores no podían sentir mayor felicidad. Además de la placa metálica acreditativa, recibirían otros obsequios: una camiseta con el dibujo ganador de cada niña o niño, materiales de Dibujo de excelente calidad y una cámara digital fotográfica de la firma Nikon, de Japón. Todo bello y cuidadosamente empacado. Mas, ¡sorpresa! En el estuche del cubanito faltaba la cámara prometida…
—Profe, ¿y mi cámara? ¿Por qué todos los niños tienen la cámara y a mí no me dieron ninguna? ¿Mi premio no es igual al de ellos? ¿No tengo derecho a mi cámara?
Aquella noche en la habitación del hotel niño y profesor lloraron, y no de tristeza, sino de rabia e impotencia. La cámara nueva le permitiría atrapar imágenes pa¬ra el recuerdo. Aún le quedaba tiempo antes de regresar a su Patria. Lindos el barrio antiguo y sus estrechas y tortuosas calles, el fabuloso puerto, los vendedores de alfombras, los nuevos amigos… En su corta vida, de por sí azarosa, al tener que luchar contra la hemofilia, una enfermedad hereditaria e incurable hasta hoy, no había sufrido tamaña decepción.
LA VERDAD SALE A FLOTE
Cuatro meses después de la premia¬ción, Ana Auki, reportera de la agencia de prensa japonesa Jijispress, dio a conocer el suceso en boca de Jorge Jorge González, quien no desfalleció en averiguar el porqué de la discriminación, en la que, de alguna manera —pen¬só desde los primeros momentos—, debió tomar parte el Gobierno norteamericano.
En el titular la denuncia queda explícita:
«Empresa japonesa Nikon humilla a niño cubano.» Claro, la gran prensa capitalista pasó por alto la entrevista, aun cuando el representante en Argelia de la firma nipona expresó sin ambages que «debido al embargo, ellos no podían entregar la cámara al niño cubano, pues esta poseía componentes de los Estados Unidos.»
Por eso, Jorge Jorge González respondió con la fuerza del corazón, pero también, de las ideas.
«Nuestro niño no es un terrorista, no pone bombas en ningún lugar. […] Nuestro niño aún no conoce la maldad que abunda en este mundo, porque desde que nació, solo ha tenido amor a su alrededor en la escuela, en los hospitales que visita con frecuencia y en su barrio, donde se mueve sin temor a las drogas, a que lo rapten para quitarle algunos de sus órganos o tema por su vida porque un delincuente común lo asesine…»
¿Cómo entender que una empresa de tanto prestigio por la calidad indiscutible de sus productos, pueda plegarse a las maniobras del Gobierno norteamericano contra el pueblo de Cuba y despojar a un niño de su derecho a sentirse en igualdad de condiciones con el resto de los ganadores?
¿Cómo entender que para poder realizar el viaje a Argelia el Gobierno de Cuba entregara al profesor responsable un lote de medicamentos, cuyo costo superaba los 4 mil 500 U.S.D, y ello, de manera totalmente gratuita, mucho más que el premio en metálico y el costo de la estancia en la capital del país africano?
¿Cómo entender que, en gesto más humano que de desagravio, el presidente Fidel Castro le regalara, luego, una cámara fotográfica similar al niño a quien una poderosa firma se la negara?
MI ESTIMADO JORGE JORGE…
Así inicié mi mensaje a este hombre coordinador del proyecto «Coloreando mi barrio», según él mismo define, «una especie de remanso de paz, no un simple taller de Pintura donde niñas y niños son capaces de hacer, desde sus ideas maravillosas, un mundo mejor.»
Una jornada completa de trabajo en la Redacción, frente al ordenador, y decenas de palabras, frases y oraciones en el explorador de Google, me fueron llevando a numerosas páginas personales, hasta que la «bloguera» Rosa Báez, bibliotecaria de profesión, me facilita los datos para llegar a él.
El tiempo corre de prisa —le explico—, pero los hechos dejan cicatrices indelebles. Por eso, ante la proximidad de una nueva votación contra el bloqueo a Cuba en el seno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), le hago algunas preguntas. Con concisión las responde. Versiono:
—¿Cómo ve la historia a través del prisma de los años, no tantos, verdad?
—La historia de la cámara Nikon la veo igual que hace dos años: como una injusticia cruel contra un niño. Volvería a luchar de nuevo con la misma intensidad que lo hice entonces para que la verdad se conozca en todo el planeta.
—¿Cómo ha evolucionado la salud del niño?
—En estos momentos se halla estabilizado. Mantengo contactos permanentes con el Instituto de Hematología y continúan atendiéndolo como es debido, aunque ya no asiste al taller.
—Los Estados Unidos, en este caso, a través de una poderosa transnacional, utilizó como blanco humillante al hoy joven Raysel…
—Lo del bloqueo no es un invento cubano, como no se cansan de repetir los enemigos. Constituye una verdad inobjetable, capaz de ensañarse contra un niño, un talento, sin importar las consecuencias sicológicas del acto en sí.
—¿Qué lección o experiencia sacó del caso?
—Un profesor como yo, cuando sucede algo semejante, no puede menos que sentir desprecio ante tales acciones y comprender por qué es necesario defender nuestro socialismo, ese mismo que no repara en gastos para salvarle día a día su vida con medicamentos para controlar la hemofilia hereditaria que padece…
—¿Y lo de la cámara que le regaló Fidel?
—El gesto de Fidel Castro de entregarle a nombre del pueblo de Cuba una cámara similar a la que le negaron en Argelia, sirvió para demostrar que no aceptamos imposiciones de nadie, que somos un país libre e independiente.
«Le repito, un profesor como yo, que a veces solo tiene como pago por su trabajo la sonrisa de una niña o un niño cuando le decimos lo hermoso que ha pintado, no puede pensar en riquezas materiales que, al fin y al cabo, a la hora de convertirnos en polvo, no se irán con nosotros, sino que pasarán a otras manos y a otras y a otras, demostrándonos que lo único verdaderamente nuestro es ese poquito de felicidad que podemos ofrecer a otros y, de paso, nos damos a nosotros mismos… ¿Puede sacarse una experiencia mayor?»
—Ahora creo oportuno repetirle la pregunta que por entonces le hizo una colega extranjera. ¿Cómo se mantienen el arte y la cultura de un país bloqueado?
—Se mantienen mucho mejor que en un país no bloqueado, porque obliga a ser más creativo, a buscar soluciones inimaginables en un contexto económicamente restringido.
—Leí sobre un nuevo documental que reitera el tema del bloqueo a Cuba y donde Ud. interviene. ¿Cierto?
—Sí, se trata de un documental realizado por Jorge Sosa Chacón, de los Servicios Informativos de la TV. cubana. Se transmitirá próximamente, antes de la votación en Naciones Unidas. Solo conozco la parte en la que hablo y que fue filmada en el taller.
—¿Piensa que pudiera repetirse caso semejante?
—Ojalá no suceda. Se trata de una política que también impide el libre intercambio entre estudiantes cubanos y norteamericanos por la negativa a otorgar visas. Cuánto podríamos hacer estableciendo intercambios entre proyectos similares de ambos países, que los alumnos se escribieran, compartieran sus dibujos y sus sueños sin que lo impida ese odio brutal que las administraciones norteamericanas sienten hacia la Revolución cubana.
—Consecutivamente, desde el 2000, sus vecinos lo han elegido como delegado del Poder Popular. ¿No le resta ello tiempo para dedicarse a sus chicos del taller, a su superación, por ejemplo?
—Yo disfruto y amo lo que hago, y no sin esfuerzos, porque problemas, sobran. Si quisiera sacar otro título, ahí está el plan de la Universidad a distancia, pero también podría hacer una maestría, un doctorado… Sí, nos han faltado mercados repletos de perfumes de París, de agencias de autos de último modelo, de tiendas con comidas sofisticadas para perros, gatos y otras mascotas. Lo que no me ha faltado jamás en estos años es la felicidad de ayudar a conseguir la felicidad de los demás, y pienso que eso solo lo puede lograr un ser humano en medio de una revolución verdadera.
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