Fidel, más allá de sus oportunas Reflexiones.
Por Mercedes Rodríguez García.
La mayoría de los grandes pensadores de todos los tiempos (escritores, estadistas, filósofos, científicos, y hasta sacerdotes) se ha»n valido del periodismo como arma eficaz para divulgar sus ideas, aun cuando no posean el título que los acredite como tal. Porque el periodismo es también pasión y magisterio que anida en los genes y corre por las venas y arterias. ¡Y cuánto se puede hacer por el bien público desde la trinchera de la prensa!
Quienes ejercemos el Periodismo sabemos que, más que una profesión para el pan ganar, su práctica consecuente resulta difícil, apasionante, agotadora, la más de las veces ingrata, y mal remunerada. El periodismo cómodo es mal periodismo. De que se estudie o no en las universidades, no viene al caso, aunque se trate ahora de un estadista sui géneris, muy cercano a los cubanos. En muchos sentidos un genio, amado por los amigos y odiado por los enemigos; santo para unos, diablo para otros. Mas, para nadie, ignorado.
¿Fidel periodista? Sí. De los sin título de la especialidad, y desde muy joven. Porque al distinguir su formación empírica como tal reconocemos a una personalidad con vastos y universales conocimientos adquiridos gracias a la constancia e interés en lecturas diversas a la largo de su existencia.
TÉNGANME COMO UNO DE USTEDES
“Me gusta mucho el oficio, de verdad, ténganme por uno de ustedes.”, expresó en marzo de 1999, en el VII Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) al dirigirse a los profesionales de la prensa. Y confesó que la lectura continuada le ayudó a despejar decenas de incógnitas en su adolescencia y juventud. Ni como abogado ni como líder ni como guerrillero, ni como estadista, la abandonaría jamás.
Fue allí donde por primera vez explicó ciertos detalles de cómo sobrevoló en una avioneta para tirar las fotos que aportaría como prueba en un hecho de corrupción que involucraba al presidente Carlos Prío Socarrás, y sobre el cual escribiría tres artículos publicados en 1952 en el periódico Alerta. Sin dudas, periodismo en caliente, revelador de la personalidad y profesionalidad del entonces joven abogado., para el que nada era obvio ni existían detalles menores, porque ninguna verdad la aceptaba de antemano.
INVESTIGAR, INTERPRETAR, DENUNCIAR
Pedro Trigo López, combatiente de la Generación del Centenario, contó momentos relevantes del proceso investigativo emprendido por Fidel. Las pruebas contra Prío las conseguiría gracias a la colaboración de varios amigos.
Dice Trigo: «Desde la avioneta retrató a los soldados realizando las labores agrícolas en las fincas del Presidente de la República. Fidel lo tenía todo pensado y era emocionante el desafío. Iban Gildo Fleitas y Tasende. Delante Fidel y el piloto. Imagínate que se inclinaron tanto para retratar lo más cerca posible a los soldados que por poco se vira el avión. ¡Casi hay que lamentar un accidente!»
La periodista y escritora Marta Rojas alega que «después de las denuncias de Chibás, lo más sensacional en el pueblo eran las denuncias de Fidel. Nosotros en la Escuela de Periodismo no nos perdíamos eso, se decía que Fidel buscaba gasolina por aquí y por allá, que alquilaba una avioneta, que pasaban muchísimo trabajo, corrían riesgos él y sus amigos (…) Pero no es de extrañar.»
El motor en la vida de Fidel ha sido la pasión, el inconformismo, el saber escuchar, cualidades básicas para un periodista investigador. «El hecho de que Fidel no integrara la nómina de una redacción, no puede definir la misión que asumió desde la tribuna pública de un periódico. Se trata de un investigador en profundidad, de precisión, que sabe interpretar para denunciar, investigar a fondo en todo tipo de fuentes, dotado de una memoria prodigiosa.»
Esos artículos de Fidel que contenían una denuncia abierta y directa al Presidente de la República, tenían una carga informativa probatoria que no había sido fácil para él reunir.
«Se trataba de trabajos que revelaban a la opinión pública hechos muy oscuros del gobierno y no era tan sencillo. Fidel tenía a su favor que era abogado y podía acceder con mayor facilidad a algunos lugares (…) Después de la muerte de Chibás, lo más sensacional eran estas cosas de Fidel (…) Y bueno, no era simplemente tomar las fotografías, sino después buscar quién era el dueño de las tierras, qué pasaba, había que ver y buscar en los alrededores de las fincas, quiénes financiaban todo aquello, todo eso era periodismo de investigación, investigación y denuncia.»
EL ESTILO ES EL HOMBRE
Como es propio también en el periodismo, el estilo individual constituye aspecto fundamental. Durante el ya mencionado VII Congreso de la UPEC (1999) Fidel Castro expresó a los allí presentes sus valoraciones al respecto: « A mi me gusta también añadir algunas frases (en mis trabajos); me gusta que tengan un poquito de elegancia, incluso un poquito de cadencia.» Explicó entonces que a veces se le crea un conflicto con una frase «porque quiere inventar o violar alguna regla de la Gramática. » Y recalca un detalle: «El no descuidar jamás la precisión», consciente de que: «Una sola palabra mal usada puede causar estragos irreparables.»
Para él valen «dos disparos en vez de uno». Su técnica se torna un poco la del ajedrecista: «Combinar esto con lo otro, empezar por aquí y terminar por acá, para lograr el efecto.”, de modo que el mensaje llegue lo más directamente posible, sin interferencias.
En ese rejuego entre emisor y receptor Fidel defiende el principio de comunicar la idea por encima de cualquier regla o precepto gramatical, porque define el lenguaje como algo vivo, que no puede ser sometido siempre a materias rígidas.
ASUNTOS DE PERSONALIDAD (ES)
Muchas personalidades se han interesado por este aspecto de la biografía de Fidel y no pocas se han atrevido a caracterizar humana y profesionalmente al líder revolucionario
Tomás Borges en Un grano de maíz describe al líder de la Revolución Cubana como un hombre “hiperquinético” por el constante apego y preocupación por los problemas mundiales, y la sed insaciable por conocer cada día más de todo cuanto ocurre en el mundo. Aspecto relacionado con el pensamiento martiano, que insiste en que el periodista debe conocer desde la nube hasta el microbio, y de quien el propio Fidel exige “conocer historia, economía, literatura, disponer de una formación cultural amplia. Tiene que poseer más preparación que un político, porque el periodista es como un estadista.”
Gianni Miná en Un encuentro con Fidel, también resalta la curiosidad e intelectualidad del Jefe de Estado cubano como aspectos dignos de reconocimiento; mientras que Frei Betto en Fidel y la Religión indaga sobre las iniciativas propias respecto a las investigaciones del asunto referente a las tierras ilegales adquiridas por Prío y otros hechos corruptos. Destaca el presidente cubano en esa conversación con Betto, que siempre consideró al periódico, a la prensa, dentro de su estrategia organizativa respecto al movimiento 26 de Julio, “primero trato de crear un pequeño periódico tirado en mimeógrafo, y algunas estaciones de radio clandestinas.”
Como abogado y como político, conocía Fidel Castro el papel que jugaba la prensa dentro del sistema socio-político imperante, no sólo por sus apreciaciones respecto al fenómeno sino por su propia experiencia dentro del medio.
El prestigioso intelectual francés Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatic, reconoce en Fidel otras cualidades y coincide en algunas mencionadas anteriormente. Ramonet descubre en sus conversaciones a un hombre de ideas sólidas y con una extraordinaria visión mundial: astuto, curioso, de un torrente de palabras sencillas pero impactantes, toda una avalancha verbal.
Un aspecto de relevancia y que muchos biógrafos han subrayado en consiste en el sentido de la estrategia, su capacidad para valorar una situación concreta y la rapidez de análisis acompañada de una vasta experiencia.
El autor de Cien horas con Fidel coincide con Gabriel García Márquez, en que el líder de la Revolución Cubana es un antidogmático por antonomasia. El Premio Nobel define como cualidades indispensables de los periodistas la capacidad de previsión de los sucesos, el olfato siempre alerta, una observación perenne sobre todo lo que sucede a su alrededor, “(…) esa facultad de vislumbrar la evolución de un hecho hasta sus consecuencias remotas. Pero esa facultad no la ejerce por iluminación, sino como resultado de un raciocinio arduo y tenaz”
En su artículo El Fidel Castro que yo conozco, García Márquez realza la devoción del líder por la palabra, su poder de seducción. Va a buscar los problemas donde estén. «Los ímpetus de la inspiración son propios de su estilo, afirma.»
El escritor colombiano percibe en Fidel dotes para escribir bien porque le gusta hacerlo, así como la presencia de una información vasta y variada que le permite moverse con facilidad en cualquier medio. Manifiesta «que el mayor estímulo de su vida es la emoción al riesgo», cualidad fundamental en un periodista, y más aún en un periodista investigador.
Quienes estudian y distinguen en Fidel Castro a un ser inigualable, saben que para él las respuestas tienen que ser exactas, pues es capaz de descubrir la mínima contradicción de una frase casual. Para ello se nutre habitualmente de libros sobre cualquier tema, tanto económicos como históricos. En ese aspecto podemos calificarlo como un lector voraz.
En el arte de preguntar, Fidel resulta todo un experto. Según lo describe García Márquez su táctica maestra consiste en preguntar sobre cosas que sabe para confirmar sus datos. Tiene la costumbre de los interrogatorios rápidos a varias personas, con el objetivo de corroborar cada detalle «porque las verdades que se le ocultan para encubrir deficiencias son su especialidad.»
Su ejemplo debe ilustrar… salvando las distancias y las diferencias de época.
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