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LA TECLA CON CAFÉ

Periodistas, sin reservas ni copyright

Periodistas, sin reservas ni copyright


15/03/2013 9:23:14

 

Esta crónica escrita por mi siempre querida alumna,  graduada de Periodismo, docente en la Universidad Central de Las Villas, y siempre colega de fila, trae a mi ya vieja pero lúcida memoria, el recuerdo de muchos otros colegas,—vivos y fallecidos—, a quienes ella rinde muy merecidos honores en el Día de la Prensa Cubana, que —no siempre de la mejor manera— fue celebrado este 14 de Marzo. 

No hacen falta los nombres de todos ellos, el de la dedicatoria es elocuente y representativo de lo humanamente bello y profesionalmente brillante, aunque pudieran añadírsele decenas de adjetivaciones que el propio Julio condenaría. Transcribo, además, los comentarios dejados por sus seguidores—incluyendo el mío, al final del texto— en Botellas al Mar, su weblog en Wordpress, Por supuesto, lo he «retuitiado» y añadido a mi página en Facebook.   Bueno, disfruten la crónica que—conociendo yo bien a su autora y pormenores de la escritura—, les aseguro que es honesta y sentida.

 

Periodistas

Por Leydi Torres Arias 

 

A Julio García Luis, ya tendremos que escribir: In memoriam…

y a todos los periodistas sinceros, valientes y cubanos que hoy celebran su Día.

A un periodista amigo que acaba de causar baja…y me ha ensombrecido el día.

A mis amigos, casi todos periodistas, como yo.

 

 

La mayoría de mis amigos son periodistas. Y hasta con cierto orgullo y sin temor a pecar de categórica reclamo que son de los mejores periodistas del país. 

Pasan horas analizando informaciones, debaten de lo humano y lo divino, protestan decisiones y sufren tanto esta profesión (u oficio) que han estado alguna vez al borde del infarto o al menos de un palpitar más intenso. Se encorajinan (no utilizan la otra palabrita) ante la tranquilidad con que algún «bicho sabiondo y con carro» se parquea delante de la redacción para declarar que es mejor «refritar» de otro medio porque es más seguro no buscarse problemas. 

Han pasado por alto horarios de almuerzo, de comida, de sueño y hasta de bañarse en aras de hacer un reportaje. Se han despertado en la madrugada para escribir y han quedado horas delante de una hoja en blanco porque además del contenido deben conquistar con el estilo. 

La sangre se les pone caliente y la mirada intensa cuando algún «bicho sabiondo y con carro» les dice que no hay paradigmas de periodistas cubanos, que son triunfalistas y hasta mentirosos. Mis amigos, soldados rasos al fin y al cabo, que saben que la raíz no está en las ramas, preguntan al bicho (sabiondo y con carro y que además está en la raíz), qué ha hecho él para cambiar eso. 

Mis amigos no tienen problemas con ir a pie por las calles, deteniéndose a conversar con las personas que no conocen. Mis amigos leen, adoran los libros, se reúnen de dos en tres para hablar de filosofía, política, religión, deportes, cultura, economía… mientras vacían tazas de café, una botella de ron, cervezas o un pomo de refresco. 

Son periodistas que no publican todo lo que hacen, porque siempre queda alguna «reserva» retenida en el buró de un «bicho sabiondo y con carro». 

Los quiero, los respeto y los admiro por defender lo que creen, por hacerse Quijotes contra molinos y demostrar que los buenos periodistas serán siempre buenas personas. 

Se entristecen cuando descubren que alguno de entre ellos ha dejado definitivamente su corazón por la profesión (y no solo metafóricamente). Es entonces cuando los demás amigos guardan luto, pero no hacen silencio porque saben que una vez más un «bicho sabiondo y con carro» ha podido más, les ha ganado en juego sucio, les ha llevado un buen amigo. Entonces algún 14 de marzo, entre las felicitaciones por el día de la prensa, alguien mencionará a sus amigos periodistas y dejará un In memorian en el espacio destinado al ausente. Y se dolerá porque no quiere que a los otros, a los que cuenta como los mejores periodistas del país, algún «bicho sabiondo y con carro» también les detenga el corazón.

Comentarios:

meteoradar: El problema no está en el carro, ni en lo de sabiondo, el problema está en lo de bicho. Dondequiera hay buenas y malas personas. También hay bichos de a pie. Muy malo es cuando un bichomalo tiene el poder, y si anda en carro es peor porque tiene mas movilidad, mas capacidad de acción….destructiva. Es muy simple, hay que quitar a los oportunistas para seguir haciendo revolución.

Leydi Torres Arias: hay que quitar a los bichos, pues…para que dejen a mis amigos hacer, ya verán como ni siquiera tienen que pedir un «periodismo crítico», porque justo eso es lo que mis amigos hacen y los bichos se lo engavetan….:(

Yurisander Guevara Zaila Excelente Leydi, EXCELENTE!!!! Por favor no permitas que nunca me convierta en un bicho sabiondo y con carro!!!!! Prefiero seguir a pie, pero con la mente bien clara. FELICIDADES DOBLES!!!

Leydi Torres Arias: feliz día también a ti. Ojalá nunca nos frenara algún bicho sabiondo y con carro…ojalá, porque entonces no tendría que escribir de torpezas, cosas tristes, ni necesitaría un abrazo ahora mismo…

Maykel: Bien dicho!

Enrique: Leydi: ¡Qué casualidad! Tengo una amiga periodista idéntica a esos que describes. Vive por allá por Santa Clara y navega en una botella. Si la ves, dale un abrazo de mi parte.

Rosana Berjaga: Genial Leydi! Que bueno que quedan bichitos buenos, sin carro y de mar como tú.

Mercedes Rodríguez García: Leydi, los llevaste bien, no se trata de «bichos con carro», sino de sabandijas en patinetas; de esos eternos «surfeadores»  los que hablamos, gente que se las pasa todo el tiempo surfeando las olas. Pero como no son expertos en cuestiones de mares ni de profundidades, algún día irán a parar a las profundidades. Y como tampoco han practicado la apnea profunda, sus días acabarán asfixiados. Oriana Fallaci decía que ella escribía mejor bajo los estados de rabia o de furia, no recuerdo bien la frase. Tú, debes haber escrito esta crónica bajo esa corriente emocional que viaja directo (en los buenos humanos-profesionales),  del cerebro al corazón a la mano. Te quiero, un beso. Nunca dejes de escribir. Y si es con tinta roja, mejor. Mercy.

 

 

 

 

 


 

 

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