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LA TECLA CON CAFÉ

Conversación con el el amado y temido Tomás Borge

Conversación con el el amado y temido Tomás Borge

 

 

 06/05/2012 20:21:54

 

He leído bastante sobre Tomás Borges, y de Tomás Borges. Sin embargo, así como así, sin «buscarla» ni «bajarla», di con esta entrevista, realizada por un escritor y fotógrafo peruano en julio de 2005.  El autor se llama Frank Otero Luque,  y el texto tiene copy right. Lo confieso, no la había leído.


La entrevista me encantó en forma y contenido. Otero Luque sabe   que, cómo y cuándo preguntar, de forma sencilla y directa. También Tomás Borges sabe responder,  y lo hace con precisión militar… Así que de hecho asumo los riesgos de esta violación de los derechos de autor, pensando además que constituye un texto paradigmático para cualquier estudiante de periodismo.

Los dejo pues en compañía del diálogo con este hombre sepultado bajo la luz de la luna y las estrellas, el pasado 3 de mayo, en el mausoleo de su compañero de partido Carlos Fonseca, en la plaza de la Revolución, donde pidió ser enterrado.

—¿Qué significa ser Sandinista?

—Ser solidario y valiente, antiimperialista y haber echado su suerte con los pobres.

—¿Qué responsabilidad implica ser el único sobreviviente de los fundadores del FSLN?

—Una responsabilidad histórica dolorosa. A veces, se me demanda más allá de mis posibilidades y, en otras, se desconoce deliberadamente este hecho.

—Has sido un luchador social desde muy joven. ¿Estarías dispuesto a repetir la historia? ¿Te arrepientes de algo? Con la experiencia que tienes, ¿harías hoy algo mejor o diferente?

—No me arrepiento de nada. Debí haber sido más humilde cuando estuve en el poder, y haber dedicado más horas a la reflexión y al trabajo.

—Cuando fuiste Ministro del Interior algunas personas te consideraban «el hombre más temido de Nicaragua». ¿Le das crédito a esa apreciación?

—Fui amado, temido y odiado. No se puede amar al pueblo sin ser temido y odiado por los enemigos del pueblo.

—La revolución nicaragüense costó decenas de miles vidas, lisiados y huérfanos (muchos jóvenes, entre ellos). ¿Cuántos muertos, lisiados y huérfanos justifican una revolución?

—Las revoluciones verdaderas producen llagas en los costados. Siempre son costosas. La historia está llena de ejemplos. Muchas veces no es posible lograr transformaciones y cambios trascendentales a pesar de los sacrificios. No obstante, el sacrificio de los revolucionarios hace resucitar a los pueblos.

—¿El fin justifica los medios?

—De ninguna manera. Quien piense de esa forma se convierte en criminal.

—Tienes una anécdota muy graciosa relacionada con el criterio aplicado por tus celadores, cuando estabas en prisión, para filtrarte los libros que debías o no leer.

—Sí. Hice una relación de libros que deseaba leer. Entre ellos estaba «La energía mental», del desconocido Orison Sweet. Me lo prohibieron porque pensarían que me podía escapar usando esa energía. Sin embargo, me permitieron leer «El Capital» porque lo asociaron al régimen capitalista.

—Creía que el libro prohibido había sido uno relacionado con «el cubismo», de Picasso, porque lo habían asociado con Cuba.

—No, ése es un ejemplo que suele dar Marcela para graficar cuán ignorantes eran.

—¿Qué te sostuvo, qué te mantuvo vivo durante esos años de prisión?

—El amor a los seres humanos. Mientras estuve prisionero y torturado tuve la convicción absoluta de que nunca nadie me obligaría a revelar secretos de mi organización. Me sentía poderoso e invulnerable Por eso mismo, los meses de tortura fueron los más felices de mi vida.

—Nicaragua ha sido azotada por numerosos huracanes, como el Mitch, en 1998, y varios terremotos, como el de 1972, que han cobrado miles de vidas y han ocasionado millonarias pérdidas materiales. ¿Consideras que Dios es, en ocasiones, injusto?

—Dios nada tiene que ver con eso; son fenómenos naturales. Dios no hace maldades ni travesuras.

—Algunos entendidos afirman que, en numerología, el 23 de julio de 1961, la fecha de fundación del FSLN, equivale al número 11, una frecuencia metafísica y el acceso a una puerta dimensional muy importante. ¿Crees en ese tipo de cosas?

—Absolutamente, no.

Nicaragua es uno de los países más deprimidos de América Latina, hablando en términos socioeconómicos. ¿Dónde radica la esperanza y la fuerza de los países del llamado Tercer Mundo?

—Aunque las reglas de la lógica formal indiquen que estamos destinados al abismo, la historia ha demostrado que hemos sobrevivido por la fe. Vamos a sobrevivir y a ser libres del Imperio, condición necesaria para el desarrollo.

—¿Por la fe en qué?

—El pueblo tiene fe en sí mismo, en su terquedad de existir y en la certidumbre de ser inmortal.

—¿Quiénes son los líderes mundiales a quienes más admiras?

—Primero, a Fidel Castro. Segundo, a Fidel Castro. Tercero, a Fidel Castro. Cuarto, a Fidel Castro, Quinto, a Fidel Castro. ¿Alguna otra pregunta?

—¿Por qué esa devoción hacia Fidel Castro?

—Es el líder más completo. Tiene una capacidad extraordinaria de entregarse a los demás. Es respetuoso, delicado y equitativo con sus compañeros. No tiene la enfermedad de la rivalidad ni de la envidia. No conoce el miedo ni la fatiga. Y nunca miente.

—Lo describes casi como un mesías. ¿Qué le criticarías a Fidel Castro?

—No haber tenido el olfato suficiente para detectar a futuros traidores.

—¿Consideras saludable para un país tener a un mismo gobernante durante casi medio siglo?

—En el caso de Cuba fue una necesidad y, para Fidel, un enorme sacrificio personal.

—¿Desde cuándo escribes poesía?

—Desde que estaba en el vientre de mi madre.

—¿Algún poema emblemático tuyo?

—Sí. Encerrado en la cárcel me interrogaron y me dieron papel y lápiz para que les hiciera una confesión. En vez de eso, escribí un poema a mi hija Ana Josefina, recién nacida. Me dieron una tremenda paliza.

—¿Qué decía ese poema?

—No recuerdo el texto. Hablaba de ser valiente, generoso y justo hasta la consumación de los siglos.

—¿Quiénes son tus escritores favoritos?

—Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Gustave Flaubert, Jorge Luis Borges y Karl Marx. Y en poesía Rubén Darío, José Martí, César Vallejo, Carlos Martínez Rivas y Gioconda Belli.

—¿Qué vasos comunicantes podría haber entre todos ellos?

—Su maestría en el manejo del lenguaje. Aunque Borges me parece el más completo y Julio Cortázar el más amado, pienso que García Márquez organiza mejor las palabras; llegan al oído como canto de pájaros, repique de campanas y ladridos de lobos dulces.

—¿Por qué Cortázar es el más amado?

—Porque fue mi amigo entrañable personal. Vivió muchos meses en mi casa durante sus últimos años.

-¿Hay poesía en la política y/o política en la poesía?

—Los defensores del «realismo socialista» consideraban poesía tan sólo aquélla comprometida con los temas sociales. Ridículo. En mi opinión, la poesía amorosa, el canto a la ternura, es perfecta. En algunos casos, la política puede prestarse para la antipoesía. Hay una gran diferencia entre cantarle al palpitar de los tractores y al palpitar del corazón.

-Has escrito varios libros, incluyendo ensayos y poesía. ¿Cuál consideras que es tu obra más trascendental y por qué?

—«Un grano de maíz» es la que más ha circulado, pero muchos consideran como más importante «La paciente impaciencia».

—«La paciente impaciencia» mereció incluso el Premio Casa de las Américas (Género Testimonio, 1989). ¿Qué significa ese reconocimiento para ti?

—Los miembros del Jurado eran amigos míos. Sobre todo Chuchú Martínez y Eduardo Galeano. Esto debe haber sido decisivo pero, para muchos, está bien escrita. A lo mejor estaban premiando más a Nicaragua que a mí.

—Una vez le dijiste a alguien que desconocer la obra de Kafka era, en sí mismo, «kafkiano». Cuéntanos la anécdota.

—Me negué a presentar «La paciente impaciencia» en Checoslovaquia porque únicamente fui recibido, en privado, por el presidente de la Asociación de Escritores. No había un auditorio lleno de estudiantes o algo así, como es lo usual. El sujeto llegó para cumplir un trámite burocrático. Para vengarme le dije que no me sorprendía que Milan Kundera se hubiese ido a vivir a otro país, y que desconocer a Kafka —en la Checoslovaquia Socialista se le ignoraba— era kafkiano. No me entendió nada, lo cual era todavía más kafkiano.

—¿Cuál ha sido tu mayor triunfo en la vida?

—El triunfo de la revolución Sandinista.

—¿Y cuál tu mayor dolor?

—La muerte de mi madre, la muerte de dos de mis hijas, la muerte de Carlos Fonseca. Siempre la muerte. Y el estado de catalepsia de la revolución.

—¿Tu felicidad más grande?

—El nacimiento de cada uno de mis hijos.

—¿Y tu peor derrota?

—No haber escrito una novela.

—¿Cómo interpretas las pasadas derrotas electorales del FSLN? (febrero 1990, octubre 1996, noviembre 2001).

—No ganamos las elecciones debido al enorme peso del poder del Imperio, quien nos hizo la guerra y nos asfixió, además de nuestros propios errores.

—¿Quisieras ser el futuro presidente de Nicaragua?

—No quise ser presidente y no quiero serlo ahora ni nunca.

—¿Cómo es un «día típico» en la vida de Tomás Borge?

—Hago ejercicio físico todos los días, voy a la oficina, asisto a la Asamblea Nacional, participo en las reuniones del FSLN, como huevo frito con cebolla, les miro las piernas a las mujeres y regreso a casa a eso de las ocho y media; hablo por teléfono, leo mucho y suelo acostarme temprano.

—Se nota que Marcela, tu esposa, es muy dulce y sensible, pero a la vez una mujer de firmes convicciones y de carácter fuerte. ¿Quién manda en casa, Tomás?

—Definitivamente, ella. Y aunque no me lo preguntes, después de Anita, mi madre, ella es la mujer más importante de mi vida.

 

(Fuente: Mundo Cultural Hispano)

 

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