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LA TECLA CON CAFÉ

Tina Modotti, entre las cuatro «imprescindibles» de Renata Durán

Tina Modotti, entre las cuatro «imprescindibles» de Renata Durán


12/12/2011 15:40:02

 

Renata Durán, con tersura hermosa en el singular diseño narrativo, de «Cuatro mujeres imprescindibles» (B) logra una emoción vital, cuando se aproxima a Lou Andreas Salomé, Alexandra David Neél, Isabel Eberhardt y Tina Modotti. Descubrimos en sus puntuales perfiles, lo más esencial de la naturaleza humana, como lo es la sensibilidad al vivir, pensar y sentir con una nobleza tan infinita como la del espacio cósmico. (Escriba a contacto@librosyletras.com si desea adquirir este libro) 

 

Tina Modottí, «La Mata-Hari del Komitern», es sin duda la más trágica y conmovedora de esas mujeres originales. Tina de sexualidad intensa navega en aguas tormentosas, es frágil y tímida, de belleza clásica, con profundos ojos negros, de mirada cálida pero distante, la excesiva vitalidad contrasta con la actitud solitaria y silenciosa que la distingue. Tina es voluptuosa y con cierta animalidad que la hace seductora, bohemia por temperamento comparte de modo intenso y sin temores, con artistas de vanguardia e iconoclastas. Su rara expresión de tristeza y melancolía impresionará a muchos. 

Tina (1836-1942) es italiana pero ciudadana del mundo por el activismo político. Artista del lente, hace visible lo oculto, retrata con el alma. Critica los «efectos artísticos», para ella lo esencial es la calidad fotográfica, los sentimientos humanos, sus fotos son sin trucos, contundentes, dignas y honradas. La realidad social de México la impacta, sus retratos denuncian lo marginal. Tina es modelo, hace cine y teatro, editora, pero su arte creativo se concreta en la fotografía, las imágenes captan lo esencial de las emociones humanas, son el fruto de una mirada maestra pues contempla a fondo y comparte el sufrimiento humano. Son manos campesinas destrozadas, manos obreras hinchadas, niños andrajosos y hambrientos, seres envejecidos por el dolor.

 La sensualidad, la hace una mujer de fuego, Roubaix de l’Albrie Richey, el poeta y pintor canadiense, es su primer amor. Mantiene una intensa relación con el neurótico Edward Weston, famoso fotógrafo norteamericano. Xavier Guerrero, el pintor y militante estalinista, la cautiva con su figura indígena. Julio Antonio Mella, el fundador del partido comunista cubano es el hombre que siempre amará. Julio de gran carisma, atlético, impetuoso y sensual, la envuelve en un vértigo fulminante. El asesinato de Mella en México, por órdenes del dictador Gerardo Machado, la marcará de por vida. Julio Antonio muere en sus brazos.

 

México, es su sueño mítico, con su revolución es el polo de atracción de los vanguardistas de todas las latitudes. México es el hogar, el lugar que la hace palpitar al ritmo de su energía creadora. Allí participa en un remolino de pasiones extremas. La renovación intelectual de José Vasconcelos, hace de la cultura la fuerza motriz de una nación que traza un nuevo rumbo en la América criolla. Tina hace amistad con Diego Rivera, Frida Kalho, Blanca Brum, Manuel Álvarez Bravo, Siqueiros y Orozco. Son los tiempos de Augusto César Sandino, Agustín Farabundo Martí y Trotsky. Ese ambiente la absorbe y la transforma, con Xavier Guerrero y Vittorio Vivaldi se involucra con la hidra del fundamentalismo estalinista. 

Assunta Adelaide Luigi Modotti Mondini es el personaje de «Tinísima» de Elena Poniatowska y figura en distintos libros sobre el arte de la fotografía en el país de los aztecas. Tina plasma en imágenes realistas el devenir del México revolucionario de Pancho Villa y Zapata. 

Hoy se revalora su obra, en el 2012 se publica un calendario que destaca las mejores fotos de su compromiso social. En México se publica una novela gráfica, Tina Modotti. Una mujer del siglo XX de Ángel de la Calle y Paco Ignacio Taibo II. Tina fue la primera mujer en usar «blue jeans» en México. 

La muerte de Julio Antonio Mella la lleva a una total indefensión. Es vulnerable y fácilmente es manipulada por Xavier Guerrero y Vittorio Vidali, abandona la fotografía por la militancia política, Rusia es la gran utopía del momento, es como lo afirma Renata Durán, la ideología suele ser cárcel para los espíritus idealistas. Moscú es inflexible en su dogmatismo y Tina le sirve como su agente en México, Berlín, París y España.

 

En 1930 la envían a Berlín, su metamorfosis es trágica, es una mujer melancólica, está en una espiral depresiva y en un café coincide con Lou Andreas Salomé, su antítesis. Tina con un enorme cansancio y tristeza al negarse a sí misma, dialoga con una mujer segura, optimista, libre e independiente. Tina ha envejecido prematuramente, Lou capta su terrible congoja, Tina es un zombi o un títere de las formulas mágicas de los credos políticos que rechaza Lou Salomé. Tina ha perdido el norte, de París viaja al infierno de la Guerra Civil Española. 

Vittorio Vidali la domina, es el típico comisario estalinista, duro e implacable. Es la España de George Orwell, Rafael Alberti, María Zambrano, Miguel Hernández, Antonio Machado, Luis Buñuel, Pío Baroja, Lorca, André Malraux, Roberto Capa, Hemingway, Aldous Huxley, Thomas Mann, Nicolás Guillén, Palmiro Togliatti y Vicente Rojo. Ellos, los contestatarios luchan por la España republicana y allí, Tina sufre, llora y se desespera con las miles de víctimas como las de Guernica. Tina, la artista, la fotógrafa, la mujer intensa no existe. 

Vuelve a México y asesinan a Trotsky en 1940. Conoce a Pablo Neruda. En 1942 muere, misteriosamente, esa mujer admirable. 

 

Pablo Neruda en su funeral lee un poema que dice: 

 

Tina, hermana, no duermes, no, no duermes…

Tal vez tu corazón oye crecer la rosa de ayer,

la última rosa…descansa, dulcemente, hermana.

Te has puesto un nuevo traje de semilla profunda

y tu suave silencio se llena de raíces.

De abeja, sombra, fuego, nieve, silencio, espuma,

De acero, línea, polen, se construyó tu férrea,

tu delgada estructura…

 

Y Renata Durán cierra ese conmovedor texto sobre Tina Modotti así: 

 

«Tina fue una mujer de fuego. Se incendió enteramente en él, pero vivirá definitivamente… Porque el fuego no muere, como dijo Neruda».

  

(Fuente: Libros y Letras /Richard Brooks)

 


 

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