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LA TECLA CON CAFÉ

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La Ética en el centro del debate periodístico

La Ética en el centro del debate periodístico

 

6:12:19 a.m.

La ética profesional, el perfeccionamiento de los medios de prensa y la profesionalidad son algunas líneas temáticas del IX Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), retomadas por los profesionales de los medios en sus delegaciones de base. La Dra. Miriam Rodríguez Betancourt, premio nacional de periodismo, sobre la ética, la polémica y la crítica, define: “La ética es una e indivisible, y se compone de principios y valores". (Foto)

El periodismo pasa por la ética y viceversa. La Comisión Nacional de Ética tiene una labor hoy muy difícil y compleja, pero debe tener cuidado de que velando por la ética cercenemos la polémica, que tiene que estar en todos los medios.

Hemos estado fallando en la formación de esos valores. Primero hay que tener ética como persona para después tener ética profesional. En el periodismo deportivo, pero es válido para todas las esferas, se están dando muchos ejemplos de falta de ética, no solo en el ataque a colegas, que son expresiones de la falta de cultura del debate.

La incursión de los jóvenes en las redes sociales no es la causa de estas manifestaciones. No hay lucha generacional en el periodismo, pues se incorporan jóvenes muy talentosos que demuestran que pueden aportar de acuerdo con su momento y tienen el derecho de hacer las cosas a su manera. Hay quienes tienen precio y otros tienen valores, hay que combatir a los que se venden por un precio.

Hay que insistir en la formación de los periodistas en la academia, pues desde ahí hay que combatir la ausencia de creatividad y la mínima base cultural del periodismo que estamos haciendo.

En ese sentido, muchos jubilados pueden aportar sus experiencias a las nuevas generaciones como profesores y conferencistas, pues tienen capacidad, voluntad y posibilidades de ser docentes. Los jóvenes necesitan recibir las experiencias de los experimentados en la profesión.

(Fuente: Cubaperiodistas / Lilibet Enriquez Infante)

El mejor libro que Julito nos dejó

El mejor libro que Julito nos dejó

 

5:34:05 a.m.

Por Mercedes Rodríguez García

La segunda edición de «Revolución, Socialismo y Periodismo: La prensa y los periodistas cubanos ante el siglo XXI», de Julio García Luis (Sagua la Grande, 1942-La Habana, 2012), ya se vende en la 24 edición de Feria Internacional del Libro, en La Habana.

Parecía que iba a dormir el sueño de los justos desde que su publicación fuera recomendada por el tribunal calificador de aquel aplaudido ejercicio académico, que le valió a su autor el título de Doctor en Ciencias de la Comunicación, en 2004.

Pero nunca es tarde si la dicha es buena, ocho años después, publicado por la editorial Pablo de la Torriente Brau, de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC)— «Revolución, Socialismo y Periodismo…» fue presentado por primera vez en el IX Congreso de la UPEC, celebrado los días 14 y 15 de julio de 2013.

Entonces —como ahora en la Feria Internacional del Libro, en La Habana —  su presentadora, la colega Rosa Miriam Elizalde, editora y prologuista del texto, reconoció que no se trataba de un libro tardío, pero que no debió esperar al final del pasado siglo ni tampoco a los años que ya hemos avanzado de este XXI».

Y argumentó: « (…) sobre todo, porque es un libro que ya estaba escrito. Solo faltaba ponerlo en blanco y negro. Con todo y ello ¿por qué tan larga espera?». Me imagino el (los) argumento (s), y no creo que la dilación obedeciera entonces a causas editoriales, ya que en el transcurso varios textos salieron de la Pablo de la Torriente, y también otras casas editoras afines , incluso fuera de plan, y con premura.

Sucedía que el catalejo (el de la canción del dúo Buena Fe) seguía enfocado 180º al «más allá» y no hacia el interior de esta Isla nuestra, bella y heroica de cada día.

Ahora, Rosa Miriam pide que abracemos esta segunda edición, y se siente privilegiada porque «posee la copia digital, todavía con el rótulo que él le puso en enero de 2012, en la víspera de su muerte, y no hay día en que no surfee en ella con el buscador de mi laptop»… Lo mismo que yo hago, pero remando sobre el ejemplar de papel a falta de tablet o cualquier otro miniequipamiento electrónico portable.

En el libro «descubrimos cada vez nuevas aproximaciones a temas muy complejos de las Ciencias Sociales y a otros, ya bastante llevados y traídos entre nosotros.  En cualquier caso, Julio es una brújula en medio de la confusa sobreabundancia de información y en tiempos de Internet, de “Paquetes” semanales y redes jíbaras», como bien apunta Rosa Miriam.

Ella, que tuvo por años muy cerca a Julito, el Maestro, no puede escapar del influjo de este extraordinario hombre que aún físicamente ausente continúa dándonos lecciones de vida y compostura. De ahí, que más que una presentadora se haya comportado como una alumna agradecida o una buena amiga.

Y como ella misma dijo, «se supone que un presentador les recomiende la lectura del volumen que tiene en sus manos. Es lo que me ha pedido la Editorial Pablo de la Torriente, de la Unión de Periodistas de Cuba. Bien, compren el libro porque es inteligente, documentado y rotundo, pero hagan algo más: abrácenlo porque tendrán en sus manos la vida de un periodista genial, de un investigador sin el que no se puede interpretar la cultura cubana del último medio siglo, y de un padre, amigo, esposo y maestro inolvidable. Abracen este libro, abracen a este hombre bueno».

Yo hubiera recomendando, además —y ante los numerosos periodistas presentes— hacer lo que Julio propone en su texto, si es que de verdad luchamos por una sociedad próspera y sostenible, a la que mucho aportará un modelo de periodismo que informe de manera, oportuna, veraz y lo más amplia posible, afianzado siempre en valores humanos básicos como la dignidad, la justicia, la solidaridad y el apego a la verdad.

Y no creo se trate de reinventar, sino cambiar ese tan llevado y traído paradigma comunicacional basado no solo en la teoría sino en las realidades del país y del mundo, apoyado en la movilización de la opinión pública y en la fuerza política y moral que ella es capaz de ejercer. En otras palabras, un modelo comunicacional de servicio público que ayude a sustentar derechos y libertades ciudadanas —reconocidas constitucionalmente—, y con los cuales está estrechamente ligado el periodismo.

Desde estos ángulos, el libro de Julio no solo recupera el desdeñado acento del periodista cubano y su dignidad, sino que renueva y vigoriza las opiniones morales y políticas que  hoy angustian al sector, pero que pienso —y así lo ruego a los santos apócrifos culpables de tantas penurias y  desasosiegos— deberán ir desapareciendo más temprano que tarde.

Ya todo o casi todo, se ha dicho y redicho. Lo que faltaba, nos lo deja Julio por escrito. Mas, siempre habrá ciegos que no quieren ver y sordos que no quieren oír. A esos, tendremos que pasarles como una aplanadora por encima, y no continuar esperando a que sea  la historia  quien les pase la cuenta. Sus deudas son impagables y no tienen absolución posible.

Con su experiencia académica, afianzada en el más legítimo y auténtico magisterio normalista y en el sostenido ejercicio reporteril, Julio García Luis sostiene que «solo una prensa más libre, cubana y autorregulada» puede llegar a convertirse en ese «can guardador de la casa paterna» del que habla Martí refiriéndose al periodismo. Y solo será así «en la medida que vigile, indague y alerte con suficiente autonomía, que trabaje sin temor y de modo responsable».

Son muchos, muchos, los postulados contenidos en este texto que tienen para los del gremio una concreción palpable en el día a día de nuestra profesión. Sin embargo su gran valor no radica en decir lo que no hayamos dicho nosotros mismos, sino —como dijera Omar George Carpi—«en el sustrato conceptual y teórico que nos aporta para explicarnos mejor el por qué de nuestras frustraciones y de nuestras expectativas».

Al respecto es bien clara la dedicatoria de Julio. «A las compañeras y los compañeros del gremio: lo que hemos conversado tantas veces».

Reitero, nada que desconozcamos, ni que no hayamos padecido, ni que no constituya tema de tertulias o corrillos en las redacciones o en los encuentros formales e informales entre colegas.

Y es Omar —miembro del Comité Nacional de UPEC—  quien me refresca la memoria al referirse concretamente  al origen de esta cita, y que no es otro que la intervención de Julio en el VI Encuentro Nacional de la Crónica Miguel Ángel de la Torre, celebrado en Cienfuegos, en noviembre  de 2011, apenas dos meses antes de su fallecimiento (La Habana el 12 de enero de 2012).

Transcribo textualmente: «Ustedes saben, igual que yo que nadie va a llegar un día a decirnos: hasta ayer, llegaron hasta aquí; a partir de hoy, van a llegar hasta acá. Eso no existe y nunca existirá. Nadie hablará por nosotros. Nadie hará lo que nos toca hacer a nosotros. Tendremos lo que nos ganemos, lograremos lo que nos merezcamos, dispondremos del espacio que sepamos ocupar. En el mundo del poder no se regala nada y nada viene por añadidura. Ideas, prácticas y hechos son los únicos que pueden movernos hacia delante».

Así lo dijo Julio entonces y así está sugerido en su obra póstuma al referirse a las potencialidades para generar un mejor periodismo, capaz de cumplir una función más eficaz de legitimación y fortalecimiento de nuestro socialismo».

Idea de Omar a la que me sumo, es la capacidad  de Julio para fortalecernos con elementos de juicio indispensables para el conocimiento y la acción, dignificándonos como  profesionales, en momentos en que la autoestima no es precisamente un sentimiento muy arraigado en el sector. Nos reafirma algo que se supone sepamos pero que a veces olvidamos: el deber principal de un periodista es producir información según criterios profesionales.

Y Nunca será así mientras que sigamos esperando a que nos digan lo que debiéramos decir nosotros. Hay cosas que nadie puede decir por nosotros, porque corresponden al discurso de la profesión.

¿Cuál es el deber elemental de un periodista si no cuestionar lo que la población cuestiona y preguntar lo que el pueblo pregunta a quienes están en la obligación de responderle, en virtud de sus responsabilidades públicas, con total transparencia?

Por eso, el libro de Julito nos hace, en verdad, mucha falta. Sin embargo, por sí solo no va a mover conciencias ni sensibilidades a favor de un mejor periodismo. Ese complemento tendremos que ponérselo nosotros con nuestra actuación y, si es necesario, hasta con nuestra intransigencia.

Ojalá que llegue a muchos más actores, y sobre todo a quienes en cumplimiento de otras funciones se relacionan con el quehacer de la prensa. Ojalá que este libro cada vez más deje de ser teoría para convertirse en práctica.

Como afirmara el miembro del Buró Político y Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en la clausura del IX Congreso de la UPEC; «Se necesita mucho de la prensa cubana para construir un socialismo próspero y sostenible».

Para los periodistas y comunicadores en ejercicio, para estudiantes de periodismo y de comunicación social, el texto de Julio García Luis constituye más que lectura obligatoria, manual de estudio y consulta permanente.

Esperamos que el mejor libro que García Luis nos dejó esté presente en la Feria del Libro en Villa Clara, y a un precio asequible en honor a la modestia, la dignidad, la honestidad, la fidelidad y el genio de ese Doctor ido antes de tiempo, y al que invariablemente seguiremos llamando Julito, ese profesor, amigo y revolucionario a quien abrazo todos los días.

 

 

 

 

 

Nuevo encuentro de Díaz-Canel con la Presidencia de la UPEC

Nuevo encuentro de Díaz-Canel con la Presidencia de la UPEC


 

14/11/2013 11:14:43

 

Por Juan Marrero 


Beneficiosas las reuniones con los consejos de dirección de los organismos centrales del Estado para avanzar en la lucha contra el secretismo. Estrecha alianza para la preparación de cuadros en temas de comunicación y sus estrategias. Próximo Pleno del Comité Nacional de la UPEC el 11 de enero de 2014

Concluir en diciembre las reuniones sobre comunicación con los consejos de dirección de las instituciones centrales del Estado (OACE) y comenzar a partir de enero las de los Consejos de la Administración Provincial (CAP) fueron planteamientos hechos por Miguel Díaz-Canel, primer vicepresidente de los consejos de Estado y Ministros y miembro del Buró Político del Partido, en encuentro con los principales dirigentes de la UPEC Nacional, el quinto desde la celebración del IX Congreso.

En esta oportunidad, al tratarse el tema de los encuentros que ya se han efectuado con los ministerios de Educación, Comercio Interior, Turismo, Justicia, Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Salud Pública, Industria, Educación Superior, INDER, MICONS y el Grupo AZCUBA, el presidente de la UPEC, Antonio Moltó, le transmitió la valoración que ha hecho el Grupo de Trabajo de la Presidencia sobre esos encuentros.

«Se desarrollaron en un clima de respeto y colaboración, e indudablemente han sido beneficiosos para la batalla que estamos librando para cumplir con el derecho del pueblo a la información y romper con el secretismo», dijo Moltó.

Tras señalar insuficiencias apreciadas en la manera de relacionarse con la prensa y, como resultado de ello, tener escasa efectividad en la transmisión de informaciones y mensajes a la población sobre sus logros y dificultades, así como también la falta de profesionalidad e insuficiencias de periodistas y medios en el tratamiento de algunos temas, Moltó apuntó que nos acercamos al tema con el espíritu de contribuir a que los organismos centrales del Estado puedan superar la actual situación. No tenemos una actitud de confrontación. En algunos de los encuentros se detectó la no presencia de los ministerios en páginas web, blogs y redes sociales, así como no tener siquiera una estrategia de comunicación hacia lo interno. La UPEC, la Asociación de Comunicadores Sociales, la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana y el Instituto Internacional de Periodismo José Martí han convenido en forjar una estrecha alianza en la preparación de módulos necesarios para cursos sobre comunicación y sus estrategias que podrían pasar los cuadros de las OACE y los CAP que lo requieran y lo soliciten.

Comentando sobre el tema, Díaz-Canel dijo que tras los encuentros con los consejos de dirección de los organismos se aprecia que en la mayoría hemos empezado a avanzar y hemos logrado romper un poco con el secretismo. Habló seguidamente de sus recientes recorridos por Las Tunas y Holguín, donde ha estado dando seguimiento en reuniones con instituciones, directores de medios y periodistas a ese tema. Anunció que mañana (martes) estará en Camagüey. Todo en lo que hemos trabajado desde el Congreso hay evaluarlo periódicamente e ir haciendo los cortes necesarios, dijo.

Habló de las pruebas de aptitud para ingresar en la carrera de periodismo  que, en su opinión, es un asunto que debe revisarse en el futuro, y considerar si las baterías de preguntas que intentan medir la actualización de conocimientos de los estudiantes debe modificarse o eliminarse.

Refiriéndose a las insuficiencias aún presentes en los medios, señaló que no se trata solo del tema del secretismo, hay faltas de profesionalidad.  Habló de que el Partido ha pedido a los medios publicar análisis críticos sobre nuestras realidades, pero aún faltan sobre todo en los medios nacionales. La situación en provincias es mucho mejor, en ese sentido.

Abogó por la creación de un mecanismo, en el cual el Partido podría ayudar, para que la UPEC llegue a los medios de las provincias con los acuerdos de los Plenos del Comité Nacional. Esto debemos concebirlo como un sistema.

En el contexto de una evaluación sobre  la emulación anual de la UPEC y el Festival de la Prensa, Díaz-Canel lanzó la idea de que se estudie alguna fórmula para reconocer y premiar a los medios de acuerdo con sus resultados. Pienso en un «ranking» de los medios de prensa cubanos –dijo--, lo más justo es que quien lo haga bien, sea reconocido.

En el orden del día del encuentro figuró el II Pleno del Comité Nacional de la UPEC. Se acordó realizarlo el 11 de enero del año próximo, y entre los asuntos que se abordarán como tema principal figura el de los cuadros de la prensa. También el Pleno deberá aprobar los reglamentos de ingresos, reingresos, traslados y bajas, y el reglamento del Código de Ética.

Otro tema que se abordó en este quinto encuentro de Díaz-Canel y la dirección de la UPEC fue la tabla de concertación o tabla de todos, que tras una consulta ha sido actualizada, y que es una herramienta de trabajo sobre las prioridades  de la organización. Entre las cuestiones que se le han incorporado como acciones por realizar están: renovar el Círculo Especializado de Periodismo Económico, un curso para corresponsales voluntarios de la FEU, encuentros regionales de género y comunicación, investigación sobre el estado actual de los directivos de la prensa cubana, crear espacios en las casas de la Prensa para ver materiales audiovisuales de los jóvenes estudiantes, crear la condición de Maestro de periodistas para entregar el 22 de diciembre a propósito del día del Educador a periodistas que se desempeñan como profesores a tiempo parcial en las escuelas de periodismo.

En el encuentro se habló también sobre los nuevos espacios que ha abierto la UPEC para el diálogo y el debate, entre ellos Catalejo, La Polilla Inquieta y Entre Colegas. Hubo consenso en que deben prestársele suma atención y trabajar por su consolidación.

Finalmente, se ofreció una información por la UPEC sobre el próximo torneo nacional de softbol de la prensa, que se efectuará a finales de este mes en Villa Clara, y la situación del arreglo de las computadoras de periodistas dentro de un programa de asignaciones financieras y de disponibilidades de piezas de repuesto por la empresa Copextel, que brinda tal servicio.

Participaron también en el encuentro Rolando Alfonso Borges, Alberto Alvariño y Enrique Villuendas por el Departamento Ideológico, y las vicepresidentas de la UPEC, Aixa Hevia, Bárbara Doval y Belkis Pérez Cruz.

 

(Tomado de Cubaperiodistas)

Falleció el fotorreportero Fernando Lezcano Pérez

Falleció el fotorreportero Fernando Lezcano Pérez


 

10:51:25 p.m.

 

A la edad de 80 años, falleció en La Habana el destacado fotorreportero Fernando Lezcano Pérez, falleció en La Habana, según noticia recibida en cubaperiodistas. Su cadáver fue incinerado. 

Lezcano Pérez, nacido en 1933, se graduó en la Escuela Profesional de Periodismo Manuel Márquez Sterling en 1959, y trabajó inicialmente como laboratorista y fotógrafo en los periódicos El Mundo y La Tarde, y en las revistas Carteles y Bohemia. Al fundarse el periódico Granma integró su colectivo de fotógrafos.  Tuvo una sobresaliente labor profesional que le hizo merecedor de numerosos reconocimientos al reflejar momentos históricos del proceso revolucionario.

Era hijo de Fernando Lezcano Miranda (1904-1949), quien fue un famoso fotógrafo cubano en las décadas de 1930 y 1940 donde su lente captó imágenes del asesinato del líder estudiantil Rafael Trejo, los sucesos de Orfila y el robo del diamante del Capitolio. Lezcano Miranda trabajó para los periódicos El País y El Mundo.

Lezcanito, como se le llamaba por sus colegas de labor, era hermano de Jorge Lezcano Pérez, quien fue dirigente del Partido en Ciudad de La Habana, coordinador nacional de los CDR y embajador en Brasil, entre otras responsabilidades. Su otro hermano es el general de división Carlos Lezcano Pérez. 

Llegue a sus familiares el mensaje de condolencia de la Presidencia de la UPEC, y el de esta redactora a través de La Tecla con Café.

 

(Fuente: Cubaperiodistas)

El periodismo, otro faro salvador

El periodismo, otro faro salvador


 11/8/2013 8:32:03 

 

Un periódico figura como fuente imprescindible de noticias. Es un almacén de cultura e historias. Debemos ir a sus páginas para redescubrir una realidad particular o colectiva. Al menos esa perspectiva permite intuir una posición crítica, un punto de vista electivo, de aportaciones de valores o de conocimientos. 

Preguntan por el periodismo cubano y sus desafíos. También de sus retos en las actuales coyunturas, de cambio y perfeccionamiento, en nuestro modelo económico-social. No negaré que la profesión está sujeta al mejoramiento y la trascendencia optimista. 

Dicen algunos escépticos que la sociedad en toda su amplitud  transita por una vía y el periodismo por la otra. Es una realidad abierta a los avatares. Ese constituye el reto salvable: hacer que converjan ambas proposiciones: periodismo y entorno. El cómo sintetiza una cuestión cubana, similar a la solución de nuestros problemas de país independiente. 

La indagación la dirigen a Vanguardia, y su estadía de 51 años de escenario público, de educación y de formación cultural. Todo tendrá que venir, como dijo Raúl, «sin pausa, pero sin prisa», desde una perspectiva martiana. 

Observo al periodismo como un faro salvador, de «examen y consejo», en la invitación del Apóstol: orientar al náufrago hacia un punto de refugio, de unidad y mancomunidad de fieles intereses colectivos. 

Será el tránsito oportuno para desentumecer la reflexión hacia los aciertos, los puntos críticos y elevar la inteligencia por encima de todos los contratiempos, de las desventuras, e, incluso, de las desgracias que entorpezcan el camino. Lo fundamentará esa libertad de sustento martiano expuesta en La Edad de Oro: el «derecho que todo hombre tiene de ser honrado, y a pensar y hablar sin hipocresía» en la conformación de opinión pública y de inquietudes sociales. 

Tendremos que pugnar por públicos emancipados de las «trampas» ofrecidas por discursos periodísticos o culturales. Un solo fin lo marca siempre: educar, orientar y trascender desde una perspectiva revolucionaria y de optimista desafío por imposibilitar que el «enemigo nos vuelva a vencer por nuestro desorden», afirmó Martí. 

Esa solicitud, inclusiva, de un periodismo provisto de una posición emancipadora, participativa, antihegemónica, debe caracterizar toda óptica, según observación de Julio García Luis en sus lecciones docentes. ¿Existen problemas —objetivos o subjetivos— que lastran el interés y la influencia en el estado del saber y conocimiento de los receptores o públicos? ¡Es verdad! Desde  las redacciones habrá que sumarse al vuelco transformador, revolucionario, como lo solicita la voluntad política del país. Habrá que sumar la confrontación, la polémica, ausente con reiteración en  nuestros medios de prensa. Ese representa un parangón entre los puntos de vista del que escribe y el que exige y recibe una información detallada, esclarecedora y convincente.

Martí, el incansable, lo sentenció el 6 de julio de 1885: «Otros ven para ahora y para luego, que es como se debe ver en las cosas de los pueblos, para quienes lo presente no es más que la manera de ir al porvenir». Es el afán inclaudicable por juntar y unir las aspiraciones crecientes de los cubanos. Habrá que borrar la apología o la visión desproblematizada de nuestra realidad social, económica o cultural. 

El 29 de marzo de 1980, durante la clausura del IV Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba, Raúl dijo que «continúa siendo insuficiente el nivel de comprensión alcanzado por muchos de nuestros cuadros partidistas y estatales sobre la vinculación orgánica que debe existir entre el fomento y desarrollo de la economía nacional y la gestión periodística». Es una realidad que obliga a la abolición de «notas» que uniforman nuestros mensajes. El público lo exige. Todos lo reclamamos en un debate pertinente que conlleve una «comprobada objetividad y sin el secretismo inútil», como apuntó el Presidente cubano durante la Primera Conferencia Nacional del Partido. 

No creo, como algunos alegan, que el periodismo cubano sea una «asignatura pendiente»  en el acontecer nacional. Necesitamos enfatizar en las lagunas, los errores, los problemas, desde una perspectiva de seguridad profesional. El ejercicio del criterio deberá imponerse en medio de un debate plural contra signos de mediocridad de ciertos y determinados discursos comunicativos. 

La crítica, dijo Fidel, «tiene que ser el estilo de la prensa, o mejor aún, como se ha dicho, su modo de ser». Estamos abocados a hallar el modo de afianzar y renovar nuestras conquistas. Todo conducirá a definir la exigencia crítica de los problemas de nuestra sociedad. Entonces, una riqueza mayor abrigará a la Patria, la nación y la cultura cubanas, y el periodismo transitará entre sus faros salvadores. 

(Fuente: Vanguardia/Luis Machado Ordext)

 

Concluye IX Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba

Concluye IX Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba

 

15/07/2013 4:59:23

 

Otorgan a Fidel y Raúl Medalla por 50 aniversario de la UPEC.

El líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro, y el General de Ejército Raúl Castro, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, fueron reconocidos hoy con la Medalla Conmemorativa 50 Aniversario de la Unión de Periodistas de Cuba.   

Este galardón fue entregado a Miguel Díaz-Canel Bermúdez, miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Primer Vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en el IX Congreso de la organización, donde se destacó la trascendencia de Fidel y Raúl, símbolos de la fuerza y resistencia del pueblo en la defensa de la Revolución.

Fundadores, dirigentes de la UPEC y profesionales con importantes contribuciones al desempeño y funcionamiento de la institución recibieron similar distinción en el Palacio de Convenciones de La Habana.

Entre los homenajeados figuran Armando Hart Dávalos y Jorge Risquet Valdés-Saldaña, ambos miembros del Comité Central del Partido, por su participación en el periodismo revolucionario, y Ernesto Vera, fundador de la UPEC.

Asimismo Marta Rojas, Heroína Nacional del Trabajo, Antonio Fulgueiras, a nombre de los corresponsales voluntarios, Juana Carrasco, en representación de los periodistas que participan como jurados en los concursos de la UPEC, y Roger Ricardo, por los corresponsales de guerra.

En esta jornada y a propuesta del Comité Nacional de la UPEC, fue entregado el Premio de la Dignidad a Tubal Páez, presidente saliente de la organización, por su relevante quehacer al frente de los profesionales del sector.

También el Comité Nacional acordó declarar presidentes de honor de la UPEC a Ernesto Vera, a Tubal Páez y de forma póstuma a Julio García Luis, quien fuera Decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de la Habana y dirigiera la organización de 1986 a 1993.

En la sesión de clausura Moltó leyó un mensaje de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), que felicita los 50 años de la UPEC construyendo patria en Cuba, en toda la América Latina y el Caribe.

Ante los delegados se presentaron las proyecciones generales de trabajo de la UPEC para el quinquenio 2013-2018, que reconocen a la comunicación social en general y al periodismo en particular, indispensables para la construcción de un socialismo próspero y sostenible.

Moltó solicitó facultar al Comité Nacional de la UPEC, de modo excepcional y por única vez, para estudiar de manera integral en los estatutos de la organización lo concerniente a las elecciones para los cargos de dirección a los diferentes niveles, y posteriormente llevar a consulta con los afiliados los cambios que se propongan.

Momento emotivo de la sesión fue la presentación por la periodista Rosa Miriam Elizalde del libro Revolución, socialismo, periodismo. La prensa y los periodistas cubanos ante el siglo XXI, de Julio García Luis, obra que consideró precioso homenaje a uno de los grandes paradigmas del periodismo cubano en los últimos 50 años.

Las palabras de clausura del IX congreso estuvieron a cargo de Miguel Díaz-Canel Bermúdez, como resumen de dos días de debates sobre asuntos medulares del periodismo de hoy. 


(Fuente: Vanguardia/ Miriam Prieto Carreras )

 

La Unión de Periodistas de Cuba llama a trabajar por el orden cívico

La Unión de Periodistas de Cuba llama a trabajar por el orden cívico


15/07/2013 4:44:19

 

La Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) llamó a sus miembros a unirse al pueblo en el deber de cumplir y hacer cumplir lo que establecen las normas cívicas.


En la jornada final del IX Congreso de la UPEC, el saliente presidente de la organización, Tubal Páez, recordó que el jefe de Estado cubano, Raúl Castro, en su reciente discurso instó a la observancia de las leyes, disposiciones y reglamentos para contrarrestar el deterioro de los valores morales y cívicos. 

Estos, según acuerdo dado a conocer por Páez en el plenario, están en la raíz de las manifestaciones de indisciplina social, ilegalidades, contravenciones y delitos. 

Por la seriedad, dimensión y extensión de este problema solo es posible erradicarlos con la participación del pueblo, y en ese sentido los periodistas y los medios deben jugar un papel decisivo en la formación de una opinión pública favorable, señala el texto. 

Lo delegados al IX Congreso deben analizar las mejores formas para tratar el tema, que excluyan arengas, consignas o campañas, e incorporen todo el poder de la creatividad y de iniciativa presente en el país, precisa el documento. 


(Fuente: Cubadebate

Siete tesis sobre la prensa cubana

Siete tesis sobre la prensa cubana


15/07/2013 4:49:57

 

1. La prensa y el socialismo. ¿Alguien sabe cómo se construye el socialismo? Y por extensión, ¿sobre qué pilares debiera erigirse la prensa socialista? Lo mejor que tiene formularnos esas preguntas hoy es que, por lo menos, ya sabemos que no hay respuestas únicas y cerradas. El llamado socialismo real pretendió levantarse sobre «leyes objetivas», normas aparentemente inviolables y manuales que presumían de preverlo todo.

Al socialismo en el siglo XXI, en cambio, no le ha quedado más remedio que establecerse sobre la falta de certezas y proponerse, en consecuencia, construirlas colectivamente. La prensa socialista tiene el desafío de arropar con ideas la nueva época, interpretar creativamente el discurso político, alimentarlo con argumentos, demostraciones, ejemplos concretos y un permanente debate público.

Si lo anterior es válido para la experiencia latinoamericana, lo es también –y especialmente ahora- para Cuba. La dirección de la Revolución nos ha subido la parada con el rumbo de un socialismo próspero y sostenible. A pesar de los bloqueos y las adversidades de las últimas décadas, Cuba apuesta a una práctica socialista que sea fuente de felicidad, de vida digna, de realización personal y tranquilidad económica, de articulación entre el proyecto personal y las metas generales de la sociedad. Pero, ¿creemos acaso que esos significados se comprenden, procesan y comparten por igual en la cabeza de todos los cubanos? ¿Cómo haremos para comunicarlos eficientemente? ¿Cómo les daremos sentido y los convertiremos en hechos que se toquen, historias que se vivan, caminos que se intuyan?

¿Cuánta importancia tiene para la batalla política del país no solo trabajar el ámbito de la realidad, sino también el de las percepciones? ¿Cómo complementaremos, en suma, la actualización del modelo con una percepción renovada en torno a todo lo que se está actualizando?

2. La prensa y la realidad. Parte de la opinión pública nos acusa de mirar el mundo con el mismo catalejo de la canción de Buena Fe: somos eficientes en fotografiar lo que está lejos: lo investigamos, lo desmenuzamos, lo descomponemos frente a los ojos de las audiencias e incluso lo criticamos severamente. Lo que está cerca, sin embargo, suele abordarse con timidez, o con una abstracción infinita, o con estilo timorato, o con simplonerías. Por las razones que sean, hemos ido conformando un modelo de construcción de la realidad que contrapone el supuesto «infierno foráneo» al presunto «paraíso doméstico». Hemos suplido, frecuentemente, el juicio razonado por la propaganda, la interpretación por las cifras, la noticia por los eventos, el argumento por el adjetivo, la riqueza de los procesos por la síntesis caricaturesca de sus resultados.

El problema anterior no es nuevo, pero se agudiza dentro de una sociedad cada vez más polifónica y con una alta cultura política. Es muy evidente el contraste entre nuestro tono monocorde y lo que pasa allá afuera. La distancia infinita entre una cuenta bancaria de 250 mil CUC y un salario de 250 pesos no es solo objetiva, sino también subjetiva y, entre ambos extremos, sobrevive un espectro amplísimo de modos de pensar y relacionarse con el país. Si el actual proceso de transformaciones ha entrado en un periodo de mayor complejidad, deberíamos asegurarnos de crear las condiciones para que la prensa y los periodistas contemos las historias con mayor complejidad: no solo las certezas, sino también las dudas; no solo las soluciones, sino también las contradicciones.

Claro que sería injusto de mi parte atribuirle únicamente a los periodistas –atribuirnos- la responsabilidad por estos pesares. El propio Presidente Raúl Castro, al criticar el triunfalismo, la estridencia, el formalismo y la falta de debate público en nuestra prensa para abordar la realidad, durante el VI Congreso del Partido, decía: «a pesar de los acuerdos adoptados por el Partido sobre la política informativa, la mayoría de las veces los periodistas no cuentan con el acceso oportuno a la información ni el contacto frecuente con los cuadros y especialistas responsabilizados de las temáticas en cuestión». Aquí hay dos caminos: o resolvemos el problema entre todos de una vez o colapsarán la credibilidad y el poder persuasivo de los medios.

3. La prensa y la ley. Comprendo la expectativa que ha generado en el gremio –e incluso más allá de sus fronteras- la posibilidad de una ley de prensa. Ella dotaría de respaldo jurídico el desempeño profesional de los periodistas, reivindicaría a la información como derecho público y articularía de modo más orgánico las relaciones con las fuentes, entre otras ventajas. Pero, alerto, no será la solución de todos nuestros problemas. Varias orientaciones del Partido y el Buró Político precedentes, que, aun sin fuerza legal, tienen la fuerza moral de las instituciones que las originaron, han sido sometidas por las fuentes a la vieja práctica de «se acata, pero no se cumple».

La necesidad de comunicar no puede imponerse únicamente por decreto, tiene que ser una fuerza natural, un movimiento, una demanda que le nazca a la sociedad de sus entrañas.

En lo que llegan las normativas jurídicas, algunas acciones prácticas podrían ir allanando el camino: ¿se imaginan que los ministerios del país ofrecieran sistemáticamente conferencias de prensa? ¿se imaginan que todas las instituciones públicas dispusieran de directivos, cuadros intermedios o funcionarios accesibles, con información y sentido de responsabilidad para comunicar? ¿Se imaginan que pudiéramos analizar frecuentemente, con nombres y apellidos, las fuentes aferradas al secretismo y educarlas —educarnos— en una cultura de la información y la transparencia? Si nos lo proponemos, lo que he dicho estará a la vuelta de la esquina.

La guerra contra el secretismo no pertenece solo a la prensa, sino a toda la sociedad. Hay que atajar lo mismo las consecuencias que las causas, porque un secretista no viene al mundo genéticamente mudo. Enmudece gradualmente, como resultado, a veces, de la desinformación, o la falta de preparación para enfrentar los medios, o la ignorancia, o los regaños, o la defensa enmascarada del beneficio personal, o lo que interpreta como su sentido de la responsabilidad.

4. La prensa y los cuadros. En las semanas precedentes hemos escuchado una y otra vez dos cifras inquietantes. Casi el 50% de nuestros cuadros de prensa no tienen formación periodística, y ese número supera el 60% en el caso de la radio cubana. Las cifras, más allá de que sean exactas o no, ilustran que el problema existe y nos ponen a las puertas de un dilema mayúsculo: ¿podríamos acometer los cambios sin el capital humano suficiente para conducirlos y encauzarlos? Y si un cuadro se equivoca, ¿vamos a corregir su error con más regulaciones excesivas y prácticas verticalistas en la dirección de la prensa? ¿No sería ese, acaso, un error mayor? ¿Cómo haremos para asegurarnos de que los cuadros de la prensa identifiquen, organicen y alineen una vanguardia periodística que marque el paso, abra la brecha, perfile el camino que debería seguir nuestro sistema de medios? 

En esto, como en muchas otras cosas, Ernesto Che Guevara constituye un excelente punto de partida. Lo cito: «el denominador común es la claridad política. Esta no consiste en el apoyo incondicional a los postulados de la Revolución, sino en un apoyo razonado, en una gran capacidad de sacrifico y en una capacidad dialéctica de análisis que permita hacer continuos aportes, a todos los niveles, a la rica teoría y práctica de la Revolución. Estos compañeros deben seleccionarse de las masas, aplicando el principio único de que el mejor sobresalga y que al mejor se le den las mayores oportunidades de desarrollo».

No voy a usurpar, en la discusión sobre este tema, el lugar que seguramente ocuparán valiosos colegas, incluso valiosos cuadros, de muchísima más autoridad que yo para abordarlo. Permítanme solo referirme a una verdad general, casi de perogrullo: un cuadro de la prensa requiere conocimientos de economía, política, ciencias sociales, pero necesita también de una fina intuición, de un sexto sentido, de una capacidad indefinible en palabras para ver el mundo, imaginarlo y proyectarlo a corto, mediano y largo plazo. Hablo de algo que nace de la vida y de la relación con la práctica, que se llama liderazgo.

Necesitamos aguzar el oído y afinar el olfato para dotar a la prensa de los mejores cuadros, comprometerlos con la tarea de dirigir, crearles las condiciones para que dirijan con valentía y soltura, fomentar que se conviertan en verdaderos agentes de cambio y no en poleas trasmisoras de las orientaciones de arriba.

5. La prensa y el consenso. A lo mejor han creído hasta aquí que estoy hablando de la prensa, pero en realidad estoy hablando del consenso revolucionario, que ha sostenido nuestra resistencia aún en las condiciones más adversas. ¿Cómo puede la prensa del siglo XXI contribuir a consolidar ese consenso? ¿De la misma manera que en el siglo XX? ¿Y si los jóvenes no leyeran los periódicos, o no escucharan la radio, serán la radio y los periódicos los mejores vehículos para articular en ellos el consenso? ¿Qué mecanismos tenemos a fin de inducir y fomentar el consenso a través de las redes sociales? ¿O de los celulares, los videojuegos, la música, el cine, las telenovelas, la producción simbólica de la sociedad?

Ya que somos marxistas, comprenderemos que los cambios económicos implican, al mismo tiempo, profundas transformaciones en la subjetividad social. No es posible que emerjan nuevas relaciones económicas, sin que emerja, en una cadena simultánea de acciones y reacciones, una nueva configuración de las relaciones sociales. Hablo de la tensión entre lo avanzado y lo retrógrado, lo rápido y lo lento, lo recto y lo zigzagueante, la vieja y la nueva mentalidad. O la prensa cubana se convierte en la plaza pública por excelencia para visibilizar, dar forma y alentar el consenso en torno al cambio de mentalidad, o asumiremos el costo de que parte de esos consensos se articulen progresivamente al margen de nuestros medios.

6. La prensa y la UPEC. Los periodistas nunca quedaremos bien con todo el mundo. Estamos a medio camino entre la opinión pública y las fuentes. Defender a una parte, casi siempre implica cuestionar la otra. Podríamos admitir incluso que nos califiquen como «profesionales incómodos» porque, en cierta medida, lo somos. De un lado, nuestro compromiso con la época y el proyecto político son irrenunciables. De otro, ese compromiso se realiza completamente si auscultamos la sociedad con sentido crítico, si le palpamos sus dolencias, si alertamos de los males más graves y ayudamos a sanarlos. Allí donde la sociedad enferme y no aparezca a tiempo el diagnóstico, será, entre otros factores, porque la prensa no ha jugado su papel.

José Martí definió nuestro encargo social en muy pocas palabras: Permítanme recordarlas: «la prensa debe ser coqueta para seducir, catedrática para explicar, filósofa para mejorar, pilluelo para penetrar, guerrero para combatir. Debe ser útil, sana, elegante, oportuna, valiente en cada artículo. Debe verse la mano enguantada que lo escribe y los labios sin manchas que lo dictan. No hay cetro mejor que un buen periódico».

¿Nos hemos detenido suficientemente en esa frase de Martí. Reitero solo los adjetivos: «coqueta, catedrática, filósofa, pilluelo, guerrero, útil, sana, elegante, oportuna, valiente». A mi juicio, el mayor desafío que tendrá la UPEC, en medio de la complejidad de los próximos años, será pelear con uñas y dientes para consagrar en el periodismo cubano estas virtudes, que nadie nos va a regalar. Tenemos la ventaja de 8 congresos precedentes y decenas de documentos escritos con orientaciones claras en torno a lo que, entre todos, insisto, debiéramos hacer. 

7. La prensa y la profesionalidad. No hablé de profesionalidad hasta ahora, pero ojalá nos hayamos dado cuenta de que, en realidad, lo estoy haciendo desde el principio. La profesionalidad, ciertamente, depende de nosotros mismos, pero depende también de un ambiente de libertad editorial y creativa que desate la posibilidad de ser profesionales. El periodismo no es un décalogo de reglas instrumentales para hablar o escribir bien frente a los ojos de la opinión pública. Al menos, no en el siglo XXI. Ser profesionales pasa por disponer de las claves políticas, económicas y culturales para ver el mundo complejamente y luego representarlo con belleza, con una hondura que fluya de forma natural, como si la complejidad fuera invisible. 

Es un camino que toma toda la vida, cuyo motor de arranque podría estar en las universidades y luego se va puliendo con el estilo, con la fuerza de la opinión, con la osadía personal, la experimentación, la voluntad de riesgo, y también, por supuesto, con un contexto que permita equivocarse y sacar lecciones, porque el error, entre nosotros, no puede ser motivo de vergüenza.

Colegas:

Estamos llamados a dar un salto definitivo y eso, a mi juicio, es posible hoy como nunca antes: nuestro socialismo se actualiza con paso firme, hay conciencia de que la comunicación y el Periodismo también deben actualizarse; cientos de profesionales han salido de las aulas universitarias listos para dar la pelea, la UPEC cumple 50 años y este tiempo le ha servido no solo para mapear los problemas, sino para consolidar su autoridad moral en función de discutir las soluciones; y hemos llegado a un punto de madurez en la sociedad que nos permite ver las cosas como son -sin eufemismos ni medias tintas.

Lo que haya que hacer, de conjunto con el Partido, las fuentes, los investigadores, los medios, las universidades, los estudiantes de Periodismo y los periodistas, hagámoslo. Cualquier piedra en el camino será infinitamente menor que el precio a pagar por esperar otro medio siglo para tener una prensa que se parezca a nosotros mismos.

*Ponencia introductoria al debate del Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) el 13 de julio de 2013

 

(Fuente: Cubadebate)