Cuando no alcanzan las 24 horas del día
miércoles, 13 de diciembre de 2017
6:11:28 p.m.
El público ha aclamado cada presentación de 25 horas, el primer acercamiento a la ficción del documentalista guantanamero Carlos Barba Salva, quien representa a Cuba dentro de la Sección Oficial en Concurso del 39. Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. (Foto: Carlos Barba Salva e Isabel Santos durante el rodaje del film.)
El cineasta, que arriba a La Habana, tras participar en el Festival de Cine de Yale University, en New Haven (Connecticut, Estados Unidos) revela algunos detalles del viaje creativo que supuso concepción de este cortometraje sincero y sobrio, “pensando en Isabel Santos y Enrique Pineda Barnet como figuras centrales, a modo de ensayo”.
La historia la escribió de un tirón: “Cuando ya tuve una primera versión la envié inmediatamente a Isabel por correo electrónico. Recuerdo que la gran actriz, devenida madre cinematográfica, me respondió: ‘Me encanta este guion, es como una película francesa pero muy cubana; por fin haremos ficción’. Ahí llegó el embullo”.
En sus inicios el sueño permanente de Barba era hacer documentales con actores, ese es el camino, refiriéndose obviamente a la ficción. Y corrió el riesgo: “realizar una película corta, como un trozo de vida real, con pocos diálogos, con símbolos de la cotidianidad muy bien marcados y con un dúo de actores excelentes que me regalaran esa verdad, enmarcada en un momento específico para nuestro país.
“Pretendí narrar en tono de crónica cómo fue tomada la noticia del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos por dos personas tan diferentes como lo es un padre postrado, y su hija emigrada que lo visita y cuida, en un día que le parece muy largo.
”Todo esto ha dado un giro (in)esperado con la nueva administración estadounidense, a veces imposible de entender, con prohibiciones de todo tipo y una nueva vuelta de hoja.
“Me alegra que 25 horas recuerde lo que se logró unir en aquella fecha de 2014, lo que se logró limar. El cartel de Julioeloy Mesa, ese clásico afichista del cine cubano, rezuma la imagen de esa mujer-inmigrante de la cual brotan dos banderas, la cubana y la norteamericana, que nos dice que ya es necesario acabar con lo que no ha trabajado a lo largo de tantos años y buscar nuevos caminos.
“Quiero destacar mi euforia por trabajo interpretativo, en especial contar con la maestría de la experimentada Alicia Bustamante y del joven actor Carlos Alberto Méndez. Ella había aportado su testimonio acerca de Un día de noviembre en mi documental Humberto”.
Además de ese largometraje en torno a Humberto Solás, Carlos Barba cuenta en su filmografía con títulos como Memorias de Lucía (2003), Mujer que espera (2005) y un conjunto de documentales producidos para la colección Cinemateca de Cuba, coproducida por el ICAIC y la firma canaria Impulso Récords en el bienio 2006-2007: El hombre del siglo, La otra Sofía, Un hombre con éxito, Del cine y otros demonios, Un documental sobre Adorables mentiras, Papeles principales y el largometraje Canción para Rachel, acerca del proceso creativo de La bella del Alhambra, realizada por Pineda Barnet.
En relación con el rodaje y la postproducción del corto 25 horas, declaró para el Diario del Festival, Barba cuenta:
“Seguí trabajando la historia y de pronto, como hijo del ‘cine pobre’, recuerdo que estaba listo para rodarla. Había reunido un pequeño staff de amigos y colaboradores muy talentosos, dispuestos y a la expectativa, pero Isabel protagonizaría en poco Regreso a Itaca, de Laurent Cantet, y hubo que esperar. Pocos meses después rodamos el cortometraje en dos días. Juntando las horas de trabajo, creo que fueron veinticinco, igual que el título. Bastaron una casa en el barrio de El Vedado, una luz y sonido, actores y equipo entregados. Luego vino la etapa de postproducción, con Xperima Productions en Los Ángeles; y el diseño sonoro y la mezcla, en Ciudad México.
El paso del documental a la ficción no se da así tan fácil, confesó Barba al referirse a ese riesgoso tránsito–, algo que quizás se percibe en el cortometraje. De hecho, la idea de rodar en New York apareció de pronto y la aprovecharon, coincidiendo con la presencia allí de la actriz, invitada por el Havana Film Festival, y la posibilidad de darle una continuidad (nunca cierre) a Hilda, su personaje.
“Esa decisión recuerda un poco la impronta del documental. El bichito de la ficción estaba ahí, y aparecía probablemente cada vez con más fuerza cuando participaba como asistente de dirección en alguna película cubana. Aunque la manera de componer una escena, muchas veces enamorarme de una primera toma y usarla, ese contar desde la radio que acompaña a un país, creo también que tiene que ver mucho con la no-ficción.
“Confieso que soy un apasionado del documental, pero la adrenalina de mostrar una historia que nace de un deseo real de querer contar algo, y que esos maravillosos actores y no-actores hagan suyo un guion escrito por uno, es tremendamente cautivador”.
(Fuente: HR)
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