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LA TECLA CON CAFÉ

Las claves de Noam Chomsky sobre Trump y el futuro

 

15 de enero de 2017
8:58:21 p.m.
 

Chomsky encuentra varias similitudes entre Trump y otras figuras demagógicas de la historia, como Adolfo Hitler. (Video: Fragmento del documental Requiem para el sueño americano)*

El fin de la República de Weimar, en 1933, es el escenario que se asemeja más a la situación que está viviendo Estados Unidos con el arribo de Donald Trump al poder, de acuerdo con Noam Chomsky, profesor emérito del Instituto Tecnológico de Massachusetts y una de las figuras más contestatarias frente a las políticas neoliberales de diversas administraciones estadounidenses. 

En una entrevista con Truthdig, en el 2010, Chomsky hizo una predicción que parece estarse cumpliendo: “Si llega alguien carismático y honesto, este país está en problemas, sobre todo debido a la frustración, la desilusión, el enojo justificado y la ausencia de una respuesta coherente (...) Se nos dirá que los hombres blancos son una minoría perseguida. Nos dirán que tenemos que defender el honor de la nación. La fuerza militar será exaltada. La gente será golpeada. Esto podría convertirse en una fuerza abrumadora”.  

Chomsky se interesó desde muy pequeño por dos cosas: el lenguaje y la política. Sus estudios lingüísticos lo llevaron a convertirse en el fundador de toda una rama de esta ciencia, la gramática generativa, la cual cimbró los cimientos de la lingüística tradicional. Pero desde hace varias décadas, su intenso activismo político y social han hecho que sea uno de los intelectuales más contestatarios del siglo XX. En una conversación con Sam Fragoso, de la revista Pacific Standard, Chomsky detalló su opinión sobre lo que espera que ocurra con el ascenso al poder de un hombre cuya demagogia compara con la política de Adolfo Hitler. 

1. Es un estafador 

A la pregunta de Fragoso sobre si un personaje con una personalidad vacía y con una política confusa, como Chomsky ha definido a Trump en repetidas ocasiones, puede llegar a los votantes, el profesor en lingüística del Instituto Tecnológico de Massachusetts respondió que el presidente electo de Estados Unidos es “como un estafador. Fue capaz de decir cosas a un sector de la población que, de alguna manera, articuló sus propias preocupaciones y sentimientos, y lo hizo con bastante eficacia”. 

Chomsky encuentra una contradicción crucial en el carácter de Trump al comparar la retórica de éste cuando le habla a la clase trabajadora con los nombramientos de su gabinete. Cuando habla con la clase trabajadora “él es anti-establishment, él va a enfrentar a Wall Street (…) Él dice que va a traer de vuelta trabajos (...) ¿Cómo va a hacer eso? Al elegir a un secretario de Trabajo (Andrew F. Puzder) que es sumamente anti-laboral”. 

2. Para Trump, todo es culpa de los demás 

Muchas de las personas que votaron por Donald Trump también votaron por Barack Obama en el 2008 y en el 2012. El periodista de Pacific Standard le preguntó a Chomsky el estado al que tendría que llegar Estados Unidos para que las personas se den cuenta de que Trump no está actuando con las mejores intenciones. Para el activista y escritor, el eslogan de Trump “Make America Great Again” le dio a los votantes la misma sensación que ofreció el discurso de Obama durante sus campañas electorales, una sensación de esperanza y cambio, la cual fue disminuyendo conforme avanzaba su administración. 

Pero cuando las personas se den cuenta de que el gobierno de Trump tampoco puede ofrecer esa esperanza y ese cambio, hay varias alternativas que, de acuerdo con Chomsky, no son nada alentadoras. Una de estas alternativas es “una usual acción de las figuras y de las estructuras autoritarias cuando no pueden cumplir sus promesas, buscar un chivo expiatorio: ‘Vamos a culpar a las personas más vulnerables y que están sufriendo. Hagamos que sea culpa suya’”, explica Chomsky. El investigador recuerda que Trump ya ha comenzado con esta práctica, ya que ha culpado a los inmigrantes por los problemas que enfrenta la Unión Americana. 

3. La educación está bajo ataque 

En palabras de Chomsky, el sistema educativo estadounidense, del que ha formado parte desde hace más de 65 años, no motiva la curiosidad de los estudiantes. Por el contrario, las escuelas y universidades han convertido a este sistema en una estructura que fomenta el control del aprendizaje y la falta de curiosidad entre sus miembros, fortaleciendo un sentimiento de pasividad en ellos. Además, de acuerdo con el lingüista, con la llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos el sistema educativo estadounidense se encuentra bajo ataque, sobre todo si se considera que el presidente electo ha elegido a una persona que está en contra de la educación pública, la empresaria Betsy DeVos, como su próxima secretaria de Educación. 

4. Hay sólo fragmentos de verdad en el panorama

Las palabras de Trump han conducido a Estados Unidos y a buena parte del mundo a vivir en una era post-factual, es decir, que los hechos y la realidad han dejado de tener importancia; son las palabras y su interpretación la moneda de cambio de una era en la que la opinión vertida en redes sociales es más relevante que los hechos reales. Para Trump, “si yo digo que es falso, entonces es falso”. 

Chomsky compara esta actitud con la propaganda nazi que llegó 10 años después de que Alemania alcanzara la cumbre de la civilización occidental. “El pico de la civilización occidental, en muchos sentidos, fue Alemania en los años 20 en las artes, las ciencias e incluso como un modelo para la democracia. En 10 años, había descendido a las profundidades de la barbarie en una sociedad post-factual”. Para Chomsky, al igual que durante el régimen nazi, flotan en el aire fragmentos de una verdad que confunden más que esclarecen. 

5. Estamos en una situación histórica específica 

Chomsky encuentra varias similitudes entre Trump y otras figuras demagógicas de la historia, como Adolfo Hitler. La diferencia que existe entre la Alemania nazi de Hitler y Estados Unidos con Trump, es que en este caso existen formas efectivas de evitar los peligros que implica que un personaje como él llegue a la Oficina Oval y de aprovechar las oportunidades que se presenten para construir la base de un mejor futuro. El activista pone como ejemplo el plan de infraestructura que Trump ha anunciado que llevará a cabo durante su mandato. Según Chomsky, el plan de infraestructura de Trump implica que las empresas les quitarán dinero a los contribuyentes para construir la infraestructura que ellos creen es la necesaria. Sin embargo, para Chomsky esto no es más que un acto de corrupción. 

“Una alternativa sería un programa de infraestructura que desarrolle cosas que realmente necesitamos, como un tren de alta velocidad, por ejemplo, o sistemas de escuelas públicas con salarios docentes dignos y con respeto por los maestros (...) Esto requeriría la inversión del gobierno, lo que significa el compromiso popular de utilizar los fondos para el beneficio del público en general”, refiere. 

6. Debemos defender los derechos fundamentales 

Las últimas preguntas de Fragoso a Chomsky tienen un matiz más personal, más cercano. La voz del escritor y activista social es una de las más escuchadas y reconocidas en el ámbito de las prácticas políticas estadounidenses. Pero para el investigador, perder su voz, es decir, ser censurado, no es un problema relevante. “Ha habido tiempos mucho peores, y hay muchas oportunidades y mucha protección para la libertad de expresión y asociación, si defendemos estos derechos enérgicamente, lo mismo que las oportunidades que tenemos”. 

De acuerdo con Chomsky, sus opiniones no son complejas y en realidad no importa quién las diga, sino que sean dichas, para que sean escuchadas. Uno de los intelectuales más importantes del último siglo concluyó la entrevista apelando a la responsabilidad que tienen todos los estadounidenses para cumplir objetivos comunes. “Todos tenemos cosas que podemos hacer. Tenemos oportunidades, debemos perseguirlas en la mayor medida posible”. 

(Fuente: EE)

Fragmento del documental Requiem para el sueño americano. La concentración de poder y la construcción del sistema político desde el financiamiento de la política que produce legislaciones favorables hasta el resguardo último de aplicación realizado por un poder judicial contramayoritario. Los griegos tenían una alerta para los gobiernos democráticos: cuidaos del gobierno, de los jueces o de los brujos.

“Democracia o corporaciones” no es un eslogan, sino un dilema que enfrentan las llamadas democracias del mundo, que muestran un rostro político diseñado por el rostro económico.
Chomsky indaga desde los albores del sistema y el dilema de “minorías que debían ser especialmente protegidas” poniendo frenos y cristalizando instituciones para limitar la voluntad de las mayorías; y como los padres fundadores norteamericanos desconfiaban de cualquier “apelación a la ciudadanía, dada la tendencia de la misma a dejarse guiar por sus pasiones”. 

Por eso, y como último resguardo para preservar riquezas y acreencias diseñaron sistemas donde los jueces tienen la facultad de contradecir al Poder Legislativo con sus fallos y se preocuparon por estructurar el poder judicial de modo que las decisiones de sus miembros fueran “completamente independientes de las decisiones a las que pudiesen llegarse a través del debate público”.

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