Corina Mestre: Emocionarse para cambiar
viernes, 23 de diciembre de 2016
6:19:25 a.m.
Hace apenas dos días a la reconocida actriz y pedagoga cubana Corina Mestre Vilaboy le fue concedido el Premio Nacional de Enseñanza Artística 2016.
Indiscutible Maestra de la actuación cubana, Corina sorprende cuando se le ve en la televisión, el cine o cuando su voz llega a través de la radio. Educadora y fiel a sus principios, Corina aborrece todo tipo de pose ficticia; es una cubana de a pie, aun cuando todos a su alrededor admiren el talento que posee.
A continuación reproducimos fragmentos del diálogo que sostuvo la consagrada actriz con la emisora Habana Radio.
—Como dice la mayoría: desde chiquitica tenía ese ‘bichito por la actuación’…
—No, ningún chiquitica. Ese cuento de que yo me disfrazaba, no. Yo desde niña recité poesías, estuve en la Nueva Trova, viví, que es lo más importante. Mi casa estaba al lado de Teatro Estudio, mi mamá hacía guardia con Raquel Revuelta.
“A veces me permitían hacer la guardia con ellas, buscar ladrones, en esa época se hacían muchas cosas y yo metida en todos esos ‘shows’. Luego me presenté en el Instituto Superior de Arte, en el curso para trabajadores.
"Cuando vi que estaba aprobada empecé a pedir la baja en el MININT y salí definitivamente en diciembre del 80. Te repito, yo siempre estuve en Teatro Estudio, era como la mascotica de allí, viendo los ensayos…"
—¿Totalmente aceptada esa decisión en la casa?
—Recuerdo que un día mi mamá le pide a Raquel Revuelta ver una de las obras donde yo participaba para que le dijera que yo no tenía ninguna condición para ser actriz.
“Ese día fueron a ver la obra Berta Martínez, Vicente y Raquel Revuelta. Quería morirme, ni salir del camerino. Pero bueno, al final hice la obra y cuando se terminó me fui para el camerino hasta que se fueran. Cuando bajo todos estaban allí, y Raquel Revuelta me dice: ‘tú vas a hacer actriz’. Vicente y Berta me felicitaron, y cuando llego a la casa mi mamá me dijo un montón de cosas y hasta se peleó con Raquel. Nada, después se le pasó.
“Dejé el MININT donde ganaba cerca de 300 pesos y empiezo en Teatro Estudio con cerca de ciento y tantos pesos, mi mamá se disgustó mucho porque decía que ser actriz era la última carta de la baraja.
—¿Superó todo aquello?
—Sí, mi madre es una mujer brillante, con una capacidad increíble. Yo la admiro mucho y te das cuenta de que cuando hablo de ella se me iluminan los ojos.
—Si hay una cualidad que le sale por los poros es precisamente, la rebeldía. Algo que nos lleva a decir: esta mujer es de armas tomar…
—Debe estar en los genes. Las mujeres de mi familia son muy fuertes, creo que la menos fuerte soy yo (se ríe). Mi mamá es de una fortaleza hasta sobrehumana. A parte de la rebeldía yo lo que tengo es un sentido muy amplio de la justicia. No soporto una bofetada en la mejilla de nadie. Puede parecer una pose, pero no lo es. Te repito: no soporto las injusticias, me saca de mis casillas y me pone en un estado temperamental muy fuerte, porque no lo resisto. Y de hecho, a veces me meto en lo que no me importa. De pronto está pasando algo con una persona y me meto aunque no me importe, pero sí”.
—¿Fue un propósito desde el inicio llevar todo eso a la pantalla o alguien tuvo el tino de vislumbrar esa cualidad?
—Sinceramente, no sé. En el fondo soy una artista más que actriz, por eso estoy aquí. Pero si mañana me diera cuenta de que todo lo que quiero hacer está en otra zona, a lo mejor dejaría eso por esto.
—¿Ha pensado retirarse de la actuación y de las clases?
—No. Jamás. Ni en los momentos más difíciles.
—¿Nadie intentó persuadirla para que se fuera de Cuba?
—No solamente eso. Yo he tenido propuestas de trabajo para no estar en Cuba. Lo que pasa es que yo tengo muy bien definidos qué cosa es Patria, Identidad, la Revolución. Hay una obra de teatro que se llama Puerto de coral, de Maikel Chávez, que me dio la posibilidad de decir lo que pienso con respecto a las generaciones. Estoy aquí porque este es el único lugar donde me interesa morir.
—¿Es posible desde la actuación, resolver algunos problemas que vive la sociedad cubana de hoy como la pérdida de valores, entre otros?
—Es muy complejo desde la actuación, mejor desde el arte. Siempre he pensado en esto: la política nos divide, la religión, los idiomas… Pero cuando tú te paras frente a una obra de arte, empiezas a sentir una serie de sensaciones que te llevan a las emociones. Cuando tú sientes y te emocionas eres capaz de cambiar.
“No es solo lo que yo hago, sino todo lo que puede hacer el arte en función de modificar al individuo, de tocar las zonas más sensibles para hacerlo reflexionar. Si existe una pérdida de valores se debe, entre otras cosas, a que la gente ha sacado de su vida el arte”.
—¿Por qué con tanta filosofía de vida, experiencias profesionales, no escribe poesía, por ejemplo?
—No te puedes imaginar cuánto respeto eso. La poesía es para mí lo divino y quienes escriben poesía están tocados por una varita. De hecho, no creas que no lo hice, pero lo desaparecí porque era malo.
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