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LA TECLA CON CAFÉ

En vinilo el único concierto que los Beatles ofrecieron en Madrid

En vinilo el único concierto que los Beatles ofrecieron en Madrid


11:01:16 a.m. 

El periodista y editor discográfico José Luis Álvarez edita en vinilo el concierto que los Beatles ofrecieron en Madrid el 2 de julio de 1965. La edición coincidirá con el 50 aniversario del concierto. Un material ansiado durante décadas.  Se grabó, en pleno franquismo, en la plaza de toros de Las Ventas, en Madrid. 

Una grabación que desde hace años se suponía obraba en poder y que no se sabe bien si era un bulo, una leyenda urbana o una engañifa. Pero parece que (sea lo que sea), por fin, verá la luz el próximo 2 de julio, coincidiendo con el 50 aniversario de aquella noche mítica para la historia del rock español. La edición, de la mano del propio José Luis Álvarez, será limitada, en vinilo y acompañada de un CD.


En 1965 José Luis Álvarez dirige por entonces la revista musical “Fonorama”, meses antes ha tenido acceso a Brian Epstein, mánager de los Beatles, y por su mediación logra entrevistar al cuarteto, en la única entrevista personal que ofrecen en España. Además, asegura Álvarez, Epstein le permite grabar el show e incluso firma un contrato con él para que edite ese audio como crea conveniente.

Pero de entonces acá la vida de José Luis Álvarez ha dado muchas vueltas, siempre vinculado a los orígenes del rock y el pop, tanto al frente de programas de radio como desde su sello discográfico, Cocodrilo Records, desde el que lleva décadas dando salida a materiales de toda índole. Y se anima a editar este “Concierto en Madrid” que, a buen seguro, despertará el interés de los expertos y seguidores de los Beatles. Una pieza de colección, sin dudarlo. 

—¿Cómo conociste a Brian Epstein?

—Todo comenzó en la Feria de Abril del 65, cuando logré contactar telefónicamente con Brian Epstein, tras preguntar por él en todos los hoteles de Sevilla. Me sorprendió el hecho de que me conociera y también a mi revista, “Fonorama”, que aseguraba seguir desde el principio. Quería conocerme y me propuso que fuera a verle en persona. Me citó pronto, por la tarde, para dedicarme un tiempo antes de irse a los toros. A su encuentro me dirigí acompañado de mi amigo Alfonso Eduardo, de Radio Vida, que llevó un magnetofón, y Julián Granados, cantante de Los Brisks, que hizo de traductor, puesto que mi inglés era algo más que regular.

«Como es lógico, le trasladé la pregunta que corría por el ambiente: “¿Van a venir los Beatles a España en su gira de este año por Europa?”. Su respuesta fue tajante: “No”. No lo veía conveniente. Entre un café y unas pastas hablando de música en general, me sorprendió con una pregunta: “¿Usted cree que mis chicos gustarían en España?”. “No lo dude”, dije yo. “Todos los jóvenes cantan sus canciones, todos los grupos tocan sus temas… ¿Por qué me pregunta usted eso?”. Él suspiró y me dijo que era un hombre de números, y que cuando sus chicos sacaban un disco, en cualquier país las cifras iban de los quinientos mil al millón y medio de ejemplares, y en España, las ventas no llegaban a tres mil ochocientas unidades. “Normal, señor Epstein, en España solo hay reflejada la existencia de unos dos mil tocadiscos. Pero en cualquier rincón de España, todos los fines de semana hay treinta o cuarenta guateques en cada ciudad, donde los jóvenes se reúnen para bailar y escuchar a sus grupos favoritos, y créame que el más sonado son los Beatles. Multiplique esos tres mil ochocientos discos por cuatro mil fiestas y cincuenta jóvenes por fiesta, esa es la cifra real.

«Me miró sorprendido ya que desconocía ese dato, tengo consciencia de que lo cotejó y a los pocos días, ya en Inglaterra, llamó a Paco Bermúdez, empresario con el que también coincidió en Sevilla, para cerrar una actuación en Madrid y otra en Barcelona, al final de la gira europea que ya estaba cerrada con tiempo. Y fue un precio irrisorio (5.000 libras por los dos conciertos) en comparación del caché de Lyon, Niza, Milán, Génova o Roma. Epstein quería venir a España como fuera». 

—¿Cómo se produce tu encuentro con los cuatro de Liverpol, cómo tuviste acceso directo a ellos y los entrevistaste?

—A la rueda de prensa, en el mismo hotel Fénix de Madrid, donde también se alojaron, en las habitaciones 122, 123 y 124, no nos dejaron entrar, solo pudo colarse por las cocinas mi fotógrafo, Francisco Barahona. Nos negaron la entrada porque no teníamos carné de prensa, pero Brian Epstein se acercó al verme y me preguntó por qué no entrábamos. Cuando se enteró de la razón, se enfadó mucho con los porteros y ante su negación, dijo que o entrábamos o cogía a sus chicos y se iban.

«Recuerdo algunas de las preguntas de la bochornosa rueda de prensa: “¿Os gusta España? ¿Y la paella? ¿Conocéis al Cordobés? ¿No tenéis dinero para cortaros el pelo?”. Entonces, Roberto Sánchez-Miranda (mi ayudante en “Fonorama”) y yo atacamos preguntando sobre sus comienzos, su opinión sobre rock and roll, sus referencias, etc… y se giraron con cara de asombro, hay una instantánea muy buena de ellos con cara de asombro.

«Al día siguiente, después de la famosa firma de barricas de vino de Jérez, pregunté a Epstein si había hablado con ellos para una posible entrevista para “Fonorama”, y mi inglés me jugó una mala pasa entendiendo que le llamase luego a las tres, cuando directamente nos citó a las tres en el hotel, y gracias a su gran flema y estupenda educación, no solo no se enfadó cuando nos presentamos a las cuatro, sino que se echó la culpa diciendo que seguramente se había explicado mal.

«Cuando llego al hotel, la carcajada de los compañeros de prensa allí apostados fue general cuando dije que iba a entrevistar a los Beatles, que no concedían entrevistas (la última que dieron como banda fue para mi revista) y menos a un medio independiente como “Fonorama”, cuando allí estaban periodistas de “Pueblo” o “ABC”. Al llegar a la habitación, un sonriente Paul McCartney nos estrechó la mano y nos invitó a entrar. «Fueron casi cinco horas, más de charla entre amigos que entrevista, así lo definió Harrison. Los detalles de la extensa entrevista se pueden consultar en el número 14 de “Fonorama”, donde también se incluía una entrevista con Brian Epstein, quien colaboró en un montón de números posteriormente. La impresión que siempre tuve, y con detalles como el de Ringo, que regaló treinta tartas de manzana al personal del hotel, es que a pesar de ser muy jóvenes tenían una cultura, un trato y una educación exquisita». 

—¿Es cierto que Epstein te permitió grabar el concierto y hacer lo que quisieras con la grabación? ¿Tienes un contrato firmado con él?

—Después de la rueda de prensa, los chicos se fueron a su cuarto mientras Roberto y yo nos reunimos con Epstein y le dije que me gustaría grabar el concierto, que podía ser un documento histórico; y así considero que es, aunque en aquella época los Beatles no gozaran de la popularidad y fama de ahora ni tampoco se publicaban directos ni despertaban el interés de hoy en día.

«Todavía no había montado mi sello discográfico, pero la idea ya me rondaba la cabeza, de hecho, con mi revista siempre llegaba a acuerdos con las discográficas del momento para regalar singles, cuando en aquella época una compañía de discos independiente era inimaginable, al poco tiempo nacería Cocodrilo Records.

«Se lo pensó un momento, me miró sonriente y me respondió que no estaría nada mal; entusiasmado con la idea formalizamos en poco más de seis líneas en una Olivetti que tenían en la recepción del hotel Fénix, algo sencillo y entre amigos, y es que, hasta su muerte, fueron muchas veces las que vino a verme a España o subí yo a Inglaterra. Siempre con la condición de que podía hacerlo público exclusivamente con mi sello; firmamos un par de ejemplares y me marché a casa, ya que al día siguiente era el concierto y me esperaba un día duro». 

—¿Cómo se grabó este concierto?

—Después de la entrevista, nos marchamos a la plaza pasadas las ocho, con el show ya empezado. Los Beatles fueron a casa de unos amigos que vivían cerca de la plaza de toros de Las Ventas. Ellos nunca probaban sonido, no lo necesitaban. En el entreacto, después de la actuación de los Pekenikes, Epstein y yo montamos un equipo que constaba de un magnetofón Grundig de cuarto de pulgada y dos pistas, y cuatro micrófonos AKG con un pequeño mezclador; todo de lo que podía disponer por aquel entonces. Por cierto, se contó que tras acabar el concierto Brian Epstein no les dejó salir, pero nada más lejos de la realidad, fue él quien subió las habitaciones a buscarles para ir a tomar algo pero estaban cansados, así que cogí mi coche y me fui con Epstein al Bourbon Street, un pub-club que estaba en la madrileña calle Diego de León 7. 

—La calidad de sonido es muy buena, ¿ha costado mucho conseguir limpiar las bobinas originales?

—Es que el concierto sonó genial, a pesar de lo que mucha gente dice. Los Beatles fueron muy profesionales y el directo fue maravilloso, a pesar de los escasos medios técnicos y los menos vatios de los que se disponía en esa época. Todo el mérito de la calidad de sonido es únicamente suya. En el vinilo se ha respetado el sonido tal cual fue extraído de la bobina original, mientras que para el cedé ha sido tratado digitalmente, pero siempre respetando la presentación de Torrebruno, los comentarios de los Beatles y una graciosa anécdota que Paul se arranca a contar en un macarrónico castellano.

— Hace tiempo que se sabe que tienes esa grabación, ¿por qué has tardado tanto en publicarla?

—No sabría darte una respuesta exacta, es algo que tenía casi olvidado hasta principios de los años ochenta, cuando a raíz de la muerte de Lennon se empezó a crear el mito en torno al grupo, y se despertó un interés por este concierto, y lo busqué entre mis cintas.

En la imagen, Paul McCartney contempla un ejemplar de “Fonorama”, a su lado José Luis Álvarez, y John Lennon junto a un amigo de Álvarez.

«Hablé con mi amigo Manolo Díaz, por aquel entonces director de EMI España, que siempre se interesó, pero le prometí a Epstein que lo publicaría yo, y tampoco me he movido nunca por dinero. Además que Manolo se fue de viaje a Miami y ya se quedó en América y perdimos el contacto. Luego estuve muy centrado en mis programas de Radio Enlace, luego Radio 3… hasta que en 2008 me echaron junto con otros grandes periodistas en un ERE injusto, y fue cuando retomé la idea de publicar el concierto.

«¿Por qué ahora? El cincuenta aniversario es una cifra redonda, y tras rescatar y publicar discos de Bruno Lomas, Los Relámpagos, Los Brincos, Ñu, Raza, The Vampires, Los Núcleos, Tennessee, Los Salvajes… hasta un total de más de cuatrocientos, a mis setenta y seis años, creo que es la guinda a mi trayectoria y el mayor legado que podía dejar».

—Hay quienes dudan de que esta grabación se corresponda realmente al concierto madrileño de los Beatles. ¿Qué tienes que decir al respecto? ¿Confirmas que es la grabación real de aquel concierto de los Beatles en Madrid en el año 1965?

—Creo que el sonido, como he dicho anteriormente, con Torrebruno y Paul hablando en castellano, y las fotos hablan por sí mismas. Cuando ellos nunca concedían entrevistas ni se dejaban fotografiar y menos posaban; en el vinilo, que viene acompañado del cedé y un libro con fotos y textos, hay más de cincuenta fotografías inéditas en el hotel y el concierto que hizo mi fotógrafo Francisco Barahona. Y un montón de gente que estuvo allí puede dar fe. Si alguien pone en duda mi palabra, lo tiene muy fácil: que el 2 de julio, con motivo de su cincuenta aniversario y la publicación de la obra, no la compre ni la escuche. 

—¿Eres consciente de que se puede generar un gran revuelo cuando el disco salga a la luz?

—Por suerte, los Beatles son infinitamente más reconocidos que cuando yo les grabé y les entrevisté, por ello soy consciente de que miles de personas querrán disfrutar de la obra. Publicaré una única tirada muy limitada en un único formato de vinilo de 220 gr, libro y cedé, y pondré la obra completa también en internet sin ánimo alguno de lucro, para todo aquel que quiera tener acceso a ella pueda escucharla gratuitamente, así como a los textos y fotografías inéditas.

«Cuando escuchéis este concierto os estaréis remontando casi cincuenta años. Seréis testigos de un hecho histórico y, en cierta medida, mis cómplices. Hasta hoy he sido la única persona que lo ha escuchado».

 (Fuente: EFEEME/ Juan Puchades)

 

 

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