El cartero no siempre llama dos veces *
8:39:47 a.m.
Por Mercedes Rodríguez García
Basta con leer todos los días la prensa —si le llega, y a su hora— para constatar en las cartas de los lectores el grado de insatisfacción que tiene la población con el sistema que conforman la editora, la poligrafía y la distribuidora, un engranaje donde las piezas no encajan como debían. Un tanto por razones materiales y técnicas; y otro, por esos reiterados factores subjetivos, saco ciclópeo que acepta lo humano y lo divino.
Pues resulta que para leer un periódico como Dios manda, es preciso que engarcen a la perfección los eslabones de una cadena productiva que comienza con la búsqueda y redacción de las noticias, continúa con la impresión de los periódicos, y finaliza con su distribución a cargo de Correos de Cuba, cuyos servicios y funcionamiento dejan mucho que desear.
Si no, pregúntele a los suscriptores de edificios altos, específicamente los del 12 Plantas 3, en Santa Clara, quienes desde hace un mes sufren las consecuencias de un simple reemplazo de cartero, situación que no debería traer derivaciones negativas de cumplirse lo reglamentado y dispuesto para que la sociedad funcione como es debido, y no al arbitrio de quienes la mueven, unas veces hacia adelante, y otras, en marcha atrás.
El cartero que se fue no tenía pito, pero sí muchos deseos de servir a los demás. Le decían «El Suave», por lo de educado y complaciente. Tanto, que según sus superiores «malacostumbró a la clientela», que tan feliz lo recibía, incluso los domingos, cuando aprovechaba para cobrar a los morosos. (No está de más apuntar que nunca se perdió una carta, ni un giro, ni un paquete, ni el dinero de las chequeras. Y aunque dicen que «El Suave» tuvo que pagar de su salario dos veces el precio de sus deferencias, los vecinos jamás le oyeron quejarse ni comentar al respecto).
Pues un día el panorama cambió de la noche al día. Santy, el nuevo cartero ¡nada qué ver! Y arguye sus porqués para no subir a los apartamentos: el edificio debía tener un casillero postal en el lobby, no puede dejar sola la bicicleta, el elevador no para en todos los pisos, tiene problemas en una rodilla… En fin, Santy «hace lo que está escrito» y ¡listo!
Se refiere a lo establecido en el «Reglamento de los Servicios de Correos, Giros Postales y Telégrafos», creado mediante el vigente Decreto 3508, el cual establece en su Capítulo XVII, De la Entrega de la Correspondencia, lo siguiente:
Artículo 96. Si el domicilio del destinatario se encuentra en un edificio o casa de apartamientos, vecindad o de huéspedes, la entrega la efectuará el cartero de ser posible, en el propio apartamiento o habitación del destinatario, o en la del encargado o responsable del edificio o del establecimiento, o en los buzones instalados en los edificios con esos fines.
Los carteros pueden asimismo entregar en la calle la correspondencia dirigida a personas que les sean conocidas si estas la reclaman.
Artículo 97. Los carteros no están obligados a subir a pisos altos para entregar otra correspondencia que la certificada y la entrega especial. Los vecinos de dichos pisos deben bajar a recoger su correspondencia ordinaria, previa llamada de los carteros o comisionar a un vecino del piso bajo para que la reciba.
Hasta aquí la Ley. Pero el orden y la disciplina entre las organizaciones, instituciones y ciudadanos no se logran solamente mediante decretos, que las más de las veces, ni se conocen; y si se conocen, no se aplican. De hecho en lo reglamentado quedan resquicios por donde escabullirse, como la expresión utilizada en Artículo 96, «de ser posible», forma condiciona el servicio al parecer humano, que ya sabemos dependen de las circunstancias, y sobretodo en estos tiempos, a los intereses particulares de cada cual.
Por lo tanto Santy «hace lo que tiene que hacer», y lo orientado es llevar los periódicos para la oficina de correos, a donde se suponen vayan a recogerlos los interesados, suscriptores que pagan una tarifa postal ($5.40 CUP) por la entrega de las prensa a domicilio, lo cual no se corresponde con el servicio prestado, la más de las veces tardío, en dependencia de la hora que termine la tirada el poligráfico, que a su vez depende de la puntualidad de las editoras, que a su vez dependen de las deficientes infocomunicaciones…
Pues vecinos del 12 Plantas 3 ¡a poner de nuevo los buzones!, que fueron retirados para que en ese local funcionara un colegio electoral. Ocurrió hace años, durante el «mandato» de un encargado, que no el que está ahora. La tarea no será fácil. Se trata de varios cuerpos metálicos, que van adosados a una pared de concreto, ya oxidados y con abolladuras debido al tiempo que permanecieron arrinconados en el sótano.
Dice el refrán que las personas hablando se entienden (observo lo mal que fluye últimamente la comunicación interpersonal). Con Santy se ha hablado y también se ha discutido en forma inadecuada. Y Santy no es «El Suave», claro.
Ninguna persona es igual a otra, ni tienen porqué coincidir en carácter, educación y cultura, o tener las mismas condiciones física o de salud. Más lo que no puede ocurrir es dejar de prestar determinado servicio que el cliente paga, y no recibe, o recibe inadecuadamente. Mas, adviertan como el hombre sí determina. De ahí lo importante de seleccionar los más idóneos según las exigencias del puesto de trabajo, sin discriminaciones, pero sin paternalismos.
La carpeta de Correos de Cuba es amplia y necesita personal competente y sobre todo confiable. Incluye servicio postal universal (correspondencia ordinaria y certificada, bultos postales nacionales e internacionales), servicios telegráficos, de mensajería expreso, distribución y comercialización de la prensa y las publicaciones, de infocomunicaciones, venta de productos de ofimática, materiales de oficina y valores postales y servicios financieros (giros postales, pago a beneficiarios de la seguridad y la asistencia social, pago de estipendio a estudiantes, cobro de créditos sociales), entre otros.
La vida en Cubita la Bella ha confirmado que no basta con la buena voluntad, en este caso la de dirigentes y funcionarios del hoy Grupo Empresarial Correos de Cuba, entidad que acomete un proceso de reestructuración para mejorar la eficiencia de sus procesos. Pero No siempre las reestructuraciones son bienhechoras ni mejoran a favor de los clientes ni van de la mano con el cambio de mobiliario, ni la pintura a las paredes, ni el cartel identificativo…
Justo sería que los hasta más de 500 pesos que pueden llegar a ganar a destajo los carteros, dependieran no de la cantidad de funciones que le competen (15), sino de la calidad y eficacia de estas. (¿Acaso los afectados no se quejan?) Y justo sería, además, la devolución de la tarifa postal pagada por el suscriptor ante un servicio deficientemente prestado.
Quizás en otro comentario me detenga a hablar de los carteros, oficio subvalorad o en muchos países por su escasa compensación económica. Leí que antiguamente se incorporaban «a correos» diciéndoles previamente: «No pensarás vivir de esto. Tendrás que buscarte algo que complemente el sueldo que aquí te van a pagar». Porque hasta el silbato tenían que comprárselo. Y así vivieras en la punta de una loma o en un bajío tenían que llegar «carta en mano» a la puerta de la vivienda, no sin antes tocar «un silbato prolongado o dos seguidos», por si la gente quería salir a recibirle. Cómo cambian los tiempos… ¡y los Reglamentos!
*El Cartero siempre llama dos veces es el título de una novela negra del escritor norteamericano James M. Cain. El comentario no guarda relación con el argumento de esta obra de acciones rápidas y de extensión breve, con elementos de sexualidad y de violencia.
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