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LA TECLA CON CAFÉ

EL CELAC y las asechanzas imperiales

EL CELAC y las asechanzas imperiales


8:32:55 a.m.

Por Pedro Hernández Soto 

A punto de efectuarse la II Cumbre del Consejo Económico de América Latina y el Caribe, CELAC, en La Habana, los próximos días 28 y 29 de enero, las potencias hegemónicas redoblan sus esfuerzos por debilitar y dividir la necesaria unidad de nuestros países, hasta ayer traspatio de los Estados Unidos.

Con la presencia de Cuba y las ausencias de Estados Unidos y Canadá, CELAC es un organismo sucedáneo de la OEA pero por una verdadera y soberana integración del continente, en lo social, cultural, y económico, a pesar de las diferencias políticas e ideológicas, afán de los precursores libertadores, diseñado durante la pasado década por Fidel Castro, Inacio Lula Da Silva y Hugo Chávez, y creado en 2011 por el fallecido comandante bolivariano y el presidente de Cuba, Raúl Castro.

Su próxima reunión reviste particular importancia pues se discutirá sobre la creación de programas sociales regionales contra la pobreza y el hambre, la inclusión de Puerto Rico en la organización y el traspaso de la presidencia pro témpore a Costa Rica.

Además, a la terminación del evento, el presidente mexicano Enrique Peña Nieto efectuará una visita oficial a nuestro país y es posible —a partir de la invitación personal cursada por el rector pro témpore de CELAC, Raúl Castro— la presencia de Michelle Bachelet, ya proclamada de modo oficial como mandataria de Chile, aceptación pendiente de una decisión del actual gobernante Sebastián Piñera, de acuerdo al fallo en proceso de la Corte Internacional de Justica de La Haya, sobre  la reclamación establecida por Perú por el límite marítimo.

Para tal fraccionamiento de los intereses de América Latina y el Caribe, sus enemigos utilizan todos los medios posibles, desde tratar de lograr firmes compromisos de sus incondicionales para no asistir al cercano cónclave, hasta la añeja teoría de la zanahoria y el garrote, con las diferencias de que el vegetal lo presentan más apetitoso y el arma del paleolítico está oculta bajo el manto de los tratados de libre comercio.

Han apostado a la creación y fortalecimiento de  organismos competidores del Pacto Andino, MERCOSUR, UNASUR y ALBA, la triada final en proceso de reactivación acelerada tras el impasse creado por la muerte de Chávez, y el último de ellos de profundidad y amplitud considerables. 

Uno de estos engendros responde al nombre de Alianza Pacífico, propuesto (¿o trasladado y presentado?) por el ex presidente peruano Alan García —neoliberal a ultranza— en abril de 2011, fundado en 2012 por Chile, Perú, México y Colombia, al cual a partir de la reciente reunión de la CELAC en Santiago de Chile, comenzó a operar con urgencia.

De tal manera que ya cuentan con un grupo de miembros observadores entre estos Panamá, Costa Rica, Uruguay, Guatemala, Paraguay, España, Canadá, Japón, Australia y Nueva Zelandia, y la petición de incorporación República Dominicana.

Observe usted que la mayoría de estos gobiernos siguen políticas neoliberales, muchos disfrutan (¿o sus pueblos sufren?) de Tratados de Libre Comercios (TLC) con Estados Unidos, y hasta exhiben fuertes instalaciones de inteligencia y agresivas bases militares del vecino del norte. Los más destacados, sin lugar a dudas son México y Chile, integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció una próxima visita a Costa Rica para reunirse con la presidente Chinchilla pero todo parece indicar que también se tratará de ampliar la participación a otros mandatarios de los países del istmo para «invitarlos» a incorporarse a APP. ¿Tiene usted en cuenta que a fines de este mes la hermana nación ostentará la presidencia pro témpore de CELAC? No es necesario mucho esfuerzo para adivinar otro de los puntos de la agenda que ordenará las conversaciones.

Llamo también la atención acerca del reciente encuentro de Mariano Rajoy, presidente España, observadora de la OEA, con el secretario general de esa institución americana, José Manuel Insulza, ratificándole la entrega de su cuota anual de 3,5 millones de euros. ¿Quién dice que la crisis económica de la nacional ibérica es tan seria?

El otro proyecto, aún más peligroso, mayor y avanzado, es la Alianza Transpacífico (TPP), también conocido como Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica, un tratado multilateral para reducir las barreras arancelarias y no arancelarias e impulsar el comercio y la inversión en la región Asia-Pacífico, suscrito inicialmente por Chile, Brunei, Nueva Zelanda y Singapur en 2006. Tras un fuerte u largo proceso de atracción, hoy tres países aspiran a integrarlo y otros 25 aparecen como observadores.

Es claro, el TPP persigue invalidar las gestiones regulatorias estatales en actividades tan importantes como las financieras, industriales, preservación del medio ambiente y adquisiciones gubernamentales.

Basado el TPP en experiencias de anteriores tratados de Libre Comercio y, dicho alto, claro y en pocas palabras, en realidad busca equilibrar sus finanzas y paliar su crisis económica, al aprovechar las dinámicas de crecimiento de países asiáticos y latinoamericanos, ante la lejana recuperación de sus aliados europeos. Por supuesto, tal propósito es auspiciado también por los organismos e instituciones financieras del capitalismo.

Uno de los principales argumentos es que el TPP ayudará, a cada país integrante, a desarrollar su comercio y, auspiciado por inversiones extranjeras, plazas laborales para los nacionales. Nada de esto es la experiencia de México tras veinte años del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN).

Ese hermano país, aherrojado a las políticas neoliberales, ha sufrido la reducción de los índices de crecimiento económico, las producciones agrícolas, la existencia de medianas y pequeñas empresas, de los puestos de trabajo y el detrimento del balance en las ejecuciones de intercambio comercial con sus «socios».

Para mayor desgracia nacional, el Congreso azteca, integrado en su  mayoría por potentados o sus testaferros, aprobaron la ley que autoriza la desaparición de una de las conquistas emblemáticas de la Revolución mexicana, la más importante fuente de ingresos: la propiedad sobre el petróleo. En conclusiones, es la dependencia lo único que ha aumentado en la patria de Lázaro Cárdenas.

Hoy por hoy América Latina y el Caribe son ricos botines para EE.UU. Vean los siguientes los pronósticos de CEPAL 2014: importante crecimiento regional, con PIB por encima del año pasado y serán los países punteros Panamá (7%), Bolivia (5,5%), Perú (5,5%), Nicaragua (5%), República Dominicana (5%), Colombia, Haití, Ecuador y Paraguay (con 4,5% para cada uno de ellos). Además, se proyecta que Argentina y Brasil crezcan 2,6%,  Chile y Costa Rica 4%, Guatemala, México y Uruguay 3,5% y Venezuela 1%. No se incluye Nicaragua pues no estaba previsto el comienzo de las obras del canal, anunciado para el fin de año.

Los promotores de los convenios masivos también argumentan que sin «integración» con fuertes extensiones y desarrollos del comercio mundial, ni políticas de eliminación de aranceles, no habrá una verdadera globalización —claro, de carácter neoliberal—, digo yo.

Lo cierto es que ellos buscan explotar más, tan es así que el Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica (TPP), un tratado comercial de «amplia envergadura» garantiza a las transnacionales mayores beneficios que el mismísimo Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), y agrede más los derechos humanos y la justicia económica la Organización Mundial de Comercio.

El mismísimo presidente actual de Chile, Sebastián Piñera pidió en la más reciente reunión de la Cumbre de la APEC, en Indonesia, más flexibilidad por parte de EE.UU. En las deliberaciones hacia el acuerdo del TPP.

 

(Tomado de Café Mezclado)

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