Che Guevara: cifrados en Placetas
7:48:57 a.m.
Por Luis Macado Ordetx y Horacio Pérez Noa
Foto: El Che Guevara en espera del enlace con Radio Rebelde. Antonio Depedro Fleites (señalado con la flecha) le brinda una taza de café al guerrillero. La imagen fue captada por Santana el 27 de diciembre. (Foto: Cortesía del testimoniante).
¡Números, números!, dicta el Che desde un micrófono de la CMHP Radio Nacional de Placetas. Fidel responde otros ¡números y más números! desde la Sierra Maestra. Todo en clave, comunicación oral-escrita muy cifrada, al estilo del plan de alzamiento que trazó Martí antes de febrero de 1895.
En la pequeña habitación de la emisora de la Villa de los Laureles hay pocos concurrentes en ese instante de la tarde del sábado 27 de diciembre de 1958. Una mujer, Aleida March, anota los códigos que escucha. La cuartilla tiene los trazos estrictos del lápiz y los numerales descritos.
El Che, con el brazo izquierdo enyesado y en cabestrillo, conoce que en la información tiene la orden del Comandante en Jefe: avanzar en su operación relámpago hacia la capital de Las Villas. Ya, desde Sancti Spíritus hasta Placetas, sus combatientes dominaban más de 50 kilómetros sobre la Carretera Central. Santa Clara quedó a la vista luego de 10 días de combates y la toma de ocho pueblos y pequeñas ciudades.
Dos placeteños fueron partícipes directos de aquellas contingencias ocurridas en la única cabina existente en Radio Nacional de Placetas, y así lo intuyen Antonio Depedro Fuentes, operador de audio, y Marino Fernández Pérez, económico, administrador y encargado de negocios de la emisora de onda larga que cubría en trasmisiones diarias un espectro de 30 kms de superficie terrestre o aérea.
El Che en la emisora
La planta radial y su local eran chiquitos. Tenía unos 100 watts de potencia y transmisiones de mil 250 Kilociclos. Estaba ubicada en la Avenida General Gómez, número 305, entre 6ta y 7ta del Este. Desde 1954 la emisora arribó a Placetas. Antes radicó en Sancti Spíritus. La adquirieron Argelio García Rodríguez (Chaflán) y los hermanos Santana. De seis de la mañana a las diez de la noche salía al aire con una programación variada, de concursos, noticieros, audiciones de música campesina, mexicana, española y popular cubana. Esa «parrilla» estuvo vigente hasta 1967, momento en que salió del aire y se encadenó con CMHW, la emisora provincial.
En muchas ocasiones «aquí se burló en los noticieros la censura impuesta por el régimen batistiano. El locutor, y luego humorista Chaflán, era un mago; un hombre de la radio y la escena pública», apuntó Marino Fernández Pérez.
En horas de la madrugada del martes 23 de diciembre las fuerzas del Ejército Rebelde entraron a Placetas por la carretera que conduce a Fomento. Llegaron por la calle 7ma del Sur, y tomaron posiciones de combate. La batalla duró unas trece horas hasta doblegar y dominar todas las instalaciones enemigas, incluidas las atrincheradas en el cine «La Caridad», en ese poblado. A las nueve de la mañana el Che propuso, después de una tregua momentánea, la rendición incondicional de los soldados batistianos. El pueblo permanecía sin electricidad.
El Che se interesó por la emisora Radio Nacional de Placetas. Estaba cerrada; sin transmisiones y personal técnico. En la modesta vivienda, en 7ma del Este, entre 1ra y 2da del Sur, lugar en el cual residía Antonio Depedro Fuentes, llegó un jeep «lleno de barbudos. Eran tropas del Che Guevara.
Serían las dos o tres de la tarde, y venían a buscar la llave para abrir la puerta principal de la emisora, una casa de una sola planta, de techo de hormigón fundido, y construcción moderna. Yo la tenía. Figuraba como operador de audio, y con 13 años llegué allí de mozo de limpieza», afirma Antonio Depedro Fuentes, un hombre delgado que rebasa ahora las siete décadas de existencia y reside en la calle 4ta del Norte, número 174, entre 8va y 9na del Oeste, en Placetas.
«¡No hay problemas!», dije, y monté en el jeep. Todavía sonaban algunos tiros en las cercanías del lugar, a una cuadra y media de distancia de la emisora. Indicaron que el Che quería echar a andar la planta. Ya Placetas estaba tomada por fuerzas rebeldes. Pero, ¿cómo?... No había electricidad desde hacía unos días. El personal técnico de la emisora estaba en el lugar cuando llegué allí. No recuerdo quién de la columna No 8 Ciro Redondo, alertó de inmediato que buscarían una planta eléctrica situada en El Pedrero», precisó Depedro Fleites.
El Che apareció de pronto. Allí, en la emisora «estaban Irima de la Lastra, el capitán Calixto Morales Hernández, y otro capitán ingeniero de apellido Lastra. La planta eléctrica era de la mina de oro, de la Cia Aurífera Guaracabuya S.A., propiedad de un tal Mac Carrie. El equipo lo emplazaron en un costado de la Villa Jabón Candado, casa donde residía Chaflán y su familia, aledaño a la emisora, en el entrecruce de la Carretera Central. A eso de las siete de la noche del martes 23 de diciembre ya Radio Nacional de Placetas hacía las primeras transmisiones. La alocución inicial fue del Che. Habló de la entrada y ofensiva rebelde a la ciudad, y hubo comunicados de prensa, arengas y notas sueltas del Movimiento 26 de Julio y del Directorio Revolucionario 13 de Marzo. El único tema musical era la marcha del Himno Invasor. Nuestros equipos técnicos eran casi artesanales, y así se hicieron emisiones durante casi las 24 horas del día. Pensamos que aquello no resistiría mucho tiempo, pero los filtros y el amplificador electrónicos mantuvieron la frecuencia y la potencia radial deseadas», declaró Fernández Pérez.
A partir de aquel día estuvo en diferentes ocasiones en la emisora. Las temperaturas de los últimos días eran bastantes frías y el jefe guerrillero padecía de constantes ataques de asma. Aleida March le preparaba cocimientos en la vivienda de Chaflán. El sábado 27 de diciembre llegó a la planta. Era de mañana. Estaba aparentemente intranquilo, y de sopetón dijo que deseaba comunicarse con Fidel en la Sierra Maestra. Aquello «era un imposible por el alcance discreto de nuestras transmisiones. A veces captábamos Radio Rebelde, pero con muchas dificultades. La señal se perdía en el dial. Recuerdo que se hicieron reiterados intentos, pero carecíamos de respuestas», relata Fernández Pérez.
En «La Guerra de Guerrillas», el propio Guevara esclarece la misión de radio en instantes en que denomina la «fiebre bélica», y allí recalca su esencia: «Explica, enseña, enardece […], se deben dar, sobre todo, noticias vivas, de combates…»2
Fernández Pérez y Depedro Fleites lo corroboran:«No creas, apuntó el Che se molestó en algunas ocasiones con el colectivo de la emisora. Después del viernes 26 de diciembre, como a las once de la noche, venía de Caibarién, Remedios y Zulueta. Una muchacha vestida de verde olivo daba partes en la emisora, y una avioneta de la tiranía captó la señal con la cual se identificaba el jeep en que viajaba el Che. El aparato aéreo lo persiguió, y hasta tiró una bomba muy cerquita de donde estábamos en la emisora». Por fortuna no pasó nada, a pesar del vuelco del vehículo. Aquello fue una imprudencia».
Al mediodía «viene ¿Coralia? Redondo, una vecina. Trae café caliente y no se atreve a entregarle la taza con el humeante líquido al jefe guerrillero. Le digo, pues dámelo, se lo daré. El Che trata de tomar el recipiente, y yo a rotar el platillo para que lo suspendiera al agarrar el asa. Pero ¿qué va?... Aleida se ríe al contemplar mis peripecias de aparente gastronómico. Él soltó una sonrisa desde el butacón en el que estaba sentado en la pequeña sala de la emisora. Rápido, y con deleite, se tomó el café y dio las gracias. Esa constituye la histórica fotografía que tomó Santana, un artista del lente que tuvo su estudio en la calle 1ra del Norte, entre 2da y 3ra del Oeste, frente a la iglesia católica», comentó Depedro Fleites.
Y, ¿la comunicación...?
Ese día 27 de diciembre de 1958 en Placetas había bajas temperaturas. Junto al «equipo de audio, yo temblaba de frío mientras tratábamos de hacer contacto con la Sierra Maestra. Estaba en mangas de camisa, y no tenía con qué protegerme. Él Che me preguntó, ¿tiene frío?... Sonrió con timidez, y ordenó a un ayudante para que fueran a la oficina de la emisora a buscar un abrigo. Era de vinil negro. Enseguida me lo puse y di las gracias. Con el tiempo y su uso se destruyó. Jamás pensé que aquel gesto marcara tanto mi vida y lo relacionara con los recuerdos de la toma de Placetas», sustentó Depedro Fleites.
El comandante guerrillero caminaba por las habitaciones de la emisora. Conversaba; impartía órdenes, y estaba al tanto de todo. «Nos llamaba colegas, y a hasta regaló a todos algunos brazaletes del M-26-7», comentó Fernández Pérez. A las cuatro de la tarde, de pronto, en la casa-emisora retumbó una voz femenina: «¡Aquí!, ¡Aquí, la Sierra Maestra! ¡Adelante, Adelante Che, te escuchamos!», rememoró Fernández Pérez, el antiguo administrador-contador de la planta de Placetas. Era Violeta Casals, la locutora de Radio Rebelde, en una señal limpia, clara, a pesar de las adversidades y de los ruidos ambientales.
Aquello «nos puso de punta todos los pelos del cuerpo. El Che dio un salto de alegría. ¡Era un imposible!, y lo logramos. No sé quién nos encadenó con Radio Rebelde. Seguro fue una emisora de onda corta. No podía ser de Camagüey, territorio todavía dominado por fuerzas de la tiranía. Enseguida comenzó su comunicación con Fidel. Duró unos minutos. Eran códigos, números, cifras…», precisó Fernández Pérez, un hombre de 83 años que marcó toda su vida profesional junto a la radio villareña.
En todo Oriente había combates. Ese día Fidel tenía sitiado a Palma Soriano. También Santiago de Cuba, Guantánamo, Bayamo, Holguín y Las Tunas tenían sus guarniciones cercadas por las fuerzas rebeldes. El Che después de concluir la comunicación partió de la emisora de Placetas. Antes precisó que «éramos civiles, y que nos cuidáramos porque la Revolución todavía no se había ganado. No «volvimos a verlo más hasta el jueves 8 de enero, cuando Chaflán y yo fuimos a La Cabaña con el propósito de que ordenara el reinicio de las transmisiones normales de la emisora. No quería que nos fuéramos de allí. Entonces envió un saludo a todo el colectivo», refirió.
Esa propia noche del 27, en la habitación 22 del hotel Las Tullerías, el comandante Ernesto Guevara se reunió con los principales oficiales del M-26 de Julio y del Directorio Revolucionario. Con Antonio Núñez Jiménez, el capitán geógrafo, trazó planes y estrategias de las rutas de acceso por los diferentes puntos cardinales que conducen a Santa Clara. Con el Che se fueron algunos de los trabajadores de la emisora, esa «fue una parte ínfima de nuestra contribución a la Revolución», declaró Fernández Pérez.
El sábado y domingo, 20 y 21 de diciembre, en General Carrillo, Camilo, junto a más de 800 obreros, interviene en la Plenaria Azucarera en Armas. Ese último día es liberado Zulueta. El martes 23 fue tomado Manicaragua, y al siguiente día las fuerzas rebeldes sitian a Remedios y Caibarién, poblados que, a partir del 26, forman parte de los territorios Libres de Cuba.
Desde la madrugada del domingo 28 de diciembre, los rebeldes llegaron a la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, y el Che estableció allí su comandancia. Las fuerzas de la tiranía tenían ya su jaque mate definitorio.
Notas
1. Cfr. Ernesto Che Guevara (1972): «La Guerra de Guerrillas», en Escritos y discursos, tomo 1, 33-67, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana.
2. Idem., pp. 117-162.
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