Telenovelas: Mi vida robada por
28/10/2013 7:55:51
Emitida por Telefe, Vidas robadas (131 capítulos) fue dirigida por Miguel Colom; y escrita por Marcelo Camaño y Guillermo Salmerón, quienes tuvieron en cuenta para su guión una historia real: la de Marita Verón, joven secuestrada y obligada a prostituirse sin que aun se conozca su paradero.
Emitida por Telefe, Vidas robadas (131 capítulos) fue dirigida por Miguel Colom; y escrita por Marcelo Camaño y Guillermo Salmerón, quienes tuvieron en cuenta para su guión una historia real: la de Marita Verón, joven secuestrada y obligada a prostituirse sin que aun se conozca su paradero.
Hacia buen tiempo que una producción dramática televisiva no me atrapaba. Vidas robadas, la telenovela argentina que trasmite Multivisión a las tres de la tarde y repite a las once de la noche, de lunes a viernes, me hurta el tiempo, por lo menos cinco horas a la semana.
Fuertes temas y subtramas —trata de blancas con fines sexuales, venta de menores, tráfico de drogas, corrupción política y otros tantos problemas sociales— no parecen caber en una telenovela. Mucho menos si se tiene en cuenta la definición de Eliseo Verón y Lucrecia Escudero Chauvel, en una compilación de 1997 que titularon: Telenovela, ficción popular y mutaciones culturales. En ese texto afirman: «Una telenovela es un género televisivo producido originalmente en varios países de América Latina, cuya principal característica es contar desde una perspectiva básica melodramática una historia de amor a lo largo de varias decenas de capítulos (usualmente más de 100) y que casi siempre tiene un final feliz. Durante el trayecto de la misma, los personajes principales (un galán y una damita joven) sufren los embates de uno o varios villanos (generalmente una novia despechada, una madre celosa o un padre despótico), que se ve coronada con la felicidad en el último minuto del capítulo final, hasta el cual se sucede una innumerable cantidad de peripecias. Esencialmente de carácter sentimental, con intrigas, engaños y confusiones».
Pero, en la investigación Hechos sociales en las telenovelas argentinas de Carolina Leon, Ana Paula Dure, Alan Gejtman y Gabriela Moreira, se constató que: «Durante los últimos años, se pudo observar como los autores y productores decidieron darle un contexto más que significativo a más de una telenovela al incluir hechos sociales de la actualidad o de la historia argentina. Podemos nombrar como puntapié inicial de esta modalidad a la telenovela Resistiré, emitida por Telefé en el año 2003, que tomó como eje el mercado negro del robo de sangre. A ésta, le siguieron Montecristo, que tocó el corazón de todos los argentinos al tratar un tema tan doloroso como la última dictadura militar de Argentina; Vidas Robadas, que se metió con la trata de blancas; y El elegido, que en 2011 generó controversia al tratar la venta de tierras de pueblos originarios, por nombrar sólo algunas».
En el caso de Vidas robadas, fue declarada de interés social por parte de la legislatura de la ciudad de Buenos Aires y por la Cámara de Diputados de la nación argentina, y ganó numerosas lauros entre los que destaca el Martín Fierro de Oro, en el 2009.
Emitida por Telefe, Vidas robadas (131 capítulos) fue dirigida por Miguel Colom; y escrita por Marcelo Camaño y Guillermo Salmerón, quienes tuvieron en cuenta para su guión una historia real: la de Marita Verón, joven secuestrada y obligada a prostituirse sin que aun se conozca su paradero. Susana Trimarco, madre de Marita, asesoró el guión y todavía hoy lucha por conocer lo que sucedió con su hija y denuncia los casos de trata de blancas que conoce.
Transmitida en un horario muy competitivo, el del Showmatch, Vidas robadas tuvo el apoyo de Telefe que apostó por ella a pesar de no obtener un rating elevado. Al final triunfaron: se vendió a más de veinte países, y Rusia y México compraron el formato para posibles remakes.
Protagonizada por Facundo Arana (Bautista Amaya) y Mónica Antonópulos (Ana Monserrat), la pareja central que al final es feliz, como en toda telenovela que se respete; no son estos intérpretes, sin embargo, quienes se llevan las palmas sino Soledad Silveyra que da vida a Rosario Soler, la madre desesperada que pierde su hija; y especialmente Jorge Marrale, que borda a uno de los villanos, Ástor Monserrat, hombre atractivo, culto, dulce y que mata con una sonrisa en los labios.
Con toda honestidad, a pesar de la fama actual de Arana en Argentina, no me da el Amaya que reclama esta historia. De hecho fueron Marrale y Soledad quienes obtuvieron más premios en actuación y tuvieron mayor reconocimiento de la crítica.
La importancia de Vidas robadas está en una nota publicada en Granma y que no tiene nada que ver con la ficción: Si se comparan las regiones examinadas en el más reciente Informe mundial sobre la trata de personas (publicado en el 2012), puede observarse que en los países de África y Oriente Medio, así como en los de Asia meridional, Asia oriental y el Pacífico, predominan los casos de trabajo forzoso. En América Latina, Europa y Asia central se detectan más casos de explotación sexual, tal y como podemos ver en la telenovela argentina que se transmite ahora por el canal Multivisión (Vidas robadas).
Según el ACNUR, en las últimas décadas se ha experimentado en Sudamérica un auge en la industria del turismo sexual, sobre todo con «clientes» de América del Norte, por motivos de cercanía geográfica.
Otras formas de trata menos frecuentes con fines como el matrimonio forzoso, la adopción ilegal, la participación en combate armado, la comisión de delitos menores o delincuencia callejera, e incluso la mendicidad, representaron el 6 % de los casos detectados en el 2010 en todo el orbe.
Otra atracción
Del robo de mi tiempo también es responsable Avenida Brasil, la telenovela de O Globo que en este momento transmite el canal Cubavisión.
Actualmente compite por el Emmy Internacional 2013, considerado el Oscar de la televisión, donde ya estar nominada es un éxito. Según algunos datos es la telenovela brasileña más vendida en el mundo, en 106 países, por lo que supera a El Color del Pecado y El Clon. Y aunque la empresa mexicana Televisa intentó comprar los derechos por doce millones de dólares, O´Globo rechazó la oferta por sus vínculos con la TV Azteca. El consorcio brasileño es el mayor productor de telenovelas del mundo y como cadena televisiva sólo es superada por la norteamericana ABC.
Avenida Brasil costó 91 millones de dólares, pero ya ha recaudado dos mil millones de dólares, lo que la hace, según la revistaForbes, la más rentable del planeta hasta ahora.
En Chile se realizó un estudio especial que indica la gran diferencia entre las superproducciones brasileñas con las telenovelas rosadas y banales de Televisa. Avenida Brasil ha sido un fenómeno de rating en Uruguay, Chile, Portugal, Ecuador y otros países.
Escrita por João Emanuel Carneiro y dirigida por Ricardo Waddington, la telenovela se convirtió en tema favorito de las redes sociales, especialmente de Twitter, y su capítulo final fue visto por 80 millones de personas, el programa de mayor audiencia en Brasil durante 2012.
Con un grupo importante de actores, por las tramas y subtramas, la historia central no se desarrolla en la parte Sur, como ha sucedido habitualmente, sino en el barrio suburbano de Divino, zona donde los programas de gobierno de Lula da Silva y ahora de Dilma Rousseff —se dice que la mandataria cambió su agenda para ver el capítulo final de Avenida…— han impulsado un desarrollo que ha propiciado el «nacimiento de nuevos ricos».
El escritor João Emanuel Carneiro explota estas transformaciones para entregarnos una telenovela bastante clásica, pero que no deja de tener sorpresas. La protagonista Nina (Débora Falabella) camina todo el tiempo sobre el filo de un cuchillo: «¿Hasta qué punto la venganza es pertinente? ¿Hasta qué punto es pertinente la justicia?»
Carmina (Adriana Esteves), quizás el personaje más villano de las telenovelas brasileñas, nace en el bajo mundo, también es traicionada y luego emerge gracias a un accidente de Tifón, un futbolista (Murilo Benício) a quien seduce y gobierna. A propósito… o Murilo debió realizar ejercicios o se debió utilizar otro actor: estoy por ver a un ex atleta, especialmente futbolista, que tenga las carnes tan flácidas.
Carneiro con sus novelas El color del pecado y Cobras y lagartos, se situó bien en O’Globo. Luego escribió La favorita(también vista en Cuba), con la que pudo ascender al horario estelar del canal. Pero con Avenida Brasil el guionista consiguió remover el país, lo que no sucedía desde hace tiempo con una novela brasileña.
Recién comenzada su transmisión en Cuba, esta producción del gigante suramericano caminará en espiral, como acostumbra Carneiro, para enganchar, mantener el gusto en una meseta dramática y luego, con un giro, volver a atrapar al televidente por medio de la historia principal o las subtramas. Actrices, actores, integrantes del equipo de dirección han merecido importantes premios en su país.
Por lo menos un robo cubano
Los sábados a las 8 y 30 de la noche me siento a ver a Antonio Maceo, digo: a Duaba, la odisea del honor, serie dirigida por Roly Peña y escrita por Eduardo Vázquez y pierdo media hora de lectura… pero ¡cuánto gano!…
Producida por RTV comercial, con la colaboración de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el Ministerio de Cultura, las autoridades guantanameras y el apoyo de instituciones costarricenses, esta propuesta tiene como protagonistas a intérpretes que no son actores: Antonio es Anrid Rodiles del Río y José es Héctor Luis Heredia, Teniente Coronel y Mayor de las FAR respectivamente, sin ninguna experiencia en la actuación. Martí sí va a cargo del actor profesional Roberto Albellar, mientras Crombet lo interpreta Eduardo Rodríguez, con experiencia en el teatro. Una buena cantidad de extras aportó el ejército, y otros son jóvenes actores, la mayoría provenientes de Guantánamo y Santiago de Cuba.
Las FAR no solo participaron de esta manera en la obra. Me refirió Roly que, por lo menos un día, contó con un helicóptero que le permitió captar desde las alturas esa geografía agreste, y realizó maniobras muy puntuales para concebir planos en picada.
Pero, y he aquí otro aspecto a destacar: con los pesados equipos sobre los hombros, comandados por el holguinero Oscar Feria, como director de fotografía, subieron los camarógrafos las empinadas montañas para conseguir planos verdaderamente impresionantes.
Sin embargo, todo esto no tendría valor si no se contara una buena historia sobre la Historia. Eduardo Vázquez Pérez («La isla y el tiempo», «Lo real maravilloso» y «Dos ríos, el enigma»), con su guión demostró una vez más que es un mago para dar un poco de fantasía a hechos verídicos y heroicos, generalmente enunciados de manera plana. Para mayor suerte tuvo la asesoría del Coronel Hugo Crombet, nieto del héroe mambí y autor del libro La expedición del honor.
Jorge Ferdecaz, quien ya había mostrado sus dotes como conductor en el programa «Como me lo contaron…», aquí repite en ese «personaje» que bien le va: es el hombre moderno que viaja al tiempo de los mambises. La voz de José Mejía Rodríguez se encarga de narrar los hechos que se conocen por testimonios; y Ángel Ferrera, con carácter informativo, lee documentos oficiales, de los que se encuentran en España.
En tanto docudrama, Duaba incorpora entrevistas a personas conocedoras de la historia que se cuenta: Eusebio Leal, Historiador de La Habana; Eduardo Torres Cuevas, director de la Biblioteca Nacional José Martí; Alejandro Hartman, historiador de la ciudad de Baracoa; además del propio Crombet y otros especialistas. De Costa Rica toman parte Armando Vargas Araya, escritor, periodista e historiador, que se ha dedicado a estudiar la huella cubana en su país; Miguel Guzmán-Stein, profesor de las universidades de Costa Rica y de Zalamanca y una autoridad en su especialidad; Manuel Araya Incera, profesor universitario; Carlos Arauz, escritor dedicado a la cultura de la provincia de Guanacaste, a la que pertenecen Nicoya y La Mansión, donde se instaló la colonia fundada por Maceo y Marco Jiménez, alcalde de ese poblado.
A Vázquez le formulé dos preguntas sobre esta propuesta:
—¿Si Duaba es un docudrama, por qué no se pudo hacer una telenovela?
E.V: En el año 2009 presenté Duaba en la Televisión cubana como una mini serie totalmente dramatizada, pero nunca como telenovela. Estábamos en los primeros pasos cuando se produjo un recorte de presupuesto en el ICRT y el proyecto quedó en suspenso. Era necesario priorizar, precisamente, las telenovelas.
Después de dos años de espera se me ocurrió utilizar una estructura narrativa híbrida que hacía años habían presentado para un programa de historia de Cuba del que no había recibido respuesta.
Esta estructura, además, permitía reducir el presupuesto, sin dañar la realización. Se lo dije a Roly y le gustó. Así retomé el proyecto con absoluta libertad formal. Utilicé como base la estructura dramática pero junto con recursos del docudrama, el documental y de la reconstrucción histórica, puestos en función de la comunicación y no pensando que estábamos descubriendo el agua tibia.
—¿Cómo contar la Historia de una manera atractiva?
E.V: La Historia es de por sí atractiva. Al menos eso pienso yo. Si luego la contamos mal y resulta aburrida la culpa no es del material. Pero si me preguntas qué tomo en cuenta a la hora de trabajar, te diría:
Primero, pensar que el televidente no está en un aula esperando por obligación una clase. Tener conciencia de que la importancia de un tema no garantiza la buena recepción. Que nuestro destinatario no son ni los especialistas ni los funcionarios interesados en el tema que luego pueden felicitarnos, sino los hombres y mujeres de la calle. Conocer a nuestro posible televidente, que es la mejor manera de comenzar una comunicación efectiva. Estudiar, estudiar y nunca dejar de estudiar para situarse por encima del tema y poder disponer de más de un opción en cada momento.
Saber la dirección del viento del audiovisual contemporáneo y no «fajarse con él», sino intentar ponerlo a nuestro favor. Tener conciencia de que ser entretenido no es un pecado, sino una virtud. Y, por supuesto, conocer de historia y de dramaturgia. Saber qué se quiere decir y tener el valor de decirlo. No creo que sea difícil.
La mayor dificultad radica, que es por donde debí comenzar, en saber detectar cuál es una buena historia.
Vergüenza ajena
Escribiendo estas líneas siento vergüenza ajena. Unos diez años atrás Mayra Pastrana publicó un interesante análisis sobre los telefilmes cubanos, a los que situaba en una vanguardia estética y de contenido. ¿Dónde están hoy aquellas piezas de Tomás Piard, Charlie Medina, Rudy Mora, Ernesto Daranas, Alejandro Gil y muchos autores más que siguen en Cuba? ¿Por qué sus obras han desaparecido de la televisión? No basta con que algunos (Charlie, Daranas y Rudy) filmen películas, se extrañan sus obras seriales o unitarias en la pequeña pantalla).
Por su presupuesto financiero ni Vidas robadas y mucho menos Avenida Brasil pueden compararse con Tierras de fuego, la telenovela cubana. Nuestro país no tiene recursos para enfrentar propuestas como la argentina y la brasileña, pero ¿por qué aún estoy esperando siquiera un poquito de sensualidad en la pareja protagónica, que se besan como si estuvieran comiendo un pan con croqueta?
El temblor de Débora Falabella (Nina) cuando ve a su amado Patata, en Avenida Brasil, no necesita un centavo, sólo talento, un buen guion y una dirección adecuada.
Una vecina me decía que ella ve Tierras de fuego «¿y después qué?, nadie discute, si acaso se ríen por guajiros que no sudan».
No digo más. ¿Qué viene en el futuro? ¿Volverán los debates por una propuesta como Doble juego o La cara oculta de la luna o seguiremos en este amargo placer de disfrutar el acercamiento a los problemas argentinos y brasileños, sin que los cubanos estén en los programas de ficción, los de más rating en Cuba?
Espero que los debates y propuestas del Congreso de la Asociación Hermanos Saiz influyan en que nuestra televisión camine realmente al compás del ahora. Hay jóvenes talentosos dispuestos a asaltar el cielo, y otros no tan jóvenes que quieren seguir en la batalla infinita de realizar una mejor televisión. Sólo hay que buscarlos y darles un poquito de recursos. Talento y deseos de crear tienen, mucho más cuando las máximas autoridades del país reclaman que los artistas acompañen el proceso de cambios en Cuba.
(Fuente: Cubadebate /Tomado de El Caimán Barbudo)
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