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LA TECLA CON CAFÉ

Si monitorean tu ordenador del trabajo…

Si monitorean tu ordenador del trabajo…


 

17/10/2013 6:03:50 

 

Como quiera que la escritura es una acto en solitario —si se quiere íntimo y privado—, me molesta que me miren por encima del hombro mientras trabajo y, mucho más que monitoreen mis actividades en línea, práctica esta última que —de tan extendida—  raya en la paranoia, sin que me considere parte de ese estado de salud mental caracterizado por la presencia de delirios autorreferentes.

 

Sin embargo sí existen entre los «vigilados» deseosos de burlar a los «vigilantes», sobre todo aquellos que pasan más tiempo «chismoseando» en Facebook, que trabajando. 

Pero no es mi caso —tengo PC propia y conexión a internet en mi hogar—ni tampoco, el de la mayoría de mis colegas periodistas —que no disponen de ellos—, y que vemos en FB, Twitter y otras redes sociales, una vía expedita de información/comunicación,  imprescindibles para el desempeño exitoso de nuestra profesión, amén de otros usos de la red de redes que permanecen restringidos —por razones tecnológicas o no —, y que estimo justos y razonables. 

Mas, el hecho de que pueden «vigilarte» es real. Y no  solo desde los servidores locales, sino también desde «un poquito más allá», como dice un eslogan de la popular emisora radial CMHW cuya audiencia rebasa fronteras nacionales. Y ya sabemos que toda red de servicios tiene un administrador, y que ese administrador se las sabe todas  porque, además, su obligación es mantenerse al tanto para que se cumplan las regulaciones de seguridad informática establecidas nacionalmente, y otras a nivel local. 

Saber si tus actividades online son monitoreadas no resulta complicado; evitarlo, tampoco. Mas, si de pronto dejan de recibir información de tu máquina, podrías buscarte problemas. Así que lo más recomendable es mantener los asuntos personales para la computadora doméstica, o simplemente convertirte en el «mejor amigo» del administrador del servidor proxy, que sirve para permitir el acceso a Internet a todos los equipos de una organización, cuando sólo se puede disponer de un único equipo conectado, esto es, una única dirección IP. 

Según los especialistas lo más sencillo para muchas empresas es limitar el monitoreo al correo electrónico y a las páginas que visitas desde el navegador, pues sencillamente es más fácil. El uso de servidores IMAP, POP3 o Exchange, así como de clientes de correo electrónico, es indicador de que tu correo puede ser monitoreado, incluso si utilizas tu correo personal a través de estos servidores. Utilizar tu correo personal desde el navegador generalmente es suficiente para enviar un correo privado, al menos sin que el «jefe» lo vea. (Pero puede que Google sí, al menos si usas Gmail). 

Enviar un correo desde un cliente web que utilice HTTPS, utilizado principalmente por entidades bancarias, tiendas en línea, y cualquier tipo de servicio que requiera el envío de datos personales o contraseñas, impedirá que la información quede expuesta a los servidores de tu empresa, y si monitorean tu historial sólo verán que entraste a Gmail, Yahoo!, etc. 

Pero si tu empresa monitorea tu pantalla y necesitas privacidad, lo primero que debes hacer es buscar software instalado en tu máquina para ese efecto. Y aunque ya se sabe que quien «hizo la ley, hizo la trampa», y que «todo crimen deja huella», existe la posibilidad de recurrir a algunos programas en el menú de Inicio de Windows o en el folder Applications de OS X. 

También es factible entrar a las preferencias del sistema y elegir la opción Sharing; si las opciones Screen Sharing o Remote Management están activadas, alguien puede estar observando tu pantalla. Para evitarlo, simplemente apágalas, pero con seguridad que despertarás. Y no precisamente porque te interese «ocultar» tus «pininos digitales», sino por el simple motivo de defender tu privacidad, ese sacrosanto derecho tan violentado en la actualidad, como ya sabemos. Mucho más cuando se quiere ver fantasmas por todas partes, aunque a decir verdad, tales fantasmas sí existen. (Ya nadie interconectado «vive» seguro.) 

Y lo escribo para no pasar por ignorante, aunque me de igual «chica que limonada», pues nada tengo que ocultar. Mucho menos en estos tiempos de espionaje cibernético y omnipotentes hackers, cuando lo más recomendable —si de «secretos» se trata es codificarlos, encerrarlos en una botella de «alta seguridad» y enterrarlos lo más profundamente posible. (Quien tiene la información tiene el poder) 

¿La razón por la cual las «actividades» online pueden ser monitoreadas? Porque esta información pasa sin encriptar por los servidores de red local —empresa o centro de trabajo—. Para impedirlo lo ideal sería eliminar el software de rastreo de tu máquina o encriptar tu actividad. 

Una forma sencilla es utilizar un VPN (una tecnología de red que permite extender la red local sobre una red pública, relativamente hablando), y proxy, un programa o dispositivo que realiza una acción en representación de otro. 

Se trata de un intermediario entre tu información y tu servicio de red local. Existen apps (Office Web Apps, versión gratuita basada en la web del conjunto de aplicaciones de productividad de Microsoft Office), que facilitan la instalación de Apache (servidor web HTTP de código abierto), MySQL (sistema de gestión de base de datos relacional, multihilo y multiusuario ) y PHP (lenguaje de programación usado para crear programas que controlen el comportamiento físico y lógico de una máquina, expresar algoritmos con precisión, o como modo de comunicación humana), en la cual estas aplicaciones se configuran en forma automática, o sea, que hacen gran parte del trabajo por ti. 

Sin embargo, si efectivamente alguien de tu trabajo monitorea tus actividades online es probable que se den cuenta de que estás tratando de «evadir el cerco» de vigilancia. Una recomendación de sentido común sería dejar los asuntos personales para otro momento, pero si se trata de algo urgente, ya tienes un par de opciones, además de recurrir a la encriptación,  mediante la cual el texto plano se convierte en un galimatías ilegible. 

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