Béisbol en Harlem: Llueve sobre mojado
16/07/2012 7:37:16
Dos juegos, dos derrotas. Primero cedimos ante Puerto Rico, un equipo inferior que apenas disponía de algún que otro pelotero Doble A. Y después fracasamos contra Estados Unidos, integrado por unos jugadores que antier se libraron del acné adolescente. Haarlem, una vez más, se ha llenado de espinas para Cuba, y la gente comienza a «pedir sangre».
Hay quienes culpan al colectivo técnico que ahora encabeza Víctor, alegando razones que van desde la confección de la plantilla (que si no convocó a un camarero natural, o si llevó a dos catchers puramente defensivos) hasta argumentos de orden místico del tipo «se le acabó la brujería» y esas cosas.
Hay, también, quienes ven las razones del ridículo —sí, el ridículo es lo que estamos haciendo por allá— en el line up. Unos dicen que Yuliesky no rinde en el tercer turno de la tanda, otros claman por Guerrero en lugar de Arruebarruena, muchos discrepan de que Castillo sea el hombre proa, y no faltan aquellos que exigen a Abreu en la medular del orden atacante.
Concuerdo en ciertos casos, pero sinceramente creo que esa no es la línea adecuada para encarar la situación. Si ponemos los ojos en cada detalle, me parece que nunca jamás podremos ver el bosque. Esto es, que centrarnos en lo que hicieron (o dejaron de hacer) Fulano y Menganito, no nos va a resolver el crucigrama.
¿En qué puede ayudarnos abogar por la sustitución del «32»? ¿Ha servido de algo la sucesión de reemplazos en el puesto de mando del team Cuba, por el que ha desfilado un escuadrón en pocos años? No señor. Se ha seguido perdiendo, con más o menos dignidad, pero perdiendo.
Y lo mismo sucede con respecto a los atletas. ¿O habríamos invertido ambos resultados si tuviéramos un segunda natural en la nómina, o si «usted para el banco y usted, de cuarto palo»? Hay que ser muy inocente para pensar que sí. De veras.
Cuba no viene cosechando tropezones hace rato por causa de Víctor, Yuliesky, Despaigne, Bell o Vladimir. Basta ya de buscar en las ramas, si sabemos que el mal de fondo estriba en la raíz.
Lluevo sobre mojado, titulé, porque de esto ya he escrito varias veces. Y nada ha sucedido, pero yo no me canso y lo vuelvo a escribir. Y mañana, de ser necesario, voy a hacerlo otra vez. Porque mi pelota, que es mi orgullo y el de muchos —muchísimos— cubanos, está triste y de capa caída.
El mal de fondo, insisto, no son esos nombres que los Torquemadas se apresuran a enviar a la hoguera del descrédito. El mal de fondo ni siquiera es uno solo: tiene cabezas múltiples, como la fabulosa Hidra de Lerna.
¿No es espantoso que tengamos una Serie Nacional con diecisiete escuadras? ¿No hace falta una Liga de Desarrollo que se juegue simultáneamente con el torneo elite? ¿Será absurdo soñar con la Serie del Caribe, y con topes versus profesionales de América y de Asia, y con transmisiones beisboleras de otros ámbitos?
Hay más cabezas. Por ejemplo, quedamos a la zaga en cuanto a los modernos sistemas de juego, preparación y dirección, y requerimos una urgente búsqueda de mecanismos para que las estrellas del patio no alcancen tan rápidamente su techo deportivo.
No le daré más vueltas a la noria. Tales ideas las he plasmado antes, y de ello dan fe los tres párrafos con los que cierro éste, mi enésimo llamado a poner manos a la obra en la pelota nacional.
«Hacen falta reformas, y no hay que tener miedo a implementarlas. Se requiere un modelo de desarrollo desde la base para que, una vez en el máximo nivel, el pelotero domine cada secreto del deporte, da igual si los movimientos en la tabla de lanzar o los imprescindibles ajustes en cada comparecencia al home plate.
«Y más vale que lo hagamos ahora, porque mañana ya podría ser tarde. No, qué va. Yo no creo que gocemos de excelente salud en el béisbol, que no sucede nada, y que los holandeses de la Copa Mundial tenían mucho teamwork, o que el equipo norteamericano de Guadalajara estaba lleno de jugadores Triple A. Sinceramente, todo eso me huele a justificación barata.
«…El problema es el fastidioso inmovilismo que nos ha estancado la pelota, hasta el punto de que Alemania nos ofrece batalla en el terreno. Y yo pregunto: si nuestra economía decidió actualizarse e introdujo una serie de cambios que flexibilizaron su desenvolvimiento, ¿por qué el béisbol no puede? ¿Será que la pelota ha sido condenada a la inacción?»
(Tomado de Cubadebate)
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