La gramática multimedia (1)
11/05/2012 23:41:12
Todos los componentes que integran un sitio web, ya sea de un periódico o de una página personal, deben responder a unos criterios de usabilidad que los expertos definen en función del elemento concreto del que se trate. Puesto que los textos de un web son uno más de sus componentes, es preciso preguntarse a qué criterios responde nuestra forma de escribir.
Si la usabilidad se refiere al grado de facilidad con la que se puede utilizar algo, lo que debe centrar nuestros esfuerzos a la hora de redactar para la web es facilitarle el trabajo a un lector al que ahora llamamos también usuario.
Oraciones
Cuando de lo que se trata es de hacer que los textos sean fáciles de leer, una de las primeras recomendaciones que salta a la mente es la de evitar las frases largas y las subordinadas: «las frases largas obligan al usuario a establecer relaciones complejas entre las ideas y son difíciles de leer y entender» (Guillermo Franco, Cómo escribir para la web).
Traemos aquí el comienzo de dos relatos, cuyas frases iniciales vienen a contar hechos parecidos, ambas historias empiezan con la noticia de una muerte:
«La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita». (El aleph, Jorge Luis Borges).
«Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé.» (El extranjero, Albert Camus).
No es el propósito de esta muestra debatir qué comienzo es mejor (en nuestra opinión ambos son maravillosos) sino ejemplificar cómo se puede jugar con la extensión de las oraciones. A la brevedad se le puede sacar tanto partido como a la longitud, así que nadie piense que, por perder espacio, está perdiendo recursos.
Suele señalarse, además, que cuanto más larga es una frase más difícil es puntuarla y más fácil caer en errores de concordancia. Para el periodista Daniel Samper las «frases de más de 70 palabras no son frases: son emboscadas».
Los remedios son sencillos: no tratar de incluir más de una idea por oración, dividir las frases, eliminar algunos incisos y convertir otros en cláusulas independientes, quitar las palabras innecesarias y las repeticiones de información, reformular y simplificar para que la oración tenga de unas 20 a 30 palabras.
Párrafos
La brevedad no solo es importante para delimitar la extensión de una frase, también lo es para la configuración de los párrafos: se aconseja que no sean superiores a cinco o seis líneas. Muchas veces, la insistencia con la que se recalca que los textos para la web deben ser mucho más breves que para papel puede hacer creer que internet se queda en la superficialidad de los asuntos, o que no es lugar para un análisis detallado de los temas, y no es así. Lo que sucede es que ahora se dispone de nuevas herramientas para ofrecer este análisis detallado:
Hipertexto: la lectura en internet no es lineal, así que no se puede escribir como si lo fuera. El libro de estilo de www.lavoz.com.ar dice, hablando de la narración periodística, «que debe contemplar una organización hipertextual «por capas», ofreciendo al lector diferentes niveles de profundidad, añadiendo en cada nivel nueva información». Así, no debe agobiarnos la necesidad de escribir textos cortos, pues si bien hemos perdido espacio lineal, hemos ganado en profundidad, en estratificación. Ya no se trata de intentar contarlo todo, sino de dividir la información en pedazos coherentes, centrados cada uno en un aspecto determinado, y enlazarlos. Expertos como Guillermo Franco y Jakob Nielsen señalan que la gente prefiere textos cortos y el hipertexto para ofrecer profundidad.
Soporte multimedia: todos coincidimos en indicar que una de las características estrella de la web es su naturaleza multimedia. Sin embargo, parece que a la hora de crear un contenido aún no se tiene interiorizada del todo esa nueva gramática multimedia. Un vídeo, una infografía, una presentación, unas fotos, ilustraciones o cortes de audio a veces no son solo el perfecto compañero de un texto, sino que son, lisa y llanamente, la mejor manera de contar una información o de hacer llegar un contenido.
Romper la uniformidad: cuando se insiste tanto en la brevedad de los contenidos digitales lo que se pretende es evitar bloques de texto demasiado grandes. La lectura en pantalla cansa más que la lectura en papel y de lo que se trata es de descargar el contenido. Además, sabemos por los estudios de eyetracking que el usuario tiende a escanear las páginas en busca de la información y no a leerlas palabra por palabra, de principio a fin. Cuando no se puede ser más breve, o cuando ser breve no basta para ser claro, hay otros trucos a los que también se puede recurrir para evitar esos grandes bloques de texto y conseguir romper su uniformidad:
Dividir el tema en subtemas y darle a cada uno un título propio. Algunos medios señalan que la multititulación es la clave.
Separar cada elemento de una enumeración en un renglón, es decir, escribir cada elemento aparte, como se está haciendo en esta lista, y no uno a continuación del otro.
Emplear las negritas, el color, el tipo de letra y los enlaces: con las negritas pueden resaltarse las ideas más importantes de cada texto, con el color y el tipo de letra se diferencian en muchos medios los cintillos, títulos y entradillas de los artículos.
Mucho se ha insistido en el archiconocido límite de Twitter, sus usuarios tienen bien grabado su insobornable límite de 140 caracteres. Sin embargo, Twitter no es el único sitio en el que debemos cuidar la extensión de nuestras palabras. La brevedad es, en general, una característica valorada en internet, hasta el punto de que muchas veces habremos de ponernos a contar para asegurarnos, por ejemplo, de que los metadatos que estamos completando sean verdaderamente útiles.
(Fuente: Manual de estilo /Judith González Ferrán)
Sobre la autora
Judith González Ferrán es filóloga y miembro del equipo de la Fundéu.
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