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LA TECLA CON CAFÉ

Los dos Pablos de Enrique Ojito

Los dos Pablos de Enrique Ojito

 

 

19/10/2011 02:36:36 PM

 

 

 Por Mercedes Rodríguez García

 

 

«No es el oficio de la prensa periódica informar ligera y frívolamente sobre los hechos que acaecen, o censurarlos con mayor suma de afecto o de adhesión. Toca a la prensa encaminar, explicar, enseñar, guiar, dirigir; tócale examinar los conflictos, no irritarlos».

(José Martí, en Patria)

 

 

UNA INTRODUCCIÓN NECESARIA

 

Las declaraciones de Pablo Milanés y los acontecimientos sucedidos alrededor de su concierto celebrado en Miami hace varias semanas han tenido diversas desviaciones y consecuencias. El conjunto de comentarios, cartas y críticas aparecido en los medios de prensa de varias regiones del mundo conforman un abultado «expediente», de calidad variable y cuestionable,  y de carácter muchas veces contradictorio y tendencioso, sobre todo en los medios de comunicación accesible en la red de redes.

 

Por considerar «¡Caramba, Pablo!»  una excepción —mucho más tratándose de un periódico provincial— decidí «subirlo» a mi blog. A  mi juicio el artículo, constituye una muestra de cómo deben ser abordados y tratados temas similares. Cuestión que los medios nacionales,  ya sean digitales o impresos no hacen de modo sistemático, asumen de modo pintoresco, filosófico, tecoso o, en el peor de los casos, eluden. 

Sucede entonces, que el «chisme» corre a la delantera desde internet: bien manipulado y venenoso, de bocas y de fuentes probadamente anticubanas, con todas las posteriores consecuencias del rumor y su teoría. En otras palabras: diseminan la pólvora, prenden la chispa y estalla la «bomba». Prefiero ir siempre a la ofensiva, y no la defensiva. 

Se puede, sin tantos titubeos, circunloquios y dilaciones. Para ello existen los géneros, las diferentes páginas, tamaños de titulares, etc.,  y por supuesto, « […] la mano enguantada que lo escribe y los labios sin manchas que lo dictan.» 

Tal es el caso de mi colega espirituano, Enrique Ojito Linares, hombre inteligente, de pensamiento profundo, respetuoso, pero además, consecuente con su ideología y comprometido con los destinos de su Patria, y a quien elogio —en este caso— por la moderación del lenguaje, apropiada sintaxis, relativa objetividad y valiosa argumentación.

 Entonces, cedo espacio en La Tecla con Café a este artículo, del colega  Enrique Ojito Linares, publicado en la página 5 de la edición impresa del semanario Escambray, de Sancti Spíritus, correspondiente al 1º de octubre de 2011, y descargado en PDF del sitio http://www.escambray.islagrande.cu/Esp/Default.htmenlazado desde la página http://www.cubaperiodistas.cu  

Aclaro —para «suspicaces» interpretadores, vengan de donde vengan— que no conté con la autorización del autor, puesto que se trata de un documento de libre acceso en la red. Además, que para colocarlo en La Tecla con Café debí hacer antes la conversión a Word, adaptar la tipografía al estilo del blog e incorporales los enlaces o links que remiten a otros textos imprescindibles si el lector quiere tener una idea completa de los acontecimientos tratados, sin descontextualizar los contenidos. Sin más, lean. Y si quieren, me comentan.

 

EL ARTÍCULO

 

Un icono de le Música cubana se desviste definitivamente ante su público. Por fin, lo otro sería que continuara viviendo de la simulación. En los últimos años. Pablo Milanés viene regalando titulares de prensa ante el desconcierto de unos y la aprobación de otros. Lástima que tanta alharaca mediática pase de largo frente e la calidad interpretativa y la innegable obra musical del artista. La razón. Pablo comulgó con el odio ancestral de los detractores de la Revolución cubana. 

Las últimas escenas del espectáculo, que generaron las polémicas, primero con el periodista cubano-americano Edmundo García, radicado en Miami, y  luego con  el cantautor Silvio Rodríguez, pertenecen a su reciente gira por Estados  Unidos, iniciada 26 de agosto en Washington DC y con presentaciones también en otras ciudades, incluida Miami. 

«Yo he sido fidelista, ya no soy fidelista», subrayó al Canal 23-Univisión, juicio que desanda similar cuerda en entrevistas concedidas a las llamadas Radio y TV Martí, a la emisora Caracol, de Colombia (2007), y al periódico El Mundo (2010) de España. Cuando la citada televisora de Miami le preguntó si volvería a dedicarle otro  concierto a Fidel, ni corto ni perezoso Pablo advirtió: «En estos momentos no». 

Elemental: él está en su derecho de cantarle a quien desee; sin embargo, resulta controversial su afirmación de no tener ningún prejuicio en consagrárselo a las Damas de Blanco, a quienes, dicho sea de paso, les hace un panegírico en la réplica a Edmundo García: 

«Cuando veo que unas señoras vestidas de blanco protestan en la calle y son maltratadas por hombres y mujeres, no puedo por menos que avergonzarme e indignarme y, de algún modo, aunque no estemos de acuerdo absolutamente, solidarizarme con ellas en su dolor porque lo más vil y lo más cobarde puede ser que una horda de supuestos revolucionarios ataque despiadadamente a estas mujeres». 

Pobre del cantor de nuestros días que, si arriesga su crédito por esas señoras que insisten en sus provocaciones, pesa a la desaparición de las causas por las que se agruparon, y que «pueden ser la llamita que prenda la fogata en Cuba», al decir de una de ellas. El billetaje verde hace milagros y mercenarios. 

Pablo debería poner de nuevo en la tierra sus pies para no pecar de levedad, difícil de entender a sus 68 años; mas, como él mismo asegura en la canción, pasan los años, y cómo cambia lo que yo siento... 

¿Cómo podría interpretarse la mano tendida a Carlos Alberto Montaner, quien fue a su encuentro en el lobby del hotel donde se hospedaba el artista en Miami, y cuyo dossier va mucho más allá da columnista y profesor? 

Pablo, quien se precia de estar bien informado, ¿acaso no sabrá que Montaner es prófugo de la justicia cubana por haber almacenado explosivos que le suministraba la CIA, y por haber sido cómplice de atentados en tiendas y cines de la capital en1960? ¿Qué dirán los entonces niños y jóvenes heridos, algunos de gravedad, por aquellas bombas? ¿Acaso no conocerá Pablo que este hombre confesó que compartía la jefatura nacional de Acción y Sabotaje del grupo Rescate Estudiantil por esa fecha? Rencor, no; memoria que sangre. ¡Caramba, Pablo! 

Pero, si esta historia pareciera lejana en el tiempo, ¿acaso Pablo no estará al tanto de que el pasado año dicho terrorista apoyó sin recato el intento de Golpe de Estado contra el presidente ecuatoriano Rafael Correa, y el cuartelazo en el 2009 en Honduras contra Manuel Zelaya? 

Por si los ejemplos aún resultaran insuficientes: fue uno de los líderes de una micro-manifestación en el 2010 en la histórica Puerta del Sol, en cuya «exhibición de  rabia "anticastrista”, como la califica el colega Jean-Guy Alar, sobresalieron grupos autoproclamados como representantes en España del neofascismo europeo. 

Precisamente en Madrid, en 1986, año de la salida del disco Querido Pablo (Homenaje, Canción por la unidad latinoamericana...), este cantautor y Silvio Rodríguez suscribieron una carta al mismísimo Montaner, cuando los convidó a arrepentirse para darle un rinconcito en sus altares. 

La misiva, revelada por el autor de El Necio en su blog Segunda Cita, a raíz de la polémica, relumbra: «por ser parte de un proceso revolucionario como el cubano, como el nuestro, no basta con escribir frases lapidarias desde una inmaculada urna de cristal; hay que desgarrarse con toda la realidad que entraña el quehacer cotidiano de mujeres y hombres que aman y sufren, que lo hacen mal, regular o bien, que se equivocan y que son víctimas de provocaciones, pero que no eluden el reto que implica hacer cada día mejor y siempre más humana una obra revolucionaria (...)». 

Sin embargo, en otro momento, en abril de 2003, Pablo Milanés, en su derecho, fue el único de los intelectuales  de la isla en abstenerse de firmar el Mensaje desde La Habana para amigos que están lejos, rubricado por Alicia Alonso, Leo Brower, Omara Portuondo, Silvio Rodríguez, entre otras personalidades de la Cultura Nacional con quien el autor de Amo esta Isla fustigó en diálogo con El Nuevo Herald. 

Marzo-abril de 2003. Escenario nacional: En solo dos semanas, secuestro de dos aviones y de una embarcación, y ataque a un soldado para arrebatarle su AK-M y tomar por la fuerza, otra aeronave. En poco más de un mes se verificaron 29 proyectos e ideas de secuestrar embarcaciones y aeronaves. Pena capital para los secuestradores de la embarcación «Baraguá». 

En aquel contexto, la campaña mediática contra la Revolución Cubana tocó la cima del Everest; en la Calle 8, de Miami, un cartel instaba «Iraq now, Cuba later» (Iraq ahora, Cuba después). 

En sus demandas para Cuba y a horas de le actuación de Pablo en el «American Airlines Arana», de la urbe floridana, un amigo suyo, el cantautor, Joaquín Sabina, aseguró que está «esperando que surja un 15-M en Cuba. Que la gente salga a la calle y diga qué es lo que no le gusta». 

Por favor, Sabina, exorcice sus demonios. Recuerdo, por si acaso, que durante el debate nacional del proyecto de Lineamientos del Partido y la Revolución Cubana, con voz aguda y serena el pueblo expuso más de tres millones de intervenciones y reformuló el 68 por ciento de los lineamientos propuestos. 

En ese diálogo nacional, desconozco si intervino Pablo, quien, según Vicente Feliú, fundador de la Nueva Trova, jamás concurrió en su condición de diputado a las sesiones de la Asamblea Nacional, escenario que desperdicié para exponer sus críticas y juicios sobre nuestra imperfecta Cuba, como sí lo hizo en su momento Silvio en ese espacio. 

En el 2010, a la pregunta de El Mundo de ¿qué han hecho los revolucionarios con la Revolución?, Pablo manifestó; «Quedarse en el tiempo. Y la Historia debe avanzar con ideas y hombres nuevos. Se han convertido en reaccionarios de sus propias ideas. Por eso he dicho que hace falta otra revolución, porque tenemos manchitas. El sol enorme que nació en el 59 se ha ido llenando de manchas en la medida en que se va poniendo viejo». 

El proceso eleccionario cubano constituye una farsa, en opinión de este importante compositor, quien, además, antes había subrayado a la emisora Caracol «Es una vergüenza a que Cuba, con el trabajo que está pasando, todavía tenga que ayudar a algunos países de América Latina en temas de educación o salud». 

Contradecir ahora estos y otros criterios sería bordear la esencia de estas líneas de quien dice servirse de los medios de prensa de Miami y de y España para difundir sus entrevistas. ¿Cómo alguien que ha caminado el mundo puede ser presa de tan plusmarquista ingenuidad? ¿Pablo habrá pasado por alto la lectura de un párrafo del artículo Bienvenido Pablo Milanés, nacido del puño del agente de la CIA Montané, donde advierte: «Quienes queremos el fin de la dictadura cubana y el establecimiento de un régimen plural y democrático en el que se respeten los derechos humanos, cometeríamos un error estratégico si hoy no le tendemos la mano a Milanés dentro del espíritu de cordialidad cívica? 

¿Por qué durante su ininterrumpida gira por Estados Unidos y en su voto constante a favor de los derechos humanos, el trovador no abogó por la excarcelación de Los Cinco, a sabiendas de la fuerza de voz, como sí lo reclamé el autor de Ojalá, a escasas cuadras de la Casa Blanca en el 2010? 

Ese silencio es una apostasía a sus antológicas canciones (Cuando la encontré, Acto de fe, Yo pisará tas calles nuevamente...), a sus seguidores y a las convicciones de quien se define ceno «antimperialista por excelencia» y «revolucionario de izquierda». 

«(...) Lo más importante para mi —declaró a la llamada TV Martí— es mi prestigio personal, que lo he dado y lo he dado a nombre de un pueblo al que amo, de un país al que amo y a un sistema al que he querido que cada vez funciono mejor». «Creo en el sistema (socialista), pero no en los hombres que lo hacen», dijo a El Nuevo Herald también en agosto último. 

El invocado prestigio quedó en entredicho cuando en la réplica pública al periodista Edmundo García lo calificó de «hijo de puta». «Cuando leí tu panfleto tu panfleto —le respondió el trovador— mi primera reacción fue ver a una niña en la pubertad, asombrada y ruborizada ante su primera menstruación (...)». Por mucho que leo y releo esas palabras no me encajan en el autor de Yolanda, himno de amor casi sin par, y de El Pecado original, canto a la tolerancia. 

Pocos, para no ser absoluto renegarían la obra musical de Pablo Milanés, quien fue y sigue siendo parte del mito, no solo de la Música cubana, sino de nuestra épica, llamado Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, cuya estética nos puso a pensar y a preservar nuestra isla, donde sobran errores que resolvernos en casa. 

Obvio, yo me quedo con aquel Pablo, rebelde, de enormes espejuelos y espendrú; el otro me recuerda a las hojas de la yagruma —blancas por un lado y verdeoscuras por el otro—; este Pablo evoca la traición, la traición a la Trova cubana, que en esta nación, como recalcó Vicente Feliú, «es la Patria misma». 


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