El uso del frío intenso para recuperar el recuerdo
08/05/2011 1:41:20
Seguramente muchos recordamos qué hacíamos, por ejemplo, cuando nos enteramos del atentado contra las Torres Gemelas, pero no lo que hicimos el día anterior a la misma hora. Es que los recuerdos, tanto los buenos como los malos, se asocian con un shock emocional.
Del mismo modo, un impacto como la sensación de frío intenso hizo que un grupo de personas recuperara un recuerdo que parecía perdido. Lo demostraron científicos investigadores del Laboratorio de Neurobiología de la Memoria del Ifibyme, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, y el Conicet, en un trabajo que acaba de publicarse en la revista Neuroscience .
«En una prueba con seres humanos observamos que éstos podían recordar mejor una serie de sílabas aprendidas si eran sometidos a un estrés leve, en comparación con el grupo control, que no sufrió estrés», explica la bióloga Verónica Coccoz, primera autora del trabajo, del que participaron los doctores Alejandro Delorenzi y Héctor Maldonado. Este último, fallecido a fines de 2010, fue fundador y director del laboratorio.
Hace algunos años, el grupo de Maldonado había demostrado que una memoria consolidada se activa al enfrentarse al mismo contexto en que se había producido un aprendizaje y, de ese modo, se vuelve frágil e inestable, lo que permite actualizarla, incorporando información nueva. El fenómeno, que es parecido al de la consolidación de la memoria, fue denominado «reconsolidación». Y se vio que en esta etapa, tanto en animales como en humanos, el recuerdo podía borrarse. Así, en cada nueva situación, la memoria parece exponerse a ser destruida.
Claro, no siempre que uno recuerda algo la memoria se vuelve inestable. Ello sucede cuando hay un desajuste entre lo esperado y lo que en realidad ocurre. En ese momento, a un animal se le puede administrar un amnésico, y luego se comprueba que la memoria desapareció, explican los investigadores. En el caso de seres humanos, se les enseña una tarea parecida a la evocada en el momento lábil, de manera que se destruya la memoria anterior. Poder borrar una experiencia traumática es muy bueno, pero ¿qué función biológica puede tener que la memoria siempre se exponga a ser destruida?
Lo cierto es que el recuerdo no siempre se destruye. Ahora el equipo demostró que la memoria también puede recuperarse en esa etapa de inestabilidad. «Pudimos comprobar que, ante la evocación, la memoria también puede ser mejorada», comenta el doctor Alejandro Delorenzi, director de tesis de Coccoz.
Recobrar la memoria
Los investigadores habían comprobado esa mejora de la memoria en experimentos con cangrejos. «Tuvimos evidencia de que una memoria que parecía olvidada se podía poner lábil nuevamente y luego reaparecía», confirma el investigador.
Para saber si el animal recuerda u olvida, los investigadores observan su comportamiento, por ejemplo, si ante un estímulo conocido se asusta y corre, o se queda quieto. En cambio, «con humanos puede estudiarse la memoria declarativa, haciendo que los sujetos aprendan una tarea y luego preguntar cuánto recuerdan», explica Delorenzi.
En el experimento participaron 125 voluntarios, estudiantes y graduados de la facultad. El primer día, debían aprender una lista de sílabas, que estaba precedida de una combinación de luz, imagen y música. Al sexto día, se presentó el mismo contexto de música y luz, para que se produjera la evocación, y que ellos pudieran completar la lista. Pero el programa se interrumpió antes de que esto sucediera. Ante ese desajuste entre lo esperado y la realidad, la memoria se hizo lábil. En ese momento, se les pidió a los voluntarios que sumergieran el brazo en una palangana. Para el grupo control, el agua estaba templada. Pero en el principal, estaba helada.
En el día 7, se volvió a presentar el contexto, y se les preguntó por la lista de sílabas: los que debieron soportar el agua helada recordaron mucho mejor que los que colocaron el brazo en agua templada. «A través del «truco» de someter a un estrés leve durante la reconsolidación, vimos que esta memoria que parecía olvidada (los sujetos expresaban sólo un 20% de lo aprendido) estaba intacta, ya que ahora expresan un 80% de lo aprendido», detalla Delorenzi.
Los investigadores señalan que ante una situación de estrés se liberan sustancias como epinefrina, cortisol y glucosa, que juegan un rol central en la modulación de la memoria.
El experimento demostró que el recuerdo no había desaparecido y pudo ser expresado. En resumen, la memoria, al hacerse lábil, puede borrarse, actualizarse o mejorarse. «Cuando la memoria falla, el problema puede ser que no esté almacenada, o tratarse de una dificultad para expresarla», indica Delorenzi, y prosigue: «Ahora tenemos una herramienta para poder acceder a memorias que parecen olvidadas, es como abrir una caja negra».
Por su parte, Coccoz explica: «Es probable que muchas de estas memorias se reactiven durante el sueño, y que esos procesos sean parecidos a la reconsolidación». Por ello, siempre se aconseja, cuando uno estudia, no quedarse toda la noche sin dormir, porque puede suceder que a la semana ya no se recuerde nada de lo aprendido.
Estos resultados, además de contribuir a la comprensión de la persistencia de la memoria declarativa, permitirán desarrollar estrategias para mejorar la memoria en general y para tratar problemas cognitivos leves.
(Fuente: lanacion.com /Alejandro Delorenzi y Verónica)
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