Lecciones para optimizar la calidad de vida en la tercera edad
06/05/2011 5:05:18
Una colaboración de Jesús Dueñas Becerra
Psicólogo, crítico y periodista.
«Qué luz la que emerge de un rostro añoso»
José Martí
La señora Regina Brett, una anciana norteamericana que ha vivido nueve décadas, para celebrar con dignidad su feliz llegada a la «edad de la sabiduría y la paciencia» (como la filosofía oriental valora el otoño de un ser humano), escribió unas lecciones que, según ella, la existencia terrenal le ha enseñado, y que publicó en «The Plain Dealer», de Cleveland, Estados Unidos.
De acuerdo con la señora Brett, la vida no es justa, pero aun así es buena… y es demasiado corta para perder miserablemente el tiempo cuando acumulamos odio, rencor, sentimientos de venganza u otras bajas pasiones que laceran y enferman el cuerpo, la mente y el alma de quien las padece.
No pierda el contacto con su familia ni amistades, porque si se altera el equilibrio bio-psico-socio-cultural y espiritual en que se estructura la salud humana, ellos son los que te cuidarán… hasta el final de tus días.
Usted NO tiene por qué ganar cada discusión, ya que la verdad absoluta NO existe, sólo verdades relativas que, en ocasiones, el tiempo y la cultura se encargan de desmentir. Por lo tanto, debe estar de acuerdo en NO estar de acuerdo. Llore con alguien, ya que alivia mucho más llorar solo, que ganar cada discusión en que usted se enfrasque.
Haga las paces con su pasado, para que no arruine el presente ni comprometa el futuro..., aunque debe aclararse el hecho de que el pasado y el futuro son «trampas» filosóficas, porque el «homo sapiens» NO vive ni en el pasado ni en el futuro, sólo vive el aquí y el ahora. ¡Nunca lo olvide!
No compare su vida con la de otros, porque cada persona es única e irrepetible, ya que NO hay dos vidas ni dos organismos exactamente iguales. Usted no tiene la más mínima idea de cómo es la travesía del prójimo. Cada vez que se sienta tentado a compararse con el «otro» o «no yo» evoque en su memoria la fábula del sabio que salió a buscar desperdicios en los latones de basura, y en un momento en que miró hacia atrás vio a otro sabio —tan sabio como él— que iba recogiendo las sobras que él desechaba… por inservibles.
Respire profundamente... Eso calma la mente y el espíritu.
Elimine de sus pensamientos todo lo que no sea útil, hermoso o alegre.
Cultivar frases interiores positivas, en realidad, lo hace más fuerte… desde todo punto de vista.
Nunca es demasiado tarde para tener una infancia feliz, porque el «yo» niño que todos llevamos dentro jamás debe ser ahogado o asfixiado por el «yo» adulto o por el «yo» padre, pero ello sólo depende de ti… y de nadie más.
Cuando se trata de perseguir aquello que ama en la vida, no acepte un NO por respuesta Encienda las velas de la fe y la esperanza y manténgalas ardiendo constantemente. Cada vez que vea las luces del amanecer, piense que hoy es un día especial, y si quiere ser excéntrico, séalo ahora…, no espere a ser viejo para serlo.
El órgano sexual más importante que existe es el cerebro (sustrato material de la psiquis y el espíritu humanos); por ende, no lo deje envejecer con pensamientos negativos que le impiden amar la vida y al prójimo.
Nadie es responsable de su felicidad, porque ella se halla de su piel hacia dentro, nunca la busque de su piel hacia fuera, porque NO la encontrará jamás y le sucederá lo mismo que al niño que intenta atrapar una mariposa en pleno vuelo.
Contextualice todo supuesto «desastre» con esta frase: «dentro de cinco años, ¿lo que ha sucedido tendrá verdadera importancia o algún valor?». Perdóneles todo a todos… no importa lo que le hayan hecho ni cuánto la hayan lastimado material, moral, humana o espiritualmente. Perdonar es de personas inteligentes, y si usted aspira a ser una persona con inteligencia global y emocional… aprenda a perdonar incondicionalmente, y el único beneficiado será usted. Medítelo y llegue, pues, a sus propias conclusiones.
Lo que las otras personas piensen de usted, no le incumbe en lo más mínimo, ya que el tiempo sana casi todas las heridas físicas, psicológicas y espirituales. Dele tiempo al tiempo. Por buena o mala que sea una situación, algún día cambiará radical o parcialmente. No la tome tan en serio, porque si lo hace afectará su salud corporal, psíquica y espiritual.
No cuestione la vida. Sólo vívala y aprovéchela al máximo hoy…, NO espere a mañana. Recuerde las «trampas» que le tiende el tiempo. Llegar a viejo es mucho mejor que la lamentable alternativa... de morir joven. Todo lo que verdaderamente importa al final es que hayas amado.
La envidia es una gran pérdida de tiempo y una implacable tortura que la persona le inflige a la mente y el espíritu, porque desea —desde las zonas más oscuras del componente instintivo del inconsciente freudiano— ser «otro»y no él… y eso es querer algo que no existe o no es real, y por consiguiente, lo hace sufrir amargamente.
Usted ya tiene todo lo que necesita para vivir en paz y armonía consigo mismo, con el «no yo» y con el medio socio-natural en que desarrolla sus actividades cotidianas. Nunca ponga en tela de juicio —ni mucho menos en duda— de que lo mejor para usted está aún por llegar. No importa cómo se sienta... ceda y recuerde una frase antológica del genial escritor francés, Alejandro Dumas: «toda la sabiduría humana se puede resumir en tres palabras: confiar (en uno mismo) y esperar».
Por último, tanga siempre presente que la vida no está amarrada a un lazo que aprieta…, pero sigue siendo un maravilloso regalo que debemos disfrutar… hasta el último aliento.
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