«La Fiesta del Tocororo»: Un reencuentro con René
04/03/2011 8:53:43
Por Arístides Vega Chapú
Nadie escapa al fascinante mundo que René Batista (Camajuaní, 1941-2010), desde ese don de sapiencia popular, pudo visualizar con marcada meticulosidad para en diferentes libros publicados en editoriales disímiles mostrárselos a todos.
La fiesta del tocororo, Ediciones Memoria, del Centro Pablo de la Torriente Brau, ganador del Premio Memoria del 2009, meses antes de su fallecimiento, nos permite volvernos a encontrar con quien tanto hizo por la identidad nuestra a través de títulos fundamentales como Aquí está Felo García (1982), Chivos y Sapos (2006), Cuentos de guajiros para pasar la noche (2007), entre muchos otros.
Conocí a René Batista en los años ochenta, siendo cajero de la pizzería de Camajuaní, un oficio que parecía estar muy alejado de su vocación pero donde encontró muchos de los personajes e historias que él jerarquizó en su obra, siempre respetuosa de la sabiduría popular, de la oralidad que él quiso resguardar sabiendo que esta es un valioso patrimonio que posibilita entender la vida, el desenvolvimiento, los sucesos de un país.
Para René Batista todo era importante; dejar constancia de un instante a través de la fotografía, la conservación de documentos que él llevaba a escala de todo, absolutamente todo; la invitación a una actividad, un programa literario, un texto manuscrito.
También daba lugar a la conversación de cualquiera que tuviera algo que contar, fuese bodeguero, campesino o profesor universitario. Su amplio archivo confirma el valor que siempre tuvo para el folclorista la conservación del material que le posibilitó una obra literaria tan amplia y abarcadora.
Este nuevo libro publicado por el Centro Pablo es un bestiario cubano que se mueve entre la fabulación y la realidad. Dejar este muestrario, que junta más de cien monstruos que han convido en el imaginario de muchos cubanos, desde los aborígenes hasta el cubano actual, fue uno de sus últimos placeres.
Bichos, insectos, animales raros, en zonas rurales y urbanas, se dejan ver en estas páginas que jerarquizan ante todo el imaginario de un pueblo que siempre ha sabido llevar sus sueños y fantasmas, sus fabulaciones a escala de realidad. Porque estas siempre serán tierras para convivir no solo con lo real sino también con lo maravilloso.
Campesinos, hombres y mujeres de diversas edades y oficios, poetas como Nicolás Guillén, Florentino Morales, Edelmis Anoceto, Jesús Díaz, Alexis Castañeda, Eduardo González Bonachea y Geovanys Manso, junto al periodista José Antonio Fulgueiras, van dejando en estas páginas una creíble descripción de la rica zoología fantástica que nos propone La fiesta del tocororo.
Edición que engalana en su cubierta un dibujo de Samuel Feijoo, este título merecedor del Premio Memoria, incluye un prólogo de la conocida escritora e investigadora Dulcida Cañizares, amiga personal de René Batista, junto a una nota de la Editorial que rinde con este libro, merecido tributo a su autor.
A este proyecto dedicó sus últimas fuerzas el folclorista más fiel al magisterio feijociano. Merecedor de la Distinción por la Cultura Nacional y de la Medalla Félix Elmuza, entre otras condecoraciones y reconocimientos.
Años le llevó acumular las historias que conforman este bestiario. Pera nada, ni siquiera la enfermedad, podía detener al poeta, periodista, editor, promotor cultural e investigador de temas históricos y etnológicos, cuando se proponía un nuevo proyecto. René Batista fue un hombre acucioso y abnegado, trabajador como para siempre sentirse en posibilidad de sumar nuevos proyectos a su enjundiosa obra. Fue fundador del Comité Provincial de la Uneac en Villa Clara y miembro activo de la UPEC. Fidelísimo amigo, que no cesaba de jaranear, con una capacidad envidiable de crear fantásticas historias que él contaba con la seriedad de estar testificando una verdad.
La lectura de la Fiesta del Tocororo nos devolverá la posibilidad de sonreír con sus ocurrencias. Esta fue su última obra concluida, aunque dejó mucho material acumulado para nuevos proyectos de los que de seguro se ocupará su hijo Alejandro Batista. Lo veo como una señal, como un último mensaje de René Batista a todos sus lectores: No hay nada más cierto que lo imaginado por el Hombre.
(Fuente: CubanosDeKilates)
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