ENTRE LAS CRÓNICAS, LAS DE VIAJE
23/01/2011 21:16:01
Por la Dr. Miriam Rodríguez Betancourt
Profesora Titular de la Facultad de Comunicación
Universidad de La Habana
(Especial para La Tecla con Café)
Como se sabe, la crónica no es un género propio del Periodismo. Nace en y con la Literatura y de ahí «salta» a las páginas de los periódicos y va adquiriendo modos de hacer específicos, nuevos temas y enfoques, aunque siempre conservará, sobre todo en el lenguaje y tal vez en lo más íntimo del tono, aquella herencia. Así también respetará la otra herencia, la histórica, pues en la Edad Media solía llamárseles cronistas a los historiadores.
El oficio periodístico impondrá al género acogido determinadas características como el empleo de procedimientos literarios en su elaboración, entendiendo por ellos mayor libertad metafórica y recursos expresivos derivados de los géneros de ficción; prevalencia del criterio personal, —«la crónica comienza siendo el más personal de los géneros» —acota Luis Sexto (1)—; selección de tema singular, atractivo, diferente; y comprensión de que este género requiere de un receptor especial: el lector de crónicas.
Me parece necesario, antes de proseguir, hacer una aclaración una en cuanto a qué queremos decir con criterio personal y con receptor especial.
Cuando aludo a criterio personal en este género, me refiero a la proximidad que el cronista tenga con el tema o asunto en cuestión, a esa aprehensión de la intimidad humana de un hecho que sólo se logra por la vía de las emociones, de los sentimientos, y que luego emerge, digámoslo de una vez, mediante la poesía. «El cronista es sólo el pretexto para delinear lo más humano de un acontecimiento o un proceso. Y para reflejarlo intenta convertirse en el espejo que refracte los valores sensibles de la noticia» (2).
En cuanto a receptor especial, pienso en ese alguien dispuesto a acercarse a un género que no pretende revelarle un acontecimiento de última hora, ni explicarle las causas últimas de un problema, sino que sólo le invita a compartir las rutas de un camino áspero o amable, intrincado o llano, para compartir un descubrimiento de esencias. Y para esa invitación, es necesario un lector especial capaz de comprender desde los primeros pasos, a qué lo convocan.
Hablar entre nosotros de crónica es recordar al cronista José Martí, considerado uno de los cultivadores mayores de este género en América, uno de los pioneros en la revolución artística de la prosa (3). Sus «Escenas Norteamericanas» sentaron cátedra entre las crónicas. Ellas se distinguen, como puntualiza el Dr. Pedro Pablo Rodríguez, por los siguientes rasgos: «la narración de sucesos por cierto no contemplados directamente por el cronista, el encabalgamiento, el colorido, la peculiar puntuación, el lenguaje metafórico ilimitado, el atrevido y castizo neologismo y el juicio moral»(4).
La lectura y relectura de sus crónicas depara muchas lecciones, de todo tipo, pero hay una reflexión de ellas derivada que tiene particular importancia para quienes nos interesa y cultivamos este género periodístico, y es que gracias a los procedimientos literarios empleados por Martí en las crónicas norteamericanas, ellas permanecen en nuestros días cuando ya los sucesos referidos han perdido su valor periodístico, como señala tan acertadamente el Dr. Rodríguez. (5).
En relación con las definiciones, clasificaciones y tipologías de crónica, ya advertíamos las dificultades que suponen tratar de «explicar» qué es este género, a lo que se añade, decíamos, «la imposibilidad de entenderla igual en cualquier ámbito geográfico o práctica periodística» (6).
Pudiéramos relacionar un amplio número de definiciones y clasificaciones; ellas revelarán, sobre todo, las diversas opiniones, a veces diametralmente opuestas, que en este sentido expresan los estudiosos de la materia. Quizás lo más útil a los fines de nuestro encuentro sería anotar aquellos aspectos que concitan mayores acuerdos y obviar los disensos que, en definitiva, confirmarán la aversión del género respecto a las etiquetas.
Hay consenso en el apego al orden temporal si se trata de sucesos; la subjetividad del autor, el comentario vinculado a la información; la relatividad en cuanto a la actualidad, y el estilo literario.
En materia de clasificación, unos atribuyen la crónica al periodismo informativo, otros al periodismo de opinión. Pero en materia de tipologías no hay opiniones antagónicas, todo lo contrario: unanimidad de infinitas diversidades tanto por su enfoque como por su tema y por el lugar de emisión.
Un somero recorrido: por su enfoque: general, especializada, analítica, sentimental, humorística, histórica. Por su tema: parlamentaria, judicial, de espectáculos, de sucesos, de viajes, de interés humano, de sociedad, taurina, deportiva, costumbrista, local…
En los manuales recibe especial mención la CRÓNICA DE VIAJES, quizás porque ella está en la raíz misma del género y por la popularidad y frecuente empleo de ellas en las épocas de los descubrimientos cuando marinos como Magallanes y Bernal Díaz del Castillo relataban los maravillosos hallazgos de aquellas aventuras Viajar tiene una especial significación para los seres humanos. Veamos cómo lo aprecia la periodista y profesora tinerfeña Olga Alvarez de Armas:
«Escribió Cervantes que dijo Don Quijote: El andar tierras y comunicar con diversas gentes hace a los hombres discretos». Como siempre tiene toda la razón el hidalgo caballero. Viajar nos hace más discretos. Conocer a otras gentes, ver qué hacen los otros, qué tienen, cómo viven. Eso nos hará mucho más discretos porque si sabemos algo más de lo que hay fuera de nosotros ya habrá al menos alguien quien piense que a lo mejor no somos el centro del universo, podremos al menos poner en duda que a lo mejor hay otras ciudades, otras cosas, otras personas tan buenas, o mejores que las nuestras y no por eso dejamos de amar nuestra tierra.
Por el contrario, sólo creceremos como personas y como ciudadanos desde la autocrítica, la auto-complacencia sólo sirve para conducirnos a la vulgaridad. Tener eso presente «nos evitará hacer el ridículo y lo que es peor: sentir vergüenza ajena». (Crónicas Viajeras /6 Argentina, Buenos Aires, Olga Alvarez de Armas, Diario de Tenerife 28-8-10)
Se me ocurre pensar que los especialistas distinguen especialmente a la crónica de viajes porque, en definitiva, qué es el periodista sino un viajero, un impenitente caminante que observa, conoce gentes y lugares, traslada y disemina sus vivencias, y si es una buena persona, como debe serlo—porque como decía Kapuscinsky, «los cínicos no sirven para este oficio»—comprende que él no es el ombligo del mundo.
De modo que a la crónica de viajes nos vamos a referir de ahora en lo adelante, porque de ella están necesitados nuestros medios, porque constantemente estamos recorriendo los caminos, y no es necesario cruzar el Atlántico para escribir una crónica viajera y descubrir «nuevas voces, nuevos ámbitos»; porque mediante este tipo de crónica iluminamos espacios escondidos para otros, no tan privilegiados como nosotros; porque compartimos y confrontamos experiencias.
Una breve referencia a sus características y algunos comentarios antes de observar ejemplos de buenas crónicas, de buenos cronistas, que nos permitan intercambiar criterios.
El relato puede partir de un hecho o asunto inscrito en la actualidad más inmediata o en el pasado, es decir, de un viaje que hayamos hecho ayer u hoy, hablando en términos cronológicos.
La crónica de viajes se caracteriza por su carácter testimonial, por su sentido evocador y por cierto aire de nostalgia que los recuerdos siempre arrastran, desde el yo protagónico del relator, desde nuestra subjetividad.
No se puede hablar de crónica de viajes sin la develación de detalles singulares, anécdotas, y sin carga informativa e histórica, ligera o densa de acuerdo con el lugar, el tiempo, el tema, las circunstancias, la novedad…y el espacio de que dispongamos.
Para ello, los buenos cronistas no escatiman recursos expresivos, inclusión de otros géneros si es preciso —el comentario, la entrevista…—; y nunca, nunca, olvidan el acabado literario.
En los siguientes ejemplos, reparemos en cómo los autores revelan las cualidades básicas de un cronista: poder de observación, sensibilidad, preparación cultural, capacidad de síntesis y buena pluma para, desde Cienfuegos hasta París, pasando por La Habana y El Cairo, mostrarnos una visión personal de la múltiple realidad.
Me limitaré a destacar algún aspecto en cada uno de los fragmentos que seleccioné como ejemplos:
MUELLE
Entre las mordidas del salitre, los zarpazos del tiempo y las heridas de la desidia, agoniza un símbolo de Cienfuegos: el Muelle Real.
Una de estas noches, cuando el calor y el apagón me empujaron a la calle, busqué refugio en el viejo andén marítimo, donde la brisa del Sur es una bendición. (Muelle, Francisco G. Navarro, Gajos del Oficio, Ediciones Mecenas, Cienfuegos, 2006)
¿Cuántas veces han estado ustedes en el Muelle Real, disfrutando de esa misma brisa del Sur? ¿Cuántas veces se han asomado al lugar y han seguido de largo?
Navarro no dejó pasar la ocasión, y convirtió al viejo muelle cienfueguero en objeto de una hermosa crónica, en la que, además de la añoranza, aflora la crítica.
ESPAÑA: LA NOSTALGIA DE LA NOSTALGIA
Encontré que, en efecto, (…) los campos de Soria eran áridos y fríos, con sierras calvas y cerros cenicientos donde la primavera dejaba entre la hierba un rastro perfumado de margaritas blancas.
Reconocí los pueblos de Andalucía, que parecen dibujados a pluma, y sentí al atardecer los cencerros de los corderos y el olor del tomillo estrangulado por el tropel del rebaño. (España: la nostalgia de la nostalgia. Gabriel García Márquez. (G. G. Márquez, La soledad de América Latina, Ed. Arte y Literatura, La Habana, 1986).
Es evidente el aliento poético de este fragmento, como de García Márquez. Lenguaje literario, perfectamente asequible, comprensible. ¿Por qué no periodístico?
BELICEÑOS
El país tiene etnias de todos los colores: mujeres de cobre, hombres de ébano, latinos de bronce, y hasta blancos de sol. Cada uno aquí tiene su cultura, sus ritos y cantos, su ropa y olor. Cada uno convive con sus dioses y hasta con brujos llegado de otras tierras que, cual deidades romanas, vacilan e intervienen, deciden y transforman, en la mente de muchos, su dolor. (Beliceños. Enrique Milanés León. (Crónicas raras y otras redundancias. Editorial Ácana. Camagüey, 2006)
Nuestro colega Milanés, mediante el contraste, acude a los detalles singulares de ese singular país que es Belice. En la última línea asoma un elemento que llama la atención del lector.
EN LA HABANA
Si en lugar de ver las paredes descascarilladas y sin pintar desde hace ni se sabe el tiempo, cambiaran esa imagen al fin y al cabo convencional (…)
Si fueran capaces de mirar La Habana con una visión no convencional sino culta, se enamorarían de esa ciudad. (Crónicas Viajeras/5, En La Habana, Olga Alvarez de Armas, Diario de Tenerife, 21-8-10)
Olga Alvarez de Armas publicó una serie de crónicas que bajo el rubro «Crónicas Viajeras» aparecieron en el Diario de Tenerife. En esta, invita al lector a encontrar otro ángulo para rebasar una visión superficial.
OTRA CRÓNICA DE LUANDA
Para los ojos de una sola mirada trascender la visión inmediata de la ciudad es un esfuerzo inútil. «Ni en diez siglos podrán cambiar las cosas», me dice un portugués que regresa porque perdió el empleo en su patria. (…) (Otra crónica de Luanda, Miriam Rodríguez, Acerca de la crónica periodística Editorial Pablo, 2008)
Coincide en intención con el texto de su colega tinerfeña. Ahora se trata de la ciudad de Luanda.
ARGENTINA, BUENOS AIRES
Cómo no volver a una ciudad que tiene tantas librerías y muchas de ellas abiertas las 24 horas del día. Qué maravilla. Tiene la librería más bonita que puedan imaginarse. Se llama El Ateneo Gran Splendid porque ocupa el teatro-cine de ese nombre Gran Splendi, de 1860, que fue tan importante en Buenos Aires.
Esta de Buenos Aires es, según el periódico británico The Guardian, la segunda de las diez mejores librerías del mundo. Y es que para comprender esa proliferación de librerías, no debemos olvidar que Argentina fue la mayor industria editorial en lengua española y una de las industrias editoriales más importantes del mundo durante el siglo xx. (Crónicas viajeras/6 Argentina, Buenos Aires, Olga Alvarez de Armas. Diario de Tenerife, Islas Canarias, 28-8-10)
Esta crónica, evocadora e informativa. Obsérvese el tono coloquial.
LA VIDA INTELECTUAL
Una muchacha francesa amiga mía, de paso por Caracas, me preguntaba la otra tarde cuál era la impresión más neta que llevaba yo de mi estancia en esta tierra. Sin pensarlo mucho le respondí que, en el orden sentimental, la de que los venezolanos son gentes de extremada cordialidad y simpatía, cuyo carácter abierto mucho se parece al de mis compatriotas... (La vida intelectual, Nicolás Guillén, Prosa de Prisa 1919-1972, Tomo I Editorial Arte y Literatura, 1975)
De un cronista mayor, una impresión personal.
EN LA RUTA
El disparo resonó en el malecón de Baracoa y la Vuelta arrancó. La Farola se erguía delante como la loma inicial de estos argonautas que desamarraban sus piernas en busca del vellocino de la gloria. Subimos. Yo viajaba al lado del conductor del yip. Nos acompañaba el periodista mexicano Francisco Javier Carmona. Empezamos a bajar. Y de pronto, los frenos tocaron el piso sin que el vehículo aminorara su vértigo (…). Carmona, con una serenidad que le atribuí a su sangre aborigen, me preguntó qué íbamos a hacer. Esperar a que un obstáculo o el plano nos paren. «Y si nos matamos, arguyó». Nos morimos, qué otra cosa. Pero moriremos como ruteros. En el camino. (En la ruta. Luis Sexto. Con Judy Garland en un cine de La Habana y otras crónicas de la ciudad, Editorial Pablo de la Torriente, 2OO6)
Una anécdota como hilo conductor. ¿Siempre es admisible?
EL CAIRO, NAGUIB MAHFUZ
Ya a punto de irme le digo si seria capaz de describirse a sí mismo. Lo piensa un poco y dice: «Pues soy un egipcio medio, jubilado de la función pública que ama pasearse por las mañanas por los viejos barrios de El Cairo, que comienza a leer los periódicos por las páginas necrológicas y que no va al cine… ya no sé los años». (El Cairo, Naguib Mahfuz. Olga Alvarez de Armas. Diario de Tenerife l4-8-10)
Olga Alvarez de Armas incluye ahora una entrevista en su crónica viajera.
CHE: SU PASO POR LA TIERRA.
Un pueblo como tantos, sumido en un aburrimiento vegetal porque se fueron los soldados con sus trajes camouflageados, el ruido de sus camionetas y sus marchas, los periodistas con sus cámaras y sus máquinas portátiles; porque han muerto los guerrilleros. Y del que sin embargo se sigue hablando. Vallegrande, se seguirá hablando porque allí está el hospital «Señor de Malta» donde tendieron el cadáver aún tibio del Che y desfiló todo el pueblo (…) porque ahí está el cementerio donde, hay quien dice, que enterraron en secreto a algún guerrillero, porque algo más poderoso que el silencio, la rutina, la tristeza, sobrevive en el aire de Vallegrande. (Che: su paso por la tierra Ernesto González Bermejo, Revista Cuba Internacional, 1973)
Crónica o reportaje cronicado. En todo caso, se hizo necesaria la fusión de géneros.
INTRODUCCION AL CONOCIMIENTO DE BRUSELAS
(...) Debe confesarse, por otra parte, que si bien el municipio de Bruselas ha tenido el buen cuidado de conservar celosamente esta plaza, su respeto por la tradición no llegó al grado de impedir el arraigo de comercios antiestéticos en sus históricos edificios. (Introducción al conocimiento de Bruselas, Alejo Carpentier, Crónicas Vol. II, Editorial Arte y Literatura, 1973)
Título curioso en una crónica del gran novelista. Inclusión de comentario.
A modo de conclusión:
La variedad y diversidad de temas y asuntos mostrados en los ejemplos anteriores confirma una vez más la generosidad de este género para admitir atmósferas, situaciones, asuntos, personas. La crónica, lo decía el escritor cubano Leovigildo Díaz de la Nuez, « (…) deambula por todos los rumbos y capta los variados matices del humano acontecer». (7).
Confirma también este registro de autores de distintas experiencias, medios y localidades, la universalidad de los modos de abordar y elaborar la crónica periodística, sobre todo en el escenario hispanoparlante.
La muestra evidencia, por último, que con independencia del tema, y el estilo de cada autor, es el lenguaje literario, el juego de las imágenes y las metáforas, el común denominador de sus crónicas.
Notas:
(1) Sexto, Luis. Asunto de opinión, Editorial Pablo 2009, p.96
(2) Ibídem p.97
(3) Serna, Mercedes. Anthopos. Revista de Documentación Científica de la Cultura, Barcelona. No. 169. nov.dic.1995
(4) Rodríguez, Pedro Pablo. Ojeada al periodista José Martí en El Periodismo como misión. Editorial Pablo de la Torriente, 2002, p.20.
(5) Ibídem, p.23
(6) Rodríguez Betancourt, Miriam Acerca de la crónica periodística. Editorial Pablo de la Torriente, 1999 p.8
(7) Ibídem, p.55
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