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LA TECLA CON CAFÉ

DESDE CUBA AL MUNDO: ¡PAZ SIN FRONTERAS, VA!

DESDE CUBA AL MUNDO: ¡PAZ SIN FRONTERAS, VA!

 

Por Mercedes Rodríguez García

Nunca antes -con excepción de los discursos de Fidel y determinadas declaraciones oficiales- Cuba ha aparecido con tanta cantidad y frecuencia en weblogs, espacios de la llamada red social, y en las portadas de la gran prensa digital... 

¡Ni que hubiera ocurrido un terremoto! Bueno, sí: yo diría que un sismo artístico, un hecho cultural sin precedente, por cierto bastante manipulado en Miami, y con reservado tratamiento en la prensa nacional. Me refiero al concierto Paz sin fronteras, que tendrá lugar mañana domingo 20 de septiembre en la Habana, a iniciativa del colombiano Juanes, quien ha demostrado tener bien puesto los calzones, por no escribir el término verdadero y de de semejante fonética que guarda tras la prenda íntima.

Y así lo demostró ante las diferentes arremetidas de elementos anticubanos, recalcitrantes y furibundos anticastristas. Sus palabras a la prensa madrileña hace solo unos días fueron categóricas: «Sí, hemos sufrido diferentes ataques, pero yo creo que nuestros sueños y una intención honesta como ésta de ‘Paz sin Fronteras’ al final es más fuerte que el miedo. Después de ese día me pueden crucificar, me pueden cortar la cabeza.»

Del concierto de Juanes -como lo llama todo el mundo- se ha escrito, hablado y mostrado, lo humano y lo divino. Lo cierto es que el famoso colombiano ya está en Cuba y que a pocas horas del concierto, el enorme escenario luce magnífico en medio de la Plaza de la Revolución. Y en cuestión de orden los detalles abundan, hasta el de seguir durante la última semana el comportamiento de las temperaturas en diferentes horarios del día, tal y como expresa una información del Instituto Cubano de la Música, publicada el pasado 18 de septiembre en la página 12 del periódico Granma.

¡Claro que puede llover! Por estos días abundan las tormentas con rayos y truenos, lo que de suceder los cubanos interpretaríamos como la bendición de San Pedro, a quien, según la doctrina católica, Jesús Cristo entregara las llaves del Reino de Dios, supuestamente radicado en el cielo, donde también, apócrifamente, reside San Isidro Labrador, canonizado en 1622, y a quien rogaríamos «quita el agua y pon el sol.»

Y si de santos se trata por allí también rondaría el alma de Juan Pablo II, pues el entarimado principal, sostenido por pilares de metal, se levanta en la misma posición que se instaló semejante armazón para la misa del sumo pontífice, en enero de 1998.

 

Previsto para las dos de la tarde, cuando las temperaturas muestran cifras entre 32 y 33 grados centígrados en ese perímetro, ya los cubanos tienen listos sombreros, gorras, sombrillas, paraguas o simples pedazos de cartón, además de pomos con agua, abanicos, pencas y hasta caramelos, para enfrentar las inclemencias del ardiente sol y otras contingencias de una estadía prolongada, pero de seguro disfrutada. Nada del otro mundo para quienes estamos acostumbrados a multitudinarios desfiles y a prolongados discursos desde esa tribuna histórica. Solo que esta vez todos vestirán de blanco.

 

Mas, mientras llega el ansiado día ya Juanes y Olga Tañón, empiezan a padecer, -además del calor- los interrogatorios de la prensa acreditada a quienes han reiterado la necesidad de fomentar la esperanza y el sueño entre los seres humanos, y el arte, como un arma poderosa de paz por encima de diferencias políticas e ideológicas.

 

«A Cuba no he venido a hablar de política, porque yo política no soy y aquí todo el mundo tiene formas de pensar diferentes. Yo he venido a cantar (...)», manifestó la Tañón, varias veces ganadora del Latin Grammy. También el cantautor cubano Silvio Rodríguez, ha repetido en numerosas declaraciones la idea que comparte con su gran amigo Juanes, de no hablar de política.

 

¿Acaso fuimos los cubanos de la Isla los iniciadores del «showsito» mediático del que ahora se hace eco el oportunista y grosero Gorki Águila, cuando dice creer en las buenas pero inocentes intenciones de Juanes? Porque según Gorki, el concierto difícilmente podrá carecer de un tinte político, ya que el escenario está delante de un retrato gigantesco de Che? Así de simple.

¿Por qué ahora los opositores cubanos han enviado una carta abierta a Juanes pidiendo que interceda por la liberación de sus familiares presos políticos en Cuba, durante el concierto del próximo domingo en La Habana? ¿Por qué no añadieron a la misiva la petición de liberar a Gerardo, Antonio, Ramón Tony y René, encarcelados en los Estados Unidos. ¿Quieren o no quieren política?

Demasiada envidia, odios y resquemores que denigran luego de enaltecer. Cubanos somos todos, los de aquí, los de allá y los del más allá. Y si de luchar juntos se trata nada mejor que por la paz. La música puede atenuar, o curar, cualquier tipo de herida, aunque siempre perdurarán las cicatrices. No será achicharrando discos en las calles floridanas, ni mucho menos alquilando aplanadoras para triturarlos, como podrán limarse las asperezas de medio siglo de exilio, frustraciones, nostalgias, y hasta agresiones personales.

En la gran Plaza habanera se erige también la estatua de nuestro José Martí, y quieran o no quieran, en ella hay inscritos demasiados pasajes definitorios para la nación cubana.

Sí, para nadie puede pasar por alto que constituye un símbolo de la Revolución, pero también el mejor escenario para este tipo de espectáculo al aire libre, donde se aspiran asistan unas 500 mil personas, y requerido de un equipamiento de alta tecnología, el cual garantizará la difusión nacional y para el exterior.

El enorme perímetro de la Plaza es un escenario envidiable a cielo abierto, en el que se instalan 12 cámaras en diferentes soportes que permitan el contrapunteo de las imágenes, el diálogo entre artistas y público, la riqueza de un espectro con la música como puente comunicante. Se puede ser tendencioso, pero no ignorante. La Plaza de la Revolución sirvió con anterioridad para otros eventos no políticos, como un concierto del rockero argentino Fito Páez.

Estoy segura que muchos de esos que hicieron añicos los CD-R de Juanes, de los que amenazaron de muerte a Olga Tañón, darían sus dos manos por estar allí mañana.

De todas maneras, podrán verlo desde sus televisores. La calidad de la transmisión está asegurada, y la señal llegará con toda comodidad, vía satélite a todo el mundo, mientras 160 periodistas extranjeros acreditados, informarán desde sus ordenadores, con navegación fija e inalámbrica, sobre un concierto calificado ya como  el del siglo.

Y creo que por largo rato se hablará de Paz sin fronteras... tal vez hasta Fidel en sus Reflexiones haga sus sabios comentarios.

Reitero lo dicho por la Tañón a su llegada a Cuba: «Por favor, vamos a darle una lección al mundo (...) que aquí sí se pueden hacer cosas maravillosas y Cuba está abierta para el mundo y el mundo para Cuba.»

Esperemos mañana, cuando las ilusiones de muchos se conviertan en realidad y las iras de unos cuantos terminen apaciguándose bajo el peso aplastante de un concierto trocado en abrazo solidario, en un sueño que se impuso al miedo y a las presiones que pretendieron truncarle.

 

 

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