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LA TECLA CON CAFÉ

Los expulsado del Nuevo Herald: nada nuevo bajo el sol

Los expulsado del Nuevo Herald: nada nuevo bajo el sol

Por Mercedes Rodríguez García. 

«Pablo Alfonso y Wilfredo Cancio  se ganaban la vida ofreciendo sus servicios profesionales a más de un medio de prensa», expresa en la edición digital de El Nuevo Herald de hoy, Jeannette Rivera-Lylesex reportera de ese diario y de The Miami Herald. La noticia pasó a la categoría de pan viejo. Sin embargo el show continúa y no dudo que tendrá segunda y terceras partes porque la lista de los  mercenarios de la pluma puede ampliarse, de acuerdo con ciertos pronósticos basados en denuncias que de manera reiterada hemos hechos periodistas cubanos. 

Pero tales manejos no nos asombran. Muy  semejantes los hubo con la prensa cubana antes de 1959.  Veamos lo que apunta Juan Marrero en su libro Dos siglos de periodismo en Cuba. «Los dueños de publicaciones se sentían agraviados, entre otras razones, porque la revolución había puesto fin al método de las subvenciones y dádivas que recibían los periódicos, lo cual en la época de la dictadura de Batista fue escandaloso», escribe.

La subvención gubernamental convertía, tanto a las empresas de medios de comunicación como a algunos periodistas cercanos a las direcciones, en parte de un engranaje publicitario-político que evitaba que la verdad llegase al pueblo. El propio Batista dictó una Resolución, que cito textualmente:

“Por cuanto: «La Dirección General de la Renta de Lotería, con la aprobación del Honorable Presidente de la República, dispone que de los fondos propios de dicha dirección se destine la cantidad de 125 mil pesos mensuales (a la par del dólar entonces) durante el presente ejercicio fiscal 1955-56, situándose esa suma por el Tesorero de la Lotería nacional en la Secretaría de la Presidencia, a fin de que se distribuyan en el presente mes de enero como contribución a la propaganda y publicidad de la política económica y social del gobierno» 

Todo ese dinero —relata Juan Marrero— era distribuido según la importancia de los medios y, como es lógico, según el énfasis que pusieran en exaltar “la obra revolucionaria del presidente Batista”. Pero también existía una lista en Palacio y las denominadas botellas (plazas que se cobraban pero que no se trabajaban). Esta nómica era la más voluminosa.

Por ejemplo: Diario de la Marina tenía 14 puestos en el Ministerio de Haci9enda, 14 en el de Comunicaciones, 19 en el de agricultura, 21 en obras Públicas y otros en Educación, Justicia, Banco Nacional y otras dependencias estatales. 

El 30 de enero de 1959 el periódico Revolución  hizo pública una lista en la cual aparecían directores y subdirectores de los principales medios de prensa, algunos de ellos conocidos periodistas como Joaquín Claret, Información, 24 mil pesos mensuales; Gastón Baquero, Diario de la Marina, 16 mil; Raúl Alfonso Gozne, El Mundo, 16 mil; Ramón Vasconcelos, Alerta, 17 mil; Alfredo Hornedo, El Crisol, 12 mil; Raúl Rivero, Diario Nacional, 10 mil; Cristóbal Díaz , Excelsior-El País, 20 mil; José López Vila boy, Mañana, 10 mil; Rolando Masferrer, Tiempo en Cuba, 10 mil; Octavio R. Costa y Francisco Valdés Gómez, Pueblo, 14 mil y Alberto Salas Amaro, Ataja, 12 mil. 

En la lista del dictador también aparecía Clara Park de Pessino, ciudadana norteamericana y directora del diario Havana Post, publicación en inglés que se editaba en La Habana. Según la lista Park de Pessino recibía 2 mil dólares mensuales. 

Y no escaparon periódicos provinciales y plumas tarifadas como Abril Dumois, director de Diario de Cuba, de Santiago de Cuba, que recibía por Palacio 6 mil pesos mensuales, y Nick Machado, director de La Correspondencia, de Cienfuegos, con 400 pesos. Otros como La República y El Imparcial, de Matanzas; El Camagüeyano, Pueblo de Santa Clara, Voz de Occidente, se conformaban con menos: entre mil y 2 mil. Estimo válida la defensa que Jeannette Rivera-Lyles hace de sus colegas.

En tal caso reconoce que «esos medios eran El Nuevo Herald, y TV y Radio Martí, estos dos últimos costeados por el gobierno de Estados Unidos», y seguidamente, cuestiona un artículo de Oscar Corral porque «sugiere una impropiedad de parte de Alfonso y de Cancio por trabajar para estos dos empleadores».http://www.miami.com/mld/elnuevo/news/world/cuba/15494940.htm 

Mas lo cierto, el presidente y editor del The Miami Herald Media Co., Jesús Díaz Jr., apoyó la decisión del despido alegando que los pagos recibidos violaron «la sagrada confianza entre los periodistas y el público» 

«No creo que podamos garantizar la objetividad ni integridad si alguno de nuestros reporteros o reporteras reciben compensación monetaria de cualquier entidad que hayan cubierto, pero especialmente si se trata de una agencia de Gobierno», afirmó Díaz citado por el Miami Herald. 

Según el Miami Herald, los pagos fueron descubiertos en documentos obtenidos recientemente por The Miami Herald tras una solicitud, el 15 de agosto, amparada en la Ley de Libertad de Información. Expertos en ética propagandística consideraron que esos hechos debilitan la credibilidad de los periodistas para cubrir objetivamente las cuestiones políticas entre Estados Unidos y Cuba.

Como mismo lo hizo Rivera-Lyles dos expertos en ética comparan esto con el caso de Armstrong Williams en el 2005, cuando se reveló que el Gobierno de Bush le había pagado al prominente analista por promover su ley de reformas de educación en su programa de televisión transmitido de costa a costa.

«Es exactamente como si un reportero de negocios trabajara también a tiempo parcial como agente de relaciones públicas para una compañía local en sus horas extra, y que regresara a su periódico al día siguiente y escribiera sobre 'su compañía'», aseguró Jon Roosenraad, profesor de Periodismo de la Universidad de la Florida. 

En lo que fue calificado como una bravuconería, la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) que imponía sus criterios sobre Cuba en el Nuevo Herald, emplazó agresivamente al periódico a fines de junio, por haber publicado las acusaciones que hacía a la FNCA el señor José A. Llama, quien se considera estafado por esa organización, la cual declaró resultaba «altamente irresponsable que un órgano periodístico como el Nuevo Herald se haga eco de ellas.» http://www.granma.cu/espanol/2006/septiembre/vier8/expulsion-e.html            

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