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LA TECLA CON CAFÉ

El Viaducto de La Farola una de las Siete joyas de la ingeniería civil en Cuba

El Viaducto de La Farola una de las Siete joyas de la ingeniería civil en Cuba

 

7:49:46 a.m.

El Viaducto de La Farola forma parte de la Vía Azul, carretera de 154 kilómetros que une a la ciudad con Baracoa, Primera Villa de Cuba y, que a partir de Las Guásimas, atraviesa de Sur a Norte el macizo montañoso Sagua-Baracoa en zigzagueante recorrido de 30 kilómetros.

En su monografía sobre La Farola, la arquitecta Agueda Caballero Llorens, describe: «el viaducto se organiza en un tablero compuesto de vigas prefabricadas de hormigón armado y losa fundida in situ de acuerdo, fundamentalmente, con dos variantes: La solución A se aplicaba cuando la plataforma que se podía excavar en la montaña no superaba de los 3 a 3,5 metros y era necesario colocar un saledizo, que consiste en vigas prefabricadas de hormigón armado, de 9 m de longitud, apoyadas en la ladera y sustentadas, además, sobre columnas-pilotes empotradas en la roca. El voladizo resultante es de 3 metros. En los lugares donde es posible excavar una plataforma de 5 a 8 metros, fue aprovechada la solución B: en la que las vigas prefabricadas, con una longitud de 7 metros, apoyan sobre pilotes-columnas de 40 centímetros de diámetro, igualmente empotradas en la roca.

Después sobre dichas vigas prefabricadas se colocaron unas armaduras longitudinales y transversales de acero, en las que se hormigonó, en tres fases distintas, una losa superior de 0,20 metros de espesor, la cual incluía a la acera y cunetas de drenaje. El conjunto fue rematado con la colocación de la baranda.» En febrero de 1997 la Sociedad de Ingeniería Civil de la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba incluyó al viaducto de La Farola entre las Siete maravillas de la ingeniería civil cubana.

Por más de cien años los habaneros se han beneficiado con los servicios del Sifón del alcantarillado de La Habana. Sin embargo, algunos desconocen que esta construcción es uno de los más relevantes trabajos ingenieros realizados en Cuba y que está ubicado bajo del canal de entrada de la bahía capitalina, muy próximo al Túnel de La Habana.

La realización de esta atrevida obra se extendió de mayo de 1911 hasta abril de 1912, como parte final del alcantarillado de la ciudad, para trasladar por gravedad las aguas residuales de algo más de 350 mil habitantes que era la población en esos momentos, y dejando capacidad para el doble de esa posibilidad. Su función concluía al bombear los albañales hasta la zona noreste del litoral.

Con una longitud de 375 metros prácticamente en línea recta, en la construcción del túnel del alcantarillado se empleó el método de coraza de acero protectora, llamado escudo, y el aire comprimido, que ayudaba en los trabajos de revestimiento de las paredes. La sección transversal escogida fue circular, con diámetro interior de 7 pies (2,10 m), mientras que el espesor del recubrimiento de hormigón simple es de 12 pulgadas (0,30 m). En el lado Habana, el túnel parte desde el Muelle de Caballería (situado en la avenida del Puerto frente a la Plaza de Armas).

Debajo se encuentra la cámara de coladores que posee un pozo vertical para el depósito del material sedimentado. Dicha cámara puede limpiarse por bombeo mediante una tubería de descarga directa de 48 pulgadas de diámetro, que sirve además para casos de emergencia, limpieza y vaciado total del túnel. También se pensó, con gran previsión, que por la baja velocidad de la corriente y el tipo de aguas sucias podían quedar sedimentos suficientes en la parte más baja del sifón, por lo cual se resolvió construir, dentro de su sección de 7 pies y en la parte inferior, un conducto más pequeño que permitiera la limpieza mediante bombeo. 

Pese a los años, reiteradas inspecciones han ratificado el satisfactorio estado de conservación de la obra, que ostenta la categoría de pionera pero no de única, en tanto hace poco más de una década, al Oeste de La Habana fueron terminados, en cooperación con entidades españolas, dos emisarios submarinos, para trasladar las aguas albañales hacia lugares distantes del litoral. Con ello se resuelven las necesidades actuales y futuras de esa zona residencial y turística, sin olvidar el cuidado del medio ambiente.

 

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