Los muertos que acompañan a Alicia Herrera
domingo, 06 de octubre de 2019
9:19:29 p.m.
Entrevista realizada por la colega Deisy Francis Mexidor a la periodista venezolana Alicia Herrera, y publicada en Granma el martes 11 de marzo de 2014.
Herrera es la autora de Pusimos la bomba... ¿y qué?, libro que recoge los testimonios de Orlando Bosch y Freddy Lugo, quienes confesaron haber colocado una bomba en un avión de Cubana de Aviación, sabotaje donde murieron 73 personas, entre ellas un equipo de esgrima que venía de ganar un campeonato en Venezuela y cuyos cadáveres salieron esparcidos por el espacio aéreo de las costas de Barbados.
En la medida que entraba al cuartel San Carlos, en Caracas, se apoderaba de ella una rara sensación de escalofrío. La misma que percibe tres décadas después al recodar aquellas visitas a la cárcel que, durante tres años, fueron haciéndose habituales cada fin de semana.
"Cuando se produjo lo del sabotaje al avión cubano hubo una gran conmoción en Venezuela y decidí emprender la investigación sobre lo sucedido, particularmente porque entre los presuntos implicados estaban dos personas a las que conocía bien: Freddy Lugo y Hernán Ricardo, ambos vinculados a la fotografía. Además, me interesaba hacer un grupo de trabajos periodísticos por entrega para los periódicos El Mundo y Últimas Noticias", narra la periodista venezolana Alicia Herrera, autora del libro Pusimos la bomba... ¿y qué?
Un suceso que "me cambió la vida".
Con una marcada emoción en la voz Alicia Herrera explica: "En un inicio fui al cuartel San Carlos más que todo por solidaridad, porque no imaginé que realmente ellos hubiesen sido capaces de cometer un acto tan horrible, hasta un día que empecé a averiguar más y más... y salió a flote ese grito de Hernán en medio del patio del cuartel: Pusimos la bomba... ¿y qué? Ya no había duda. Supe que ese sería el título de mi libro, porque estaba consciente de que yo no tenía un simple reportaje en mis manos, que era algo más.
"Ya yo había hablado con la dirección de mi revista acerca de otras inquietudes profesionales. Hasta ese instante me dedicaba en Publicaciones Capriles a cuestiones más frívolas, escritos del corazón; así que cuando me vi con todo aquel testimonio del crimen en la propia voz de los autores intenté poner todo en orden. Se me planteó una decisión ética y de principios: me ponía del lado de ellos o los denunciaba. Opté por lo segundo costara lo que costara, sabía que tendría que asumir las consecuencias.
"Quisieron juzgarme por traición a la patria, me descalificaron profesionalmente, me tildaban de espía y enseguida me amenazaron, me llamaban por teléfono y me decían: ’Si hablas lo del avión te vamos a matar’. En mi casa de Caracas hay huellas del impacto de bala en una pared. Tuve que salir de Venezuela, fueron 10 años de exilio, pero siento que hice lo correcto."
Frente a Bosch
Orlando Bosch compartía la misma celda que Freddy Lugo, ahí conocí también a su esposa chilena Adriana Delgado y a su hija, me llama la atención cómo estaba incorporado en la psicología de esa pequeña lo de la palabra muerte, yo la veía jugar con sus muñecas y si se molestaba les gritaba: "Te voy a matar", quizás porque ese era el ambiente en el cual se desarrollaba.
"A Bosch lo recuerdo como una persona físicamente repulsiva. Un hombre alto, con un vozarrón fuerte, habla como para escucharse, le gusta gesticular para sobresalir, quiere ser siempre protagonista.
En la medida en que fui conociendo su naturaleza asesina me indignaba más, cada vez que me saludaba con un beso en mis vistas, ¡cuántas cosas sentía!
"En mis conversaciones con Freddy Lugo, y así lo explico en mi libro, nunca me ocultó su relación con Bosch, ni con Posada Carriles ni con Hernán Ricardo. Me di cuenta de que Lugo más que amigo de Bosch era su subordinado, hacía a pie juntillas lo que este le decía. Por ejemplo, en la cárcel lo sometió a un régimen de clases de pintura, porque según Bosch, había que conseguir dinero ’aunque sea vendiendo cuadros’."
El refugio
"Sí. Todos los que quedan vivos y que se relacionaron con lo de Barbados se encuentran en Miami, por supuesto. Ahí está la cuna del odio, es el centro del terror, pero de todos los nombres que aparecen en mi libro, me viene a la mente uno en particular: Carlos Andrés Pérez, ex presidente de Venezuela, por su traición, por el doble discurso, por la inmoralidad que cometió.
"Por un lado yo creía que como jefe de Gobierno estaba propiciando el enjuiciamiento de esos tipos y por el otro había firmado un pacto con Orlando Bosch para protegerlo, para que tuviera amplio apoyo de la DISIP (policía política) y pudiera recaudar todos los millones que juntó en Venezuela para cometer sus crímenes, mientras cumpliera con las determinadas condiciones que le puso.
"Estuve tan engañada que en el libro yo reflejo a Carlos Andrés como una persona con decoro, honesta, que quería castigar a los autores del sabotaje; sin embargo, cuando desclasificaron los documentos del año pasado recibí una sorpresa completa, porque lo primero que me salta a la vista es ese acuerdo entre él y Bosch."
"Después de tres décadas se han desclasificado los documentos que corroboran exactamente lo que dije y más, porque entonces no se sabía que el gobierno estadounidense tenía noticias de que se iba a volar el avión, donde murieron esas 73 personas y no se lo comunicó a nadie, no se lo participó a Cuba, permitió el crimen.
"Muchas veces me siento como un testigo del crimen, porque a mí Bosch me lo contó todo en un momento de rabia y después lo hizo tranquilamente como un criminal que no siente el más absoluto remordimiento por lo que ha hecho, que no se arrepiente de nada.
"Si fuese necesario que yo testificara ante algún tribunal por esta causa, lo haría con gusto. Yo soy testigo, lo repito. Estos muertos me han acompañado durante 30 años y eso ha marcado mi vida."
Notas:
Herrera, Alicia, Pusimos la bomba... ¿y qué?, Instituto Cubano del Libro, Editorial Ciencias Sociales, 2000.
Orlando Bosch falleció en Miami en el 2011.
Se trata de una serie de sabotajes organizados y financiados por la CIA de los Estados Unidos contra los hoteles de La Habana. Ese día, 4 de septiembre de 1997, muere debido a explosión el turista Fabio Di Celmo.
Posada Carriles era considerado un experto en demoliciones, según un resumen preparado por la CIA para el FBI sobre los sospechosos de estar involucrados en la voladura del avión de Cubana. Falleció en Miami el 23 de mayo de 2018.
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