Elecciones en Cuba: ¿Es democrático y perfectible nuestro sistema?
sábado, 10 de marzo de 2018
6:52:03 p.m.
Por Osmaira González Consuegra
Mañana ocho millones de cubanos podrán ejercer, con su voto, el derecho a decidir un destino de soberanía arduamente conquistada. Con la elección de los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular y de los delegados a las asambleas provinciales, se dará otro importantísimo paso en unas elecciones generales de trascendental impacto para la Isla y su Revolución.l
El momento es oportuno para que el Doctor en Ciencias Filosóficas Edgardo Romero Fernández ofrezca sus valoraciones sobre el sistema electoral cubano, considerado parte del Sistema Político en el que descansa nuestro modelo democrático inspirado en los postulados de José Martí, y basado en nuestra historia, realidades, características, idiosincrasia y cultura.
Profesor Titular de Ciencia política, Filosofía política e Historia de las ideas políticas de la Universidad en Central Marta Abreu de las Villas, Romero Fernández, resulta un interlocutor puntual, no solo a la hora de emitir juicios y consideraciones sino de ir a las esencias de un tema que se ha convertido en el centro de la batalla de los Estados Unidos contra Cuba, y sobre el cual no pocos compatriotas desconocen o subvaloran los rasgos distintivos que hacen de nuestro proceso electoral un proceso y un evento democrático único en el mundo de hoy.
Nuestras dos primeras interrogantes a Edgar, caen por su propio peso:
—¿Por qué Cuba se aparta del típico sistema electoral parlamentario? ¿Tiene ello que ver con el esquema organizacional-funcional del aparato estatal cubano?
—El sistema electoral cubano no es el típico sistema electoral parlamentario, es un sistema sui géneris (muchos le denominan asambleísta), estrechamente ligado al régimen político existente, y muy vinculado a nuestra historia. Su vocación republicana y democrática es demostrable en un somero análisis de las constituciones mambisas.
«Ahora, sobre el esquema al que te refieres es bueno precisar, en primer lugar, que niega la tripartición de poderes como principio organizacional
— ¿Una plataforma funcional totalmente distinta con base en la teoría del Estado marxista?
—Claro, la teoría del Estado marxista negó los resortes sobre los que se erigía el parlamentarismo burgués.
En la concepción socialista cubana los elementos particulares son la conformación del Parlamento como asamblea representativa de toda la sociedad a partir de integrarse, no por criterios partidistas, sino representativos de la complejidad del tejido social de la nación; y su función legislativa y constitucional, a la par de poseer una dimensión política, deviene concilio para legitimar las políticas y estrategias nacionales.
—¿Y qué la caracteriza?
—La no profesionalización en la actividad política de sus miembros, la composición proporcional al número de habitantes, el funcionamiento durante breves periodos al año (generalmente dos), la estructuración de un Comité o Presidencia para su representación formal durante los periodos inter-sesiones, y configuración unicameral de la misma.
«De esta manera la Asamblea se erige en el vértice del mecanismo estatal, al tener capacidad para diseñar la política interior y exterior, realizar los altos nombramientos del Estado y ejercer la más alta fiscalización sobre el funcionamiento de todos los órganos».
—¿Un poder soberano?
—Sí. Además de legislar esta institución deviene órgano supremo del poder, lo que está sustentado teóricamente en que la misma es representación del poder soberano radicado en el pueblo.
—¿Y el Consejo de Estado?
—La Asamblea Nacional tiene un mandato de seis años y tiene dos periodos de sesiones al año, instituyéndose en su lugar el Consejo de Estado, que es el órgano que la representa entre uno y otro periodo de sesiones, ejecuta los acuerdos de ésta, y cumple las demás funciones que la Constitución le atribuye.
«La importancia de entender esta configuración del poder estatal en Cuba y su mecanismo electoral radica, en que así se puede comprender la relevancia del proceso electoral, algunos pueden pensar que no es importante votar, pero sí lo es y mucho pues se está votando por la instancia de la que emana todo el poder estatal en la República de Cuba».
— Cómo sistema parlamentarista, ¿cuáles serían sus ventajas?
— Repito, no tenemos al parlamentarismo como sistema. Si hablamos del parlamentarismo en su estricto sentido, el mismo se contrapone con el sistema presidencialista, que en los estudios de derecho comparado y de política comparada usualmente se presenta a través del modelo estadounidense.
—En los sistemas presidencialistas y particularmente el norteamericano, el presidente no se debe al legislativo…
—Lo necesita claro está, pero como su poder no emana del Parlamento o Congreso, el presidente puede desestimar las inquietudes e iniciativas legislativas del mismo y gobernar por decreto. El presidente además representa solo una fracción política, (la que lo llevó al poder) por lo puede desconocer los intereses de las demás, como ocurre también en los EUA, actualmente en donde se reprime y victimiza a las “minorías” afro descendientes; latinas; a los jornaleros indocumentados; a los miembros de la sociedad LGBTI, etc.
—¿Y en el caso de los sistemas parlamentaristas?
—El parlamento condiciona en mucho las acciones del ejecutivo y puede llegar a ser más democrático que el sistema presidencialista, pero eso igual puede no ocurrir si la mayoría de la clase política que llega a esas instancias, se confabula contra el pueblo (como acaba de ocurrir en Perú con la bancada que apoya a PPK y la que apoya a Keiko Fujimori, para sacar de prisión al padre de esta última a cambio de inmunidad al presidente en los casos de corrupción en los que está acusado); amaña los procesos legislativos e incluso las propias elecciones.
—¿Y en concreto, Cuba?
—Nuestro enfoque asambleísta, o de asambleismo socialista, no implica rechazar a priori ni el parlamentarismo, ni el presidencialismo, sino evaluar los problemas de funcionamiento de un cierto sistema de gobierno, percibido como un conjunto de elementos institucionales y político-estructurales.
—En nuestro sistema electoral la nominación de los delegados desde la base la hace el pueblo. ¿Sucede así en otros países?
—Es una de una de sus peculiaridades, que hace más participativo, más democrático nuestro proceso. En el mundo lo que existe como norma es que los partidos políticos presentan candidatos, listas de candidatos que responden a los intereses del partido y a esos se les vota o no, pero no hay propuestas populares.
—En comparación con otras naciones, ¿cómo se valora el sistema electoral cubano?
—Bueno eso depende de quién lo valore. Como ya te dije en los estudios comparados occidentales, muchas veces ni se nos menciona, arguyendo que no hay democracia, que no hay libertad.
«Podemos decir, que aun utilizando los parámetros de la democracia representativa burguesa, que se aplican en los estudios de política comparada o derecho electoral comparado, Cuba muestra la efectividad de su sistema electoral».
—¿Por qué en Cuba no participan los observadores internacionales?
—La observación internacional se realiza para preservar los procesos democráticos, para consolidarlos, y evidentemente surge como una especie de tutelaje de países y organizaciones con prácticas democráticas consolidadas, aunque esto puede ser objeto de gran discusión.
En la Declaración de principios para la observación internacional, refrendada por las Naciones Unidas en 2005 se alega: “…si bien todos los procesos electorales deben reflejar principios universales en materia de elecciones democráticas auténticas, ninguna elección puede separarse del contexto político, cultural e histórico en el que tiene lugar. No es posible lograr elecciones democráticas auténticas si no se puede ejercer cotidianamente una amplia gama de otros tipos de derechos humanos y libertades fundamentales, sin discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento u otras condiciones, entre ellas, las discapacidades, y sin restricciones arbitrarias y no razonables”». (1)
—¿No los necesitamos?
En Cuba esos derechos están garantizados y en pleno funcionamiento, así que la apelación a observadores internacionales se hace innecesaria.
—Pero de alguna manera tenemos nuestros propios «observadores».
—Digámoslo así, pues el conteo de votos en cada mesa de colegio electoral es público y a ese proceso pueden asistir cuantos electores quieran hacerlo. Hasta ahora no han existido impugnaciones internas a las elecciones en Cuba, no hay escándalos de fraude y por otra parte como es un sistema electoral sui géneris el propio pueblo, los pioneros, las organizaciones de masas de la sociedad civil, velan por la tranquilidad ciudadana y el orden en el proceso eleccionario.
—En los últimos años se han incorporado al proceso supervisores y observadores.
—Los supervisores, que son compañeros de experiencia y con formación jurídica y tienen la misión de hacer cumplir la ley electoral, previniendo de posibles errores en su aplicación y además racionalizar los recursos destinados al proceso electoral.
«Los observadores provienen de las universidades cubanas han sido seleccionados por el MES en sus centros estudiantiles con el concurso de la FEU y en coordinación con las comisiones electorales a los diferentes niveles, con la misión de colaborar para observar el desarrollo de dos actos electorales fundamentales: las asambleas de nominación de candidatos y el día de la votación.
«En ambos casos, aunque de forma distinta se procura elevar la cultura política del pueblo y formar a las nuevas generaciones de cubanos en sus deberes cívicos
—Nuestro sistema de gobierno y su proceso electoral ¿al de qué países se asemeja?
—Mira, las comparaciones en estos ámbitos son posibles evitando ver las cosas en blanco y negro, y sobre todo descartando el hecho de que estamos bien si nos parecemos a este, o a este otro, pues como decía Mariátegui respecto al socialismo en las condiciones de América Latina, este no podía ser calco, ni copia sino creación heroica.
—Pero he escuchado que sí en el caso de Suiza.
—En Suiza la función legislativa está en manos del Parlamento Federal, el que además se instituye como el órgano supremo del poder en el andamiaje estatal, sentido en el cual posee atribuciones que en otro esquema estatal corresponderían a otros órganos (conformar la política exterior, asegurar la política interior, ejercer el control sobre la actividad de gobierno y administración, decidir sobre conflictos de jurisdicción entre la autoridades federales, etc.). Las elecciones se realizan tomando en cuenta la representatividad poblacional en los territorios (cantones) y la elección de los estamentos superiores de dirección depende de las elecciones en las bases.
—Lo cual es bastante similar a la funciones de nuestra ANPP.
—Sí, la columna vertebral del sistema de gobierno suizo estriba en que no se materializa la división de poderes, (lo propio ya explicado respecto a Cuba) tal y como está concebido en el esquema liberal burgués de Montesquieu y aplicado como formula indispensable para la democracia. Vale aclarar que Suiza es el gobierno más estable de Europa hace muchos años.
—¿Podría cambiarse o perfeccionarse la Ley electoral cubana en el marco de nuestro sistema político?
—Todo proceso político, si es verdaderamente participativo y popular es perfectible y el nuestro no es una excepción.
«En la actualidad estamos enmarcados en el contexto del nuevo constitucionalismo latinoamericano (NCL), surgido en los años 90, pero afianzado a partir de los procesos constituyentes en los países más progresistas de América Latina en determinado momento (Venezuela, Bolivia y Ecuador), y hay allí varias expresiones de democracia directa que podríamos incorporar a nuestro sistema, con las requeridas adecuaciones.
—¿Otras formas de participación directa?
—El ordenamiento constitucional cubano consagra como formas de participación directa de la ciudadanía solo las siguientes: la participación en elecciones periódicas y referendos populares y en la iniciativa legislativa.
«Nuestro pueblo posee la necesaria instrucción y cultura política para impulsar desde la participación directa y protagónica al proceso revolucionario cubano, ese pueblo es el poder constituyente, o sea el que legitima toda decisión política que se tome a cualquier nivel, eso es muy importante entenderlo y aprovecharlo.
«Desde nuestra propia forma organizacional es posible tener muchas iniciativas de participación directa. A la población es factible convocarla e involucrarla en el proceso de elaboración de políticas públicas actualizadas según las nuevas circunstancias nacionales e internacionales, en su implementación y su evaluación, ello le otorgaría mayor reconocimiento a los poderes que esa misma población ayudó a elegir y mantener, contribuiría a la gobernabilidad en el país, a la unidad y a la tranquilidad ciudadana.
—O sea, que es perfectible.
Exacto. El perfeccionamiento de nuestra ley electoral y nuestro sistema político es consustancial a la profundización de nuestra revolución socialista y está en total sintonía con la síntesis del proyecto socialista cubano que nos legara nuestro líder histórico Fidel Castro Ruz, a través de su concepto de Revolución.
Nota: (1) Declaración de principios para la observación Internacional de elecciones. Naciones Unidas, 7 de octubre de 2005, Nueva York, p. 1
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