Hillary y Trump necesitan maquillaje
9:22:04 p.m.
Hillary Clinton y Donald Trump irán a las convenciones nacionales de sus respectivos partidos, cada uno con las tres quintas partes de los delegados, cifras más que suficientes para invalidar cualquier intento de negarles la nominación presidencial.
El 6 de junio la Associated Press anunció que Hillary Clinton había alcanzado los 2 383 delegados necesarios para asegurar su designación como la candidata a la presidencia de Estados Unidos en la Convención Nacional Demócrata que se celebrará del 25 al 28 de julio en Philadelphia.
Clinton remachó esa certeza el 7 de junio cuando se celebraron primarias en seis estados, en las cuales puso fuera de combate a Bernard Sanders, conquistando al menos las siguientes cifras de delegados: California, 269; New Jersey, 79 y New Mexico, 18, los que junto a los diez de Montana, cinco de North Dakota y diez de South Dakota, le representaron al menos 391 delegados. En total, Clinton cuenta con, por lo menos, 2 191 delegados (55 % del total) y 574 superdelegados (80 % del total de esa categoría), para un gran total de 58 %. Ese día la campaña de Clinton propinó el golpe de gracia que barrió el último punto de resistencia de Bernard Sanders.
Trump había asegurado el 26 de mayo el número de delegados para ser nominado (1 237), según un conteo realizado por la CNN. Cerró así toda posibilidad de que se produjera una “convención negociada” cuando se produzca ese evento nacional en Cleveland del 18 al 21 de julio. Han fracasado todos los intentos del movimiento Never Trump, así como las gestiones para promover la candidatura de una figura independiente por un tercer partido.
Según los resultados de las primarias republicanas del 7 de junio (las finales en el calendario del partido), Trump cuenta ahora al menos con 1 536 delegados, de los cuales 1 441 son electos y 95 por derecho propio; es decir, el 62 % del total de delegados a la convención nacional republicana.
Hillary Clinton y Donald Trump irán a las convenciones nacionales de sus respectivos partidos, cada uno con las tres quintas partes de los delegados, cifras más que suficientes para invalidar cualquier intento de negarles la nominación presidencial. Por tanto, a partir de este momento los principales esfuerzos estarán encaminados a librar la batalla de la elección general.
Pero no hay que dejar que los números creen confusión. El hecho de que los dos candidatos tengan el 60 % de los delegados no debe conducir a la falsa asunción de que los distintos grupos que integran esos partidos se han unido. Ahora es que comienza la gran batalla de la unificación que permita llevar a cabo una eficaz y eficiente lidia electoral a partir del próximo 6 de septiembre.
La situación presenta tareas diferentes para cada candidato y cada partido. Mientras Trump ha tenido como punto fundamental de su campaña el ataque contra los líderes del partido y sus actuaciones, Clinton ha actuado en todo momento como una fiel representante de las instituciones del Partido Demócrata y de su liderazgo.
Clinton ha procurado siempre estar equidistante de los distintos grupos y convertirse en el centro hacia el cual pueden gravitar las distintas fuerzas. Una primera tarea para Clinton debe tener como objetivo formular propuestas que atraigan a su campaña a aquellas fuerzas, fundamentalmente de jovenes de la más reciente generación de votantes, que han apoyado con entusiasmo sorprendente la candidatura de Bernard Sanders.
Trump, por su parte, es la figura que desde fuera de las estructuras del partido, pretende convocar a los distintos grupos de filiación republicana para que den la espalda a sus líderes y acaten las nuevas ideas, orientaciones y actitudes que él personifica. En esas circunstancias su primera preocupación estriba en tender iniciativas que, por un lado, atraigan a su campaña a los líderes y grupos que han sido blanco de sus ataques desde que en junio pasado anunció formalmente su aspiración a la candidatura presidencial por el Partido Republicano y, por el otro, limar las asperezas de sus propuestas y formulaciones para atraer hacia su figura las intenciones de voto de sectores independientes y moderados y de otros que, como los latinos, afroamericanos y musulmanes han sido objeto de sus ataques e insultos.
Las próximas convenciones nacionales serán los momentos más adecuados para lanzar la imagen de moderación, concordia y unidad que ha estado ausente durante el transcurso de la campaña electoral.
(Fuente: Granma)
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