Vivencias y ficción en Cuba libre
8:25:14 p.m.
“Cuba Libre”, película sobre la guerra hispano-cubano-estadounidense de finales del siglo XIX, tuvo el pasado martes su estreno especial en La Habana. Este domingo fue exhibida por la Televisión Nacional. “Si esta película llega a salir antes del 17 de diciembre hubiera sido otra cosa, esto ahora le aporta un elemento extra, impensable antes”, insistió Jorge Luis Sánchez, director y guionista del film. (Ver trailer del film)
La cinta de época, una ambiciosa producción para el cine hecho actualmente en la isla, recrea de manera “minuciosa” y con detalle el ambiente de una historia que comienza en 1898 y termina en 1899. El conflicto, en el que coincidieron tres ejércitos (de España, EEUU y los mambises cubanos), significó el fin del dominio español en Cuba y el comienzo de la intervención norteamericana en la isla.
“Este guion no tiene nada de oportunista, ni es por encargo”, enfatiza el director cubano, también guionista de una narración centrada en las vivencias de dos niños en “un momento difícil”, que según él concibió en el año 1998 y comenzó a grabar en 2013, “mucho antes del 17 de diciembre” pasado, que marcó el inicio del deshielo entre EEUU y Cuba”.
Según Sánchez, “Cuba Libre” le tomó mucha investigación, sobre todo los hechos relacionados con los llamados “buffalo soldiers”, soldados afroamericanos que viajaron a luchar a la isla como “carne de cañón”, de los que “prácticamente no se conoce nada” y que será la primera vez que se verán incluidos en una película cubana.
“Esta es una parte de nuestra historia que pasamos por arriba, que deberíamos investigar más”, afirma el realizador, quien confesó sentirse atraído por contar ese “momento complicado”, para muchos, causa de deshonra nacional porque significó la frustración de la independencia por la que los mambises cubanos combatieron a España.
Producida por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, la película cuenta con las actuaciones de los reconocidos actores cubanos Isabel Santos y Manuel Porto, junto a jóvenes como Adael Rosales, Christian Sánchez y Alejandro Guerrero.
El noruego Jo Adrian Haavind interpreta a un coronel del Ejército norteamericano, personaje que en el cartel oficial del filme aparece dando un apretón de manos a un oficial mambí, imagen que ahora adquiere un nuevo simbolismo en medio del acercamiento entre los dos países, que restablecieron relaciones en julio pasado.
“Si esta película llega a salir antes del 17 de diciembre hubiera sido otra cosa, esto ahora le aporta un elemento extra, impensable antes”, insistió Sánchez.
Jorge Luis Sánchez posee una larga trayectoria como documentalista y estrenó su primer largometraje “El Benny” en 2006, inspirado en la vida del legendario músico cubano Benny Moré, seguido por el musical “Irremediablemente juntos”, en 2011.
Sobre estos y otros aspectos que lo llevaron a escribir el guión del film, versa la siguiente entrevista realizada por Cubacine a Jorge Luis Sánchez.
“SIENTO QUE DEJÉ LA VIDA EN ESTA PELÍCULA”
—Durante la creación de la película, pensaste mucho en tu bisabuelo. ¿Por qué?
—Mi bisabuelo está un poco más explícito en una serie que hice de Benny Moré. Allí fue donde pude, a través de Benny, hurgar un poco sobre él porque me parecía importante para poder entender de dónde venía Benny Moré. La abuela del Benny y la mía eran hermanas, este señor, Simeon Serapio Armentero y Calvo viene siendo bisabuelo mío y del Benny. De la zona de Jaruco, este patriarca mambí se involucra en la guerra del 95, peleó a las órdenes de Maceo, pero como tenía un carácter complicado fue degradado varias veces. El típico cubano que cuando no llegaba, se pasaba. Pero murió con los grados de Coronel del Ejército Libertador.
“Esto no significa que el niño de la película sea mi bisabuelo, aunque el personaje se llama Simón y mi bisabuelo Simeon. Pero me gustó un poco esa alusión, es un homenaje íntimo que le ofrezco. Él también tiene en Lajas un monumento pero que no tiene tarja ni identificación. Me gustaría que algún día le pusieran el nombre de algún modo, en madera si no hay bronce, yo no sé, algo.
“El homenaje a mi bisabuelo vino después. Yo quería escribir un guion sobre un conflicto mayor y que estuvieran niños como protagonistas. Por unas investigaciones que hago relacionadas con Julián del Casal, choco con unos álbumes de la guerra Hispano-Cubano-Americana en la hemeroteca. Fue una mirada inédita mediante las fotos de esta guerra, la redescubrí desde lo íntimo”.
—¿Qué fue lo más complicado para este filme de casi dos horas?
—El guion daba para más de dos horas, pero en la mesa de montaje no quedaron muchas secuencias, quizás dos o tres. En otras películas que he hecho he cortado mucho más. Meterme en la psicología de los americanos creo que fue lo más complicado. Yo suelo decir que cuando escribo guiones actúo todos los personajes, pero apropiarme de una psicología que no es la de mi identidad, fue difícil.
—Hay elementos verdaderos y ficticios en la cinta…
—La muerte de José María por ejemplo, uno de los personajes, eso fue lo que le pasó a Calixto García. Eso está tomado de la historia real. La Estatua de la Libertad también, la pusieron de verdad en el Parque Central. Muchos elementos están versionados en la película pero sucedieron realmente.
“Otro ejemplo son los cantos de los niños, con otro texto, por supuesto, los tomé de mi infancia. Yo me eduqué y pasé parte de mi adolescencia en los años 70 en una beca que había por Miramar, cerca del Hotel Copacabana. Ahí la disciplina era estricta, como la de la maestra de la película, con teques, con consignas, un dogma en vena. Recuerdo que por la mañana decíamos consignas, y a veces cantábamos marchando algo que decía: A Vietnam, a Vietnam, a Vietnam defenderemos, y a los yanquis, los yanquis, a los yanquis aplastaremos. Entonces la profesora o la jefa de aquella compañía de 50 muchachos decía: ¡aplasten al yanqui! ¡Ya! Y marchábamos. Eso salió de mi adolescencia”.
—¿Qué fue lo que más disfrutó hacer?
—Yo disfruté mucho mucho el aula. Era un anhelo aquella aula, cómo se iba a ver. Disfruté mucho la entrada de los americanos, esa zona, el polvo, el silencio. Las escenas con los extras, con las masas; agotador pero me gustó mucho hacerlas. Cada vez que tenía que recrear algo de la historia que sucedió, que está en foto, era un goce impresionante aunque era un goce bajo la marcha, bajo presión, porque fue una película difícil. Ver cómo el campamento se iba levantando, la construcción del pueblo, gocé mucho eso.
—Parte del staff de filmes anteriores repiten nuevamente en este largometraje…
—Nanette Garcia fue la persona que entendió qué era lo que le hacía falta a la película, los colores que le hacían falta. La paleta de colores de Cuba Libre es exquisita pero pequeña. Hay un fuerte trabajo, además, de corrección de colores y luces, yo filmé en invierno y pensé que los árboles iban a estar más secos, y no, los árboles estaban más verdes, y tuvimos que arreglar eso en posproducción con Julián González, el corrector, y Carlos Rafael Solís, al frente de la fotografía. Queríamos una película seca, mustia, árida.
“Osmani Olivares puso a sonar un siglo que no tenemos grabado, el siglo XIX. Además, tuvo que poner a sonar un pueblo de campo, un pueblo que pasaba por una época de hambre, luego de la reconcentración de Weyler, sin tantas vacas ni tantos gallos. Fue un filme con mucho doblaje también, está doblado alrededor del 80% del filme. Tuvimos que poner a doblar a los niños, había que verlos, parecían adultos.
“La música fue muy austera, diferente a mis otras dos películas. Juan Manuel Ceruto la encontró en la viola y otros instrumentos de cuerdas. La música no te avisa que va a pasar algo, complementa la atmósfera, la secuencia, con una presencia mínima, excepto en un momento que es el abrazo de los niños, allí dejamos que se desatara completamente con trompetas.
“El trabajo de Víctor López en efectos visuales también fue muy importante, no solo con el efecto de la explosión del Maine, también están unas maripositas, borrar elementos anacrónicos del siglo XXI como los cables, había que sentir realmente la época.
—En los futuros guiones de Jorge Luis Sánchez, ¿habrá más películas históricas?
—Casi todos. Pero no me gusta llamarlas películas históricas, yo me voy a un contexto histórico y entonces escojo a un personaje de una alta complejidad que expresa una serie de cosas. Tengo un guion desde hace varios años sobre Casal, pero como ese hay varios.
“Yo me siento que dejé la vida en esta película, me siento muy contento con los resultados, sacar este pedazo de cerebro y tirarlo en una pantalla con todo lo que está ahí, para mí es una gran satisfacción. Lo que yo quería hacer, está hecho, si quedó bien o mal, es mi responsabilidad y la de mis compañeros. Ahora viene una parte difícil, que es cuando la gente paga para ir al cine a ver la película. Yo sugerí también un debate con los miembros de la Unión de Historiadores de Cuba, no sé si se llama así pero me interesaría sentarme a hablar sobre la película con historiadores y saber qué piensan sobre el filme”.
—¿Una anécdota importante durante la filmación?
—Yo ensayo mucho en la preproducción. Recuerdo el momento en que estoy ensayando la secuencia cuando se muere el Coronel y el americano llama al que queda. Cuando yo hice ese ensayo me entró un sentimiento muy grande que tuve que amarrarme. Me dio un dolor por dentro con ese mambí, que en la película lo interpreta Jorge Lavoy. Él actúa un personaje de esos mambises muy jóvenes que salieron a la guerra. Yo no sé lo que me pasó en aquel ensayo, no sé si me trasladé, pero me tocó, fue un sentimiento de dolor por la humillación por la que pasaba aquel muchachito.
“Casi todos los recuerdos que tengo bien marcados son con los actores. Hubo otro día con los niños, ellos son unos diablos. El que hace de Simón tiene una experiencia de actuación en un grupo de teatro. Entonces un día se estaba filmando la parte en la que el personaje de Isabel Santos lo abofetea y estaba pactado que él tenía que llorar. Tenía que llorar de la humillación, de la prepotencia. Fueron siete galletas porque fueron siete tomas. Y el muchachito me dice antes de empezar: “Jorge Luis, ¿ella me va a dar de verdad, no? Que me dé, y que me duela”. ¡Como si fuera un actor adulto! Él buscaba autenticidad en su personaje. Voy a recordar con mucho cariño el trabajo con aquellos niños”.
Cuba Libre fue gran producción que llevó a Sánchez a montar locaciones en Jaruco, Tapaste, Ceiba del Agua, y Bejucal, donde en varios de estos sitios se construyeron pueblos e instalaciones que recrearan el ambiente de la época conjuntamente con el vestuario.
Otras actuaciones como las de Manuel Porto, Adael Rosales, Georgina Almanza y el actor noruego, Jo Adrian Haavind, complementan toda la unidad de esfuerzo y trabajo que se empleó en esta reciente producción del ICAIC, propuesta que se proyectará durante el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano del 3 al 13 de diciembre y tendrá posteriormente una exhibición nacional.
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