La perspicacia del pensamiento de Fidel Castro
6:15:38 a.m.
Por: Arnold August
En una entrevista en un sitio Web alternativo basado en los EE.UU., publicada el 7 de enero de 2015, se me preguntó mi opinión sobre el aparente acercamiento entre los Estados Unidos y Cuba. En referencia al anuncio del 17 de diciembre de 2014, yo repliqué:
«En ese 17 de diciembre, la situación me hizo pensar en el discurso del 8 de enero de 1959 pronunciado por Fidel Castro a sus seguidores, ocho días después del triunfo de la Revolución: “Creo que es este un momento decisivo de nuestra historia: la tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa. Y sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo adelante todo sea más difícil”».
Entiendo perfectamente que no se puede comparar de forma alguna la victoria del 1 de enero de 1959 con el anuncio del 17 de diciembre de 2014; y de la misma manera, la situación frágil existente en 1959 y a principios de los años 60, que se caracterizó por ataques abiertos promovidos por los Estados Unidos y la invasión de Playa Girón, no puede compararse con la situación después del 17 de diciembre, como transcurre en estos momentos.
Sin embargo, continúo siguiendo atentamente los acontecimientos y las reacciones de todo el mundo y del espectro político de la derecha a la izquierda. Por lo tanto estoy obligado a recordar el comentario de Fidel que me vino a la mente en forma inicial y espontáneamente el 17 de diciembre de 2014. Ese día causó una «alegría inmensa» en Cuba y a mucha gente en el mundo, y con mucha razón, así como David fue finalmente recompensado después de más de cinco décadas de una lucha persistente y heroica contra Goliat. Es esa «alegría inmensa» que a veces puede camuflar las adversidades que, en principio, se asume fueron aliviadas pero que de hecho contienen las semillas de desafíos más difíciles aun. Creo que la situación indica el concepto que «quizás en lo adelante todo sea más difícil».
Pocos días después de publicarse la entrevista, comencé a lamentar las afirmaciones previamente mencionadas. Aun cuando tuve extremo cuidado de destacar lo obvio– que no se pueden comparar los contextos de 1959 con el 17D (como los cubanos identifican al 17 de diciembre), de ninguna manera deseo citar a Fidel Castro fuera de contexto. Mi punto principal fue hacer que los lectores aprecien la agudeza del Pensamiento de Fidel Castro como se aplica hoy en día a un contexto totalmente diferente. Con su sagacidad habitual, él pudo ver el futuro – muy distante en el futuro – y retornar a la realidad del 8 de enero de 1959, para ofrecer un contexto sobrio a largo plazo para la flamante Revolución Cubana.
En este artículo, el único aspecto del pensamiento amplio y profundo de Fidel Castro consiste en examinar un paso histórico en la Revolución Cubana. La notable agudeza mental que Fidel Castro demostró el 8 de enero de 1959, le permitió analizar dialécticamente cómo los problemas enormes en el horizonte pueden camuflarse con la inmensa alegría posterior al triunfo de la Revolución. A pesar de brindar la advertencia que las condiciones de los dos periodos son completamente disímiles, la pregunta que me hice fue si pude expresar mi mensaje claramente al citar sus declaraciones de 1959 como guía para la situación actual. Aun cuando seguía todavía convencido de lo correcto de la afirmación, tenía muchas dudas. Esta incertidumbre comenzó a disiparse cuando leí, con mi interés acostumbrado, lo que escribían los académicos, los investigadores y los periodistas cubanos. Algunos, no muchos, básicamente escribieron comentarios similares a los míos. Por ejemplo, Elier Ramírez Cañedo, el joven investigador y coautor junto con Esteban Morales de un libro que marcó un hito, acerca de las relaciones entre Cuba y EE.UU. publicado en 2015, escribió un artículo de dos partes en su área de especialización. La segunda parte, a la que me refiero a continuación, fue publicada en su blog del 28 de enero de 2015, y ese mismo día fue reproducida en el blog La pupila insomne de Iroel Sánchez, seguida de una reproducción el 7 de febrero de 2015 en Cubadebate y en el periódico Juventud Rebelde de la Unión de Jóvenes Comunistas. Elier Ramírez Cañedo escribió acerca de lo que Fidel Castro declaró el 8 de enero de 1959: «que quizás en lo adelante todo sería más difícil. Creo que, incluso ahora, quizá en lo adelante todo sea más difícil en algunos terrenos, especialmente en el campo del enfrentamiento ideológico y cultural al imperialismo».
La periodista de renombre Rosa Miriam Elizalde escribió un artículo el 21 de julio de 2015 en Cubadebate con el título revelador «Cuba-EE.UU: Lo difícil viene ahora». Lo interesante es el comentario en línea que hizo un lector del artículo sobre el significado de la declaración de Fidel Castro el día 8 de enero, que dice: «El día 8 de enero de 1959, en la Habana, Fidel Castro dijo: “Que nadie piense que de aquí en lo adelante todo será más fácil, quizás de aquí en lo adelante todo sea más difícil”». En octubre de 2015, el periodista Rafael Cruz Ramos expresó en su blog, y reproducido en CubaSí, su preocupación, entre otras cosas, sobre la situación actual. Él escribe: «Razón tenía Fidel cuando aseguró que las actuales batallas son más complejas que las de la Sierra Maestra». Otros periodistas han escrito artículos similares.
En retrospectiva, pareciera que mi afirmación inicial acerca del Pensamiento de Fidel Castro sobre este tema de los pasos en la Revolución no estaban fuera de lugar, teniendo en cuenta las afinidades de algunas personas en la prensa cubana, como mencioné anteriormente, y tomados en el contexto de los acontecimientos ocurridos desde ese entonces (del 17D al otoño de 2015), que he seguido muy de cerca. Por el contrario, pienso que fue muy apropiado. Esta conclusión resultó tener ventajas e inconvenientes, dado que no es consolador reconocer que la Revolución en marcha desde 1959 puede todavía enfrentar una situación que «puede ser más difícil» ahora que en el periodo que la vio nacer. Se puede también cuestionar mi posición indicando que no existen muchos periodistas o figuras públicas que comparten esta opinión. Esto es verdad. Sin embargo, esta aparente falta de atención generalizada es una razón más para ratificar la opinión sobre el Pensamiento de Fidel Castro. La manifiesta carencia actual de cautela de algunas personas, puede, de hecho, reflejar una cierta dosis de «inmensa alegría» relegando a segundo plano la dura realidad de las intenciones del imperialismo de los Estados Unidos.
Elier Ramírez Cañedo hace una cualificación extremadamente importante cuando afirma que el momento más difícil ahora se encuentra « especialmente en el campo del enfrentamiento ideológico y cultural al imperialismo ». Aun cuando sea un tema muy amplio, se destaca el siguiente ejemplo. Cuando estuve en La Habana, no mucho después del 17D, pude observar que la bandera estadounidense se veía en la vestimenta de la gente en las calles, prácticamente en todas partes del cuerpo, en taxímetros y vehículos particulares y en los comercios. Como soy canadienses, esto me resultó una advertencia no muy sutil. Canadá es el aliado más cercano de los Estados Unidos en el occidente y los canadienses visitan frecuentemente a su vecino sureño. Sin embargo, no se hace una exhibición casi carnavalesca de la bandera de Estados Unidos en Canadá. De hecho muchos canadienses detestan tal fanfarria dado que el sentimiento nacionalista en Canadá contra el imperialismo de Estados Unidos, aunque no de los más altos en el mundo, es suficiente para marcar límites. Este sentimiento negativo acerca de la proliferación de la bandera de Estados Unidos en las calles de La Habana, fue confirmada e incluso destacada por la serie del periodista Luis Toledo Sande, sobre el tema de la bandera, en tres artículos con fotos publicado en Cubadebate y en blogs. En mi opinión, esas tendencias y muchas otras corroboran la inquietud de Elier Ramírez Cañedo «especialmente en el campo del enfrentamiento ideológico y cultural al imperialismo » como secuela del 17D.
El bloqueo de EE.UU. contra Cuba es ahora más que nunca objeto de debate en Cuba y en otras partes, especialmente en los EE.UU. El 27 de octubre de 2015, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, los EU.UU. fue rotundamente derrotado en una votación record de 191 votos a favor de la resolución de Cuba de levantar el bloqueo y solo dos votos– Estados Unidos y su aliado político y militar más cercano, Israel, apoyaron el mantenimiento del bloqueo, y con 0 abstención. Se ha escrito mucho en Cuba y en EE.UU. sobre el bloqueo, tanto por ambos gobiernos y por expertos de ambos lados.
Estos debates se enfocan principalmente en las medidas que han sido, y pueden ser todavía, implementadas por el presidente Obama mientras siga aplicándose el bloqueo con toda su fuerza por el poder ejecutivo y la legislatura, el Congreso, del gobierno de los Estados Unidos. Las condiciones principales del bloqueo son prerrogativas del Congreso. Algunos comentaristas señalan que existen contradicciones e incompatibilidades en la política de la administración de Obama en lo relacionado al bloqueo. La narrativa es que el presidente de los EE.UU. no está haciendo lo que se espera de él basado en su aparente oposición al bloqueo y el uso de sus opciones ejecutivas para restringir al máximo los efectos del bloqueo. Puede que me equivoque, pero es posible, de hecho, que no haya contradicciones e incompatibilidades.
Sin embargo, si se examinan cuidadosamente los documentos oficiales, la Casa Blanca y el Departamento de Estado de los EE.UU. parecen protegerse a si mismos dejando la puerta abierta para continuar el bloqueo y restringir al mínimo la acción de Washington Las declaraciones de los EE.UU. hablan por si mismas. Tanto sea o no que la administración del presidente Obama sea realmente equilibrada en sus palabras a favor del levantamiento del bloqueo, no es del todo claro, como podemos ver ahora.
Es preferible estar en el lado seguro y no albergar ilusiones, y seguir presionando al gobierno de los Estados Unidos. En la declaración del presidente Obama del 17 de diciembre de 2014, él mencionó una serie de puntos que desea abordar en relación a Cuba, como democracia y derechos humanos, viajes tipo «pueblo a pueblo» (people-to-people) y envío de remesas de estadunidenses al «sector privado emergente en Cuba», representado por 500.000 trabajadores cuentapropistas. Presidente Obama concluyó diciendo que «a medida que estos cambios se desarrollan, espero poder involucrar al Congreso en una discusión seria y honesta sobre la eliminación del embargo»
En otras palabras, pareciera que la condición para confrontar la mayoría de los republicanos en el Congreso es la evolución del cambio en Cuba según los estándares de los EE.UU.. Su posición no parece ser una exigencia incondicional de principio de que el Congreso derogue el bloqueo. John Kerry, el Secretario de Estado, se refirió a este enfoque diciendo:
«Fíjate, no puedo decirte cuándo se levantará el embargo, porque este depende realmente, en gran medida, de las decisiones que tomen los cubanos. Tienen que hacer lo posible para que se levante el embargo. Hay como ha de entenderse fuerte preocupación en el Congreso de los Estados Unidos por los derechos humanos, la democracia, la capacidad de la gente para expresar lo que piensa, la posibilidad de congregarse y de hacer cosas. Y quisiéramos ver —no pedimos que haya un cambio de la noche de la mañana—, pero queremos ver un cambio de dirección en Cuba, y tenemos la esperanza de que así será». (El énfasis es el mío)
La impresión difundida en algunos medios de prensa en el mundo es que el presidente Obama hizo un llamado el 28 de septiembre de 2015 para el levantamiento del bloqueo en su alocución en la Asamblea General de las Naciones Unidas. De hecho, lo que expresó, refiriéndose a los derechos humanos en Cuba y los viajes tipo «pueblo a pueblo» (people-to-people) entre Cuba y EE.UU., fue: «a medida que esos contactos rindan frutos, tengo la confianza que nuestro Congreso levantará inevitablemente el embargo, que no tendría que estar en vigor». (El énfasis es el mío)
El imperialismo de EE.UU. hace uso de palabras y de la semántica en formas muy engañosas. Utiliza palabras que parecieran tomar una posición justa, pero de hecho, camuflan el verdadero carácter de sus tácticas y estrategia. Tomemos como ejemplo el golpe de estado militar en 2009 en Honduras orquestado por EE.UU. y la expulsión del presidente Mel Zelaya que fue elegido constitucionalmente. Al principio, tanto el presidente Obama como Hillary Clinton, la Secretaria de Estado no usaron la palabra golpe.
Enfrentando la indignación de toda América Latina, finalmente, usaron la palabra golpe, pero no golpe de estado militar. El uso de esta expresión ofrecería una base legal para restringir la ayuda militar a los golpistas, que el gobierno en Washington no tiene intención de hacer. Similarmente, enfrentando la presión internacional, Obama y Clinton dijeron que estaban de acuerdo con el retorno de Zelaya a Honduras.
Sin embargo, en las dos ocasiones que Zelaya intentó ingresar a Honduras, EE.UU. se opuso, argumentando que su retorno tendría que efectuarse con la plena participación de EE.UU. y sus aliados. Por lo tanto, las palabras de que estaban de acuerdo con el «retorno de Zelaya», de hecho, no tenían ningún valor, tal como lo fueron a su supuesta oposición al golpe de estado.
Similarmente, la semántica de apoyar el levantamiento del bloqueo tiene poco valor, teniendo en cuenta que parece estar condicionada a que Cuba «haga más», «se abra» y cosas por el estilo. La diplomacia burda anterior ha cambiado después del 17D a intentos de usar el «poder blando» para influenciar desde adentro.
Esto se lleva a cabo hasta cierto punto como programas de «promoción de la democracia» por los EE.UU. Presidente Obama dijo refiriéndose a Cuba que los EE.UU. ya no se ocupa de hacer cambios de régimen, aun cuando los programas de cambio de régimen continúan. Por lo tanto, no se pueden tomar en serio las palabras saliendo de la boca del poder imperial y merecen ser escudriñadas.
Es bien conocido, y la administración de Obama lo ha dejado bien explícito, que la posición de los EE.UU. hacia Cuba el 17D es meramente un cambio de tácticas, como por ejemplo, el restablecimiento de relaciones diplomáticas y la reapertura de las embajadas en ambos países. Sin embargo, la estrategia principal de los EE.UU. sigue siendo el derrocamiento de la Revolución Cubana o cambiarla desde su interior para que no haya similitudes a los años previos al 17D. Es necesario explicar en más detalle el concepto de la estrategia.
Se debe recordar que el presidente Obama llegó a su nueva posición sobre Cuba debido a que, entre otros puntos, cómo él y otros han admitido en varias ocasiones, que la política estadunidense hacia Cuba estaba aislando a los EE.UU. de América Latina y el Caribe. Las reuniones Cumbre de las América, lideradas por EE.UU. y que se realiza cada pocos años, incluye, en principio, a todos los países de la América del Sur, Centro, del Caribe y de América del Norte. Sin embargo, Cuba había sido excluida sistemáticamente a dichas reuniones.
En la VI Cumbre de las Américas en Cartagena, Colombia, en abril de 2012, cuando Cuba todavía no había sido incluida, el conflicto entre el sur y el norte de las Américas había llegado a un punto crítico. Toda la América del Sur exigía la inclusión de Cuba, amenazando con el colapso de la próxima reunión si no se incluía a la isla. La VII Cumbre de las Américas en Panamá se llevó a cabo en abril de 2015. Si Obama no hubiera cambiado inmediatamente sus tácticas, los Estados Unidos, no Cuba, hubieran sido culpados de la ruptura de la reunión Cumbre en Panamá.
Un corolario a la estrategia de Obama para Cuba es la estrategia de los EE.UU. para América Latina de derrotar los movimientos y gobiernos progresivos y de izquierda como Venezuela, Bolivia, Ecuador e incluso de países moderados como Argentina y Brasil. De hecho, la estrategia de EE.UU. para Cuba es parte intrínseca de la estrategia para América Latina. No es casualidad, entonces, que mientras se proyecta una imagen de que EE.UU. ha moderado su actitud hacia Cuba, y finalmente recobrado su sentido común, han existido esfuerzos desestabilizadores, asistidos y apoyados por los EE.UU, en todos los países mencionados anteriormente.
Si estos esfuerzos lograran éxito, tanto sea parcial o totalmente, sería un serio revés para toda la región, incluyendo Cuba. También sería una derrota para el mundo, dado que América Latina y el Caribe es la región más prometedora para el progreso socioeconómico y político. La región cuenta ahora con una base firme para crear un mundo multipolar que dejaría atrás el mundo unipolar basado en la hegemonía de EE.UU.
Por lo tanto, lo sagaz de la afirmación de Fidel Castro del 8 de enero de 1959, tiene relevancia hoy en día, dado que, la situación puede ser más difícil en el futuro. Este punto puede ser cuestionado por algunas personas, y se comprende que así sea, explicando que en 1959 Cuba estaba sola, mientras que ahora Cuba es parte de este nuevo bloque regional, cuyos miembros, generalmente, se apoyan mutuamente.
Sin embargo esta nueva América Latina ha sido forjada con muchos sacrificios y luchas, como es el caso de Venezuela desde la elección de Hugo Chávez en 1998 como presidente. Toda derrota importante en América Latina puede causar, como lo desea EE.UU., un efecto dominó en la región. La situación hoy en día es más difícil que en 1959 dado que los pueblos tienen mucho más que perder. Yo creo, sin embargo, es EE.UU. que perderá nuevamente.
Por ejemplo, aun cuando ocurriera en Venezuela una derrota temporaria o un estancamiento en las próximas elecciones, la Revolución Bolivariana se ha convertido, y sigue creciendo, una fuerza material en la sociedad venezolana. Una vez que el pueblo tenga conciencia, esta fuerza material puede derrotar a largo plazo al enemigo más acérrimo.
Desde EE.UU., y sus blogueros norteamericanos asesorando a algunos blogueros cubanos, la imagen de los disidentes está pasando de ser desacreditados como mercenarios de los Estados Unidos a otra imagen de estar compuesta de jóvenes. La nueva cosecha de disidentes da la impresión que no están interesados en los fondos para el cambio de régimen. No son fáciles de detectar. La disidencia se está renovando en el contexto del 17D, y es, en mi opinión, un cáncer que trata de carcomer la sociedad cubana en su interior, apuntando especialmente a los jóvenes, los artistas, los intelectuales y los periodistas.
La sagacidad del pensamiento de Fidel Castro, como se aplica al 17D es que «quizás en lo adelante todo sea más difícil», en mi opinión, es ratificada teniendo en cuenta la discusión precedente y el hecho que la sociedad cubana ha acumulado problemas en las décadas pasadas.
Sin embargo, como en el caso de Venezuela y del resto de América Latina, no tengo dudas que Cuba superará esta situación tan difícil y complicada. En julio de 2015 se realizó el Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas. A diferencia de la desinformación diseminada por los medios de prensa más influyentes de los EE.UU. sobre la censura y la prensa en Cuba, era posible ver en la televisión cubana todos los debates y deliberaciones de dicho Congreso consistente de 600 delegados. Quedé muy impresionado con las numerosas intervenciones espontáneas y no escritas de antemano, de contenido muy profundo, de los cubanos en este tipo de actividades.
Tengo la certeza que muchos de ellos podrán ser futuros líderes en Cuba. Aun cuando las condiciones presentes son muy diferentes y puedan ser más difíciles y especialmente complicadas que las del periodo previo a la Revolución, las nuevas generaciones se preparan para continuar el legado de la Revolución, en el contexto de desafiar la situación actual. La nueva generación de disidentes, cuya disidencia está siendo reciclada para adaptarse a las condiciones del 17D, no es un rival para los jóvenes revolucionarios cubanos.
Además, aquellos en los EE.UU. que apuestan a que los cuentapropistas drenen completamente a Cuba desde su interior subestiman la conciencia política/ideológica y el patriotismo de la vasta mayoría de los cubanos. El pueblo cubano está inmerso en esta tradición. El presidente Raúl Castro lo dejó bien claro en sus declaraciones del 17 de diciembre de 2014. Él comenzó su alocución manifestando lo siguiente:
«Desde mi elección como Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, he reiterado en múltiples ocasiones, nuestra disposición a sostener con el gobierno de los Estados Unidos un diálogo respetuoso, basado en la igualdad soberana, para tratar los más diversos temas de forma recíproca, sin menoscabo a la independencia nacional y la autodeterminación de nuestro pueblo.
Esta es una posición que fue expresada al Gobierno de Estados Unidos, de forma pública y privada, por el compañero Fidel en diferentes momentos de nuestra larga lucha, con el planteamiento de discutir y resolver las diferencias mediante negociaciones, sin renunciar a uno solo de nuestros principios».
Cuba ha atravesado largos años de luchas revolucionarias y patrióticas. En mi opinión, el primer periodo es desde 1868 a 1898, durante las guerras patrióticas contra el colonialismo español y a favor de la independencia y de una sociedad más justa. El segundo periodo histórico fue negativo debido a la dominación de los Estados Unidos desde 1898 a 1959. El tercer periodo se inició el 1 de enero de 1959, forjado en la acción del Cuartel Moncada en 1953 y del programa subsiguiente como base de la Revolución. Cuba ha estado atravesando esta era desde 1959 hasta el presente. La fecha 17D no es histórica en ese sentido, pero es otro capítulo en el periodo actual con sus promesas así como, quizá, con más dificultades y retos, en circunstancias completamente diferentes que en el periodo previo a la victoria de la Revolución Cubana el 1 de enero de 1959.
(Fuente: Cubadebate/GRCA)
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