Misión cumplida: Fidel en Santa Clara
7:02:17 a.m.
Por Luis Machado Ordetx
La población civil de Santa Clara ya no gritaba ¡Avión!, ¡Avión!, ¡Avión! Aquellos instantes de desesperación, tras el cese de las cargas mortíferas que lanzó durante cuatro días el ejército batistiano por todos los sitios de la ciudad, ya habían concluido. Antes, a pesar del luto por las pérdidas familiares, o los hogares indefensos, y del paso de trinchera a trinchera, hubo pruebas de valentía y apoyo a las fuerzas rebeldes que dirigía el argentino-cubano Che Guevara, quien después del mediodía del viernes 2 de enero, por órdenes de Fidel, abandonó la capital villareña, junto a Camilo Cienfuegos, rumbo a La Habana.
Todavía los estragos de la guerra estaban vírgenes. Fueron cuatro días de una hostilidad que concluyó con la rendición de la tiranía y su último baluarte atrincherado en el regimiento del tercer distrito militar Leoncio Vidal, en la zona nordeste de la localidad. Las rivalidades se extinguieron en la mañana del primer día de año, cuando las fuerzas del coronel Cándido Hernández depusieron las armas en la instalación militar, según consta en el acta notarial 102 del viernes 10 de abril, expuesta ante el abogado y notario público Dr. Agustín M. Anido Valdés, un hombre de absoluta probidad cívica.
El documento, de inestimable valor histórico por su carácter inédito, refiere declaraciones de Eduardo Rafael Ocaña Valdés, profesor de Educación Física, y jefe de la Brigada 17 de la Cruz Roja Cubana en la ciudad. La institución, integrada por 53 miembros, prestó acciones humanitarias, y sirvió de intermediaria entre los contendientes rebeldes y batistianos.
Con cinco páginas (anverso y reverso, así como una por terminar), tiene el cuño y la firma del jurista, y hace una exposición pormenorizada de todos los sucesos que involucraron a la ciudad y a un pueblo en su lucha por extirpar los males que corroían al país.
El concepto, suscrito por el Che al periodista José O. Barrero del Valle, en entrevista para el Boletín de Santa Clara (órgano oficial de la Junta Local de Contribuyentes y Vecinos), evidenció que el «pueblo cubano es un pueblo que no soporta las dictaduras y las combate decididamente hasta derrocarlas. Yo no he hecho más que sumarme a la lucha de un pueblo por su libertad y ayudarlo a la medida de mis fuerzas; de ello me siento satisfecho».(1)
El domingo 4 de enero, durante una pregunta del corresponsal venezolano de Radio Continente, desde La Cabaña, el Che destacó que la «unidad es un factor esencial. Ahora vamos a la conquista de todo el aporte de las Fuerzas Armadas y también de los demás sectores y la clase obrera, que es fundamental».(2)
Era la oportuna observación del guerrillero desde que, después del jueves 21 de agosto de 1958, partió de la Sierra Maestra rumbo al territorio villareño. Venía con su tropa a consumar la orden asignada por Fidel, el Jefe de la Revolución.
En la región central, al coordinar y dirigir las fuerzas rebeldes, el principio de la unidad, contribuyó a la formación de un ejército popular que liquidó las defensas enemigas en pueblos y ciudades. La trinchera fundamental de la Columna número 8, Ciro Redondo, con operaciones sistemáticas, estuvo en las estribaciones del Escambray. Similar concepto de asunción política, militar, ideológica y estratégica volcó Camilo en la porción norte villareña.
Era, como escribió el periodista Antonio J. Vidaurreta el 1ro de Enero de 1959, el instante que de repente, «como un rayo de luz atravesando las tinieblas de la noche predestinada del destino, resonó por los rincones de La Habana y de ahí por todos los demás ámbitos de la República» en la absoluta libertad del pueblo cubano.(3)
¡Fidel con nosotros!
La ruta de la Caravana de la Libertad, con Fidel al frente, crecía a cada instante. Una parada aquí. Otra allá en el tránsito detenido por la Carretera Central. El líder de la Revolución no escatima palabras. Ofrece declaraciones a la prensa nacional y extranjera congregada en los escenarios posibles. Así ocurre desde que partió el viernes 2 de enero de Santiago de Cuba, idéntico día escogido por el Che para despedirse por primera vez de Santa Clara, la ciudad ya liberada por siempre.
Al mediodía una fila interminable de automóviles de todo tipo abandonó la principal vía que atraviesa el país de este a oeste. Los barbudos toman la calle de Colón hacia el parque Leoncio Vidal, la plaza que alberga los principales edificios administrativos, sociales, comerciales y culturales de la ciudad. Fidel avanzó en un jeep descapotable, y saludó a la concurrencia aglomerada en ambas aceras de la ruta. Hay periodistas por todas partes, las cámaras fotográficas y televisivas lo captan sonriente. Al entrar en el edificio del Gobierno Provincial indagó por las condiciones higiénico-sanitarias de una localidad que, apenas horas antes, sufrió criminales ametrallamientos de la aviación batistiana.
Los gritos y ovaciones alientan al Jefe de la Revolución, un «hombre de embrujadora palabra y excepcionales cualidades humanas»,(4) como lo caracterizó el Boletín de Santa Clara. La invitación que dejó el Che a «mantener el mismo espíritu revolucionario para que en la gigantesca tarea de la reconstrucción también sea Las Villas vanguardia y puntal de la Revolución»,(5) contribuye al entusiasta recibimiento.
Fidel, el «revolucionario y, como tal, visionario»,(6) accedió a una conferencia de prensa en el Salón del Consejo de los Alcaldes del Gobierno Provincial.
Abordó disímiles tópicos, incluidos el desarrollo agroindustrial del país, el periodismo y el fervor patriótico de los cubanos. No quedaron preguntas sin respuestas. Atardecía y el pueblo lo aguardó en los exteriores de la edificación administrativa. Rodeado de rebeldes llegó hasta una tribuna improvisada para la ocasión. Lo antecedieron muchos oradores de la localidad, pero en Santa Clara querían escuchar las palabras mágicas y esclarecedoras del distinguido líder.
Hay ovaciones. El jefe de la Caravana de la Victoria tomó el micrófono, y abordó, como antes, variados e impostergables temas. Trascendió el estilo de gobierno en el cual el pueblo «nos hable a nosotros», dijo, porque allí están los que «mandan de ahora en adelante, el que tiene que legislar».(7)
Puntualizó en la Historia de Cuba, y su encuentro con Raúl, cuando apenas contaba con «dos hombres y dos fusiles» después del desembarco del Granma, y siempre pensó en la fe inquebrantable de la victoria, y en la unidad colectiva, un galardón del espíritu nacional.
También evocó al Che, «el héroe de la batalla de Santa Clara» y aseguró que las lacras sociales y las administraciones corruptas serían barridas porque la «Revolución ha triunfado firmemente» con un pueblo que tiene «la responsabilidad de gobernar la república», y resaltó que ese sería el triunfo «para hoy y para mañana», fruto luminoso del engrandecimiento de la patria.
NOTAS
1. José O. Barrero del Valle (1959): «Los jefes rebeldes en Las Villas: Con el “Che” Guevara…», en Boletín de Santa Clara, 1(1): 21, jueves 15 de enero. Fue impreso en los talleres IDEAS, en Berenguer número 160 Este. Los 2000 ejemplares circularon de manera gratuita para difundir los conceptos y líneas de la Revolución. Contó con la espontánea colaboración de redactores y personal de la Escuela Profesional de Periodismo y Artes Gráficas Severo García Pérez, de Las Villas, primera de su tipo después de fundada la institución homóloga de La Habana. La publicación tuvo una sola salida, y en formato de 6 por 8 pulgadas y 32 páginas, apareció en inglés y español.
2. «Habla el Comandante Guevara», en Bohemia, La Habana, p. 51, sábado 10 de enero de 1959.
3. Antonio J. Vidaurreta (1959): «Acerca de El Día de la Liberación Cubana», en La Publicidad, 56(3):6, Santa Clara, lunes 26 de enero.
4. José O. Barrero del Valle (1959): «Los jefes rebeldes en Las Villas: Con Fidel Castro», en Boletín de Santa Clara, Ob. cit., p. 22.
5. Ernesto Che Guevara (1959): «Al pueblo de Las Villas», en La Publicidad, 56(1):2, Santa Clara, viernes 2 de enero.
6. Francisco GattornoNegrín (1959): «Hacia la Revolución Civil», en Boletín de…, Ob. cit., p. 25.
7. Las entrecomillas pertenecen a frases del discurso del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, pronunciado en Santa Clara el martes 6 de enero de 1959.
0 comentarios