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LA TECLA CON CAFÉ

“¡Tengan confianza! ¡Regresaremos!”

“¡Tengan confianza! ¡Regresaremos!”

 

5:32:26 a.m. 

Daba la sensación de que, una vez lanzada la voz de alarma por allá por el primer trimestre del año en Guinea Conakry, había muy poco que hacer contra el Ébola. A fin de cuentas, hubo complacencia, morosidad, cuando no mutis en casi cada recodo del mundo. 

Demoró la reacción. Eso sí, hasta que la infección viral se expandió por Liberia, Sierra Leona, Mali y, sobre todo, contagió a ciudadanos “primermundistas” o amenazó con adentrarse en geografía de la “civilización”. 

Se retrasó y, las más de todas, se limitaban, encima de a intentar controlarles las fronteras, a inyectarles dólares y convocar fuerzas militares para evitar convulsiones e inestabilidad social, que contaminen los continentes allende África. 

Por eso el mundo se conmocionó, cuando la Cuba de hoy exhaló un acto de altruismo, vigoroso, un acto generoso por donde se le mire, como se conocen pocos por estos días del siglo XXI. 

Primero, más de 400 profesionales,  entrenados con meticulosidad en suelo patrio; 165 de ellos salieron a principios de octubre para Sierra Leona, al vórtice mismo de un lugar donde la enfermedad acabó ya con más de 4 500 vidas. Ahora, 83 colaboradores más, asidos como aquellos  al principio de la voluntariedad, partieron la noche de este martes a Liberia (49) y Guinea Conakry (34), donde los espera una pequeña avanzada que ya actúa en el terreno. 

Vísperas de la partida, uno, armado de preguntas miles, los imagina irascibles, preocupados, con los nervios comiéndoselos, con los corazones encogidos por acontecimientos que les trascienden, un tanto perplejos, pensando en cómo harán para sobrevivir al horizonte que les viene encima y con más dudas que respuestas. 

Y la realidad nos estremece, nos arranca los cuestionamientos: con una alegría impaciente y esperanzada, propia de seguridad por el buen actuar, de certeza por saberse a la altura de las circunstancias, los médicos y paramédicos reciben a un grupo de periodistas en la Unidad Central de Cooperación Médica, donde se prepara y atiende a especialistas que cumplen misión internacionalista. 

Pareciera que no hay motivos para la preocupación o, para decirlo como se siente, que no tienen razones para el miedo. 

“Sentimos miedo, ¡síiiii!” Luis Alberto Pérez López acentúa su respuesta en medio de un suspiro que hubiera dejado a cualquier huracán, pongamos por caso el Katrina, en una leve brisa de primavera. Pero a seguidas responde con optimismo al agorero enfrente de él. 

“¿Quién no siente miedo? Al principio, claro. Pero me siento tan bien preparado, que no cabe el miedo en mi. Va a ser difícil, lo sé, pero vamos a cumplir nuestra misión a capa y espada. De eso no pueden tener dudas nuestro pueblo y la dirección del país. El nombre de Cuba y de la medicina nuestra seguirá en lo más alto". 

—¿Y cómo acogió su decisión la familia? 

—La entendieron sin dificultad. Mis padres, que han sido protagonistas de esta Revolución tan grande; mis hermanos, que son internacionalistas también, mis tres hijos —de 16 (muchacha), 17 (varón) y 19 años (femenina)— y mi esposa. Todos comprenden el altruismo de este gesto”. 

Para Luis Alberto, Liberia, el destino en su segunda misión, le deparará un contexto mucho más complicado que el que encontró en Venezuela. 

“Liberia será un escenario con un cuadro epidemiológico muy variado y con un enemigo prácticamente invisible, a diferencia de lo que sucede en Venezuela donde hay muchos avances en la salud y el enemigo era la oposición, contra la cual estamos preparados para enfrentarnos cara a cara. 

“Pero hemos sido muy bien entrenados, repito. Ha sido un curso intensivo de un mes y ocho días. Rotamos por los principales hospitales de La Habana, durante la parte teórica del adiestramiento y en el IPK hicimos la práctica de la técnica. 

“Agradecemos mucho a los profesores de la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud, que nos dieron una preparación perfecta. Solo nos queda aplicar todo lo aprendido y mostrar la valía y voluntad del contingente. 

“¡Tengan confianza! ¡Regresaremos!” 

Y así, con esa brutal tranquilidad que trasmutan sus palabras, se despide. 

Pareciera una pose, una reacción ilógica, un mecanismo de defensa, una máscara o cualquier otro tecnicismo psicológico. Mas cualquiera de estas valoraciones se deshace cuando se les ve a todos, por igual, serenos, convencidos, apasionados. 

“Mira, mi madre no estaba de acuerdo con mi disposición. Tenía mucho miedo, lo cual es lógico. Sin embargo, conversé con ella y aceptó mi decisión cuando comprendió que combatir el Ébola en África, además de todo lo que significa para aquella población, también reduce las posibilidades de que se expanda por el mundo y, por supuesto, de que llegue a Cuba.” 

Esto dice Ronald Hernández Torres y, además, que “el Ébola nos lleva ventaja. Estamos atrasados, esta es una lucha que debió comenzar hace mucho. Así se hubieran evitado tantas muertes y no habría esa sensación de miedo que hay entre la población, no solo de Cuba, sino en todo el mundo. 

“No, yo no siento miedo. Esa es la verdad. La preparación que hemos tenido aborta el miedo que podríamos tener. Cumplimos con toda disciplina todas las normas biomédicas y el riesgo de contagio es casi nulo. Además, tenemos 15 días más de preparación cuando lleguemos a Liberia”. 

“Será un escenario complicado —abunda—, no solo porque el Ébola es ya una epidemia, sino porque solo el 20 por ciento de la población habla inglés, el resto se comunican con dialectos y, además, no hay una situación sociopolítica que facilite nuestra labor". 

A diferencia de Luis Alberto y Ronald, el destino de Rubén Carballo Herrera es Guinea Conakry, pero como ellos es un dechado de seguridad. Al menos esto se puede concluir de su declaración. 

“No me parece una misión tan riesgosa. No, no, no, de verdad que no“, repite una y hasta cuatro veces antes de argumentar su negación.

“Es que ya estuve en Haití en un lugar que estoy seguro es más hostil, más difícil que el que encontraré en Guinea Conakry. Estoy seguro.

“Imagina que estuve en la Isla de Gonâve (isla de Haití situada al oeste de Puerto Príncipe en el golfo de idéntico nombre), un médico y yo solos. Estuve con pacientes que podían pegarte el Sida, poliomielitis, fiebre tifoidea, malaria, tuberculosis… Podría ser igual de riesgoso, pero no más.

“La otra razón es que nos han cuidado muy bien desde que nos escogieron y, como dijeron mis compañeros, la preparación ha sido óptima. Por esto agradecemos a los profesores de la OMS y la OPS, y también a la dirección de la Revolución.

“Trasmita al pueblo cubano que tenga confianza. La misión va a ser satisfactoria. De eso estoy seguro y puedo decir que ninguno de los que partimos hoy tenemos dudas”.

De esta manera, con la única diferencia de las comparaciones con sus experiencias internacionalistas previas, se declaran todos los integrantes del contingente que ahora, cuando usted lee estas líneas, se acercan al vórtice de una enfermedad que, desde marzo de 2014, azota a Guinea Conakry, Liberia, Sierra Leona, Mali, Nigeria…, fuera de control, con altísima capacidad de propagarse y que ya afectó a más de 11 000 africanos.

“Lo que hicimos antes de tomar esta decisión, fue pensar, antes que todo, en los niños, en los jóvenes, en el futuro de África y también del resto del mundo. Por eso partimos con esta tranquilidad que algunos asombra”, resume de este modo Carballo Herrera, quien no vacila en hablar por sus compatriotas.

Y a uno no le queda otra que pensar que, si en este principio se basa todo lo demás, llevan todos los asideros, cargan todas las razones para emprender el camino que este martes (re)iniciaron.

Les ocurre, se me antoja pensar, como a Woody Allen, que les valen los sacrificios del presente pensando en el mañana que tanto les interesa, porque es allí, en el futuro, donde vivirán el resto de su vidas. Ellos y, más importante aún, sus descendientes.

 (Fuente: Cubadebate)

 

 

 

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