María Félix: La gran creación de una diva
5:49:58 a.m.
María Félix «nació dos veces», señaló alguna vez el escritor Octavio Paz: como mujer y para esculpir su figura de diva, inspirar a artistas y marcar lo que se conoció como la época dorada del cine mexicano.
La mujer a la que Agustín Lara cantó María bonita se instaló en la memoria de México gracias a una filmografía de casi 50 películas, donde interpretó a mujeres fuertes, capaces de imponerse ante la figura del macho mexicano de su época.
Pero también logró que su historia trascendiera a la pantalla grande. Incluso al retirarse de la actuación se encargó de que su nombre se asociara con los elementos que construyen a una diva —entre ellos los excesos—, al estilo de Greta Garbo, Marlene Dietrich o Marilyn Monroe.
«Fue una leyenda en vida, la veo como una figura de estrella que no tuvo ninguna sucesión en México. Una casi única en la historia del cine mexicano», dijo en entrevista Jorge Ayala Blanco, crítico de cine.
Ella siempre quiso que su edad mantuviera el estatus de misterio. «En México cumplir años es como un pecado. ¿Por qué precisar?», mencionó María en una entrevista en la década de 1990.
Sin embargo se sabe que este martes se cumplen 100 de su nacimiento, ocurrido en la comunidad de Álamos, estado de Sonora, en el norte de México.
En sitios como la Cineteca Nacional, el Palacio de Bellas Artes, e incluso en las instalaciones del Metro en la capital mexicana, se desarrollan durante esta semana homenajes en los que se recuerda a La doña, como se le conoció después de protagonizar en 1943 la cinta Doña bárbara —dirigida por Fernando de Fuentes, y por su trabajo en la cinta Doña diabla (1949).
A partir de esas películas, en varios de sus proyectos interpretó personajes con características similares: el de una «súper hembra» bellísima, que emplea sus atributos para enloquecer a los hombres, manipularlos y despreciarlos… hasta ser «una mujer fatal a la mexicana», como la describió el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).
«La veo como una especie de gran desvirilizadora de los machos mexicanos», comentó Ayala Blanco sobre la huella que dejó María en la cultura de México.
"Es una pionera en más de un sentido… en más de un sentido fue también la emancipada porque no olvidemos que era una mujer divorciada, que crió un hijo. Era todo un emblema para la época", comentó José Felipe Coria Coral, director del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM.
Desde la perspectiva del crítico Ayala Blanco, aunque ella no tuvo una formación como actriz, contó con la ayuda de grandes directores para explotar su capacidad de encarnar el personaje de mujer "aplastante" que se le encomendaba.
«Rendía formidablemente. Casi parecía una gran actriz, cosa que no lo era… era una cosa totalmente instintiva», opinó sobre los papeles de María en cintas como La devoradora, Doña Diabla y Enamorada (1946), donde trabajó al lado de Emilio el Indio Fernández y Pedro Armendáriz.
«Su registro era limitado, no era muy amplio. Básicamente se mantuvo en ese rango de femme fatale (mujer fatal), pero dentro de eso lo hacía bien, era muy convincente en películas como Enamorada o La diosa arrodillada», coincidió García Tsao.
Amor e inspiración
A la par de su ascenso en la industria cinematográfica —trabajó con el director Jean Renoir en la cinta French Cancan—, México conoció los amores de María Félix.
De acuerdo con un texto de Enrique Krauze, publicado en la revista Letras Libres, el primer amor de María fue su hermano Pablo. Sus familiares, al percatarse de la situación, enviaron a Pablo un Colegio Militar, y él moriría joven. «El perfume del incesto no lo tiene otro amor», dijo la actriz, según el relato de Krauze.
Su primer matrimonio fue con Enrique Álvarez Alatorre. Con él tuvo su único hijo, Enrique Álvarez Félix, cuyo fallecimiento en 1996, cuando ella tenía 82 años, significó uno de los momentos más dolorosos de su vida. Antes, la muerte le había quitado a otro amor.
En 1952 se casó con el actor e intérprete Jorge Negrete, otra figura de la época dorada del cine mexicano, con quien trabajó en la cinta de El peñón de las ánimas (1942). Su unión cautivó la atención de la gente. Sin embargo un padecimiento los separó en diciembre de 1953, cuando falleció el charro cantor por un mal hepático.
Otro de sus esposos, Agustín Lara, conocido como El flaco de oro, escribió a la actriz el tema María bonita, una canción que ella consideró como un «regalo eterno»… aunque en algún momento de su vida, Carlos Monsiváis le preguntó si no le aburría escucharla tanto en los homenajes, y ella respondió:
«Mira, yo ya no oigo esa canción, pero sé que los hace felices pensar que me hacen feliz».
Además de El flaco de oro, otros artistas le dedicaron canciones a la belleza y al temperamento de María, quien alguna vez dijo que tenía «corazón de hombre», y prefirió incursionar en el cine europeo, antes de probar suerte en Hollywood.
Juan Gabriel le escribió el tema María de todas las Marías. «María, de todas las Marías, tan bella que hasta te pareces a la madre de Dios», dice la letra.
Los Amantes de Lola también le escribieron una canción, La doña. Y de acuerdo con la propia actriz, José Alfredo Jiménez —otro de los grandes compositores mexicanos— le dedicó el clásico Ella.
«Esta canción me la compuso un enamorado sin ilusiones…no quiere decir nada que Alfredo, José Alfredo Jiménez, después, cuando yo ya me la aprendí de memoria, se la cantara a otras. Pero esa fue para mí», dijo María en una de sus apariciones en la televisión mexicana, donde cantó el tema con la voz gruesa que la caracterizó.
La leyenda de La doña —fallecida el 8 de abril de 2002— también llevó a que le cantaran Plácido Domingo y Luis Miguel, y a que la retrataran artistas plásticos como su último amor, el pintor francés Antoine Tzapoff, y el muralista mexicano Diego Rivera.
«Me pintó como él quería, desnuda... como estaba enamorado», dijo María sobre un cuadro de Rivera, en una entrevista con Jacobo Zabludovsky. Luego ella contó que en algún momento en su casa le pidió a un albañil que modificara el retrato, para cubrir la desnudez con un poco de pintura.
Autores como Octavio Paz y Carlos Fuentes dedicaron algunos de sus párrafos a tratar de descifrarla, en diferentes ámbitos literarios.
Una diva
«Si yo me creyera todo lo que la gente me dice, que soy la más inteligente, que soy la más guapa, que soy la más fregona… no me creo eso. Yo he visto mujeres muy guapas en mi vida, más que yo», mencionó María en otra entrevista, con el periodista Ricardo Rocha, grabados en la década de 1990.
Durante ese diálogo se observa a La doña ataviada con joyas doradas, en ocasiones fumando, y casi a punto de llorar cuando reproducen un fragmento de la película Enamorada, y siente nostalgia al escuchar la voz del actor mexicano Pedro Armendáriz.
En otra entrevista para la cadena Televisa, con el periodista Jorge Berry, María dio su definición sobre lo que es una diva.
«Cuando una mujer conocida, y ya con un nombre, y un currículum muy pesado, entra a un lugar, hace un desplazamiento de aire... La gente se vuelve, la gente se queda muda y queda viendo a esa persona. Eso es muy raro», dijo.
«Conocí una (mujer) que a mí que pareció que era diva, esa sí, que se llamó María Callas… María Callas tenía eso que una diva debe tener, la fascinación», mencionó sobre la cantante estadounidense de ópera, hija de inmigrantes griegos, que murió en París en 1977.
Críticos de cine, actores, periodistas y espectadores también han reconocido a María Félix como una diva que apareció en el momento adecuado, cuando el cine mexicano vivía un momento de apogeo de producción, su época dorada, con figuras como Pedro Infante y Dolores del Río.
«Lo de diva le venía bien porque sí tenía toda esa actitud, de que teníamos que reverenciarnos ante ella», expresó García Tsao. El término de diva, agregó el crítico, se asignó por lo general a cantantes de ópera, que exigían que las personas alrededor les rindieran culto.
En la opinión de Ayala Blanco, ya no surgen divas de ese tipo porque la industria del cine mexicano perdió magnitud, y además los medios de comunicación actuales dificultan que persista el misterio que solía rodear a ese tipo de figuras de la cinematografía, y que dio pie a que la gente construyera mitos sobre su vida.
«La realidad se ha vuelto mediática, en esa época no lo era, todavía había un mayor margen de libertad, y de secreto. Actualmente ya no hay ningún misterio», comentó.
«Ahora los actores ya no son glamorosos, de repente agarran a uno vomitando en la calle, al otro orinado, sin rasurar, a cada minuto los pueden agarrar cometiendo alguna infidelidad», dijo Felipe Coria sobre porque ya no hay divas similares.
En cambio, agregó, María «tenía esta capacidad de llevar su vida como la llevaba cualquier estrella de Hollywood, muy glamorosa, muy llamativa, siempre haciendo comentarios para la prensa, algunos bastante picantes».
El peso del mito
La doña dijo en una ocasión que no se veía a sí misma como un mito, aunque en ocasiones era un «poco pesado» ser María Félix, y responder a la expectativa que tenían los demás sobre ella.
En una ocasión, recordó García Tsao, María acudió a la Cineteca Nacional, cuando se presentó ahí un libro sobre su vida. «Había mucha pompa y circunstancia porque estaba el presidente De la Madrid ahí», relató el crítico. «El presidente De la Madrid fue con La doña y le pidió que le autografiara uno de sus libros. Ella tomó el libro, volteó a ver al presidente, y le dijo: “¿Cuál es su nombre?”», contó García Tsao sobre La doña y su personaje irrepetible.
El escritor mexicano Octavio Paz —el centenario de su nacimiento también se cumplió este año— dijo alguna vez sobre la actriz:
«María Félix nació dos veces: sus padres la engendraron y ella, después, se inventó a sí misma… la gran creación de María Félix es ella misma».
(Fuente: CNN Mexico)
0 comentarios