Al habla con Fernando, el agente Vicky
9:16:03 p.m.
Fernando González Llort, un habanero de 35 años, de bigote y cabellos negros, fue el último en sumarse a la red Avispa, formada por 15 hombres de la inteligencia cubana dispersos entre la mafia cubanoamericana en Miami, Cayo Hueso y Tampa. El esperado agente Vicky —uno de los nombres de guerra que adoptaría Fernando—se sumó al grupo en 1996, cuando ya este se encontraba debilitado.
No hay indicios de que Fernando haya realizado algún trabajo de campo, como infiltrarse en organizaciones o producir informes sobre militantes anticastristas. Su tarea consistía en recolectar, organizar y enviar información al jefe del grupo sobre los terroristas que, por avión o disfrazados de turistas, planificaban atentados contra Cuba, contrabandeaban armas y detonaron explosivos en hoteles de La Habana, causando heridos y muertos.
Graduado con título de Oro en Relaciones Internacionales, fue sentenciado en 2001 junto a Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y René González, por cargos y delitos no cometidos, pese a que en el juicio que se les celebró en la ciudad de Miami ellos demostraron que no atentaron contra la seguridad de Estados Unidos.
Su pena inicial fue de 19 años, que se redujo a 17 años y nueve meses en prisión tras el proceso de resentencia al que fueron sometidos solo él, Labañino y Guerrero en 2009.
Fernando González fue arrestado junto a sus compañeros el 12 de septiembre de 1998 durante una operación del Buró Federal de Investigaciones en Miami, cuando tenía entonces 35 años.
A mediados de 2012 fue trasladado de la penitenciaría de Terre Haute, en Indiana, a otra en el estado de Arizona.
Este 27 de febrero Fernando González Llort, cumple su condena, motivo más que suficiente para reproducir la entrevista que le concediera a blogueros cubanos por mediación de René González, otro miembro de la Red Avispa, ya liberado y residente en La Habana. Sin otros detalles, aquí el texto completo, tal y como se publicara en el sitio CubaSi, bajo la firma de Carlos Alberto Pérez
—¿Podrías mencionar las cinco palabras que más han venido a tu mente en los años de prisión injusta? Si deseas comenta alguna o todas.
—Cuba, Familia, Gratitud, Lucha, Libertad.
—Este 14 de febrero será el último tuyo tras las rejas sin tu Rosa. ¿Cómo piensas organizar el próximo, cuando al fin podrás pasarlo entre los brazos de tu amada?
—Muchas gracias por tu pregunta que está dirigida al ámbito humano y de los sentimientos, lo cual contribuye a que los lectores nos conozcan mejor como seres humanos. Cuesta trabajo en estos momentos en que se acerca vertiginosamente la fecha de mi salida de prisión y regreso a Cuba después de tantos años de encierro, pensar en cómo quisiera organizar algo de tanta significación, pero para lo cual falta un año. Son muchas las cosas que en estos días finales en la prisión pasan por mi mente sobre la experiencias que me esperan en los próximos días, todas seguramente muy intensas.
«Hay muchas incógnitas y muchos deseos por llevar a la realidad. Esto hace difícil pensar en algo que ahora se observa distante, como es el 14 de febrero del 2015. Sé que me vas a comprender aunque mi respuesta no es la que deseabas o esperabas. Pero te puedo asegurar que, teniendo un año para pensar en cómo celebrar ese día, haré todo lo que este a mi alcance para que sea uno bien especial. Eso es lo que me propongo desde ahora».
—Si pudieras hablar con el presidente Barack Obama qué le dirías sobre tu caso y el de tus compañeros.
—Un saludo a Iroel Sánchez. Soy un lector asiduo de sus trabajos y de otros que se publican en La Pupila Insomne, y me parece un blog de mucha calidad por el contenido de los trabajos que publica y una contribución muy importante en la batalla en el campo de las ideas y la información.
«Si pudiera hablar con el presidente le pediría que como ex profesor de Derecho Constitucional mirara sin prejuicios la evidencia sobre nuestro caso y las opiniones que importantes y prestigiosos juristas norteamericanos y de otros países han emitido sobre el mismo. Que lea sin prejuicio, por ejemplo, los Amicus Briefs que se presentaron a la Corte Suprema por más de diez ganadores como el del Premio Nobel.
«Le pediría que como ex activista comunitario tratara de ver de una manera desprejuiciada la realidad cubana. Estoy seguro que vería allí solucionadas muchas de las dificultades por las que trabajó para solucionar en las calles de Chicago durante su juventud. Vería los esfuerzos de nuestro pueblo por tener una sociedad cada vez más justa, y que eso era lo que defendíamos Los Cinco.
«Le pediría que como político revisara la historia; esa que nos ha propuesto repetidas veces olvidar, y que vea como Cuba ha tenido que enfrentar más de 50 años de agresiones, muchas de ellas violentas, y como desde Miami se organizan estas sin ser debidamente combatidas por los organismos que deberían hacerlo. De ahí la necesidad del trabajo que Los Cinco hacíamos.
«Después de ver esos tres ángulos del asunto, que llegue a sus propias conclusiones. Si logra hacerlo sin prejuicios, estoy seguro de que al siguiente día estaríamos los cuatro en La Habana junto a René».
—Fernando, tuviste el honor de participar, como internacionalista, en la lucha por la independencia de Angola, que ayudó a descolonizar África y puso fin al régimen del apartheid, ¿qué experiencias puedes compartir con los blogueros cubanos respecto a esa etapa?
—Sobre mi participación en Angola puedo decirte que fue una de las experiencias determinantes en mi formación. Yo era muy joven entonces, recién graduado de mi carrera universitaria con 24 años cuando tuve esa experiencia. Y coincidió que fue una etapa decisiva de la participación cubana en Angola.
«Yo estuve allí entre 1987 y 1989, cuando se desarrollaba la Batalla de Cuito Cuanavale, en donde no estuve físicamente. Pero si fui testigo del avance hacia el sur, en dirección a la frontera con Namibia, de las tropas cubanas y angolanas que se encontraban estacionadas en el suroeste.
«Tuve el privilegio de ser designado a trabajar en el Estado Mayor de la Agrupación de Tropas del Sur, en Cahama, y ser testigo del espíritu de los cubanos y de los angolanos que habían sido parte de ese avance de las tropas en dirección sur, una operación que decidió la contienda y, junto a la resistencia en Cuito Cuanavale, abrió el camino al fin del conflicto, a la independencia de Namibia y, como reconoció Mandela, al fin del Apartheid en Suráfrica.
«Más adelante regresé a Lubango, el punto desde donde habían salido las tropas en su movimiento al sur, donde fui parte del Grupo Operativo que allí estaba destacado, y trabajé más directamente con los compañeros de las FAPLA que tenían en esa ciudad del sur de Angola su Estado Mayor para las tropas en esa región. Fue una experiencia muy enriquecedora trabajar con ellos día a día y ser parte del espíritu de camaradería que nos imbuía a todos, del espíritu de lucha que los caracterizaba.
«Fui parte del regreso honroso de nuestras tropas victoriosas y recibir el reconocimiento de nuestro pueblo al llegar al vecindario es una de las cosas más emocionantes que he vivido.
«Fue muy instructivo ver a un pueblo que había sido víctima del colonialismo luchar por preservar su independencia y contribuir nosotros en ese esfuerzo, a la vez que ellos hacían el mayor esfuerzo por salir adelante. A la vez, pude constatar los efectos de siglos de colonialismo, el atraso y el subdesarrollo al que habían condenado a Angola hasta ese momento y los efectos de más de diez años de guerra impuesta desde el exterior. Aprendí más de esa experiencia que de todos los libros que pudiera haber leído hasta entonces sobre el capitalismo y los efectos del dominio colonial sobre nuestros pueblos.
«Fue bonito y aleccionador ver a los angolanos resistir y esforzarse por salir adelante a la vez que brindaban su territorio a la SWAPO de Namibia que luchaba por la independencia de su país.
Respuesta sobre el tema a una entrevista anterior:
—Angola fue otro hito importante en mi vida.
«De los cubanos y angolanos que me rodeaban aprendí mucho. Constatar el espíritu de camaradería y solidaridad en condiciones difíciles, la sencillez de unos y otros, el esfuerzo colectivo y en equipo a pesar de las diferencias culturales. La riqueza que aportaban precisamente esas diferencias, aprender los unos de los otros.
«Yo tenía entonces 24 o 25 años, pero la mayor parte de los soldados cubanos y muchos de los angolanos eran aún más jóvenes que yo. En esos dos años vi a muchos cubanos llegar a Angola con las características físicas y psicológicas de quienes aun están saliendo de la adolescencia y transformarse en hombres jóvenes, forjados por la disciplina, la responsabilidad y la conciencia revolucionaria. Yo no era ajeno a ese proceso de maduración que también se producía en mi persona.
«Yo era un joven graduado de la universidad, joven de la ciudad, que creía saber mucho. Pero allí aprendí, de angolanos y cubanos, que además de instrucción que uno pueda tener hay otras cosas que tienen que ver con la formación del carácter, con la sensibilidad humana, con el espíritu solidario, que son tan o más importantes.
«Ver con mis propios ojos el resultado del colonialismo. Las consecuencias para los pueblos, en este el angolano, me enseño más que todos los libros que pudiera haber estudiado. Ver el espíritu de lucha de ese pueblo y la voluntad de superar ese pasado, rechazando la agresión externa y enfrentando a las fuerzas de la contrarrevolución interna apoyadas desde el exterior, fue también una lección.
—Aun cuando la prisión ha resultado una dura prueba, ¿cómo nos explicas el respeto y el reconocimiento que Los Cinco han generado en las cárceles norteamericanas? ¿Cuáles han sido las principales muestras de solidaridad de los presos en EE.UU?
—El respeto y el reconocimiento que Los Cinco hemos generado en las cárceles norteamericanas lo atribuyo a una conjunción de factores. En primero lugar, las otras personas observan a un preso que es un individuo serio, que no entra en dinámicas tan típicas de la prisión que son el caldo de cultivo para los conflictos entre presos. Observan también la serenidad que uno mantiene y la madurez para aconsejar o dar un criterio a alguien que lo solicita y la discreción y la reserva cuando entra en conocimiento de alguna situación, personal de otro preso que la comparte con uno o de otro tipo. Eso va creando un criterio de respeto entre los presos hacia uno, aun sin que conozcan la naturaleza del caso nuestro.
«Por otra parte, las personas que hemos retado a las autoridades en un juicio siempre son, en general, vistas con cierto respeto. Se les reconoce la actitud cuando no son muchos los que lo hacen.
«Ya cuando hay cierto conocimiento, aunque no sea en detalles, del caso que nos mantiene en prisión, entonces entran a jugar otros factores que contribuyen a ese respeto al que te refieres. Ya la gente sabe, no solo que fuiste a juicio, que como te decía, por si solo genera cierto respeto, sino que eres un preso que enfrentó todo el odio que el gobierno de este país suele vertir contra quienes considera sus enemigos políticos.
«Aquí entra a jugar también, y está en la base de todo, que muchas personas, aun sin conocer detalles de la historia de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, y sin tener casi ninguna conciencia política, por instinto, saben que Cuba se enfrenta y ha resistido, al poder del gobierno estadounidense. Ven en nosotros, pues, un reflejo de esa resistencia, somos parte de ella, nos asocian a ella, y eso genera respeto.
«Todos esos factores se van juntando. Y entonces adicionas el apoyo que ven que recibimos tanto del pueblo cubano como de tantos amigos alrededor del mundo. Y, aunque no conozcan los detalles, notan el correo que recibimos y que enviamos. Saben que eso significa apoyo.
«Como te decía, son factores que se van juntando. Unidos, conforman una circunstancia que hace a los otros presos percibirnos como personas serias y dignas, y mostrar hacia nosotros ese respeto al que te refieres».
—¿Cuánto ha influido en su resistencia los mensajes y muestras de apoyo de los cubanos y amigos alrededor del mundo?
—Los mensajes y muestras de apoyo de los cubanos y de los amigos alrededor del mundo han tenido una influencia significativa en nuestra resistencia. No se trata de que sin ellos no se hubiera resistido. Pero sin dudas, hacen la resistencia más llevadera, más fácil. El saber que uno tiene la comprensión y el apoyo de todo un pueblo que lucha y de cientos de miles de amigos alrededor del mundo le da a uno más confianza en la victoria y aprende uno también de quienes luchan por nosotros en condiciones tan desventajosas como pueden ser las que enfrentan nuestros amigos en otros países en los que sacar adelante los temas de nuestro caso requiere mucho esfuerzo, iniciativa y perseverancia.
«Por otra parte, el recibir tantos mensajes de solidaridad y apoyo también tiene una repercusión práctica, concreta. Ya me referí en la respuesta anterior a un ángulo de esa repercusión, pero también las autoridades de la prisión, y muchos otros presos, llegan a conocer quiénes somos y el apoyo que recibimos. Eso influye hasta cierto punto en el cuidado que aplican ante ciertas circunstancias en el tratamiento que nos dan, sin que eso implique que recibamos ningún tratamiento diferenciado. Solo que hay cuidado en cuanto a cómo nos tratan».
—Fernando, todos sabemos que los héroes cubanos son de carne y hueso, nos gustaría conocer ¿qué prefieres bailar, comer, leer o hacer en tus ratos de ocio?
—Mira, prefiero bailar la música cubana, y en general, lo que se conoce como «Salsa». No soy un gran bailador, pero me divierto. La comida preferida es la criolla. Un buen congrí con carne de cerdo y un buen plato de yuca con mojo.
«En cuanto a la lectura, me gusta la historia, los temas de economía internacional, los temas de ciencia, la información política y la científica, así como la buena ficción.
En los ratos de ocio me gusta disfrutar del deporte. Tanto practicarlo como verlo por la televisión».
—Cada generación tiene un papel que jugar en la Historia de su país. En la época que te correspondió, supiste ser consecuente con esto. ¿Cómo te sientes al respecto? ¿Cuáles son, a tu entender, los retos actuales de la juventud cubana?
—Puedo decirte que me siento satisfecho de cumplir con lo que considero mi deber y hacerlo con dignidad y con honor.
«Estoy consciente de la razón histórica por la que estoy preso, se trata de castigar a Cuba y de ahí las serias injusticias cometidas en nuestro caso. Esa conciencia me proporciona serenidad y tranquilidad. Sé que estoy preso por una causa honorable y eso me permite ser un preso optimista y hasta feliz, en el sentido de la satisfacción del deber cumplido.
«No me siento en capacidad de definir los retos concretos de la juventud cubana actual. Son muchos años fuera de Cuba y, aunque me mantengo informado sobre la realidad nacional, no tengo el contacto sistemático con esta que creo sería necesario para hacer tal valoración y ofrecer una opinión. En general, me parece que los jóvenes deben prepararse lo mejor posible en el ámbito de los conocimientos pero también, y fundamentalmente, en el ámbito de los valores, para hacer el mayor aporte posible hoy y en el futuro a dar continuidad a la obra de la Revolución, en un mundo cada vez más complejo y lleno de retos y peligros. El conocimiento profundo de la historia de nuestro país y de las tradiciones de lucha de nuestro pueblo es fundamental en ese sentido, en mi opinión».
—De todo este tiempo en prisión, cuál ha sido el (o los) libros que más le han impactado, los que mejor recuerda?
—Hay dos libros que me han impactado más que ningún otro, aunque hay muchos que han sido muy interesantes. El primero de ellos lo leí por primera vez al comenzar a servir mi sentencia y es el libro de Cintio Vitier «Ese Sol del Mundo Moral». Un libro que todo cubano debería leer por la interesantísima interpretación de la historia de Cuba que se hace en el mismo y el exquisito estilo literario que caracteriza la obra de Cintio, en mi opinión, el ensayista cubano más profundo de los que he leído.
«El segundo libro al que hago referencia lo he leído casi al terminar de cumplir mi sentencia porque es de reciente aparición y espero que en el futuro cercano pueda ser traducido al español porque también creo que todo cubano debería leerlo. Se titula “Visions of Freedom. Havana, Washington, Pretoria, and the Struggle for Southern Africa, 1976-1991″. Es un libro de un académico norteamericano que se llama Piero Gleijeses. Profesor de la Universidad John Hopkins.
«El había escrito ya un primer libro sobre la participación cubana en Angola y ahora, después de 15 años de investigación y acceso a documentos nunca antes publicados, ha escrito lo que considero una obra maestra. Siendo un libro académico, me emociono más que cualquier novela porque recoge el esfuerzo cubano en Angola hasta la victoria final. Hay largas y abundantes citas de documentos desclasificados por Cuba, incluidas transcripciones de reuniones en las que se tomaron decisiones trascendentales y decisivas, reuniones de la más alta dirección del país, del Comandante en Jefe, de altos mandos políticos y militares, tanto de conversaciones entre ellos como con sus contrapartes angolanas y soviéticas de entonces.
«Y lo que transpira en el libro y el autor lo captura muy bien en base a las fuentes documentales no solo cubanas sino también estadounidenses, surafricanas y de otros países, es la política exterior de principios de la Revolución cubana, su altruismo, el de nuestro pueblo, la firmeza en los principios y la delicadeza y el respeto con que se trataron cada una de las contradicciones que se presentaron en los anos de misión internacionalista cubana en Angola, a la vez que se mantenía la independencia de criterios y se defendía con firmeza las opiniones políticas y militares de Cuba sobre cómo actuar. Opiniones que a la postre fueron las que predominaron y solucionaron el conflicto.
«Cuando uno lee el libro se llena de orgullo de ser cubano y de ser revolucionario, de la dirección de la Revolución, y de haber sido parte de ese esfuerzo internacionalista».
—Fernando: El heroísmo para muchos solo es cosa de las películas de Hollywood o los libros de historia. ¿Se ve Fernando a sí mismo como un héroe?
—Yo no me veo como un héroe. Yo simplemente hice y he hecho lo que estoy seguro que millones de cubanos habrían hecho. Yo lo que puedo decir es que, en todo caso, yo fui privilegiado con la oportunidad de hacer lo que millones hubieran deseado tener la oportunidad de hacer, y ante una circunstancia adversa, un momento definitorio, asumí una posición que creo que está acorde con la historia de nuestro pueblo, su espíritu de lucha y de resistencia. Y esos valores inculcados que nos llegan a través de la historia de luchas de nuestro pueblo son los que llevamos en nuestros corazones la inmensa mayoría de los cubanos, no solo nosotros cinco. Por eso digo que lo que nosotros podamos haber hecho lo harían millones de cubanos al igual que lo hicimos nosotros. Por eso la Revolución está ahí y continúa adelante.
—¿Qué te ha aportado la música y como la has vivido desde allá dentro? ¿Qué evolución destacas y cuales son para vos los logros de la revolución cubana en la música de hoy?
—Con respecto a la música estoy desactualizado, especialmente en cuanto a la música que se hace hoy en Cuba. Durante la mayor parte de mi tiempo en prisión no he tenido acceso a música cubana. En el ultimo año y medio he tenido un acceso a ella parcial y limitado a la música producida en nuestro país hace quince o veinte años, nada más reciente que eso. No puedo, por tanto, hacer comentario alguno sobre la evolución de la música en nuestro país. No me puedo referir a lo que en tu pregunta defines como «la música de hoy».
«Si te puedo decir, en referencia a la otra parte de tu pregunta, que escuchar la música, sobretodo la nuestra, aunque no sea la actual, a lo cual he tenido acceso como te decía en el ultimo año y medio, es transportarme mentalmente a Cuba, recordar las amistades, mi juventud, recordar la ciudad en la que he vivido toda mi vida, la cultura cubana, etc. Son momentos en que, como decimos en la prisión “nos vamos en un viaje”».
—¿Cuál es el principal reto que tiene el movimiento de solidaridad internacional en la causa de los Cinco y en qué acciones debemos enfatizar todo el esfuerzo?
—Yo trato de ser muy cuidadoso al emitir una opinión sobre el movimiento de solidaridad internacional y mucho más tratándose de identificar cual es el trabajo que creemos que hay que hacer. En primer lugar, ese movimiento es un esfuerzo de ellos y no dirigido por nosotros cinco. Además, son personas que hacen un gran esfuerzo, con pocos recursos y sobreponiéndose a muchas dificultades. A ellos le debemos mucho y siento una gratitud inmensa hacia todos los que forman parte de ese movimiento.
«Aclarado eso, me parece que el reto principal, y no estoy descubriendo nada nuevo en esto, es conocido por quienes conforman el movimiento de solidaridad, se puede identificar de la siguiente manera: llegar cada vez con más insistencia a los círculos en los que se toman las decisiones políticas, fundamentalmente en Estados Unidos.
«Si revisamos la historia veremos que en las luchas sociales y en casos de injusticia, las autoridades norteamericanas solo han tomado las decisiones favorables a esas causas cuando ha sido conveniente políticamente para ellas, o cuando el costo de mantener la situación ha sido mayor que el de corregirla. El movimiento de solidaridad internacional, conformado por personas con experiencia en las luchas por otros temas de justicia, en tratar de cambiar ciertas condiciones sociales, conoce muy bien esto. La cuestión es como llegar a que esas sean las condiciones, a que, por ejemplo, el costo político de mantener a nuestros hermanos en prisión supere a lo que la autoridades políticamente consideran el beneficio de no liberarlos. La movilización de conciencias en esa dirección, el trabajo para educar a sectores políticos y hacer que se sienta con más fuerza aun la demanda de liberación de nuestros hermanos, de que se haga palpable para los centros de toma de decisión el costo político de no hacerlo, me parece que es el reto principal del movimiento de solidaridad.
«Repito, es algo que nuestros amigos conocen. No digo nada nuevo. El reto está en cómo lograrlo cuando no se trata de personas con influencia política o con recursos económicos para lograr esa influencia política de la manera que funcionan las cosas en este país. Y sé muy bien que los amigos están constantemente ideando como mejorar el trabajo y cómo hacerlo más efectivo. Apoyar el evento de Londres a inicios de marzo y la jornada “Cinco días por Los Cinco” en junio, precisamente en la capital estadounidense, serian formas concretas de contribuir a lograr ese objetivo».
—¿Qué le diría a los jóvenes, como actores imprescindibles en esta lucha?
—Los jóvenes, con su iniciativa y su energía, con su entusiasmo y su capacidad de comunicación con otros jóvenes, con su dominio de las nuevas tecnologías de la comunicación, pueden y deben jugar un rol fundamental en esta lucha.
«Hay trabajo de base, en las comunidades, educando sobre el caso, o contactando oficiales electos (en el caso de Estados Unidos) para el cual se requiere de tiempo, de energías, en las que la juventud puede hacer una contribución fundamental.
«El uso de Twitter, Facebook, y otros medios digitales de comunicación con iniciativa, es otro campo en el que la juventud puede aportar mucho. Tanto la juventud norteamericana, o de otros países, como la cubana de las formas en que le sea factible y con los recursos a sus disposición. La capacidad creadora de la juventud, con mensajes y códigos correspondientes a las formas de comunicación de las nuevas generaciones puede contribuir mucho a hacer llegar la verdad de nuestro caso a cientos de miles de jóvenes en todo el mundo que no conocen del caso, o también para hacer llegar a oficiales electos ( otra vez me refiero a Estados Unidos) el mensaje con la petición de nuestra liberación o elementos de interés sobre el caso.
«Yo les diría a los jóvenes que se sumen con entusiasmo y con dedicación a la lucha. Sin ellos, se haría mucho más difícil lograr los objetivos».
—¿Qué o que cosas le ayudaron a cumplir su sanción íntegramente sin doblegar sus principios? Si tiene alguna anécdota o “consigna” (hablo de elemento de reafirmación) que le ayudó en este empeño.
—El elemento principal que me ayuda a cumplir la condena sin doblegar los principios es la conciencia de que defendemos una causa justa. Esa conciencia confiere serenidad y comprensión de la situación personal por dura que sea. Permite poner en contexto nuestra situación y lo que sucede. Sabemos que lo que se castiga, o lo que se pretende castigar en nosotros es a Cuba por la herejía de tratar de construir una sociedad justa y hacerlo muy a pesar de la hostilidad del país más poderoso del planeta que no acaba de aceptar la idea de que Cuba es un país independiente y soberano. Esa comprensión nos permite darle poner en perspectiva histórica a la situación personal por la que pasamos y asumirla con honor y con dignidad. Permite tener una visión más abarcadora, un cuadro más general, sobre qué representa nuestro caso en un proceso histórico más amplio de hostilidad de las autoridades de Estados Unidos hacia la Revolución cubana. Y sin pretender considerarnos símbolos de nada, espero que la lección que saquen las autoridades norteamericanas es que así como no pudieron doblegarnos a nosotros cinco, no podrán nunca destruir la Revolución.
«Los principios no los hubiéramos doblegado nunca, como se comprobó durante los años iniciales aún en el más absoluto aislamiento, y sé que tampoco nuestros hermanos que permanecen en prisión doblegarán sus principios aún en las más difíciles condiciones. No obstante, la solidaridad y el apoyo que recibimos tanto del pueblo cubano como de tantos amigos y amigas alrededor del mundo, hacen más llevadero el cumplimiento de la condena. A la vez, se convierte en un compromiso para nosotros. Un compromiso de resistencia y de lucha».
—¿Qué ha significado para usted su amistad con Oscar López Rivera?
—Yo tuve el privilegio de compartir algo más de cuatro años de mi encarcelamiento con Oscar. Él es una persona de principios a la cual respeto y admiro. Fue con su ayuda, por ejemplo, con quien di los primeros pasos en el dibujo. El lleva muchos años pintando, y me ayudó mucho cuando decidí introducirme en el dibujo.
«Es una persona de la cual aprendí muchas cosas. Él tiene la experiencia de las luchas en Estados Unidos en los años 60 y 70. Vivió la experiencia de Viet Nam, y antes de eso, de la emigración boricua a Estados Unidos en los años 50 del siglo pasado donde enfrentaron la pobreza y la discriminación racial. Hay una parte de la historia de Estados Unidos de la cual no se habla en los libros de texto: la de las luchas de grupos revolucionarios de afroamericanos, de Chicanos, de puertorriqueños y hasta de anglosajones. Grupos que enfrentaron la represión más feroz del sistema. La década del 70 del siglo pasado fue muy activa para esos grupos. Oscar conoce mucho de las luchas en esa época y a través de él pude conocer de experiencias, pude leer libros escritos por participantes en aquellas luchas. Hay, por ejemplo, presos políticos afroamericanos que llevan más de cuarenta años en prisión como resultado de aquellas luchas y son prácticamente desconocidos por sus propias comunidades.
«Con él también conversé mucho sobre Puerto Rico y la realidad de esa Isla colonia de Estados Unidos en pleno siglo XXI.
«El lleva más de treinta años preso y ha sido verdaderamente maltratado, sobretodo en sus primeras dos décadas en prisión, por las autoridades que vertieron sobre él todo el odio que que suelen verter sobre aquellos a quienes considera sus enemigos políticos. Así que de la realidad de la prisión también aprendí de él.
«Es una persona bien informada, ideológicamente bien definida, con la cual pude sostener conversaciones sobre la realidad política del país, sobre la actualidad, sobre la historia, etc, que de otra manera no hubiera tenido la oportunidad de tener pues lo que predomina en la prisión es la apatía sobre esos temas, la desinformación y la falta de conciencia.
«Oscar es un gran ser humano e hizo más productivo en cuanto a mi preparación y mi educación, mi paso por la prisión.
«A él le deseo lo mejor, y que la lucha de su pueblo y de los amigos que le apoyan conduzca a su libertad. Aunque bien sé que él está dispuesto a hacer el sacrificio que sea necesario y lo asume con ecuanimidad, con dignidad y con honor. Pero se merece ser libre y disfrutar de sus hermanas, de su hija y de su nieta, así como de su pueblo. Un abrazo para él».
—¿Qué piensa hacer a su llegada a la isla?
—Lo principal a mi regreso, en los primeros momentos y días, será disfrutar de mi familia y compartir con Rosa Aurora, de los cuales he estado separado por tantos años. Saludar a los familiares de mis hermanos, compartir con amigos a quienes no veo hace tanto tiempo y tratar de llenarme de la isla, de la vida a la que estamos acostumbrados y que tanto extraño, bañarme en el mar si el clima lo permite, caminar La Habana. Después habrá tiempo para planificar otras cosas, esas son las de los momentos más inmediatos a mi regreso.
«En términos más generales, en cuanto al futuro, unirme a la lucha por el regreso de mis otros hermanos y tratar de contribuir a esta de la mejor manera posible».
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