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LA TECLA CON CAFÉ

La Naturaleza ya no se parece a la Naturaleza

La Naturaleza ya no se parece a la Naturaleza

Ya la culpa de todo no es del totí sino del cambio climático, que al parecer acecha ahora a los XXI Juegos Olímpicos de Invierno, ya que la falta de frío en Vancouver, Canadá, ha obligado a los organizadores a posponer varias de las competencias más importantes.Las montañas se derriten y en helicópteros llevan toneladas de nieve para poder, al menos, continuar el evento.

Por si fuera poco los océanos se tornan más ácidos, según reveló un estudio de la Universidad de Bristol, y para frenarlo, la única estrategia posible es contener las emisiones de Dióxido de Carbono. (CO2)

¿Sería por ello que alrededor de 400 delfines saltaron sobre las olas de casi siete metros que rompían en la costa de Sudáfrica?

La Naturaleza ya no se parece a la Naturaleza, y la única verdad es que si la destruimos nos morimos. Preocupación que también comparte la escritora, Margaret Atwood (Ottawa, 1939)  cuya obra  destaca por la  ironía, humor y magnetismo con que crítica mundo que le rodea.

«La naturaleza no nos necesita. Nosotros somos los que la necesitamos. La naturaleza se las ingenia bien sin nosotros», afirmó la escritora canadiense, quien participa la  en la XIX Feria Internacional del Libro de La Habana, a la que asiste como una de sus principales invitadas.

También habló de la escasez de agua potable, el daño a los océanos, la pesca indiscriminada y el comportamiento humano.

La destacada intelectual, Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2008, confiesa que le gusta describir los árboles, las flores, la gente «porque en los detalles siempre se encuentra Dios.»

Según ella, «Para conseguir una buena ambientación es imprescindible pararse en los detalles. En una escena puede haber una energía, pero para subrayarla, hay que insistir en los detalles».

De haber estado en la costa sudafricana y no en la capital cubana, hubiera disfrutado la «manada» de  delfines que, lejos de intimidarse por las enormes las olas, las saltaban como verdaderos acróbatas.

Todo un espectáculo que pone de manifiesto el esplendor de la madre Natura.

 





 

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