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LA TECLA CON CAFÉ

AL CUBANO NADIE LE ARREBATA LA ALEGRIA

AL CUBANO NADIE LE ARREBATA LA ALEGRIA

Por Mercedes Rodríguez García

Cuarenta y ocho años atrás era el cumpleaños 108 del Apóstol. Desde una tribuna, ubicada tal vez un poquitín más a la izquierda o a la derecha del oeste o noreste del centro de la ciudad, la multitud escucha y aplaude enardecida las palabras de Fidel.

El Jefe de la Revolución, ha venido a Santa Clara a inaugurar una escuela donde antes existía un regimiento rendido, vencido. No le quedaba otra alternativa a las desmoralizadas tropas batistianas acantonadas en la tercera fortaleza militar de la Isla por su importancia en armas y efectivos. Cercadas, hambreadas, desilusionadas, derrotadas moralmente, el 1º de Enero de 1959, el coronel Cándido Hernández, depone armas y el Regimiento Leoncio Vidal al Che Guevara.

Las hojas del calendario han caído y muchos ya no viven para contar ambas historias. Es la mañana del viernes 24 de 2009. El mismo pueblo acude al mismo lugar. El sol se muestra inocente y apenas hinca la piel, la explanada repleta de santaclareños volvió a adquirir los tintes verde olivo de la antigua batalla por la libertad, de los nuevos escolares uniformados, de las franjas y triángulos gloriosos, de las estrellas luminosas de cien años de lucha, del rojinegro 26 de siempre subiendo del llano hasta la Sierra...

Desde abajo puede subirse serena la mirada hasta topar con las nubes, sosegadas de grises, tenues, voladizas de blancos y de azules. Desde arriba, consiguen descender los ojos y rodar límpidos sobre la fachada del añejo cuartel, ahora museo.

En años sucesivos, nada de torreones, nada de aspilleras; los torreones fueron truncados; las aspilleras, voladas de los pretiles, modificado el conjunto arquitectónico  para que nada o poco semejara, los muros, las rejas, la garita;  los clubes de oficiales, el de alistados, la bolera...

Desde arriba alegres sombrillas, pañuelos, gorras y sombreros, peculiares jardines de santaclareños buenos, de hombres, de mujeres, de niños, de blancos, de negros, de abuelos, de extranjeros que cantan, gritan, saludan, se abrazan, codean, se mueven.

Desde abajo se siente la obra revolucionaria, la epopeya anónima de los tiempos difíciles, del nadie desprotegido, del universitario graduado, de la solidaridad compartida, de los caprichos naturales sometidos por la voluntad de los hijos de esta tierra bravía y soñadora.

Mañana es 26 de Julio, Día de la Rebeldía Nacional.

La Ciudad de Marta parece continuar la fiesta por el 320 aniversario de su fundación. La ciudad del Che, sigue sin cansancio la ruta del héroe. Quizás lo vislumbra entre el caserío inmenso de tejas gastadas, en la hondonada rodeada de sabana, en la distancia infinita moteada de arboledas que refrescan los parques, los patios, los solares; en algunos de sus pocos edificios altos, en los cuatro puntos cardinales que domina su estatua de bronce guerrillero.

La villa, Santa y Clara por su nombre, se empeña en otro asalto, por la vida. Hay lucha, ardua y larga, más unidos. Entereza y decisión resultan palabras de honor; el bloqueo y la crisis, no amilanan, más bien atizan el arrojo.

Como aquel 28 de enero e 1961, cuando vino a hablar Fidel surcan el aire centenares de palomas. Dan vueltas y vueltas y más vueltas, mientras con himnos y música desde los altavoces, la multitud «baja del Abel Santamaría para el parque Vidal»

El acto provincial por la condición de Destacada otorgada a Villa Clara, ha concluido. El sol ya pincha y lacera la epidermis, corre el sudor, se agitan pencas, abanicos y cartones tratando de atrapar la temerosa brisa. Las piernas aceleran la marcha, quedan tareas pendientes en el trabajo, y montones por hacer en casa. Pero se impone adelantar...

Hay fiestas populares, nadie está vencido ni rendido, y ¿¡quién se atreve a arrebatarle al cubano la alegría!?

 

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