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LA TECLA CON CAFÉ

Vanguardia, del paso de la pulgada al Viaje a la Semilla

Vanguardia, del paso de la pulgada al Viaje a la Semilla

Por Mercedes Rodríguez García 

La venida al mundo resultaba inevitable, urgente y necesaria políticamente. Del inicio a la corporeidad se sabe que la nueva célula fundía materiales genéticos patriarcales diversos, aunque resulta desconocido el tiempo exacto de gestación.  

Pero lo más difícil y trabajoso fue el parto de aquella criatura de papel y tinta que arrancaba de la madre quejidos metálicos, fragosos, venidos de engranajes ya lubricados para el acto natal: Uno, dos, tres: ¡Clic, clic, clic!... ¡Nada! … !Puja, rotativa, puja! 

Manos poco asépticas, ungidas de aceites y chamusquina hacían lo indeseable para que asomara una sola pulgada, una mínima pulgada de aquel crío bautizado dos veces, pero inscrito definitivamente como Vanguardia, nombre que le venía  bien por aquello de que va adelante del cuerpo principal; por lo de avanzada o punto más avanzado de la primera posición.  

Desde aquel 8 de agosto de 1962 se celebran los cumpleaños, según las circunstancias, momentos, recursos, gentes y dirigentes. Pitos, matracas, globos de colores, músicos, artistas, dulces, bocaditos, refresco, ron, cerveza, excursiones, homenajes, talleres, simposios, concursos, ferias, visitas, intercambio con lectores, barrio debates, festivales… ¡Vaya a usted a saber! Y ¿paradójico, eh? Poco o nada ha quedado registrado en imágenes. «En casa del herrero cuchillo de palo», pensarán algunos.  

Sin embargo, cuánta historia registrada en las memorias de quienes sobreviven —pasaditos de años—  la inexorable marcha del calendario llevando junto con arrugas, calvicie, canas, torceduras ortopédicas o achaques cardíacos, respiratorios o circulatorios, las anécdotas de aquel «cualquier tiempo pasado». ¿Mejor? Tal vez  porque entonces el cuerpo y la mente respondían con la luz y la furia de un relámpago. ¿Peor? Claro, porque la nostalgia, en lugar de entonar los ánimos, quiebra el espíritu y aplasta la alegría.Y también historia en nuestros muertos lejanos o cercanos, en los que partieron de pronto, por falta de planificación,  y en los que dieron señales previas, por demasiado organizados.  

¿Y la de los que llegaron ayer, como se dice? ¿Y la de quienes apenas rondan la treintena? ¿Y la de que ya pasaron la fecha límite de jubilación y no quieren dar su brazo a torcer porque todavía se sienten aptos para el combate incuestionable del periodismo revolucionario? ¿Y la del indispensable relevo por llegar? 

A lo largo de su vida Vanguardia, ha devenido fusión de códigos genéticos; un ser con proyección, siempre con un programa nuevo de por medio encaminado al desarrollo paulatino. Su genoma original (no repetido) contempla lo material y lo humano, lo tecnológico y lo científico.  De cambio en cambio —directores y logotipos incluidos— Vanguardia mantiene su esencia, principios y razones. De ahí que, al decir de Juan Carlos Díaz Gómez, Jefe del Departamento Ideológico del Comité Provincial del Partido, se haya «ganado el respeto y la consideración de los villaclareños» que anhelan  «la llegada de los sábados para disfrutar comentarios, críticas, reportajes, noticias, realidades escritas o gráficas, serias, muy serias o graciosas, que agradecemos porque informan y ayudan a conducir, a transformar lo malo y generalizar lo bueno.» 

Igualmente, como inquiriera Díaz Gómez la tarde del miércoles 8 en que decidimos realizar nuestro acto central por el 45 aniversario,  debemos preguntarnos y respondernos a la altura de tantos méritos y premios conseguidos: « ¿Conformes con la obra construida? No. ¿Dispuestos a seguir en combate? Sí. ¿Cómo? Interpretando, materializando, defendiendo con realizaciones concretas la política informativa aprobada por el Buró Político.» Con aquellos mismos y otros pasos más pensados y reflexivos, marchamos. Con igual o parecida necesidad del dichoso advenimiento de Vanguardia, existimos… 

Era entonces un verano menos caluroso pero tan candente y convulso como este. En lo internacional y en lo nacional, el rol de la prensa sigue siendo social,  inevitable, urgente y necesario. Del paso de la pulgada continuaremos hablando porque en los orígenes, en las raíces —al modo de Alejo Carpentier— yace lo inesperado, cálido y colorista, lleno de pequeños matices y de grandes descubrimientos.  

Veo a Vanguardia en sus 45 años  como  El viaje a la semilla, como el  relato más fabuloso del escritor y periodista. Un recorrido a los orígenes, un camino de ida y vuelta por el laberinto de las palabras a través de la vida. Un viaje hacia dentro, hacia la simiente de la que un buen día germinamos, y a la que, a contrapelo de  la tesis del insigne Carpentier, regresaremos para recordar… ¡y crecer, crecer, crecer…!  Juntos todos para constituirnos en uno: fuerte, robusto, saludable; bandera y escudo, ara y nunca pedestal.

1 comentario

Lorena García -

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