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LA TECLA CON CAFÉ

Osvaldo Doimeadiós: el humor es un acto de fe

Osvaldo Doimeadiós: el humor es un acto de fe

 

9:48:19 p.m.

Osvaldo Doimeadiós es desde hace años una figura muy conocida, y buscada, por sus personajes en la televisión; muy seguido por el público en los teatros, admirado por sus colegas y respetado por su trabajo actoral, humorístico o no. Aquí les dejo, abreviada, una entrevista que le Fefi Quintana Montiel, y que publica el sitio digital Cuba Contemporánea:

El Premio Nacional del Humor 2012 llama la atención sobre la necesidad de repensar, reinventar, lo que se hace a diario en el humorismo.

“Me quedo con deseos de apostar, y que el Centro Promotor del Humor y los humoristas y grupos que conforman el Centro apuesten, por un mayor riesgo en las propuestas. Riesgos que deben partir desde la propia estructura narrativa de los espectáculos. Creo que les hace falta una sacudida a los espectáculos de humor, acorde con lo que demanda el público hoy, con otras necesidades. Debemos situarnos en tiempo y espacio en correspondencia con lo que está viviendo nuestro país. En sentido general, te diría eso. Que quisiera ver algo que apueste por un mayor riesgo formal y de contenido, de todo”.

—Ya el Aquelarre tiene 21 años, ¿cómo ha variado el panorama del humor en Cuba en todo este tiempo?

—El humor ha tomado un camino en que muchas personas han podido sedimentar sus propuestas. Ese es el caso de los grupos Komotú, Caricare, La Leña de Santa Clara, que —y este último es de los que lleva más años haciendo humor en Cuba—, han ido renovándose constantemente. Creo que estas son propuestas que han sedimentado. Al igual que el trabajo de otros solistas.

 “Pienso que los límites del humor, esas cercas, han ido desplazándose un poco. La propia sociedad ha ido asimilando el humor de estos tiempos y hay un nivel de permisibilidad mucho mayor que el que había hace 20 años.

“Otra cosa en contra del humor, básicamente el de la capital, es que casi no se hace en grupo, sino de manera muy individual. No ocurre así con los grupos de provincia. Quizás el dinero y la forma de organizar la vida económica en la capital han hecho fragmentar el humor. Y creo que esto ha ido en contra del género por la propia naturaleza colectiva de los espectáculos. Aunque hay, por supuesto, excepciones que confirman la regla”.

—Dentro del Aquelarre, la entrega del Premio Nacional del Humor tiene mucho peso. En este 2015 no se otorgó, pues ahora es en años alternos. Tú lo recibiste, y muy merecidamente. Pero olvídate de eso. No quiero preguntarte qué significa para ti, sino qué significación tiene este premio.

—Cuando yo dirigía el Centro me tocó, en parte, proponer la creación o la entrega de un Premio Nacional de Humor a la obra de toda una vida. Sin lugar a duda, es una manera de legitimar nuestro género dentro de la cultura cubana. Creo que eso es subir la parada y hacer visible el trabajo de todos los humoristas a lo largo del devenir de nuestro país, como cultura, como nación, y la importancia que ha tenido el humor para la cultura cubana. Yo creo que es una distinción especial.

—¿Cómo podemos preservar el legado de los maestros del humor en Cuba, de esos que ya son Premio Nacional, y de los que no?

—Pienso que hay que indagar mucho más en la memoria de los que nos han traído hasta aquí, y también, por supuesto, de los que hacen el humor hoy. Por eso te decía que hay que engrasar más los mecanismos en estos eventos de pensamiento porque reclamamos más pensarnos a nosotros mismos y pensar en todo nuestro devenir. Y eso debería tener luego una consecuencia, como podrían ser publicaciones de monografías, de materiales audiovisuales. Hay cosas logradas, pero han sido esfuerzos esporádicos. Habría que centrarlos como estrategias de trabajo.

—¿Puede decirse que todo el humor que se hace en Cuba en la actualidad es heredero digno de esa tradición vernácula, popular, que nos honra y de la que nos enorgullecemos?

—Sí. En su gran mayoría sí es heredera de esa tradición. Como en todas las artes, y como en todas las manifestaciones, por supuesto, no todo lo que brilla es oro, ni todo lo que se hace es bueno. Hay cosas buenas, regulares y malas. Y ese es también el caso del humor.

—¿Notas que el facilismo, el acomodamiento, ha alcanzado a buena parte de nuestros mejores humoristas? ¿A qué responde esto?

—Sí. Creo que sí. Ya te respondí la pregunta hace un rato. Pienso que ese regodearnos quizás en nuestras necesidades más urgentes y en una manera de hacer costumbrista ha hecho que los espectáculos o el trabajo que muestran algunos humoristas, o que mostramos todos porque me incluyo, a veces esté plagado también de esas zonas ya demasiado visibles y demasiado usadas ante el público. Y el humor, sobre todo, tiene que ser agua fresca.

—Hay una frase genial de Lope de Vega que dice: “Pues como lo paga el vulgo, es justo hablarle en necio para darle gusto”. ¿Crees que al público hay que darle solo lo que suponemos pide?

—Creo que eso sería como montarnos en un caballo desbocado, como soltar las riendas de la creación. También debemos proponer. Somos entes sociales, actores políticos de un momento, participamos activamente en la sociedad. No debemos despeñarnos barranca abajo en función de lo que suponemos el otro quiere. Eso es también, a veces, una manera de no respetar al público y de no respetar la inteligencia de ese público.

—Blasonamos los cubanos de ser muy humoristas; sin embargo, los espacios dedicados al humor en los medios son poquísimos. ¿A qué se debe? ¿Cómo revertir esto con propuestas de alta factura?

—Sobre esto ya no tengo mucho que decir, puesto que hay demasiadas cosas que a veces a uno lo decepcionan sobremanera, principalmente por los decisores que están en los medios, que a veces son personas que no defienden estéticas sino que defienden puestos. Eso es un mal que nos ha aquejado. Por otra parte, la falta de entusiasmo de los propios humoristas, que apostamos una y otra vez por hacer algo que, aunque vamos a procesar, sabemos que en la concreta nunca se va a poner.

“Pienso que hasta tanto el Centro y otras instituciones comencemos a hacer humor para los medios de manera independiente, como ha sucedido con el cine, o como ha sucedido con el videoclip, las cosas no se van a resolver. Creo que debe surgir otra manera de hacer que evada los caminos trillados porque, evidentemente, en tantos años esos mecanismos creados por el propio Estado para administrar la cultura no han funcionado. Entonces, por esa vía no creo que vayamos a revertir ninguna situación. Son demasiados años perdidos”.

—¿Hay censura en los medios? ¿O ha sido la autocensura, tal vez, una camisa de fuerza mayor que la propia censura?

—Hay censura en los medios y hay autocensura. Además, no se puede subestimar al público, ni en el teatro ni en los medios. A veces intentamos curar tanto el espectáculo, lo mismo teatral que audiovisual, y no pensamos que las personas tienen una capacidad de discernimiento mucho mayor que la que suponemos. Entonces, el humor, como otros productos que generan los artistas, no puede venir en dosis como de medicamentos, o en dosis como los alimentos por la libreta de la bodega.

“Creo que hay que apostar por una mayor libertad y que la gente pueda quedarse con aquellos productos que sí, con aquellas cosas que no. De igual manera, debemos abordar otras temáticas, y otras maneras de mirar esas temáticas también. Yo en eso no veo ningún problema”.

—¿Es el humor una forma de vida, una actitud ante la vida, o una condición del ser?

—Es una actitud y una condición del ser humano y hay que apostar porque el humor siga, precisamente, dándole la condición humana al ser. El humor nos hace tan humanos, tan reales… El humor es un acto de honestidad para el ser humano, y no apostar por ello sería un error.

—¿Crees que el humor es un acto de fe?

—Sí. Para mí, hacer humor es un acto de fe. Sobre todo un acto de fe que convoca, que comunica, que aúna voluntades, que iguala. Yo creo que es un acto humano, genuino y valedero.

—¿Qué haces y qué nuevos proyectos tienes?

—En estos momentos estoy trabajando con Teatro El Público en un montaje que tiene una buena carga de humor porque es una comedia. Una puesta de Carlos Díaz a partir de la versión que hizo Héctor Quintero para el teatro de los cuentos del Decamerón, de Giovanni Boccaccio. Por supuesto, una versión y un montaje muy libres. Además, el programa que hago en Radio Taíno. Sigo impartiendo clases con los estudiantes del último año de de la Escuela Nacional de Teatro. Estoy preparando otras cosas para la televisión, pero que no tienen que ver básicamente con el humor.

“Es posible que para el año que viene sí haga algo de humor, pero no quiero aventurar nada porque está muy en ciernes y no se ha concretado mucho. Sí espero que haya algo. Pero por lo pronto no tengo nada de humor para la televisión. También estuve en una película con Chijona. Es una película de un humor muy contenido, una comedia, que espero se ponga a finales de este año. Eso es lo que tengo”.


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