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LA TECLA CON CAFÉ

Abracen este libro, abracen a Julio García Luis

Abracen este libro, abracen a Julio García Luis

 

4:52:56 a.m.

Por Rosa Miriam Elizalde*

Palabras en la presentación del libro de Julio García Luis, Revolución, socialismo y periodismo: La prensa y los periodistas cubanos ante el Siglo XXI, en la Feria Internacional del Libro de La Habana 2015.

Este no es un libro, es una enciclopedia. O si prefieren los más jóvenes: es  la Wikipedia del Periodismo en Cuba.

Tengo una ventaja sobre ustedes, que saldrán hoy de aquí con la versión impresa de esta nueva edición de Revolución, socialismo y periodismo: La prensa y los periodistas cubanos ante el Siglo XXI, de Julio García Luis. Poseo la copia digital, todavía con el rótulo que él le puso en enero de 2012, en la víspera de su muerte, y no hay día en que no surfee en ella con el buscador de mi laptop.

¿Qué nos dice Julio, por ejemplo, si buscamos la palabra “periodismo”? Muchísimo, pero destaco una idea: El periodismo puede real y formalmente adherirse a valores universales y políticos; pero solo si hay valores profesionales se podrán realizar los primeros, es decir, los más trascendentes.  Y aquí recuerda lo dicho por Rosa Luxemburgo sobre la función social del arte: “Tiene que ser, ante todo, arte”. Es decir, el periodismo tienen que ser, ante todo, periodismo.

¿Y esta enciclopedia qué dice del “partidismo”, de la “prensa militante” y de la Revolución, un debate que por 50 años ha recorrido todo nuestro campo profesional? “Podemos ilusionarnos con la idea de una prensa militante

—advierte—, que cumple las misiones del día, pero esa misma prensa puede arrastrar carencias que en el proceso a mediano y largo plazo induzcan su propia deslegitimación y, con ella, la de todo o parte del sistema político”. 

Julio, además, ofrece la evidencia empírica de lo que significa esta afirmación cuando se acompaña de la palabra socialismo:

“La Unión Soviética y su Partido Comunista —escribe— creían tener prensa, pero el modelo asumido bajo el supuesto de contar con todas las ventajas y evitar todas las desventajas, no fue capaz de crear auténtico periodismo, y llegado el momento los dejó inermes frente a sus adversarios.”

Juego con algunos conceptos que dan título a este ejemplar, porque yo misma, que llevo el libro a dondequiera que voy como oráculo para mis investigaciones y que lo he leído varias veces, de manera lineal o saltando entre las palabras, descubro cada vez nuevas aproximaciones a temas muy complejos de las Ciencias Sociales y a otros, ya bastante llevados y traídos entre nosotros.  En cualquier caso, Julio es una brújula en medio de la confusa sobreabundancia de información y en tiempos de Internet, de “Paquetes” semanales y redes jíbaras.

Con un pie en el ámbito periodístico y otro en el académico, García Luis es una irrepetible y polifacética figura de dos mundos que son recíprocos, y es, a mi juicio, el sociólogo de la comunicación más importante de nuestro país. Por él hay que pasar para comprender no sólo cómo se ha forjado esa disciplina en el último medio siglo, sino cuál es la estructura y la lógica de las relaciones entre ella y la construcción del socialismo en Cuba, y sobre todas las cosas, para tener idea de cuáles son nuestras posibles soluciones en este entorno.

Siendo como lo era un campesino de Sagua la Grande que se forjó a sí mismo, tenía la sensibilidad y la lúcida sencillez de los grandes en una profesión que es como Sísifo, que debe empezar de nuevo todos los días. Y una y otra vez, y a un ritmo vertiginoso en los tiempos de Internet. Me dijo en una ocasión que los periodistas somos como los trapecistas: hijos de lo efímero, además del resultado directo de otras maternidades no siempre tan nobles. A decir verdad, en este oficio existen dos estirpes: la de quienes no dejan jamás de jugar sobre la fragilidad del alambre –el buen periodismo requiere una extraña mezcla de prudencia y riesgo– y aquellos que antes de poner una letra delante de otra prefieren curarse en salud y caminar por el sendero convenido, que suele ser tan ajeno como inofensivo, y en algunos casos bastante rentable. Por si acaso.

Pero la dimensión de quién es Julio lo refleja el registro que él hacía de la realidad, eso que comúnmente se llama “obra”, una obra que mayoritariamente permanece inédita. Cuando estaba preparando mi Tesis de Doctorado, Nadia, su compañera de toda la vida, me permitió hurgar en su archivo. Fue una experiencia alucinante. Yo sabía que era organizado y meticuloso, pero no tenía idea de cuánto. En carpetas perfectamente ordenadas encontré notas, cartas, estudios teóricos y artículos escrupulosamente fechados durante más de medio siglo de hacer y pensar el periodismo. En uno de esos apuntes registra la visita del líder de la Revolución al diario Granma, el 19 de mayo de 1970, después de enterarse el pueblo, en voz de Fidel, que la Zafra de los Diez Millones había fracasado.

Julio, que fue editorialista de ese diario, relata el debate del momento en que se estaba preparando el titular del día siguiente: “Teníamos a un pueblo para hacer los diez millones, y ese pueblo no nos ha fallado. Pero no teníamos el aparato administrativo para hacerlo”, comentó Fidel a los periodistas en la oficina del director del Granma. Pero lo que Julio subraya es que el líder sugirió destacar en titulares la mala noticia, aunque esta convivía, por azar, con un acontecimiento feliz, el rescate de un grupo de pescadores cubanos secuestrados por terroristas provenientes de EEUU.  ¿Por qué dar relieve a la noticia del fracaso de los Diez Millones y no a la de la victoria del regreso de los pescadores? Porque nadie tiene derecho a mentirle ni a edulcorarle las verdades a un pueblo y no lo haría por nada del mundo aquel individuo que se asuma como revolucionario, y agrega entonces Fidel, según los apuntes de Julio: “La medida de un revolucionario no debe ser de orden relativo, sino de orden absoluto”.

¡Vaya lección! Julio la registra, la guarda en la urna de sus papeles durante muchísimos años, y lo hace casi inconscientemente, con toda naturalidad, porque solo puede ver la verdad de las cosas quien viva esa verdad. Y él fue eso, un revolucionario absoluto, lo que le permitió ser un periodista absoluto y un investigador del periodismo y la comunicación absoluto. Es lo que explica cómo y por qué tenía la capacidad de ver más allá de todos nosotros y por qué cada palabra de este libro tiene su peso específico y cobra autonomía cuando rastreamos en sus páginas aleatoriamente.

Miren, por ejemplo, lo que sale si buscamos la palabra “Ética”:

“En este tema de la ética del periodismo presto especial atención a los enfoques de la sociología de la cultura, que nos previenen frente a las ideas automatistas, inmediatistas, manipuladoras, de las sociedades de mercado y sus criterios positivistas. Un periodismo ético requiere valores.  Valores universales, valores políticos, y también valores profesionales.”

Por eso, finalmente, quería decirle, no a ustedes, sino a él, aún cuando sienta que le grito o le ruego a un océano: “Te extrañamos tanto, Julio. Tenemos tantas conversaciones pendientes contigo”, y sin embargo, qué justicia estar aquí. Ni él mismo pudo imaginar que tendría su Feria y sus lectores, más allá de los profesionales de la prensa que leímos su Tesis de Doctorado en copias que se pasaron en CD y memoria flash, y que luego accedimos a una versión de este libro, especialmente concebida para el IX Congreso de los periodistas.

Se supone que un presentador les recomiende la lectura del volumen que tiene en sus manos. Es lo que me ha pedido la Editorial Pablo de la Torriente, de la Unión de Periodistas de Cuba. Bien, compren el libro porque es inteligente, documentado y rotundo, pero hagan algo más: abrácenlo porque tendrán en sus manos la vida de un periodista genial, de un investigador sin el que no se puede interpretar la cultura cubana del último medio siglo, y de un padre, amigo, esposo y maestro inolvidable. Abracen este libro, abracen a este hombre bueno.

(Fuente: Cubadebate) 

* Periodista cubana y editora del sitio Cubadebate. Es Doctora en Ciencias de la Comunicación y autora o coautora de los libros “Antes de que se me olvide”, “Jineteros en La Habana”, “Clic Internet” y “Chávez Nuestro”, entre otros. En twitter: @elizalderosa

 

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