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LA TECLA CON CAFÉ

Poemas a Che Guevara

Poemas a Che Guevara

 

9:30:01 p.m.
 
CHE
(Julio Cortázar) 

Yo tuve un hermano. 
No nos vinos nunca
pero no importaba. 
Yo tuve un hermano
iba por los montes
mientras yo dormía.
Lo quise a mi modo,
le tomé su voz
libre como el agua,
caminé de a ratos
cerca de su sombra.
No nos vimos nunca
pero no importaba,
mi hermano despierto
mientras yo dormía,
mi hermano mostrándome
detrás de la noche
su estrella elegida.


EL CREDO DEL CHE
(Roque Dalton)


El Ché Jesucristo
fue hecho prisionero
después de concluir su sermón en la montaña
(con fondo de tableteo de ametralladoras)
por rangers bolivianos y judíos
comandados por jefes yankees-romanos.
Lo condenaron los escribas y fariseos revisionistas
cuyo portavoz fue Caifás Monje
mientras Poncio Barrientos trataba de lavarse las manos
hablando en inglés militar
sobre las espaldas del pueblo que mascaba hojas de coca
sin siquiera tener la alternativa de un Barrabás
(Judas Iscariote fue de los que desertaron de la guerrilla
y enseñaron el camino a los rangers)
Después le colocaron a Cristo Guevara
una corona de espinas y una túnica de loco
y le colgaron un rótulo del pescuezo en son de burla
INRI: Instigador Natural de la Rebelión de los Infelices
Luego lo hicieron cargar su cruz encima de su asma
y lo crucificaron con ráfagas de M-2
y le cortaron la cabeza y las manos
y quemaron todo lo demás para que la ceniza
desapareciera con el viento
En vista de lo cual no le ha quedado al Ché otro camino
que el de resucitar
y quedarse a la izquierda de los hombres
exigiéndoles que apresuren el paso
por los siglos de los siglos
Amén. 


TRISTEZA EN LA MUERTE DE UN HÉROE
(Pablo Neruda)


Los que vivimos esta historia, esta muerte y resurrección de nuestra esperanza enlutada, 
los que escogimos el combate y vimos crecer las banderas, supimos que los más callados 
fueron nuestros únicos héroes y que después de las victorias llegaron los vociferantes 
llena la boca de jactancia y de proezas salivares.
 El pueblo movió la cabeza: 
y volvió el héroe a su silencio. 
Pero el silencio se enlutó hasta ahogarnos en el luto cuando moría en las montañas 
el fuego ilustre de Guevara. 
El comandante terminó asesinado en un barranco. 
Nadie dijo esta boca es mía. 
Nadie lloró en los pueblos indios. 
Nadie subió a los campanarios. 
Nadie levantó los fusiles, y cobraron la recompensa aquellos que vino a salvar 
el comandante asesinado. 
¿ Qué pasó, medita el contrito, con estos acontecimientos? 
Y no se dice la verdad pero se cubre con papel esta desdicha de metal. 
Recién se abría el derrotero y cuando llegó la derrota fue como un hacha que cayó 
en la cisterna del silencio. 
Bolivia volvió a su rencor, a sus oxidados gorilas, a su miseria intransigente, 
y como brujos asustados los sargentos de la deshonrar, los generalitos del crimen, 
escondieron con eficiencia el cadáver del guerrillero como si el muerto los quemara. 
La selva amarga se tragó los movimientos, los caminos, y donde pasaron los pies 
de la milicia exterminada hoy las lianas aconsejaron una voz verde de raíces 
y el ciervo salvaje volvió al follaje sin estampidos. 


CHE 1997
(Mario Benedetti) 


Lo han cubierto/ de afiches de pancartas
de voces en los muros
de agravios retroactivos
de honores a destiempo

lo han transformado en pieza de consumo
en memoria trivial
en ayer sin retorno
en rabia embalsamada 

han decidido usarlo como epílogo
como última thule de la inocencia vana
como añejo arquetipo de santo o Satanás

y quizás han resuelto que la única forma
de desprenderse de él
o dejarlo al garete
es vaciarlo de lumbre
convertirlo en un héroe
de mármol o de yeso
y por lo tanto inmóvil
o mejor como mito
o silueta o fantasma
del pasado pisado 
sin embargo los ojos incerrables del che
miran como si no pudieran no mirar
asombrados tal vez de que el mundo
no entienda que treinta años después sigue bregando dulce y tenaz por la dicha del hombre.

 

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