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LA TECLA CON CAFÉ

1959: Dos días y una noche con Fidel en Santa Clara

1959: Dos días y una noche con Fidel en Santa Clara


5:18:35 p.m. 

Por Mercedes Rodríguez García 

Una foto tomada en el piso 11, donde vivía el entonces administrador Danilo García Rodríguez y su familia, dejó constancia gráfica de la primera visita al Gran Hotel, propiedad de Orfelio Ramos Valdés. De la segunda, cuando se quedó a dormir en la habitación 414, no se han podido localizar imágenes, aunque sí la información publicada por El Villareño. 

El 15 de marzo de 1959 un helicóptero aterriza en la Universidad Central, en las cercanías del actual policlínico. Fidel desciende, ágil, vital. A grandes zancadas, seguido de una multitud de estudiantes, avanza hacia la biblioteca. 

Dos meses atrás, el 6 de enero, la ciudad lo vio entrar en un jeep descapotable, de pie, vestido con traje verde olivo y gorra de la guerra, con su fusil de mira telescópica al hombro. Marchaba al frente de la Caravana de la Libertad. 

En ambas oportunidades el líder rebelde fue acogido en el hotel más alto, lujoso y confortable erigido en provincia cubana. Una foto tomada en el piso 11, donde vivía el entonces administrador Danilo García Rodríguez y su familia, dejó constancia gráfica de la primera visita. También quedó la versión de una indisposición momentánea de Fidel, que requirió atención médica y una inyección que le puso el doctor que allí laboraba. 

Pero la noche del domingo 15 de marzo, Fidel se queda a dormir en una habitación del hotel. No hay constancia gráfica del momento, aunque sí la información publicada por El Villareño,1 un periódico que a 55 años de distancia ofrece detalles valiosos, un tanto perdidos en la memoria histórica de la ciudad, y prácticamente desconocidos por las generaciones más jóvenes. 

También de una y otra visita del Comandante en Jefe a Santa Clara, quedan para la historia los testimonios de dos venerables ancianos, quienes en aquellos momentos entregaban lo mejor de sus años mozos a una  Revolución, que mantenía la Isla en permanente efervescencia y conflicto. 

La firme tierra universitaria 

Se dice que Santa Clara despertó más temprano que de costumbre, y en masa compacta marchó por la Carretera a Cama­jua­­ní, y otras vías de acceso, hacia el lugar de la cita. El Villareño así lo describe: 

«Desde esa hora grandes núcleos humanos comenzaron a desplazarse hacia los predios de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, y a medida que las horas avanzaban nuevos contingentes nutrían la ya extraordinaria cantidad de público de todos los lugares de Las Villas allí estacionado. El tránsito desde esta capital a la Universidad se hizo imposible debido a la enorme congestión de vehículos». 

Para la mañana de ese domingo está anunciada la visita a Santa Clara del presidente de la República, doctor Manuel Urrutia Lleó, y el primer ministro del Gobierno y máximo líder de la Revolución, Comandante Fidel Castro Ruz. Ambos procederían a inaugurar el edificio general de la Biblioteca de la Universidad Central, que según narra el Dr. Eberto Morgado Morales en su libro Sucesos y anécdotas de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas,2 se dio por inaugurada, sin que pudiera realizarse la ceremonia en la forma en que se había previsto debido a la enorme cantidad de público que se había congregado allí. 

Aún vive el veterano periodista Guido de Armas Bermúdez, quien en 2009 rememoró para Vanguardia3 la llegada de Fidel  a los predios universitarios aquella tarde: 

«Serían algo más de las 5:00 de la tarde cuando escuchamos el ruido de un helicóptero que evolucionaba sobre nuestras cabezas y descendía en un lugar cercano a donde nos encontrábamos. En ese instante, escuchábamos a Manuel Urrutia, entonces presidente de la República, quien había llegado a la Universidad como a las 3:00, y le dirigía la palabra a un grupo de estudiantes y trabajadores. 

El helicóptero en que venía Fidel aterrizó a un costado del edificio de Ingeniería y, de inmediato, quedó rodeado por una multitud que lo aclamaba delirante. La voz de “¡Llegó Fidel, llegó Fidel!” se regó como pólvora, y Urrutia quedó con la palabra en la boca». 

Fidel habló durante dos horas seguidas. Prometió la construcción de la Ciudad Universitaria, convertir el Regimiento Leoncio Vidal en una Ciudad Escolar y crear otra para los niños campesinos del Escambray. También enfatizó en la importancia de la Reforma Agraria, e hizo alusión a otras leyes relacionadas con la rebaja de los alquileres y del precio de las medicinas. 

«Me gustaría decir muchas cosas hoy a los villaclareños; me gustaría hablar y decir todas aquellas cosas que Santa Clara se merece, que el pueblo de Santa Clara se merece; me gustaría hablar de la historia de la provincia, del patriotismo de esta provincia, porque fue la provincia de Las Villas, conjuntamente con la de Oriente, las que dieron las batallas principales por el triunfo de la Revolución (APLAUSOS). Y fue también la provincia de Las Villas la que, conjuntamente con Camagüey y Oriente, libraron las principales batallas de la guerra de independencia. El patriotismo de Villa Clara viene de atrás, que por algo se llama a esta provincia, “las inquietas villas”».4 

El lunes 16 de marzo, Fidel regresó a la Universidad para conversar con los niños de la Escuela Anexa, quienes el día anterior lO habían esperado infructuosamente durante horas. 

Samuel Feijóo,5 en una crónica titulada «Fidel en la Universidad» relató lo allí acontecido:6 «[…] improvisó entonces para todos un discurso muy sencillo, que no se grabó ni se radió, que se perdió en el aire, su mejor discurso tal vez, su discurso de la intimidad». 

Algunas de las palabras del máximo líder de la Revolución las reflejó así el inquieto intelectual sanjuanero: «Cristo decía: da lo tuyo a los pobres y sígueme. Yo repito: da lo tuyo a los pobres y sígueme. Esta es la Revolución de los pobres».

Y continúa Feijóo: «Largo tiempo le vimos y le oímos, jugaba a veces con las palabras. Le vimos recibir centavos de los niños que subían a interrumpirle mientras hablaba y guardárselos en los bolsillos para la Reforma Agraria».

Después de la improvisada pieza oratoria, el coro de niños de Las Antillas cantó el Himno de la Universidad de Las Villas acompañado por las notas musicales de Agustín Anido, y cerró con la Marcha del 26 de Julio. «A Fidel se le humedecen los ojos», menciona Feijóo en la referida crónica. 

El «rascacielos» del parque Vidal

«Este lugar ha tenido la capacidad de mantenerse y trascender en el tiempo, por eso no podemos pasar por alto el hecho de que Fidel haya dormido y desayunado aquí», manifiesta Armando Dávila González, director del Hotel Santa Clara Libre, en su afán de mantener viva la historia, y de velar por la exactitud y veracidad de los hechos.

El Villareño, diario de la tarde deja constancia del suceso:  «Cuando las estaciones de radio habaneras ofrecían la noticia de que Fidel Castro volaba sobre la Ciénaga de Zapata, el líder de la Revolución se encontraba desayunando en el Gran Hotel de donde partió de nuevo a la Universidad Central a donde llegó a las 9 y 30 de la mañana en una visita que le había prometido a las alumnas de la Escuela Anexa a dicho centro acompañándolo el doctor Antonio Núñez Jiménez, profesor de dicha universidad».

De los reunidos con Fidel en el Gran Hotel aún vive un hombre. En su casa de la calle 6a. no. 61, e/ A y B, en el reparto Vigía, Santa Clara, nos recibe. «Adelante, estoy presto a contar solo aquellos detalles que guardo más vivos en la memoria». No tiene fotos, pero sí conserva una tarjeta de presentación con un diminuto membrete rojinegro. Dice: «Justo Pastor Borges Gutiérrez, jefe de despacho del coordinador provincial. Casa del 26 de Julio, Santa Clara. Teléfono: 214».

«Yo tenía 24 años y hacía poco había llegado de La Habana, donde trabajaba como dirigente del Frente Obrero Único de Masas. Aquel día Quintín Pino Machado me informó que junto con él y el capitán Rodolfo de las Casas (Casitas), teníamos que recibir a Fidel al Gran Hotel. No recuerdo exactamente el local, tampoco el piso exacto, sí que había una mesa larga a la que nos sentamos.

«Fidel entró por la puerta principal del hotel, y nosotros fuimos a su encuentro, porque él subió por elevador. Cuando se abrió la puerta y lo tuve enfrente, me paralicé. Enseguida fue a saludar Casitas, a quien requiere: “Oye, por qué no has ido a buscar tus grados de comandante”. Enseguida Casitas le contesta: “Porque yo no voy a estar ante los politiqueros diciéndoles que soy comandante”. Entonces Fidel, sonriendo, le riposta: “tan malcriado como siempre”, y le tira la mano por el hombro. Casitas, que era flaquito, chiquito, a su lado, a la derecha; Quintín, a la izquierda, y yo al lado de Quintín.

«Yo estaba muy impresionado con Fidel, no pude darle la mano ni saludarlo, pero aquel día fui todo ojos y oídos. Recuerdo con claridad como Goro le iba mostrando las vistas de lo que Obras Públicas estaba haciendo en Santa Clara, y también cuando Fidel le preguntó a Morales, el ingeniero jefe, si el pueblo sabía todo eso. Yo pienso que no, porque Morales se quedó callado la boca.

«Si hay fotos de aquel encuentro las debe haber tenido Goro.7 Sí les puedo asegurar que nos reunimos en una mesa larga, y que no había nada de comida. Fue la primera y única vez que tuve a Fidel tan cerquita. Tiempo después volví a verlo cuando estuvo en el Regimiento Leoncio Vidal, pero de muy lejos. Yo era muy joven, le repito, y no salía de mi asombro».

Según El Villareño Fidel se quedó en el hotel, «donde por espacio de dos horas estuvo reunido con el gobernador doctor Rodríguez de la Vega, con Quintín Pino, con el profesor doctor Antonio Nú­ñez Jiménez, con el doctor Ma­riano Rodríguez Solveira y con otras personas, que permanecieron allí hasta altas horas de la noche».

Y aunque consigna la habitación como la 415, se estima que fue en la 414. Una y otra eran las únicas especiales que tenía el hotel en sus inicios. La primera se utilizaba como dormitorio y la segunda como recibidor, con un baño espacioso y cómodo.

En la actualidad ambas habitaciones se comunican, para dar espacio a una salita donde se exponen objetos de la época y fotos relacionadas con la historia del hotel, inaugurado el domingo 22 de abril de 1956. Recibió el nombre de Cloris, nombre de una de las hijas de su dueño, Orfelio Ramos Valdés. 

También la habitación 816 fue notable en la historia. En ella, con la complicidad de los carpeteros, que casi nunca la alquilaban habitación, se reunían clandestinamente los miembros del Movimiento 26 de Julio.

Por su privilegiada ubicación geográfica pronto se convirtió en sitio obligado de reunión de diferentes clases sociales y fue sitio ideal para la celebración de congresos y convenciones. Llegó a publicitarse como Centro de Convenciones Corazón de Cuba, Crucero de la República.

Casi con seis décadas de existencia, el hoy Hotel Islazul Santa Clara Libre, se yergue majestuoso. En su fachada permanecen los impactos de los proyectiles durante la gloriosa batalla por la liberación definitiva de la urbe que lo acoge. Un «rascacielos» que desafía el tiempo y es reconocido en muchas partes del mundo como un verdadero icono de la Ciudad de Marta y del Che. 

Notas:

1, 3, 6 Periódico de la tarde referenciado por el colega Narciso Fernández Ramírez, en el reportaje «Fidel en la UCLV: dos días de una visita histórica», Vanguardia, p. 3, sábado 14 de marzo, 2009.

2 Eberto R. Morgado Morales. Sucesos y anécdotas de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas. pp. 109-110. Editorial Feijóo. Universidad Central de Las Villas. Disponible en http://revistas.mes.edu.cu/greenstone/collect/repo/import/repo/20101104/9789592505162.pdf

5 Discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, en la Universidad Central «Marta Abreu», de Santa Clara, Las Villas, el 15 de marzo de 1959.  (Versión Taquigráfica de las Oficinas del Primer Ministro). Disponible en http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1959/esp/f150359e.html

7 Se refiere al maestro Goro Enomoto Sakura, hijo de japoneses. Como delegado de la Dirección del Frente de Propaganda del

M-26-7, participó junto al Che en la Campaña de Las Villas. Una vez liberada Santa Clara, Goro continuó trabajando como fotógrafo-camarógrafo de Obras Públicas, bajo las órdenes de Enrique Oltuski. 

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